< Previousestas preguntas son muy difíciles y quizás es injusto de mi parte esperar que Jorge pueda contestarlas pero, al menos, me hubiera gustado que se plantea- ran en su artículo. C. El Impacto de los Cambios en la Democracia No tengo discrepancia con Jorge en el punto de que en Cuba, a pesar de los cambios, no existe hoy una democracia, además él discute en su artículo la mayoría de las objeciones que yo planteo más abajo. Mi comentario analiza el tema de si los cambios enel o del régimen cubano son trascendentes o no en cuanto a un proceso hacia la democracia. Jorge apunta correctamente que “los enemigos mas acérrimos” del régimen mantienen que no hay un proceso de democratización en Cuba. Pero hubiera sido importante decir también que el gobierno cubano afirma que tiene un sistema muy democrático, no como la “pluriporquería” que existe en las Américas, Europa Oriental y otros países, o sea, que rechaza toda posibilidad de ese tipo de democracia. Hay cambios analizados en el artículo que considero realmente importan- tes y que podrían contribuir a un proceso de democratización, como es el cre- ciente espacio que se ha abierto a la Iglesia Católica, la cual –como bien afir- ma Jorge– en comparación con otros cultos (que podrían quizás tener mayor participación popular), goza de una jerarquía y organización muy desarrolla- da, con recursos y vínculos internacionales (Rafael trata en su artículo el pa- pel de la Iglesia Católica en desarrollar la sociedad civil). Pero la mayoría de los otros cambios, en mi opinión, no ha tenido hasta ahora un impacto positi- vo en impulsar la democratización y, en algunos casos, indican todo lo contra- rio. No es posible analizar aquí todos los ejemplos del artículo de Jorge, ni con la profundidad que merecen, pero me referiré brevemente a los que con- sidero más importantes. La única enmienda importante de la Constitución ha sido la eliminación del ateísmo como principio, ya que está indicando la creciente influencia de la Iglesia. Otras enmiendas son irrelevantes, el resultado de eliminar anacro- nismos, por ejemplo, la supresión del agradecimiento a la desaparecida URSS , ya que la Rusia actual no tiene lazos fraternales y protectores con Cuba, pues- to que su comercio con la Isla se conduce a precios del mercado mundial (sin subsidios) y no le concede ayuda económica como antes. También se elimina la mención al internacionalismo proletario porque Cuba ha perdido el apoyo logístico de la antigua URSS y no tiene recursos domésticos para esas activida- des. En otros casos se cambia una proclamación retórica sin trascendencia práctica por otra igualmente irrelevante, por ejemplo: el Partido era “la van- guardia de la clase obrera” y ahora es “la vanguardia de la nación.” Concuerdo con el planteo de Jorge de que existe un proceso de re-centra- lización del poder político en Fidel, una des-institucionalización, menor dele- gación de funciones, reuniones del Partido y la Asamblea Nacional, etc. Pero estos cambios son contrarios a lo que sería un proceso de democratización. Por otra parte en las elecciones (antes y ahora) nunca ha habido una oposi- ción (como bien plantea Jorge) y la Asamblea Nacional (ni antes ni ahora) ha 38 CUBAENLADÉCADADELOS 90 C ARMELO M ESA -L AGO encuentrotenido poder real (como analiza Rafael). La reducción del tamaño de las fuer- zas armadas y el cambio en sus funciones no implica una caída en su poder y control, como se discutió ampliamente en otra sesión de este curso. La apari- ción de pequeños grupos de oposición pacífica es un cambio importante, pe- ro su intento de unificación en el Concilio fue prohibido y se encarceló a va- rios de sus dirigentes. La demostración pública del 5 de agosto de 1994 fue la primera ocurrida bajo la Revolución, pero accidental, no organizada y sin di- rigencia. Jorge argumenta que el gobierno la suprimió rápidamente y sin re- currir a una represión similar a la ocurrida en China en la Plaza de Tianan- men. Pero ésta última fue precedida por un proceso largo, multitudinario, participativo, organizado y con dirigencia, el cual obligó al gobierno a emplear una represión brutal y masiva. En todo caso han transcurrido más de tres años y no ha vuelto a producirse otra demostración pública, porque el gobierno surprimió el potencial germen o embrión de rebelión con “eficacia”, lo con- trario al planteo de Jorge de que dicha eficacia ha decaído. El no desarrollo de la sociedad civil ha sido analizado en el artículo de Rafael, quien concluye que no podrá existir hasta tanto el derecho de asociación independiente sea realmente reconocido y respetado. Un cambio notable fue la aparición de un grupo de investigadores con cierta independencia y opiniones cuidadosamente divergentes a la oficial, proceso que culminó con el libro sobre la reforma económica escrito por tres miembros del CEA y publicado en 1995 (citado en el artículo de Jorge). Pero el discurso de Raúl Castro del 23 de marzo de 1996 tambien erradicó este ger- men con el argumento de que el académico cubano no debe ser neutral o im- parcial (no puede coincidir en puntos debatibles con “el enemigo,” ni perma- necer silencioso) puesto que su rol es defender a la Revolución. Concuerdo con Jorge en que, en comparación con casos anteriores (por ejemplo, el jui- cio contra Humberto Pérez), estos investigadores salieron “relativamente ile- sos,” pero dos de ellos fueron destituídos de sus puestos en la dirigencia del CEA y otros dos han tenido que cambiar de institución. También esto fue una acción “eficiente” que minimizó el efecto adverso que podría haber tenido hoy en día una sanción más violenta, especialmente en el mundo académico externo. Pero fue un “ejemplo aleccionador” para el resto del munco acadé- mico cubano y el “Caballo de Troya” del CEA recibió un golpe demoledor, por- que (como sugiere Rafael) podría haberse convertido en una ONG separada del gobierno. Por último el referido discurso paralizó el debate económico, al menos el público, como también apunta Rafael. La protección de la inversión extranjera, concesión de monopolios, y em- pleo de militares en sociedades anónimas, a la par que se prohíbe a ciudada- nos civiles cubanos poseer y administrar pequeñas empresas y se impide a los graduados universitarios ejercer su profesión por cuenta propia, son indicado- res contrarios a la democratización y participación. Por otra parte, la exten- sión de esos derechos económicos y jurídicos en China y Vietnam ha supuesto un gran éxito económico (como se discute en la parte segunda) pero no ha conducido a la democratización. El ejemplo analizado por Jorge de la UBPC de 39 CUBAENLADÉCADADELOS 90 ¿Cambio derégimen o cambios enel régimen? encuentroQuivicán es muy interesante pero parece ser un caso aislado. No ha conduci- do a un cambio general en la estructura de las UBPC s y su subordinación al Es- tado, a pesar de los resultados productivos adversos de las mismas, el recono- cimiento oficial de su pobre desempeño en la desastrosa zafra de 1996-97, y la crítica de algunos académicos que aconsejó mayor independencia. Basado en mi análisis anterior concluyo que en Cuba han ocurrido cam- biosenelrégimen político, no un cambio delrégimen, y que los referidos cambios no han tenido en su inmensa mayoría un impacto significativo en cuanto a la democratización de dicho sistema. II . ASPECTOSECONÓMICOS En esta segunda parte de mi comentario discutiré dos temas: la naturaleza y extensión de la reforma económica cubana en el decenio de los 90, y si el de- bilitamiento del Estado (político como alega Jorge y económico como argu- mento yo) podría generar un proceso profundo de cambio del régimen y la democratización. A. La Naturaleza de la Reforma Económica en Cuba y sus Resultados El título de un pequeño libro que publiqué en 1994 (Are Economic Reforms Propelling Cuba to the Market?) planteaba una pregunta parecida a la que discuti- mos en la sección anterior: ¿ las reformas hacia el mercado, implantadas en el decenio de los 90, han llevado a un cambio delsistema económico en Cuba? Más de tres años después de aparecido ese libro, puedo afirmar que los cam- bios económicos en Cuba son mucho más importantes que los políticos y que han movido a la Isla mucho más cerca del mercado de lo que estaba en 1990. Aún así Cuba está muy lejos hoy de tener un sistema económico de “socialismo de mercado” como en China o en Vietnam y mucho menos, claro está, que en Rusia y la mayoría de las antiguas economías socialistas de Europa Oriental. Es importante estudiar la reforma china que comenzó en 1978. Hoy toda la agricultura está en manos no estatales como grupos de trabajadores, fami- lias y villorrios que, aunque no detentan la propiedad de la tierra, tienen con- tratos indefinidos de usufructo y deciden qué producir, a quién vender y a qué precio. La mitad de la industria (pequeña y mediana) es también practi- cada por el sector no estatal. Existe un mercado de capitales y los ciudadanos pueden comprar acciones. Hay libre compraventa de viviendas y edificación. No hay limitaciones al trabajo por cuenta propia. Los inversionistas extranje- ros tienen libertad de contratar mano de obra y fijar los salarios. Ha ocurrido una transfomación importantísima en la banca y una reforma general de pre- cios. Los resultados de estos cambios son impresionantes: China no sólo se au- toabastece de alimentos sino que además los exporta, ha tenido las tasas de crecimiento económico más altas del mundo en años recientes (un promedio anual de 12,3% entre 1981-95), ha logrado controlar bastante la inflación, el desempleo es muy bajo y el ingreso real per capita aumentó 2,5 veces entre 1978-94 y, en el último año, era similar al de Cuba (según fuentes del Banco Mundial, “From Plan to Market,” World Development Report 1996). 40 CUBAENLADÉCADADELOS 90 C ARMELO M ESA -L AGO encuentroLa reforma de la agricultura en Cuba creó las UBPC que tampoco tienen la propiedad de la tierra sino contratos indefinidos pero, a diferencia de la re- forma china, el Estado decide qué cosechar, compra a las UBPC s la inmensa mayoría de su producción y les fija un precio muy inferior al del mercado agropecuario; el resultado de esta política ha sido un crecimiento pobre de la agricultura debido a la falta de incentivos para dichas cooperativas. La pro- ducción azucarera entre 1993-96 fue aproximadamente la mitad de la del de- cenio de los 80 y la agricultura en general no ha tenido un despunte impor- tante. Como decíamos antes, Cuba no ha autorizado a los ciudadanos a administrar negocios y ha creado numerosas restricciones al trabajo por cuen- ta propia así como fuertes impuestos, lo que ha provocado una caída en el nú- mero de dichos trabajadores oficialmente registrados. Virtualmente toda la producción industrial está o bien en manos del gobierno o bien asociada a in- versionistas extranjeros. En la producción minera (níquel y petróleo) ha habi- do una fuerte recuperación y se ha sobrepasado la producción anterior (con ayuda de la inversión extranjera), pero virtualmente en toda la industria, la producción en 1995 estaba considerablemente por debajo de la de 1989. El producto interno bruto ( PIB ) cayó entre 35% y 48% en 1989-93, el salario real se ha reducido a la mitad, y la CEPAL ha estimado que un tercio de la fuerza de trabajo sufre desempleo abierto o está desocupada y no trabaja pero recibe un subsidio de desempleo (en 1995 se anunció que habría que despedir entre 500.000 y 800.000 trabajadores estatales innecesarios). No todo ha sido negativo, el programa de ajuste estructural (eufemística- mente llamado en Cuba el “Período Especial en Tiempo de Paz”) logró mejo- ras importantes hasta 1996: comenzó a incrementar la producción en varias lí- neas, redujo la inflación, el exceso de moneda circulante y el déficit fiscal, recortó los subsidios a las empresas estatales que arrojaban pérdidas, aumentó algo los precios de ciertos bienes (alcohol, tabaco) y algunos servicios públi- cos (electricidad). También frenó la caída del PIB en 1994, consiguió un pe- queño crecimiento en 1995, y logró (de acuerdo con cifras oficiales discuti- bles) un aumento del 7,6% en 1996 (ver mi artículo sobre este tema en el Nº 3 de Encuentro).De acuerdo con la lógica económica debería de haberse con- tinuado con la reforma, más aún, los académicos purgados en 1996 recomen- daron, en su libro de 1995, que se integraran mejor sus políticas, y se profun- dizara y acelerara la misma. Sin embargo, la reforma económica está paralizada desde 1995: se ha pos- puesto el despido de los trabajadores excedentes, no se han eliminado por completo los subsidios fiscales a los precios ni a las empresas estatales que no son rentables, se ha postergado la implantación de impuestos sobre salarios y aportes de los trabajadores a la seguridad social (necesarios para equilibrar el presupuesto y reducir el enorme costo fiscal de los servicios sociales gratuitos), el excedente monetario en circulación –después de su reducción notable en 1994– creció de nuevo en 1996, no se autorizó –como se esperaba– a graduados universitarios para ejercer su oficio por cuenta propia, la nueva ley de inversio- nes prohíbe a los inversionistas extranjeros contratar y pagar directamentea su 41 CUBAENLADÉCADADELOS 90 ¿Cambio derégimen o cambios enel régimen? encuentropersonal, no se ha aprobado la ley de reforma bancaria, y se ha declarado que la convertibilidad del peso será pospuesta hasta que se consolide la recupera- ción y se acumule una reserva adecuada de divisas. La pregunta crucial es: ¿ por qué la reforma que, según el gobierno, estaba dando tan buenos resulta- dos virtualmente se ha paralizado? B. El Predominio de la Lógica Política sobre la Económica La crisis económica tuvo su peor momento en 1993 y obligó a Fidel y al grupo ortodoxo a emprender la reforma económica doméstica; hasta aquel momento los cambios se limitaban a la inversión extrajera y al turismo exter- no, en enclaves controlables. Aquí hay cierta similitud con el argumento de Jorge de que los cambios políticos modestos se han hecho contra los deseos de la dirigencia que mantiene su vocación totalitaria. En el campo económico la reforma se hizo a regañadientes, para salvar al régimen político, pues el ideal era también mantener el statu quoeconómico. Por ello, Fidel no siguió un programa bien calculado, integrado y con políticas en secuencia lógica (ya que esto hubiera sido una camisa de fuerza), sino que ha hecho la reforma “a retazos”, con extrema cautela, frecuentes vaivenes (por ejemplo, se permiten pequeños restaurantes privados que luego se prohíben para autorizarlos de nuevo), estableciendo numerosas restricciones, e intentando controlar todo el proceso. Para los ortodoxos, el objetivo de la reforma era frenar la caída económica en picado y establecer condiciones mínimas para afianzar el régi- men, y evitar una excesiva delegación de las funciones económicas, pues esto debilita al Estado y crea el riesgo de que el proceso se escape del control gu- bernamental. Fidel es pues un “minimalista,” de ahí que cuando estimó que ya se habían conseguido esas metas, paralizó básicamente la reforma. Pero hay otra razón para dicha paralización: los cambios más fáciles y con menores resultados adversos, como pérdida de poder económico estatal y cos- to social, ya se habían tomado, y los pasos subsiguientes eran mucho más difí- ciles y con peores repercusiones: (a) despedir entre el 11% y el 18% de la fuerza de trabajo, (b) permitir a los cubanos operar pequeñas empresas y flexi- bilizarel trabajo por cuenta propia (para crear los puestos de trabajo necesa- rios que facilitaran el recorte de personal estatal), (c) dar mayor libertad a los cooperativistas para decidir qué producir, a quién vender y fijar el precio, (d) eliminar por completo los subsidios a las empresas estatales y cerrar las que no fueran capaces de generar utilidades, (e) reducir aún más el ingreso dispo- nible mediante impuestos al salario y para financiar la seguridad social, (f) eli- minar los subsidios a los bienes racionados y hacer una reforma general de precios que aumentaría éstos considerablemente, etc. Estas medidas no sólo debilitarían más el poder económico estatal sino que podrían crear descon- tento e incrementar el riesgo de inestabilidad. En vista de lo que ha ocurrido en el campo económico es difícil concebir que el gobierno permita un proceso real de democratización. ¿Estamos en una situación sin salida? Mi visión es que un deterioro en la economía pudiera reactivar el proceso de reforma. La zafra de 1997 ha sido 42 CUBAENLADÉCADADELOS 90 C ARMELO M ESA -L AGO encuentroinferior a la del año anterior y Cuba debe pagar este año un préstamo de más de 300 millones de dólares a un interés del 16% que tomó de la banca privada internacional para, precisamente, aumentar la producción azucarera. En el año 1996, con un préstamo algo menor y una zafra azucarera mayor, el gobierno ob- tuvo más o menos las divisas suficientes para pagar dicho préstamo y probable- mente tuvo que incumplir algunos compromisos de exportación de azúcar, por ejemplo, con Rusia y China. Así que este año es imposible pagar ese préstamo y será más difícil conseguir otro para el año próximo; hay una crisis de liquidez y ya parece haberse producido otro aumento en la emisión monetaria. Es posible, por tanto, que este año haya estancamiento económico unido a un incremento en el déficit fiscal y el excedente monetario en circulación, aunque el gobierno dice que aumentos en los ingresos por el turismo y el níquel compensarán las pérdidas por el azúcar. Si, en efecto, se produce un estancamiento o una rece- sión en 1997, la situación posiblemente empeorará en 1998. En este escenario, puede predecirse una situación parecida a la de 1993: aumento del descontento y riesgo de inestabilidad política. Esto podría desembocar en un nuevo y con- trolado empujón a la reforma económica y en una situación algo más fluída que abriese de nuevo la puerta al cambio, pero más económico que político. A largo plazo, Cuba requerirá una reforma económica profunda, pero si ésta con- ducirá a un proceso de democratización es una pregunta más compleja de res- ponder, tal como ilustran los casos de China y Vietnam. 43 CUBAENLADÉCADADELOS 90 ¿Cambio derégimen o cambios enel régimen? encuentroCuba en la década de los noventa 44 CUBAENLADÉCADADELOS 90 encuentro C UBAENLADÉCADADELOSNOVENTA , QUESEACERCAASU fin, es la historia deuna frustración . Lo es al menos para los que apostábamos y seguimos haciéndolo, por una transición a la democracia, pacífica y dialogada, basada en la reconciliación de los cubanos, que nos parece no sólo necesaria sino inevitable tras la desaparición del bloque soviético y con él la constatación del fracaso de los siste- mas basados en unipartidismo y economía estabilizada. Pero lo es sobre todo para el pueblo cubano que lucha por sobrevivir cotidianamente en medio de infinitas difi- cultades y carencias extremas y generalizadas. Esos once millones de personas que habitan en Cuba deben ser el motivo de nuestras preocupaciones prioritarias. Nuestras reflexiones deberían, pues, enfocarse a inten- tar buscar soluciones a los problemas reales que tiene hoy el pueblo cubano y no saldar nuestras propias diferencias o convertir, una vez más, un debate sobre Cuba en una po- lémica hispano-española, en un enfrentamiento que ten- dría más de política doméstica que de POLÍTICA , en el senti- do más noble de la expresión, en relación a Cuba. Sostiene el profesor Domínguez, director del Centre for International Affairs de la Universidad de Harvard, que la transición en Cuba ya comenzó “lenta y sigilosa- mente”. Pero, añade, es un proceso dilatado y frustrante que sorprendentemente casi todos niegan: el gobierno de La Habana porque su discurso oficial sigue siendo la con- tinuidad del “proceso revolucionario”, lo contrario sería dar sensación de debilidad, y los sectores dominantes del exilio de Miami tampoco aceptan que haya cambios por- que si ésa fuera la realidad podrían producirse modifica- ciones de la política de los Estados Unidos hacia Cuba. Creo, y así lo he mantenido en varios artículos o confe- rencias, que los discursos más duros de La Habana y Miami se alimentan mutuamente, se necesitan para sobrevivir, son estrategias complementarias, cada una necesita de la opues- ta para justificarse. Los que no están, o no estamos, ni con Luis Yáñez-Barnuevo45 CUBAENLADÉCADADELOS 90 Cuba en la década de los noventa encuentro unos ni con otros, dentro o fuera de Cuba, sentimos cómo en esta década nues- tro margen de maniobra se estrechó, que los que apostamos por la transición económica y política, pacífica, pactada, basada en la reconciliación y en el fin del embargo, fuimos desplazados por la política del garrote y la confrontación. Y sin embargo estoy convencido, aunque no pueda probarlo, que la inmensa mayoría de los cubanos desea aquella vía y no ésta. Que el pueblo cubano intuye que las situaciones malas son siempre susceptibles de empeorar y eso es lo que puede ocurrir en Cuba si se impone definitivamente la política del enfrentamiento. El Presidente de la República Oriental del Uruguay, Julio María Sanguinet- ti, supo sintetizar muy bien la política que estoy describiendo. Dijo “toda polí- tica de acoso, de bloqueo, de asfixia, perjudica en primer lugar a la población a la que se pretende ayudar, y da argumentos de resistencialismo, de numan- tismo, de dignidad herida, a los gobernantes que se pretende doblegar. Por el contrario, las políticas que formulan las aperturas económicas, las inversiones, el comercio, el turismo, oxigenan a los países, los ventilan, y al abrirlos a su entorno los hace más influenciables, más permeables. La apertura económica termina por generar cambios políticos. Es lo que ocurrió en España, en Chile, en Argentina, en tantos sitios”. Así lo han entendido inteligentemente la diplomacia vaticana y la Iglesia católica en Cuba al conseguir que el Papa visite la isla en enero del 98. Creo que ése es el camino. Un camino que no es de rosas, que está lleno de dificul- tades, que tendrá avances y retrocesos, pero por el que hay que transitar con decisión y voluntad política. El hipotético proceso de transición debe ser pro- tagonizado por los propios cubanos de dentro y fuera de la isla y ser ayudado por los que no somos cubanos o, por lo menos, no entorpecido por terceros países. Todas las transiciones que han tenido éxito, empezando por la españo- la, se han basado en las cesiones de todos, en contar con todos, de dentro del régimen anterior y de la oposición interna y externa, en la renuncia a todo ajuste de cuentas, en mirar al futuro y no al pasado. Es cierto que después de algunas reformas económicas en el 93 y 94 el go- bierno cubano no ha emprendido nuevos cambios ni en el terreno político ni en el económico, bien al contrario la situación se ha endurecido con nuevas de- tenciones como las de los últimos días. Pero tampoco las posiciones desde fuera han evolucionado en el buen sentido en los últimos años: la aprobación por el Congreso norteamericano de la famosa ley Helms-Burton y su firma por el pre- sidente Clinton, contrario hasta entonces de su formulación, ha endurecido el embargo y, lo que es aún más grave, establecido por un país extranjero las con- diciones en las que sería aceptable o no la transición democrática en Cuba. Los autores e inductores de la citada ley han hecho un flaco favor a la cau- sa de la democracia cubana. La historia ha demostrado que los cubanos nun- ca aceptarán una situación impuesta desde fuera por una potencia extranjera. La fuerza indudable, numérica y de peso social y económico, del exilio cuba- no en los Estados Unidos sería mucho más efectiva si se usara para influir ante Washington por un cambio de política, más sutil e inteligente en relación a Cuba de la del ya prolongado y fracasado embargo que dura más de treinta años.46 CUBAENLADÉCADADELOS 90 encuentro C OMOSOYIMPENITENTEMENTEINDIVIDUALISTA , NOCREO que el comportamiento de ninguna persona pueda entenderse a la luz de la historia reciente o antigua, de otros individuos. Eso que llamamospersonalidad individual se entiende solamente a la luz de todo aquello que la dis- tingue de las demás a lo largo de su peripecia vital irrepe- tible. Ayudándonos, combatiéndonos o simplemente con- viviendo en interrelación con nosotros bajo determinadas condiciones de existencia, los seres de nuestro entorno nos hacen posibles y reales en el tiempo histórico; pero nos hacen tales y como somos y no como nos desearían ellos o los que desde lejos nos miran. Estoy convencido de que, en su categoría de suma de los destinos individuales y colectivos de cada época, lo mis- mo sucede con los pueblos: para entender su actuación en la historia hay que verlos a la luz de sí mismos y teniendo en cuenta desde sus actos más fundacionales hasta los más triviales, así como las singularidades de su avatar en su in- terrelación con su entorno geocultural. Esa trayectoria in- transferible hace que los pueblos sean como son, repito, y no como los desearían sus más fervientes amigos, sus veci- nos, sus enemigos o los que desde lejos los miran. Hemos venido a discutir el paso o la evolución –la ex- presión formularia y doctrinaria acuñada es transición– del actual sistema político cubano hacia la democracia repre- sentativa y la economía de mercado. En el caso de Cuba, lo que a mí me interesa es todo aquello que, por haberle ocu- rrido a ella y no a nadie más, me ayuda a entender qué es lo que está pasando. Del seno de la década de los noventa sa- lió a la historia contemporánea un hecho que enfocó, con luz de incendio, unode los factores que hacen a Cuba desa- gradablemente diferente: la Ley Helms-Burton. 1 Esa ley ha 1 La Ley Helms-Burton tiene cuatro títulos: I.- Fortalecimiento de las sanciones económicas contra Cuba. II.- Ayuda a una Cuba libre e inde- pendiente (Conjunto de exigencias y requisitos que deben cumplirse para La extraña situación de Cuba René Vázquez Díaz47 CUBAENLADÉCADADELOS 90 La extraña situación de Cuba encuentro convertido el proyecto nacional cubano de transición hacia formas democráti- cas de convivencia en un mero utensilio político auxiliar, casi en una entelequia retórica imposible de aplicar operativamente para conseguir nuestros propios objetivos como pueblo. La Ley Helms-Burton reforzó el nudo que ya tenía ma- niatadas las posibilidades de organización y de articulación de la voluntad de- mocrática del pueblo cubano. Ese nudo es la pretensión de Estados Unidos, his- tóricamente arraigada e insólitamente plasmada en una ley que debe aplicarse fuera de su territorio, de decir la última palabra en la Cuba del tercer milenio. Sobre los países comunistas de Europa del Este se cernía, como una nube asfixiante, la voluntad hegemónica de la Rusia comunista en su condición de cabeza, corazón y puño blindado de la Unión Soviética. Sólo cuando la som- bra de aquel abedul de hierro –para citar a un poeta amigo– desapareció; sólo cuando aquella voluntad hegemónica, paralizante y mandona desapareció, pudieron los pueblos de Europa del Este levantar la frente y dirigirse hacia sus propios destinos. Un nudo aparentemente fatal se había roto; de súbito, múltiples lazos de unión fueron posibles. Sin embargo la voluntad hegemónica, paralizante y mandona de Estados Unidos sigue cayendo sobre Cuba como un aguacero de estupidez y de escar- nio capaz de desbordar, con su denigrante inundación, muchos estanques del decoro nacional cubano, en muchos casos independientemente de la posi- ción política que este decoro asuma ante la revolución. Hace poco, en el Con- greso de los Socialistas Europeos celebrado en mi ciudad de Malmö, escucha- ba yo una brillante intervención de Javier Solana que, por supuesto, no tenía nada que ver con Cuba; disertando sobre la Alianza Atlántica, las palabras de Solana me hicieron reflexionar sobre la relación Cuba-Estados Unidos. Nos recordaba Solana que hablar de inmovilismo absoluto es un sinsentido total: la noción de movimiento es siempre relativa y nada, nunca, se mueve o perma- nece en su lugar si no se le compara con el movimiento o la quietud de otros objetos. ¿Se mueve o no una revolución que hoy por hoy ha adoptado no sólo mecanismos mercantilistas que la llevarán, imparablemente, a dar una respues- ta de mercadoa sus deficiencias, sino que incluso ha adoptado la moneda de su enemigo? ¿Se mueve Estados Unidos con respecto a los movimientos cuba- nos? Una cosa está clara: comparada con los movimientos de su política hacia gobiernos como China o Vietnam, puede decirse que la política de Estados Unidos hacia Cuba ha permanecido inmóvil como la pampa de granito. Y comparada con el postulado de Jeffersson: La verdad es que la agregación de Cu- ba a nuestra Unión es exactamente lo que se necesita para hacer que nuestro poder como nación alcance el mayor grado de interés 2 , pasando por la conocida determinación de Eisenhower de derrocar “por cualquier medio” al gobierno revolucionario, que el Presidente de Estados Unidos determineque ya existe en Cuba un gobierno de transición). III.- Protección de los derechos de propiedades de los nacionales de Estados Unidos. IV.- Exclu- sión de ciertos extranjeros (Negativa de visas para entrar a Estados Unidos a personas acusadas de “traficar” con propiedades reclamadas por norteamericanos). 2 H ERMINIO P ORTELL V ILÁ . Narciso López y su época, La Habana, 1958.Next >