El artista visual cubano José Ángel Nazabal expone ‘Si te mueves, te corto’ en la Casa Oswaldo Guayasamín de La Habana

La Casa Museo Owaldo Guayasamín de La Habana estuvo abarrotada este 24 de junio, a las cinco de la tarde, cuando se inauguró la muestra personal Si te mueves, te corto, del artista visual cubano José Ángel Nazabal. Las veintidós piezas –dieciocho acuarelas de pequeño formato, dos impresiones digitales de formato medio y dos pinturas de gran formato en acrílico sobre lienzo– permanecerán en exhibición hasta el próximo 10 de julio.

El evento se desarrolla con el respaldo de la Embajada de los Países Bajos en Cuba (Embassy of the Kingdom of the Netherlands) y sirve de clausura a la Beca de Artes de Habana Espacios Creativos, un laboratorio para la experimentación multidisciplinaria, la formación y el apoyo a jóvenes creadores.

Si te mueves, te corto fue pensada para el mes del orgullo gay a fin de “llamar la atención sobre la importancia de respetar la diversidad y la inclusión”, anunció en sus redes sociales dicha embajada.

El trabajo de Nazabal se ha ganado, en los últimos tiempos, el aplauso de varios críticos cubanos, quienes celebran al artista, entre otros muchos motivos, por transgredir “las ideologías que continúan relegando las sexualidades diferentes” y por convertir esa transgresión en un acto erótico, tal como dijo a Rialta Noticias unos meses atrás el investigador y ensayista Ángel Pérez.

Según el crítico, Nazabal “se ha convertido en uno de los artistas cubanos que en la contemporaneidad sostiene un discurso militante respecto a las identidades, los imaginarios y las subjetividades cuir”, hecho que podrá verificar el público isleño, sin lugar a duda, en la exposición actual.

“Mi obra parte, en gran medida, del deseo frustrado, por tantos años de clóset, sobre el cuerpo masculino. Cuando vives tantos años reprimiendo tu sexualidad, por algún lado tiene que salir”, señaló el artista en una entrevista también publicada en Rialta Noticias.

Sobre Si te mueves, te corto, explica ahora: “Todas las piezas fueron concebidas como parte de un relato mayor, construido en varios episodios o estadios emocionales, quienes visiten la muestra deberán ir hilando (o no) estos fragmentos”.

En el título de la muestra, reconoce, “hay una doble intención”. Ese título “es una forma de reflexión en torno al retrato y el vínculo modelo-artista. En esta serie, el artista se reviste de tirano, de asesino, de neurópata, y acaso obliga al sujeto, a permanecer de una forma exacta, en una pose específica, sólo para complacer una pulsión muy interior, de orden estético, que se vuelve peligrosa, indivisible”.

Entre todas las piezas, Nazabal destaca Fogata de verano, “el primer lienzo”, explica “que me propuse terminar luego de mi paso por el Taller de las fieras, en la Academia de San Alejandro”. La obra se caracteriza por “el predominio de dos colores primarios, la gama de los rojos y azules, que están yuxtapuestos, protagonizando una escena muy simple”.

“Dos hombres desnudos protagonizan la imagen. Uno yace bocabajo sobre la arena y tiene el rostro oculto. Mientras, la figura central, de aspecto andrógino, mira directamente al espectador y hace el intento de cubrirse la cara o de secarse el llanto, o probablemente ninguna de las dos, o cualquier otra cosa parecida, depende del que mire. Ambas figuras están iluminadas de forma estridente por la luz del fuego. Al fondo, en la imagen, sólo hay mar y noche”, comenta Nazabal.

“Lo que más me gusta de esta pieza es la atemporalidad”, agrega, “al estar los dos personajes completamente desnudos y no existir ningún elemento contemporáneo, me parece que la imagen cobra una dimensión universal, arquetípica; lo mismo puede tratarse de un drama antiguo, situado en el Mar Egeo, que de una rave entre amigues, donde uno ha decidido tumbarse un rato. Es, esencialmente, una impresión simbolista”.

Nazabal (1994) se graduó de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. También cursó estudios en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de La Habana. Ha reconocido influencia, en sus trabajos, igualmente de pintores figurativos, como Jenny Saville, Lucian Freud, Francis Bacon y David Hockne, como de las historias y personajes literarios de Yukio Mishima o Jean Genet, o de los ambientes construidos en las películas del New Queer Cinema.

“Reconozco que también estoy muy marcado por el cine de género y el suspense. La mayoría de los relatos que se me ocurren contienen mucho drama, o algo de thriller psicológico”, sostiene.