< Previoushomenaje a josé kozer Sí, tu niñez, ya fábula de fuentes. Esto sería el cuento de nunca acabar. Que no acabe, por favor, [que no acabe, Ave María Purísima, el cuento. Todo termina donde bien sabemos. Okay. Y estando harto de tener deambulándome en la cabeza dos idiomas, sólo pido que por allá, una de dos, haya español (Cuban o cubiche) o volapuk, o mental, y pueda vivir (sobrevivir) (con el Verbo, convivir) ser uno, no dos (uno, y no tres) I’ll settle for that. poemas inéditos 8 encuentro9 Acta Se desmenuza, quién: ese, ¿terrón? Siendo, por piedad de Dios, piltrafas de Dios, al desmoronarnos [(¿entendemos a la mosca?) percibimos que polvo enamorado sólo emanamos hedor: y no sólo por comparación, por Dios, qué ocurrencia, con Dios. Vivimos, y al diablo, unas décadas, nonatos. Cruza, cruza, cruz cruzada de crucifixión, y si te atreves mira, y si [miras edifica, matando el tiempo edifica, transluego, ya sin matar el tiempo, ni qué ni quién, rediablos de preguntas, ponte a edificar con hilo de seda, raíz aérea, gema reconstruida de cinabrio: aplástala, no vale nada, y reedifica crisálidas. Yo soy, qué remedio, taumaturgo: se me impuso. Burdégano, qué [quiere que le diga, de Dios. Mulo de carga. A cuestas, cuerdas vocales, tira y afloja, tinto en letras: a cuestas, no participar, no representar. ¿Taumaturgo, yo? Nada tengo que mostrar. Áfono. Átono. De mí mismo, ecuestre: al borde atajo (precipicio) galopo, no me preocupo, sé por instinto donde detenerme. Mi padre me decía que iba a acabar con callos en el cerebro. Llevaba [y lleva razón. Encallado, sigo escribiendo, molar para letra triturar, y piedra de amolar para afilar (Abraham) el cuchillo de Dios (ingente pedernal). Abram Abrajam Abrajam, yo por mí me tapo los oídos, no miro, [viro el rostro hacia el Taumaturgo, dejo de intuir, desarrollo homenaje a josé kozer encuentroomisión: entro en oclusión. Un estado éste muy particular (lo aseguro) a lo sumo, medida desmesurada de la mosca. Una mosca. Un rebuzno. Mulo y burdégano de Dios: el fósforo votivo tiro al suelo, lo aplasto, el fuego de las teas (hachones) nace muerto: más sentido tiene el fuego fatuo, caso que se le pueda dar un sentido. Lo siento. Esta mañana cunde, ovillo rebobinado en ampos de máximo [espesor, la niebla: bruma de Abraham. Tampoco vio: me atengo a la neblina japonesa, de norte a sur, invade. Es inútil, la letra (tersa) (o en grumos innúmeros de negrura rebobinada). Falló. Al fallo por ende al fallo y no dar más la matraca (boca, enconada) nada que hacer: inútil, es artilugio suficiente. Iba a cantar con letra extrema la muerte, me requedé. poemas inéditos 10 homenaje a josé kozer encuentro11 Pra’iso Ya sin regañadientes, os lo aseguro: sólo gallos. Asevero: sólo oír Mozart (al alba). A la tarde materia de Bretaña, Galahad, yo también tengo una mesa [redonda en el balcón de casa, relumbra el santo grial mientras duermo (día o noche). A las nueve a horcajadas sobre las nueve llueva o nieve sucumbo [unción del sueño. Escarabajo, recorro husmeando, en circunvalación, los círculos [concéntricos (ampliándose) (estrechándose) vórtice mi cansancio: me digo, llaneza (anjá). El búho y el gallo (ábrete de patas) (abre, búho, la alforja) espalda [contra espalda, concéntricos: ¿se concibe mayor llaneza? Así, la madreselva madre matriz de cuanta flor silvestre exista: y así, pan pan y flauta. Oír, en somnolencia a Bach. Raudo, paso, vallas anunciadoras: Pan. Un dios explícito, flauta, [koto donde se dio vuelta la nocturnidad, abren los ojos los chinitos: estaré oyendo en extremaunción música cubana de un solo instrumento: el triángulo y la varilla: de platino. Existe, como se puede ver, el Pra’iso: Bach y Pan y el búho adosado [al gallo que no se desprenden ni con un cubo de agua fría, yo no distingo hace días el día de la noche: entiendo que en estos jardines la temperatura ambiente es ideal, la cosecha abundante, y sin embargo, no se explica que Dios, etc. homenaje a josé kozer encuentroPra’iso está al filo, un borde equis donde la equis no es la incógnita, [no requiere por ende solución: un edén para dos elefantes, pasad. Pasad y mirad a dos tres cuatro cinco seis elefantes se balanceaban sobre la cuerda de una araña: los dos querubines se aburren de mala [manera a sabiendas de que la cuerda, ostras, pasad. Mirad la vid la uva pasa, por Dios, pasad: Eva termina ya de emperejilarse, ya viene. [No hay trampa disímil ni serpiente vertical entre la uva agraz o la zupia del bienestar beodo, ricura, acércate. Una, hacer el amor horizontal; otra, aquello que bien describe fray Luis que si la basta mesa o que ni envidiado ni envidioso: al fondo de la fronda, verdura anterior a zarzas ardientes, se ven dos lápidas: imposible saber qué dirán. Dios se la dio con queso a Eva. Adán conminado ha de guardar el secreto que a ver si yo divulgo a los cuatro vientos: la piedra (me [hernio) alzo (hormigas; lagartijas) bajo la letra en piedra burilada veo se escinden Adán y Eva (ella poemas inéditos 12 homenaje a josé kozer encuentro13 de vuelta al costillar, él limo de Dios defecado): y Bach un trueno, Mozart una seguidilla, Pan la siringa entre las patas me (muermo) adormece. homenaje a josé kozer poemas inéditos encuentroNonagenario entre las emanaciones Brahms estaba esa mañana con un dolor insoportable de oídos (¿ambos; [ambos?) y la eterna flatulencia: Oh sonidos no divinos, ¿cuándo se incorporarán a la música de las esferas? Se lleva la trompeta al oído, espirales mudas, sordo como una tapia, ¿pero ese no era Beethoven? Mejor un dolor de oídos que de muelas. O el consuetudinario estreñimiento de Bach: trompetas al orbe, ángeles descarados rondando la taza del inodoro. Apoya las cachas contra el borde trasero de la tapa, puja y puja (contrapuja) y nada. Pronuncia con suma lentitud (casi, omisión) Brandeburgo, mientras puja, glúteos apoya contra el borde de la taza, y nada. Hay que ver lo defectuosos que salen estos genios. De buena me libré. Tres mayúsculas B de la alta música germana, cuerpos cagados. Y Tolstoi tenía almorranas. Imagínate el aliento de Dostoievski. Sólo de pensarlo dan ganas de arrojar. O Thomas Mann, tan fisto, en cuatro. Salir corriendo, Mozart está tosiendo. ¿A qué olerá Céline? Rigodón, rigodón, Céline es un cabrón. Mira que decir que pecunia non olet. Haz la prueba, llévate un dólar viejo a la nariz, dan ganas (arcadas) de devolver. Todo, al envejecer, apesta. Con el transcurso del tiempo (horarios) el sentido más vulnerado es el olfato: la luz del día apesta. El recuerdo del padre. Expiramos hedores. Aquella madre que se desvivía, a los noventa años se refregaba, jabones de tocador, toda clase de perfumes, y no había quien le quitara del pellejo aquel hedor a carne putrefacta (Bosch). Ni palanganas y palanganas de agua de rosas ayudan. La fetidez es ulterior. Fetidez de los pies (sicotes) uñas color nicotina que parecen garfios. Las vaharadas que despide el resucitado marean al asno de la vestal. Y ésta, que se apure a fornicar, 14 homenaje a josé kozer encuentro15 o va también a apestar. Brahms apesta esta mañana en el fonógrafo, cuarenta años oyendo el mismo disco, tengo la cabeza rayada. Estuvo bien aquello de Vespasiano imponer un impuesto (pecunia non olet) por concepto del uso de orinales. Debajo de cada cama, a mi edad, un tibor. Jirones, toda la noche, de olor a meado. Nec spe. Esto se acaba. Y quienes nos ven morir (todos sentidos humanos conservados) se tapan la nariz. Podrán contemplar nuestra alma expirar en diagonal al subsuelo (dio el alma a quien se la dio) empezar (vela aquí, cirio allá, muerto al cubo, pócimas acullá al pozo) a asperjar (olíbanos y almizcle) la habitación. Letuarios a la basura. Del vientre ayuno extraer el mondongo para que no apeste, sala B, Funeraria Caballero. No va más. Paró la rueda. Cayó la bola blanca en su ranura. El ocho y aquí no hay cábalas. Van para cuatro los días en que da vueltas rondando acercándose bajando aún más al centro revuelto de unas sábanas en la cama, el aura tiñosa. Hoy comió esmerejón muerto de muerte natural hace cuatro días. Mañana engulle abubilla, pasado un destrozo en descomposición de gatos citadinos o liebres de campo través o quizás alguna agachadiza que el perro de caza no encontró. Ah, el trovador que venga y lo cuente. Ya empieza a fallar aquí también el olfato. Si Bach ñampió, ¿no iba a espicharla yo? Aun así, y sin embargo, como quien no quiere la cosa, y pese a este aroma que espanta al más pintado, o qué me digo, espantaría al pipisigallo, y por qué no a mi propia madre, puedo decir que puedo concebir ese momento cuando una mano piadosa (mor clásico) cierra mis ojos (par de lápidas o par de ladrillos los párpados) un lugar, descomunal, espacio puro dentro del perseverante puro espacio (ulterior) las carnes son recibidas por innúmeras categorías de huestes perfumadas que nos maceran, disuelven, reconstruyen en lo adelante oliendo (será mi caso) a un compuesto intermedio de la gomorresina de mis ancestros, idéntica medida de melado, y la poemas inéditos homenaje a josé kozer encuentrocorrespondiente porción (bienoliente) de polvo de arroz ratificando, tras el tufo y cochambroso asco a huevo podrido, la restauración del cuerpo recién aseado: ah, leche de almendra y calostro el fomento. Ah, mano de madre seguro que me acaricia (entalca) mano de la madre misma (en vida insulsa) aquella que en sobrevida (se sobreentiende que no hay tal cosa) punto y aparte. poemas inéditos 16 homenaje a josé kozer encuentro17 Arcadia del nonagenario Veo cine, en casa: soy consecutivo. Veo náyades. Náyades que a [diferencia de los clásicos no retozan: han perdido la risa (contaminadas) perdieron la movilidad. Y veo unas ninfas encaramadas a unos fresnos (ralas) (pelados) unas y otros fáciles de contabilizar: el mundo de los dioses se puede contar con los dedos de una mano: por la zurda, poco sucede. Termina la película, intercambiamos alguna exclamación, dos o tres comentarios (escuetos) el cine aviva el sueño, me noto (camino de la habitación) desorientado: quise reducir el mundo a un par de escenas, y el mundo me redujo a cuatro o cinco actividades diarias donde me espeso. Tiendo, consecutivo, a la disolución. Apenas me doy cuenta. Por ende, no me conduelo. De tristuras, nada. Divagaciones, constantes. Como comiendo: y puede que me duche de ahora en adelante tres veces por semana. ¿A qué afeitarme? El perro de Goya en el cráter: paso láminas, no estoy mirando. Las lecciones de tinieblas de Charpentier me tornan adusto unos instantes. Subo al fresno, oteo, una mano me desencarama. Meto el pie izquierdo en el río, peces putrefactos: tres nereidas gruesas, dos de Tejas y una de Alabama, pífanos de hojalata, bandoneones de yeso descascarillado: oídlas hablar en su moderna jerigonza, abundosos traseros (cuellicortas) a la boca cerveza en lata. Ah, si al menos bebieran a pico de botella. Guardo el libro, apago el tocadiscos, de la película del día no recuerdo el título. El bosque de fresnos al fondo está homenaje a josé kozer encuentroNext >