< PreviousDesaparece así el amigo e, irremediablemente, un halo encubridor de cul- pas nos envuelve. Es un alerta, la vaga sensación de que algo pudo ocurrir de otra manera. Y uno se dice, muy bajo que, aunque la provoque el recuerdo, esta percepción es cierta. Y uno se vuelve a decir, menos bajo, si los que con- formamos el exilio asumimos su comportamiento, la indiferencia que los des- cuidos arropan, aquel trágico recorrido suyo parecido a tantos otros. Aunque ante esta tardía congoja, aquel generoso fauno de bondadosa iro- nía es capaz de asomar aún su rostro desde la esquina del viejo mueble para consolarnos amonestándonos (en aquel bello acento regocijado que era el suyo y en poeta siempre) con el sutil y cavernoso resquemor de Rimbaud: «Par delicatesse j’ai perdu la vie»… Desde su árida y sombría plenitud el infernal infinito de la dictadura des- prende otro sol muerto. Sin patria. Pero invencible. 18 homenaje a heberto padilla Nivaria Tejera encuentroJ ulio cortázar escribió que la muerte es una injusti- cia.Pues bien, el poeta Heberto Padilla acaba de ser víctima de esa injusticia en un cuarto de hotel de Alabama, Estados Unidos. ¿Qué hacía allá ese escritor que había naci- do en la provincia occidental cubana de Pinar del Río? Daba clases de literatura y vivía la amargura del exilio. Heberto Padilla, considerado por la crítica como el más importante poeta de la llamada primera generación de la Revolución, fue a parar a Norteamérica después que su libro Fuera del juego , premiado por un jurado internacional en Cuba en 1967, cerró la luna de miel de la intelectuali- dad latinoamericana y europea con el proceso marxista cubano. Los versos, amargos, explosivos, sombríos, sacaron a flote una Cuba que casi nadie quería ver y que la propa- ganda había escondido entre consignas e himnos. Las autoridades cubanas pusieron el grito en el cielo y al poeta en la cárcel. Para salir de la prisión, se le impuso al poeta una auto- crítica pública en los salones de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, delante de sus compañeros. Padilla entró en el juego. Había trabajado como corresponsal en Moscú de la Agencia Prensa Latina, tenía testimonios de primera mano de los procesos estalinistas y los juicios a intelectua- les. Con gesto teatral y voz engolada, el poeta cantó su palinodia, aceptó sus pecados y los de algunos amigos cer- canos y fue a encerrarse en su casa a cumplir el destino que el socialismo real describe para esa categoría de per- sonas: el ostracismo hasta la muerte. Entretanto, llovían cartas, telegramas y declaraciones de escritores sobre Cuba. Solo algunos tenaces escritores, el mismo Julio Cortázar, Gabriel García Márquez y Eduar- do Galeano, junto a otros menos conocidos, se quedaron con ese rótulo ambivalente de amigos de Cuba. Muchos cubanos se preguntan siempre de cuál Cuba. El caso Padi- lla alejó a muchos escritores y artistas europeos y, por lo 19 homenaje a heberto padilla encuentro Raúl Rivero Heberto Padilla: tiempo al tiempomenos, les hizo tomar una distancia crítica, romper el hechizo del amor a pri- mera vista y disponerse a conocer con más profundidad el repertorio que sonaba en la Isla. En el plano interno, el asunto de Padilla se recibió de otra manera. La mayoría de su compañeros apoyaban (aún hoy apoyan) el proceso cubano, de modo que aunque le siguieron apreciando en el plano privado, nadie se soli- darizó con él. Así es que Heberto Padilla se quedó fuera del juego y, como dijera el nicaragüense Ernesto Cardenal, solo como un astronauta en la noche del espacio. Muchos de sus amigos (Pablo Armando Fernández, César López, Antón Arrufat y la entonces esposa de Padilla, la poetisa Belkis Cuza Malé) fueron enviados a trabajar a imprentas y bibliotecas municipales en una expiación que duró para algunos más de diez años. Padilla salió al exilio junto a su mujer, en marzo de 1980. Ahora mismo, todos los que fueron sacados del juego, cuando el problema de Padilla ocu- rrió, salieron del congelador y sostienen relaciones ídilicas con los organis- mos culturales del país. Lo verdaderamente importante que pasó con el libro de Heberto fue que propuso la duda, lanzó una mirada profunda sobre la sociedad y sus relaciones con los grupos de poder. Fuera del juego es el primer texto disidente del socialis- mo cubano. La primera obra orgánica, que da la voz de alarma y, en medio del fragor de la vida, pide, a lo menos, permiso para un leve sobresalto. Ese libro, que contenía dinamita, había que enmascararlo en las bibliotecas, sus poemas comenzaron a mecanografiarse y a circular. El poeta se fue, pero su poesía se quedó. El hombre estaba solo, tiempo al tiempo, pero el libro escondido y camuflado irradiaba, irradia un fulgor que nada pudo ensombrecer. Este ha sido un episodio único en la historia de la literatura cubana. Está apresado en un tiempo, su tiempo. Aunque la línea de pensamiento de las autoridades exhiba hoy las mismas rigideces que provocaron el caso Padilla, no habrá posibilidades de repetirlo ni siquiera como comedia. Las posiciones gubernamentales pueden ser inmutables pero el mundo no. La vida tampoco. Hay ahora decenas de instituciones internacionales que monitorean la reali- dad cubana, existen dentro del país numerosos grupos de derechos humanos y está vivo y en pleno vigor el movimiento de periodistas independientes. Ya nadie estará tan solo como el poeta que había entrado a las letras con otro libro capital: El justo tiempo humano . Su muerte en Alabama conmovió a la ensanchada diáspora cubana. En Cuba hay un luto interior, porque muerto sigue prohibido. Padilla tenía muchos deseos de venir a Cuba y nunca recibió autorización. Ahora que la poesía se ha liberado del hombre, se inicia su regreso definitivo, porque la poesía no usa pasaporte, ni necesita permisos de la policía. 20 homenaje a heberto padilla Raúl Rivero encuentroF UERADELJUEGO tiene hoy mayor vigencia que en el momento de su primera edición en 1968. Hoy es una realidad lo que para muchos en aquella época eran pre- moniciones pesimistas. En la peligrosísima confrontación entre el poeta y el poder, entre el poemario y el estado, Padilla y su libro no sólo han sido reivindicados, sino que, además, han salido victoriosos. Habría que decir inmedia- tamente que Fuera del juego y su libro antecesor El justo tiempo humano son los únicos poemarios revolucionarios. Con ello quiero decir retadores, irreverentes, liberadores y críticos, premiados y publicados en Cuba durante el régi- men castrista. De estos, El justo tiempo humanoestá centra- do —como su título indica— en el destino humano, en la experiencia dolorosa de las revoluciones, el sino y la acti- tud del poeta a la hora de ubicarse en el marasmo de los movimientos históricos, y en la problemática forma en que el poeta se relaciona con el poder. Fuera del juego apa- rece como una síntesis iluminadora de la experiencia his- tórica que al poeta le tocó vivir —la Revolución Cubana—, y además como un cambio en la concepción de la poesía, que en lugar de fugarse al más allá para protegerse de los devastadores vientos de la historia, enfrenta críticamente su contemporaneidad y asume una concepción cruda de la belleza, en nada contrapuesta al análisis, la crítica, la ética, la política y el conocimiento. Sin embargo, la con- frontación entre el poemario y el poeta por un lado, y el régimen castrista por el otro, fue y es en esencia un con- flicto estético-literario; en el cual, aunque no menos importantes, las consecuencias ideógicas y políticas resul- tan en gran medida subsidiarias. Si analizamos la esencia del conflicto, nos encontramos ante el enfrentamiento de dos autores con filosofías parti- culares acerca del valor moral y gnoselógico de la palabra. La «polémica» tiene, desde luego, una connotación políti- ca, ya que en definitiva se trata del verbo, su validez y el ámbito de su uso; problema que, desde los griegos hasta 21 homenaje a heberto padilla encuentro Enrique Patterson La revolución de Fuera del juegonosotros siempre implica a la polisy al foro. Ysiendo la poesía la expresión suprema del lenguaje, el conflicto se manifiesta bajo la forma de una colisión entre poéticas y poetas. Un autor, el líder , el cantor , se dice representante y vocero de una sustancia absoluta, la Revolución, que se impone sobre el presente y conduce a una sustancialidad perfecta en el futuro: el Comunismo. Lo mismo suplantando la realidad presente que instalada en el paradisíaco porvenir, la sustanciafunciona como algo más real e importante, superior y trascendente que los intereses, proyectos, esperanzas y vivencias personales de los individuos. El otro autor, el individuo, el poeta, en este caso Heberto Padilla, sólo se repre- senta a sí mismo y, armado de su conciencia y su palabra, se enfrenta a este absoluto, lo cuestiona, se burla de él, y con sorna le espeta su verdad en la cara. Él es el poeta, el hombre libre y no «el guardián /—ignorante— de la torre Spáskaya/» ese que vigila en la esquina, el que aplaude y «no sabe/ que no hay terror que pueda/ ocultarse en el viento» 1 (Canción de la Torre Spáskaya). El análisis precisa obviar las iniciales promesas libertarias de la Revolución y concentrarse en sus hechos puramente literarios. Después de renunciar a las promesas políticas y económicas, realizables todas en el orden constitucional de 1940, la Revolución se lanza a la creación de un discurso revolucionario; es decir, a la creación literaria. No tenía otra opción. Abolido el referente jurídi- co de la legitimidad institucional, no quedaba otro remedio que legitimarse como se legitiman las religiones y la literatura, desde el verbo y la profesía. El resultado de tal deslizamiento es la desaparición del discurso político de la modernidad que es competitivo, analítico y orientado hacia la solución de problemas prácticos en un marco jurídico y su sustitución por otro fundacio- nal, épico y cosmogónico. Las dimensiones del discurso del líder trascienden y abandonan el horizonte político para adquirir otras; el discurso deviene ontológico , pues en gran medida crea y/o modela la realidad; ético , pues la razón del verbo es enfrentarse a un principio exterior y maléfico —que podría poner en peligro la realidad moldeada por el discurso— así como tra- zar los valores y conductas de los sujetos empíricos en un sentido análogo a los mandamientos veterotestamentarios. Por último, el discurso es estéticopor- que toda creación artística o literaria debe estar en función de mostrar o, al menos, de no enfrentar o contradecir la verdad y belleza de los postulados del discurso. El discurso poético, ético-onto-estético, se convirtió así en la razón del poder, y el sujeto del discurso devino al mismo tiempo sujeto del poder; de ese modo, los mecanismos de control del poder comienzan a identificarse con el control del verbo y de sus significados. Es así que este sujeto poético adultera- do resulta creador de manera doble: de un texto «poético» —el discurso— como de la realidad presente y futura (la Revolución, el comunismo) que el texto postula. La Revolución cubana, desde sus inicios, aparece como la regre- sión de la poesía a sus orígenes, cuando aquélla se confundía con ciertos 22 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 1 Padilla, Heberto, Fuera del juego, Miami, Ediciones Universal, 1998, p. 38.temas fundacionales dentro de toda sociedad humana, tales como las cosmo- gonías, la religión, la ciencia, el mito, la épica y el ejercicio del poder. El resul- tado es un Estado literario, creador de una realidad panpóetica que —dada la dimensión ontológica del verbo— aspira a que los recursos literarios sean considerados por el oyente, por la energía del propio discurso, no como meros instrumentos de expresión, sino como leyesy categoríasdel mundo. Estamos ante una realidad y un lenguaje prosopopéyicosy —como atinadamente señala Nicasio Silverio— metonímicos. Semejante poética tiende a hacer desapare- cer la base expresiva de la poesía, la metáfora. Mientras que la metáfora —esen- cialmente democrática— permite tantas lecturas e interpretaciones como suje- tos y diferentes estados de ánimos, la metonimia es castrante y restrictiva. La metáfora no sustituye a la realidad, sino que sugiere, indica, algo nuevo u oculto presente en la misma. La metonimia no, su razón está en la identificación o absorsión de la parte por el todo; no existe metonimia hecha sustancia más clara que el esquema totalitario, donde una parte —el partido— absorbe al estado, y este a toda la sociedad. En esos términos no cabe lectura diferente que no sea la palabra del líder devenida evangelio. De ahí, la Revolución se asume como un estado-autor. Así como en La IlíadaHomero le pedía a la musa que a través de su lira cantara «la cólera del pélida Aquiles», algo que convierte a Homero en incuestionable y absoluto (él es sólo el vehículo, es la musa quien canta), de igual modo la Revolución —en el infinito discurso del líder— canta su propia saga, genera la realidad, legisla y juzga. El discurso se presenta como la s ustancia y el relatode un poema épico en prosa, donde el sujeto épico, el líder, además de héroe es también el poeta y el regulador del cosmos. La épica en prosa, bajo la forma de discurso improvisado no puede sostener- se por sí misma; puede pretender la reprensetación de las hazañas del héroe, incluso magnificarlas, pero no crearlas. Un elemento básico de la epopeya es que, a pesar de las exageraciones y los elementos fantásticos muchas veces presentes en el género, debe contener lo creíble; tan es así que cuando Home- ro nos presenta a los héroes clásicos, los admiramos y los consideramos como tales, cuando en realidad actúan como una caterva de saqueadores, ladrones y violadores de mujeres. En este caso lo creíble se nos presenta como un momen- to que desaparece debido a la cercanía y casi inmediatez entre el canto y el hecho. El lector comparte la realidad que se canta aunque sabe que le enga- ñan. Además, percibe que el autor no es siquiera un aedo contratado sino que es el mismo héroe quien canta sus hazañas mientras mantiene al público a punta de pistola. Es ese elemento, la pistola, el sostén del discurso poético, algo que le confiere a este tipo de «poética» su carácter apócrifo. La única referen- cia histórico-objetiva que le proporcionó alguna semblanza de argumento al poema épico revolucionario, o al menos a dos o tres capítulos del mismo, fue una escaramuza insurreccional contra un ejército que se negó a combatir. Tales carencias de vicio y origen tratarían de resolverse a partir de los siguien- tes recursos: a) inventarse un enemigo externo, en extremo poderoso, que 23 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentropermitiera el despliegue teatral de personajes heroicos diseñados según el esquema David v ersus Goliat, y b) por si esto no fuera suficiente —y como un medio de hacer participar de la heroicidad al mayor número de personajes posible— convertir en heroicos a los más banales y nimios actos cotidianos. El nuevo género, en tanto poesía, trae en sí el germen de su fracaso: a) por- que la indistinción entre épicay vida cotidianahace que la primera bordee en ocasiones la estampa del ridículo; el flujo de la acción épicay los motivosque sus- tentan el discurso se amplían más allá de los límites admisibles al género (no es fácil esperar durante horas por una magra ración de pan y tres boniatos con- vencido de que con ello se gana una batalla que cambiará el orden del mundo y de las cosas); y b) porque la auténtica poesía existe en un orden donde —a pesar de la penetración de los contextos en el texto— la palabra se basta por sí misma, mientras que en este caso la palabra se muestra insuficiente, hasta el punto que promete el futuro con el objeto de mantener atenta y obediente a la audiencia. Llega un momento que, agotadas todas las promesas, se utiliza el sostén de la pistola para que el público escuche, repita y actúe como si se creye- ra la verdad y belleza del canto. Lo obligan a participar en el juego. El fracaso del género es inmanente, pero la crítica y el desprestigio, el cho- teo y las trompetillas de deconstrucción y deslegitimación deben ser llevadas a cabo en el terreno mismo de la literatura; para ello se necesita un gran crea- dor, y ahí aparece Heberto Padilla. El enfrentamiento intelectualversuspoder, poetaversuslíder, individuoversusestado, conciencia críticaversusdogma, choteover- sus seriedad impostada, irreverenciaversus hieratismo, poesía versuspoesiteología, se convierte para el poeta en una necesidad; y es que la indistinción entre el autor y el héroe—ahora que éste se convierte en fabulista de su propia saga— hace innecesarios, incluso, a los poetas épicos Los viejos poetas, los viejos maestros realmente duchos en el terror de nuestra época, se han puesto todos a morir . 2 (Los viejos poetas, los viejos maestros) deben sumarse como comentaristas subsidiarios de la saga mayor. ¿Qué puede esperar entonces el resto de los poetas, y sobre todo, dónde queda el concep- to y la necesidad de la creación como acto individual y libre? La creación se reduce así a ampliar los detalles de la saga fundacional, mitología nutricia que actúa a la vez como nación-poder-y-canto; en otras palabras, ese es el juegoque se le propone a los creadores («con la Revolución todo, sin la Revolución nada»). La idea de la Revolución, sustantivada y extra- polada, se impone a los individuos, es ella —o el líder que tiene el acceso a sus designios— quien impone o elimina no sólo los temas del canto, sino incluso el tono en que deben ser tratados; de modo que el creador se retrotrae 24 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 2 Opus cit., p. 83.a una situación semejante a la del artista medieval, cuyo fin era ilustrar los contenidos de la religión de acuerdo a los deseos y al propósito de las autori- dades religiosas; con la diferencia de que es muy difícil que en plena moder- nidad un creador pueda crear con la misma fe con que lo hacía un artista del medioevo. Eljuegoque se le propone a los creadores es el de dejar de ser y de ser libres en el acto mismo de escribir; de ahí que el conflicto literario y extra literario se produzca entre el autor-sustancia-estadoy la nueva «épica» por un lado, y la lírica y los poetas que no aceptan los cánones por otro. El autor que quiera liberarse y con ello develar la esencia antipoética (la palabra resulta insuficiente sin el recurso de la pistola) y anti-humana (la Revolución prima sobre el individuo) del género-estado, tendrá que escribir enfrentado a esos cánones; es decir, fuera del juego, con todas las consecuencias y peligros que la decisión conlleva, pues los héroes-autores «no dialogan»ni eliminan sino que «modifican a su modo elterror» 3 (Sobre los héroes). No es la primera vez que algunos poetas cubanos deciden escribir «fuera» de lo establecido, pero si este fuera el caso Heberto Padilla no se habría con- vertido en el poeta cubano más importante a partir de la Revolución, y uno de los más destacados del siglo veinte. Toda poética novedosa se expresa fuera de lo literariamente establecido. Lezama y el grupo Orígenes serían un ejem- plo. Lezama predica sacar a la poesía de la mediocridad de La República para instalar la nación en un espacio alternativo más digno, construido a partir —en su opinión— del poder ontológico de la metáfora. La «nación letrada» adquiere en Lezama una realidady un valormás significativos que la polis jurí- dica. Sin embargo, si Lezama hacía este desplazamiento como un rechazo a la realidad republicana e intento de regeneración de las letras nacionales, él mismo no significaba un reto al poder en aquel momento establecido, el poder podía hasta subvencionar en algo su rechazo. Paradójicamente, este inocuo alejamiento lezamiano se hace molesto al nuevo orden, a todas luces muy susceptible respecto a los creadores y sus obras, ya que Lezama, decidido a cantar la realidad panpoéticapor él mismo inventada, no «glosaba» las sagas del género épico en curso. Es en esa dimensión restrictiva que Lezama esta fuera del juego, y Padilla le rinde homenaje en su libro porque las nuevas cir- cunstancias históricas lo convertían en una víctima, Hace algún tiempo (...) me detuve en la puerta de su casa para gritar que no, para advertirle que la refriega contra usted ya había comenzado. 4 (A José Lezama Lima) 25 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentro 3 Ibíd., p. 25. 4 Ibíd., p. 29.Tal «refriega» convertía a Lezama en representante no ya de la fugaque él mismo había elegido como solución literaria y sociopolítica, sino que su huida y atrincheramiento en el barroquismo verbal devenían ahora exponentes de la libertad de expresión. En ese aspecto, a pesar de que la poética lezamiana y la de Padilla eran totalmente opuestas, Padilla pone su hombro al lado de Lezama, porque la defensa de la libertad de expresión es tan vital que Padilla tiene que cancelar, por el momento, sus diferencias estéticas con Lezama: ¿Y qué puedo hacer yo, si en su casa de vidrio de colores hasta el cielo de Cuba lo apoyaba? 5 (A José Lezama Lima) Sin embargo, la poesía de Padilla y posteriormente la propia historia, se han encargado de establecer lo que en Padilla se entiende por estar fuera del juego. No es la fuga lezamiana, donde si no se está al servicio del estado-autor tampoco se le hace frente. Para Heberto Padilla, estar fuera del juegoimplica una posición ética y estética que lo hace escribir, a la vez, no sólo fuera sino también en contra del héroe-estado-autor. En los momentos en que este «héroe» sui generis se percibía con una legitimidad indiscutida, era capaz de perseguir a un creador como Lezama, pero cuando grandes sectores de la sociedad comenzaron a ubicarse fuera del juego con actitudes idénticas a las de Padilla, resultó útil recuperar y fomentar la actitud lezamiana entre los nuevos intelectuales, ya que siempre es preferible que se ubiquen al margen a que se expresen en contra. Pero en las calles del país, y en la producción literaria no domesticada ni encerrada en sí misma, son miles los jugadores a lo Padilla. Des- pués de muerto, Lezama resultó recuperable y útil, Padilla no. El surgimiento de un héroe-estado-autor deforma la relación autor-receptor en una medida jamás vista, ya que desaparece el autor tradicional que seduce o persuade al público, pues el super autor—con la fuerza del estado y los meca- nismos ideólogicos— se impone al receptor violándolo en voz alta. El disfrute de la literatura deja de ser un goce íntimo y de libre elección, para convertirse en un acto oficial y público. En lugar de una experiencia estética se impone ahora un deber hermenéutico , que junto a un sistema de creencias incontestables, la lle- van a convertirse en un texto teológico, y por ende en una religión de la cual el autor es sumo sacerdote. Ingrediente religioso que se hace necesario para apuntalar la pretensión de lo absolutoy eterno, y así disolver la conciencia crítica en la fe y la obediencia. A su vez, así como el lector ha sido obligado a leer y repetir, actuar y hasta soñar de acuerdo a la obra de un solo autor, el resto de los autores ancilares dejan de dirigirse directamente al público como era tradi- cional. Ahora tienen, en el estado, un lector implícitocuya función —después de valorar si las creaciones se avienen con los textos y figuras sagradas— es actuar 26 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 5 Ibíd., p. 29.como mediador entre el público y los autores concretos. No se comprende la poesía y la literatura escrita en la Cuba castrista, ni se puede comprender Fuera del juego sin esta circunstancia de la nueva relación autor-público. En estas nuevas condiciones el poeta tiene tres alternativas: o escribe a favor, o se escapa hacia una literatura incontaminada de la «suciedad» históri- ca en el sentido lezamiano, o se rebela. Pero en las tres opciones el autor dia- loga con el estado, su público inmediato. El discurso poético de Fuera del juego se dirige a tres lectores implícitos: al público abstracto del que se burla y reta, al tradicional, al que concientiza y alerta y al público especializado, y en su mayoría cómplice de los otros poetas a los cuales confronta. Pasemos a ilustrar algunas de las múltiples señales en las que se percibe el diálogo del poeta con el poder en tanto que lector implícito. Las diferencias respecto al resto de la poesía de la época se encuentran en el tono y en los contenidos. Los poetas que en esto mejor ejemplifican los modelos oficiales de corrección poética y política serían Fayad Jamís con su poemario catártico Por esta libertad, o los ¿poemas? de Jesús Orta Ruiz, «El indio Naborí»; el tono de ambos es exaltado, apologético, con una intención heroica y marcial. Ya el inicio del poemario que títula el libro de Fayad establece la tónica del nuevo canon requerido a los poetas, Por esta libertad hemos de dar la vida se sabe, se aprecia, en qué consistía la libertad en el nuevo orden. En tanto que todos sus atributos —sociales, políticos o estéticos— dependen del poder que al autor absoluto le confiere su predestinación de ser el único capaz de comunicarse, recibir instrucciones e intrerpretar los designios de la Revolución ; es claro que como en el cristianismo todo «derecho» y «goce» resultan otorga- dos gracias a la relación exclusiva del Mesías o líder con Dios o la Revolución. Lo mismo que los hombres deben, en pago al sacrificio de Jesús, estar dis- puestos a morir por el Cristianismo, así los cubanos deben estar dispuestos a morir «por esta libertad» que se resume en la figura del nuevo «Mesías». El Indio Naborí es más primitivo, en el sentido de brutal, más sincero aunque seguramente menos poético. Sin sutilezas, el Indio Naborí dice a las grandes masas, lo que Fayad dice con rodeos: Esto que la patria no fuera un cuartel se llama… Esto que la sombra se volviera luz se llama… Esto que la bestia fuera derrotada por el bien del hombre Esto sólo tiene un nombre… He omitido la última palabra de cada verso, es decir, el nombre. Alguien que desconozca la grotesca parodia que Naborí hizo de la Marcha Triunfal de Rubén Darío, podría suponer que el «poeta» es un predicador evangélico que trata de enseñarnos que desde nuestra libertad hasta la contemplación del Sol y sus beneficios se los debemos a Jesús; pero se equivocaría, la palabra omitida 27 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentroNext >