3 Iniciamos este número con nuestro agradecimiento a los múltiples mensajes y muestras de afecto y estimación recibidos con motivo de los diez años de publi- cación de Encuentro. Tal como expresamos en el acto celebrado en la Casa de América de Madrid, este 10º Aniversario es la mejor ocasión para resaltar la generosidad de una red de colaboradores cuya tenacidad y entusiasmo han per- mitido la existencia de este espacio de libertad de expresión. Hemos logrado así, durante un decenio, la incorporación en nuestras páginas de distintas esté- ticas, a veces muy reñidas, en ejercicio de convivencia ejemplar. Es importante subrayar también la independencia de criterio con la que han respondido tantos autores residentes en Cuba, desde los consagrados hasta los más jóvenes, enriqueciendo la revista con miradas indispensables a la hora de comprender nuestro país. Y, por supuesto, deseamos expresar nuestra gratitud a los patro- cinadores y amigos que desde el inicio creyeron en nuestro proyecto y nos brin- dan, sin distinción de credos políticos, su apoyo constante y decidido. Por otra parte, nuestra Revista ha recibido como una alegría propia el otor- gamiento del Premio Anagrama de Ensayo a nuestro codirector Rafael Rojas, por su libro Tumbas sin sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano . Este premio, considerado entre los más importantes de la lengua espa- ñola, viene a realzar la trayectoria de quien constituye ya una autoridad impres- cindible a la hora de estudiar las relaciones establecidas en Cuba (durante varios siglos y en sus diversos exilios) entre literatura y política. Como saben nuestros lectores, Rafael Rojas ha formado parte de Encuentro de la Cultura Cubanadesde su fundación. Su participación en la confección de cada número resultó decisiva durante el período de dirección de Jesús Díaz. Tras el fallecimiento de éste, él asumió una Codirección que planteaba extraor- dinarios retos, y que se salda con cuatro años de éxitos editoriales, durante los cuales se sumaron a Encuentronuevas voces de las últimas generaciones, de dentro y fuera de la Isla. Empeño así ha contribuido a sentar las bases de una sólida estructura de relaciones con los colaboradores que nos permitirá afron- tar, a partir de nuestro próximo número, la reestructuración de nuestro equipo de redacción. Beneficiario de un año sabático, Rafael Rojas se trasladará en noviembre a la Universidad de Princeton para dedicarse a la investigación y la escritura. Por esta razón, dejará sus funciones actuales en Encuentro , vinculadas al día a día de una redacción, y en adelante continuará aportando su asesoría como miem- bro de un nuevo consejo editorial compuesto por un grupo de personalidades comprometidas con nuestro proyecto. editorial encuentro EditorialAl cierre de este número, se produjo la noticia del súbito empeoramiento de salud de Fidel Castro y de su delegación de poder en Raúl Castro. La prensa oficial cubana ha insistido en la calma que reina en el país y, en contraposi- ción, difundió noticias de las celebraciones callejeras en Miami. Dichas cele- braciones han servido al régimen cubano para volver sobre el tema de un exilio agresivo. Pues, bajo la óptica de tal campaña propagandística, quienes feste- jan en Miami son los futuros linchadores, aquellos que tomarán por asalto pro- piedades, los que procurarán revancha apenas la Revolución Cubana dé seña- les de rendición. Y, una vez más, el miedo sirve para exacerbar la separación entre cubanos impuesta desde hace décadas por voluntad oficial. Encuentro, consciente de las expectativas y de los conflictos que la actual situación despierta, ha decidido incluir en este número un Especial con diversos análisis sobre la etapa que se abre en Cuba. Ya en un editorial publicado el pasado 4 de agosto en Encuentro en la Red, hacíamos un llamamiento a buscar «un punto de convergencia y unidad de todos los cubanos, al que se ha de lle- gar para defender los criterios propios y escuchar con respeto los ajenos». Quienes viven dentro de Cuba y quienes viven en el exilio constituyen, tal como venía a recordarnos aquel editorial, un mismo pueblo indivisible, fractura- do aún por intransigencias ideológicas. El empeño por resolver esa fractura, tarea diaria de todos (y de número tras número en nuestra revista), habrá de conducirnos a ese momento avizorado por el poeta Gastón Baquero, en la entrega inicial de Encuentro de la Cultura Cubana, cuando hablaba de «el ines- quivable Encuentro mayor que mantendremos un día en el escenario común». Cada vez más cercano ese día, no son pocos los peligros que se alzan en su contra. Perseverar en la confianza de que llegará, alimenta la pasión con que hacemos, junto a nuestros colaboradores y lectores, esta revista. 4 editorial encuentro7 E s mucho lo que la danza moderna debe a ramiro guerra (la habana, 1929). Le corresponde, en primer lugar, el mérito de ser el principal ini- ciador y divulgador de esa manifestación en Cuba, así como también el de for- mador de muchos de los bailarines con quienes integró el Conjunto de Danza Moderna. Fue ese el colectivo con el cual Ramiro creó, a lo largo de la década de los 60, un repertorio en el que lo cubano iba más allá de lo pintoresco y lo externo, para penetrar en la riqueza de las fuentes primigenias de nuestros rit- mos y bailes. Obras como Suite yoruba , Orfeo antillano , Medea y los negreros , Impromptu galante , Chacona , lograron sintetizar admirablemente lo nacional y lo universal. Para 1971, cuando la compañía estaba por estrenar el Decálogo del Apo- calipsis, Ramiro había experimentado con propuestas como la danza-teatro, que a partir de los 70 empezaría a hacer su aparición en Europa y Estados Unidos. Pero aquel espectáculo, que adelantaba ya lo que sería la estética posmo- derna y que estaba destinado a marcar un hito, no consiguió ir más allá de los ensayos. Su estreno fue prohibido, y el propio Ramiro no pudo trabajar más. Como tantos otros escritores y artistas, fue víctima de la política que se aplicó en la Isla, para llevar a vías de hecho las resoluciones aprobadas en el Congre- so de Educación y Cultura. De acuerdo a una de ellas, quienes laboraran en instituciones literarias y artísticas debían ser seleccionados tomando en cuen- ta sus condiciones políticas e ideológicas, «ya que su labor influye directamen- te en la aplicación de la política cultural de la Revolución». La brillante tra- yectoria de Ramiro quedó así brutalmente interrumpida, cuando aún le quedaba mucho por realizar. Sus obras dejaron de representarse por un tiem- po, y posteriormente fueron repuestas, aunque sin darle crédito, a causa de la indigencia creativa que dominó aquella oscura década que fueron los 70. Desde que Ramiro Guerra estrenó su último trabajo con el Conjunto de Danza Moderna, tres generaciones han crecido sin haber podido conocer esa faceta de su trabajo artístico, y con la cual se ganó un sitio relevante en nues- tro panorama cultural. Ese fue, por cierto, uno de los principales problemas que afrontamos al preparar este homenaje: son más bien pocos los especialis- tas que alcanzaron a ver aquellas obras y que hoy pueden, a partir del vago recuerdo que conservan, escribir sobre ellas. La ausencia de Ramiro de los homenaje a ramiro guerra encuentro Homenaje aRamiroGuerra Carlos Espinosa DomínguezNext >