< Previousuna arrasadora corriente de amor. En esa dirección se mueve la literatura escrita por nuestros compatriotas en Miami, como podrán comprobar los lectores en la muestra que finalmente cupo en la páginas de Encuentro. En efecto, recibimos muchos más textos de los que pudimos publicar, y de ante- mano pedimos excusas a los autores a quienes por falta de espacio no nos fue posible incluir. Queremos subrayar, por otra parte, que el dossier se ocupa sólo de literatura, razón por la que no están presentes otras importan- tes actividades culturales del Miami cubano, como el magnífico Festival de Cine, la creciente actividad teatral, y el vitalísimo universo de la música y de las artes plásticas. Juan Pablo II, en su visita a la isla, pidió «Que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba»; Juan Carlos I, rey de España, fue todavía más lejos al decir «Que Cuba se abra a Cuba». Es en esa apertura de la nación a sus ciudadanos donde reside la única oportunidad de resolver la crisis que nos paraliza, nos entristece y nos agobia. A nuestro juicio, el Miami cubano es parte indisoluble de Cuba y debe seguir abriéndose a ella cada vez más y más generosamente, para que cada uno propicie así, «liberado de miedos y odios», como escribe Ramón Alejandro en la estremecedora carta que publi- camos, el futuro democrático y pacífico de donde nacerán el reencuentro, el bienestar y la alegría. 8 introducción / Jesús Díaz encuentroEl mundo será cambiado, si puede serlo, solo por los que no se someten. André Gide 1 introducción Hace años que llevo dentro la necesidad de contar la histo- ria de mi experiencia personal, como miembro de la llama- da «Generación del 50», durante el proceso de búsqueda y desarrollo de la modernidad en la arquitectura cubana. Transcurre dicha historia desde 1944, fecha en que comienzo mis estudios en la Escuela de Arquitectura de la Universidad de La Habana, hasta 1960, cuando ocurre mi salida de Cuba. Narra las diferentes lecturas, encuentros con personalidades, investigaciones y estudios que influye- ron notablemente en mí, ayudándome a estructurar una filosofía básica y un modo de interpretar la arquitectura. La visita a Cuba del arquitecto Richard Neutra, en 1944, y su reunión con miembros de la generación inme- diatamente anterior a la nuestra, así como el evento de la Quema de los Viñola por los estudiantes en la Escuela de Arquitectura, en 1947, y la visita de Walter Gropius, en 1949, fueron hitos en la definición del mejor camino a tomar en la arquitectura contemporánea nuestra. Como movimiento arquitectónico en Cuba, culmina el proceso de desarrollo de la modernidad a fines de la década 9 homenaje a nicolás quintana encuentro Homenaje a Nicolás Quintana Nicolás Quintana Cuba en su arquitectura y urbanismo 1 The Journals of André Gide, Vol. 2 - Vintage Books, N.Y., 1948.de los 50, al lograrse una manera de hacer arquitectura, mostrada en una gran variedad de ejemplos. En mi opinión el movimiento concluye como tal, en 1965, con los proyectos de las Escuelas de Arte de Ricardo Porro, Vittorio Garatti y Roberto Gottardi, para dar paso a una etapa basada en el abandono de la conceptualización de la arquitectura como un evento constructivo socio- estético. A la fecha de redacción de este documento la situación de la producción arquitectónica en Cuba es crítica, pues ha sido entregada a empresas inver- sionistas extranjeras las cuales, a su vez, han contratado arquitectos —tam- bién extranjeros— de hiriente mediocridad. Lo ocurrido en Varadero y otros sitios es el resultado lógico, destructivo del medio ambiente, de esa actitud de «dejar hacer», sin preveer las irremediables consecuencias de esa entrega sin control contextual y estético, que ignora el talento nacional y pone en manos ajenas, evidentemente incapacitadas e irresponsables, lo que con el tiempo constituirá el patrimonio arquitectónico del futuro. Desde 1965 solo un número limitado de obras individuales, todas realizadas por arquitectos cubanos o residentes, alcanzan el nivel estético-utilitario propio de la arquitectura. Estoy seguro de que en la mente de los arquitectos cubanos creativos, radicados en la Isla, coexisten tres pensamientos básicos: 1ro.La certeza del error cometido; 2do.El deseo y la capacidad de corregirlo; 3ro.La ansiedad de tener la oportunidad de guiar, de nuevo, la arquitectura cubana en la direc- ción adecuada. la historia «A los cubanos se nos reprocha la maldita manía de pensar», decía el sabio Fernando Ortiz 2 . Con relación a esta cita de ese gran maestro y amigo que fue Don Fernando, recuerdo claramente cuando circuló por las aulas de la Escue- la de Arquitectura de la Universidad de La Habana, cursando la segunda mitad de los años 40, un libro del escritor Paul Valéry titulado: Eupalinos o el Arquitecto 3 . Dicho libro provocó una auténtica explosión cultural, en medio del descontento imperante entre los estudiantes y los arquitectos jóvenes, debido a la falta de orientación contemporánea de que adolecía, en general, la arquitectura cubana y su enseñanza. Tres pensamientos del libro de Valéry nos impactaron especialmente, pues indicaban la manera de proceder para transitar de nuevo los caminos contem- poráneos de la profesión. Valéry nos decía, por boca de Fedro: «... detenerse, partir de nuevo: eso es pensar». Luego, por boca de Sócrates, decía: «... la mayor libertad nace del mayor rigor». Finalmente, narraba cómo Eupalinos le dice a Fedro: «... dime, pues tan sensible eres a los efectos de la arquitectura, si 10 homenaje a nicolás quintana Nicolás Quintana encuentro 2 Fernando Ortiz, «Urgencias Culturales de Cuba», Revista Bimestre Cubana- Vol. LXX, La Habana, 1955. 3 Paul Valéry, Eupalinos o el Arquitecto, Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 1944.has observado en tus paseos por esta ciudad, que entre los edificios que la pue- blan, unos mudos son, otros hablan y algunos, en fin, los más raros, cantan». Nos dimos cuenta de que, antes de lanzarnos en una copia estéril del modernismo internacional, teníamos que detenernos y pensar sobre lo nues- tro. Debíamos comenzar una investigación histórica de nuestra arquitectura y realizar una búsqueda rigurosa de lo esencial y perenne contenido en ella, que nos fuera útil contemporáneamente. Luego, basados en los resultados de dicha búsqueda, había que desarrollar una visión creativa que hiciera a nues- tros espacios públicos y nuestros edificios «cantar». Esta actividad se realizó, con una máxima intensidad, desde la primera mitad de los años 40 y a todo lo largo de los 50. Fue un momento histórico en la arquitectura cubana… una situación de cambio, la evolución de un eclecticismo de alta calidad, pero fuera de época, a un modernismo de avanzada, con un alto contenido creativo y un carácter regional, expresivo de una cubanía de profunda raíz. Ejercieron tambien, por aquella época, una notable influencia en Cuba las visitas de los arquitectos de fama internacional: Richard Neutra, Walter Gro- pius, José Luis Sert y Franco Albini. En mi caso particular Gropius y, más tarde, José Luis Sert fueron mis guías seminales. Conocí a Walter Gropius durante su visita a La Habana en 1949. Allí me reveló la importancia del balance ecológico como consideración esencial de la visión arquitectónica y urbanística. Además me inició en el recorrido de la más acuciosa exploración plástica. En ambas instancias el gran maestro del modernismo aseguró mi continuado interés al recomendarme, posteriormen- te, la lectura de tres libros: Camino de la Supervivenciade William Vogt 4 , El Camino más allá del Arte de Alexander Dorner 5 y Espacio, Tiempo y Arquitectura de Sigfried Giedion 6 . Mi íntima relación con José Luis Sert comienza en el Congreso ciam de 1953, celebrado en Aix en Provence 7 . Desde entonces fue un gran amigo y consejero. Juntos visitamos Marsella, Barcelona, Palma de Mallorca, Roma, Venecia, Dubrovnik y Boston. Me llevó a conocer creadores de la talla de Le Corbusier, Picasso, Miró, Calder, Artigas y Leger. En Cuba, trabajamos juntos el Plan Piloto de Varadero. Su participación en el Plan de Trinidad fue limitada a consultas y revisiones al trabajo que realizábamos localmente. Sert estimaba 11 homenaje a nicolás quintana Cuba en su arquitectura y urbanismo encuentro 4 William Vogt, Road to Survival, William Sloane Assoc. Inc., N.Y., 1948. 5 Alexander Dorner, The Way Beyond Art,Wittenborn, Schultz, Inc., N. Y., 1949. 6 Sigfried Giedion, Space, Time and Architecture, Harvard University Press, Boston, 1949. 7 NOTA: CIAM son las siglas del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna, una organiza- ción integrada por grupos nacionales que se reunía cada tres años. En los Congresos se tenía la oportunidad de alternar con los mejores arquitectos del mundo. Su presidente, en los años 50, fue José Luis Sert. Cuba estaba representada por un grupo cuyas siglas eran atec (Agrupación Tectónica de Estudios Contemporáneos). Nicolás Quintana participó, representando a Cuba, en los Congresos ciamde Aix en Provence (1953) y Dubrovnik (1956) y fue miembro del Team X (1956 a 1960).12 homenaje a nicolás quintana encuentro20 de Agosto, 1953 Sr. Nicolás Quintana Moenck y Quintana O’Reilly nº 407 La Habana, Cuba Estimado Quintana: Ayer regresé de Europa y encontré su amable carta de 16 de Junio, que no me llegó antes de salir yo de viaje. Espero que haya retornado sin problemas a La Habana y le haya contado a los ami- gos mutuos sobre la reunión del CIAM. Me alegró verle de nuevo y conocer a la Sra. Quintana. Le deseo mucho éxito en sus actividades relacionadas con el nuevo Centro Cívico en La Habana. Sin dudas ese es de veras un problema importante que amerita ponerle el mayor esfuerzo. Con mis mejores deseos, Sinceramente, Walter Gropius. 13 homenaje a nicolás quintana encuentroque, debido a las características tan especiales de Trinidad, el Plan debía sur- gir de nosotros mismos... así fue. El arquitecto italiano Ernesto Rogers fue otra personalidad cuyo intelecto y capacidad de análisis dejaron una marca indeleble en mí. Nos conocimos en el Congreso ciamde Aix (1953) y de ahí en adelante mantuvimos una cerca- na relación. Su libro Esperienza dell’architettura 8 me ha acompañado, lectura tras lectura, durante más de 40 años. Juntos recorrimos Milán, Venecia, el Palacio Dioclesiano en Spalato, y Dubrovnik. A través de Rogers conocí al arquitecto historiador Bruno Zevi, a Ignazio Gardella, y otros arquitectos ita- lianos de gran fama. Al igual que a Rogers conocí al historiador Sigfried Giedion en el Con- greso de Aix y, posteriormente, tuve la oportunidad de visitar con él las Cue- vas de Altamira, con el equipo de fotógrafos de la revista Life, pues estaba elaborando un artículo sobre ese extraordinario conjunto de pintura rupes- tre. Poder estar cerca de un intelectual del altísimo nivel de Giedion y verlo actuar, interpretando la imaginería raigal que nos rodeaba, explicándome —en un monólogo interminable— su caudal mágico, es algo que jamás podré olvidar. En la etapa formativa inicial (1945 a 1953) tuvo una importante participa- ción el arquitecto cubano Eugenio Batista, el cual nos ayudó —individual y colectivamente— a encontrar el camino más adecuado para nuestro trabajo futuro. Dos excelentes arquitectos eclécticos, mi padre Nicolás Quintana y Miguel Angel Moenck, fundadores de la firma Moenck y Quintana, tuvieron una decisiva influencia en mi vida profesional, el primero durante mi etapa de estudiante y, el segundo, luego de la muerte de mi padre, durante los 10 años que trabajamos juntos en la firma, hasta mi salida al exilio en 1960. Finalmente, tuve un gran maestro en la inolvidable persona de mi profe- sor, el arquitecto Pedro Martínez Inclán, el cual me impulsó a explorar apa- sionadamente el amplio horizonte del urbanismo. Sobre esta sólida educación general y unas bases intelectuales firmes, se asentó mi búsqueda de la manera más creativa de hacer arquitectura moder- na cubana. Comencé así un proceso serio y tenaz de análisis de nuestras tradi- ciones. No hay cultura sin herencia, pensaba. Era necesario encontrar los sig- nos constantes, las bases desde las cuales producir una arquitectura moderna de cubanidad esencial. En todo momento estuvo presente en mi pensamiento la frase de Ernesto Rogers recordándome que «... la modernidad es la instan- cia mas evolucionada de la Tradición.» Una premisa básica de la cual partió la búsqueda fue la de actuar inducti- vamente, sin imponer soluciones preconcebidas, absorbiendo la informa- ción vital que habría de proveer la observación de nuestras ciudades, sus espacios públicos, sus edificios y su sociedad en funcionamiento. Consulté 14 homenaje a nicolás quintana Nicolás Quintana encuentro 8 Ernesto Rogers, Esperienza dell‘architettura, Giulio Einaudi, Milano, 1958.durante el proceso con otros arquitectos, ingenieros, geógrafos, antropólo- gos, historiadores, artistas, poetas, músicos, filósofos... en fin, gente interesa- da de todo tipo. De esta actividad surgieron una serie de amistades íntimas que enriquecie- ron mi etapa de formación y me han acompañado, de diferentes formas y maneras, durante la aventura de mi vida. Fernando Ortiz fue mi mentor —el hombre que me enseñó a pensar y a organizar mis conocimientos, además de un gran amigo. Con los pintores Mario Carreño y Sandú Darié colaboré en la dirección de la revista Noticias de Arte. Los escultores Juan José Sicre y Alfredo Lozano me enseñaron cómo se trabajan los volúmenes en el espacio, contro- lando la luz y la sombra. Admiré la visión humanista de la sociedad que me mostraban los geniales dibujantes y caricaturistas Conrado Massaguer, Juan David y José Luis Díaz de Villegas. Del pintor René Portocarrero aprendí a interpretar, a «leer» la envol- vente cubanía en la cual yo estaba inmerso y a expresarla en términos plásti- cos. Del filósofo-pintor Raúl Milián aprendí cómo la angustia podía ser pinta- da. Mantuve una íntima relación y un continuo intercambio de información con los arquitectos: Ricardo Porro, Frank Martínez, Felipe Préstamo y Mario Romañach. Deseo incluir en esta lista a dos grandes damas: Sara Hernández Catá y María Herrera de Ortiz, esposa de Don Fernando. Ambas poseían un gran poder de convocación y reunían en sus casas, semanalmente, a grupos de per- sonajes heterogéneos, que aportaban a la conversación variados temas cultu- rales y sociales, en los cuales creían firmemente, produciéndose así un inten- so intercambio de ideas que ampliaba el conocimiento individual de cada uno de los participantes. Habitábamos un mundo básicamente renacentista durante los años 50, un mundo integrador nada dogmático, debido a su liberalidad, a la amplitud de su horizonte, a su mutación continua, y a la profundidad de su discurso analí- tico —totalmente creativo y basado en un absoluto respeto a la opinión de los demás y a la libertad de expresarla. Esta era «mi gente», mis más cercanos amigos… entre ellos me fui for- mando. Mi relación con Wifredo Lam, aunque no de la misma intimidad, fue importante pues a través de su pintura penetré mundos plásticos raigales que Lam interpretaba genialmente. José Lezama Lima, el gran poeta y escritor, con quien realizé recorridos peripatéticos por La Habana Vieja y el Prado, me enseñó a sentir la ciudad como un ser viviente… me mostró el baile de la vida. Con el poeta Nicolás Guillén pude apreciar el poder descriptivo del len- guaje y su musicalidad. Con los compositores Julián Orbón y Aurelio de la Vega, un viejo amigo, percibí la infinita capacidad expresiva de nuestra música culta. Con los músi- cos Julio Collazo, Tata Güines y Papito Cadavieco aprendí el valor polirítmico y la creatividad de la música ritual y la popular, e investigué cómo ellas for- man parte integral del ser-cubano. Además, Papito me enseñó a interpretarla 15 homenaje a nicolás quintana Cuba en su arquitectura y urbanismo encuentroen los tambores. Muchos otros personajes formaron parte de mi búsqueda apasionada de cubanía. Es imposible citarlos a todos en este ensayo. A todos les debo mucho. Según avanzaba en la investigación me fui dando cuenta de que la ciudad no era un simple agregado de objetos arquitectónicos, de edificios más o menos bellos. La ciudad, visualizada inductivamente, se me mostraba como el producto de la integración vital entre las características ambientales del sitio, las formas construidas y la actividad humana que se desarrollaba en o entre ellas. Estos tres elementos estructuraban una síntesis que permitía a la ciu- dad adquirir carácter y personalidad colectiva propia, o sea, mostrar el genio del sitio y el espíritu de la época, el tan citado Zeitgeist del filósofo Martin Heidegger. A medida que profundizaba con más y más pasión en la búsqueda, la ciu- dad y su arquitectura se me dibujaban cada vez más claras. Pude apreciar cómo ambas producen arte y civilización. Estudiando nuestros significados tradicionales encontré en ellos una gran sencillez. Me pasaba lo que a Albert Camus cuando decía: «Cada vez que me pareció encontrar el sentido profun- do de la vida, fue su sencillez lo que me turbó». 9 Así identifiqué una serie de signos constantes que son parte esencial de nuestra tradición. Los más importantes, yendo del urbanismo a la arquitectura, son los siguientes: 1.Las plazas, centrales o lineales, focos tradicionales de donde origina el urbanismo. 2.La retícula de calles, que le da escala, orden y estructura a la ciudad. 3 . Los usos mixtos vitales , comercios y otros usos semi-públicos, con oficinas y residencias encima, creando la cercanía que incentiva la actividad peatonal. 4 . Las densidades —variadas— , predominando el uso intensivo del terreno urbano, creando ciudades compactas para disfrute del peatón. 5.El sistema de transporte público, la alternativa eficiente al uso inevitable del auto. 6.Los paseos, alamedas, avenidas y calles, que establecen una jerarquía de interconexión urbana entre las diferentes partes de la ciudad. 7 . Las fachadas continuas , que definen el marco de los espacios urbanos. 8 . Los monumentos, fuentes, esculturas y murales , las señales que embellecen la ciudad, incorporando las artes plásticas a la totalidad urbana. 9.Los parques arbolados —la presencia verde—, con sus bancos y glorietas, sitios de intercambio social en el barrio. 10.Las arcadas, pórticos y columnatas públicas, el ámbito peripatético del peatón. 11.Las aceras y las esquinas de la ciudad, planeadas como lugares habituales de reunión vecinal. 16 homenaje a nicolás quintana Nicolás Quintana encuentro 9 Albert Camus, El Revés y el Derecho, Editorial Losada, S.A., Buenos Aires, 1958.12.Los portales residenciales dando a la calle, desde donde observar la activi- dad urbana. 13 . Las rejas metálicas y las celosías de madera , ejecutadas como obras de arte, ofreciendo protección y belleza. 14.El umbral —zaguán o vestíbulo—, señalando la transición entre el espa- cio privado y el público. 15.Los patios interiores y sus galerías, centros de reunión familiar. 16.La luz tamizada, controladora del sol y ambientadora de los interiores. 17.La persianería de madera fina con sus postigos, control de aire y luz. 18 . Los vitrales de colores , filtros embellecedores de la luz. 19 . Los grandes techos , cubriendo espacios que alojan múltiples usos. 20 . La ventilación cruzada , provista como una alternativa al aire acondicio- nado, en las áreas de reunión familiar de la vivienda. 21.La articulación de los elementosdel programa arquitectónico, por medio de patios y galerías. 22.La escala monumental, tan propia de lo cubano, inspirada por los casti- llos coloniales. Finalmente... la atmósfera alegre y creativa que permea toda la actividad urbana en Cuba. Estos signos constantes comenzaron a ser utilizados dentro del contenido de mi arquitectura, como parte de su vocabulario; así, por ejemplo, los vitrales cubanos reaparecieron, no afrancesados, con una interpretación moderna que ya venía antecedida por la pintura de Amelia Peláez, René Portocarrero y Cundo Bermúdez. Los patios interiores recuperaron la categoría de antaño, actualizándose en la vida moderna como centros de reunión familiar. La luz tamizada a través de las persianas hizo acto de presencia. Las galerías conecta- ban de nuevo los diferentes espacios de la vivienda, permitiendo circular entre patios. Los grandes techos expresaban contemporáneamente esa monu- mentalidad tan nuestra. Creamos una arquitectura propia, acogedora, de fuertes formas, llena de luz y color, que los clientes comprendían pues se identificaban con ella y sobre la cual Gropius nos dijo, contestando preguntas y aclarando dudas: «No puedo clasificarla, pero puedo calificarla… continúen haciéndola». Más adelante, como producto de mis incesantes lecturas, me encontré con la obra escrita del humanista Erwin Panofsky 10-11 , cuyo pensamiento se relacio- naba directamente con los resultados de mi búsqueda. Panofsky se refiere a la iconología, o tratado de los íconos, como aquella rama de la historia del arte que se ocupa del ser humano y del significado que para él tienen las obras de arte, en contraposición a considerar los valores formales de dichas obras de arte exclusivamente como hechos abstractos puros, no relacionados con la actividad que se desarrolla en o alrededor de ellos. 17 homenaje a nicolás quintana Cuba en su arquitectura y urbanismo encuentro 10 Erwin Panofsky, Estudios sobre Iconología , Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1972. 11 Erwin Panofsky, El Significado en las Artes Visuales, Alianza Editorial, S.A., Madrid, 1979.Next >