de fiesta / Jesús Díaz • 3 tres notas sobre la transición Emilio Ichikawa • 5 s.o.s. por la naturaleza cubana Carlos Wotzkow • 16 el puente de los asnos / Miguel Fernández • 24 En proceso literatura, baile y béisbol en el (último) fin de siglo cubano / Roberto González Echevarría • 30 música y nación / Antonio Benítez Rojo • 43 derrocamiento / José Kozer • 55 la crisis invisible: la política cubana en la década de los noventa / Marifeli Pérez-Stable • 56 inscrito en el viento / Jesús Díaz • 66 Textual palabras de saludo a juan pablo ii pronunciadas por monseñor pedro meurice estiú, arzobispo de santiago de cuba, en la misa celebrada en esa ciudad el 24 de enero de 1998 • 71 el catolicismo de lezama lima Fidel Sendagorta • 73 La mirada del otro después de fidel, ¿qué? / Josep M. Colomer • 77 Cuentos de Encuentro la causa que refresca / José Miguel Sánchez (Yoss) • 91 bar mañana / Luis Manuel García • 95 Homenaje a Mariel mariel en el extremo de la cultura Iván de la Nuez • 105 la generación del mariel / Jesús J. Barquet • 110 cartas de reinaldo arenas • 126 autobiografía de un desesperado/ Abilio Estévez • 130 fragmentos del mariel / Carlos Victoria • 133 pequeño elogio de la escoria / Juan Abreu • 135 encuentro DELACULTURACUBANA REVISTA Director Jesús Díaz Redacción Manuel Díaz Martínez Luis Manuel García Iván de la Nuez Rafael Zequeira Edita Asociación Encuentro de la Cultura Cubana c/ Luchana 20, 1º Int. A 28010 • Madrid Teléf.: 593 89 74 • Fax: 593 89 36 E-mail: encuentro@nexo.es Coordinadora Margarita López Bonilla Colaboradores Juan Abreu• José Abreu Felippe• Nicolás Abreu Felippe• Eliseo Alberto• Carlos Alfonzo †• Rafael Almanza • Alejandro Aragón• Uva de Aragón • Reinaldo Arenas †• René Ariza †• Guillermo Avello Calviño • Gastón Baquero†• Carlos Barbáchano • Jesús J. Barquet • Victor Batista • Antonio Benítez Rojo • Beatriz Bernal • Elizabeth Burgos • Madeline Cámara • Esteban Luis Cárdenas • Josep M. Colomer • Orlando Coré • Carlos A. Díaz • Josefina de Diego • Reynaldo Escobar • María Elena Espinosa • Tony Évora • Lina de Feria • Miguel Fernández • Gerardo Fernández Fe • Reinaldo García Ramos • Flavio Garciandía • Alberto Garrandés • Lourdes Gil • Roberto González Echevarría • Vladimir Guerrero • Mario Guillot • Isabel Holgado • Emilio Ichikawa • Lázaro Jordana • José Kozer • Monika Krause • Alberto Lauro• César López • Eduardo Manet • Adriana Méndez • Carmelo Mesa-Lago • Julio E. Miranda• César Mora • Carlos Javier Morales • Marcia Morgado • Joaquín Ordoqui • Mario Parajón• Enrique Patterson • Waldo Pérez Cino•Marta María Pérez Bravo• Marifeli Pérez-Stable•Antonio José Ponte• José Prats Sariol • Tania Quintero • Andrés Reynaldo • Raúl Rivero • Guillermo Rodríguez Rivera • Efraín Rodríguez Santana • Rafael Rojas • Guillermo Rosales †• Joel Franz Rosell • Rolando Sánchez Mejías • Miguel Ángel Sánchez • Enrico Mario Santí • Fidel Sendagorta • Pío E. Serrano • José Ramón Suárez • Osbel Suárez • Armando Valdés • Roberto Valero • René Vázquez Díaz • Jesús Vega • Carlos Victoria • Fernando Villaverde • Juan Villoro • Alan West • Carlos Wotzkow • Yoss (José Miguel Sánchez) • 8/9 primavera/verano de 1998el comandante sí tiene quien le escriba Carlos A. Díaz • 139 boarding home / Guillermo Rosales • 143 exilios ii / Andrés Reynaldo • 150 las islas son malvadas y nadie lo sospecha Roberto Valero • 153 oración / José Abreu Felippe • 155 visitas a la caverna / Reinaldo García Ramos • 156 barrio / Esteban Luis Cárdenas • 157 el que faltaba / René Ariza • 159 versailles / Marcia Morgado • 160 el elefante / Nicolás Abreu Felippe • 163 conversación con la santa / Alejandro Aragón • 165 tierra sin nosotras / Lourdes Gil • 166 metamorfosis de una mariposa/ Adriana Méndez • 172 el retorno / Monika Krause • 185 la noche de cienfuegos / Vladimir Guerrero • 193 semblanza de mañach / Mario Parajón • 200 mañach y los inicios insulares de la nacionalidad cubana / Víctor Batista • 205 un enfoque indispensable/ Carlos Javier Morales • 214 estrategias laborales y domésticas de las mujeres cubanas en el período especial Isabel Holgado Fernández • 221 un ritual de la memoria crítica/ Carlos Espinosa • 228 las salas del museo nacional de la habana en la fundación cultural mapfre vida Osbel Suárez Breijo • 231 francisco prat puig, bajo la luz del caney Carlos Barbáchano • 234 Buena Letra 236 Cartas a Encuentro 268 La Isla en peso 271 Portada, contraportada e interior, Carlos Alfonzo Portada Blood (detalle). 1991 Diseño y maquetación Equipo Nagual, S.L. Impresión Navagraf, S.A. Madrid Precio del ejemplar: 900 ptas. Ejemplar doble: 1.500 ptas. Precio de suscripción (4 núm.): España: 3.600 ptas. Europa y África: 6.250 ptas. América, Asia y Oceanía: 7.500 ptas. / $ 52.00 No se aceptan domiciliaciones bancarias. Encuentro de la cultura cubanaes una publicación trimestral independiente que no representa ni está vinculada a ningún partido u organización política dentro ni fuera de Cuba. Las ideas vertidas en cada artículo son responsabilidad de los autores. Todos los textos son inéditos, salvo indicación en contrario. No se devolverán los artículos que no hayan sido solicitados. D.L.: M-21412-1996 ISSN: 1136-63893 pensamiento encuentro L a literatura cubana está de fiesta y Encuentroquiere subrayarlo y cele- brarlo. Seis son nuestros motivos de alegría: el premio Cervantes gana- do este año por Guillermo Cabrera Infante; el premio de Reporteros sin fronteras concedido a Raúl Rivero; el premio de novela de la editorial «Alfa- guara» otorgado a Eliseo Alberto; el premio de novela Azorín, obtenido por Daína Chaviano y la aparición de las editoriales «Colibrí», en Madrid, dirigi- da por Víctor Batista, que se especializará en ensayística cubana, y «Casio- pea», en Barcelona, dirigida por Marta Fonolleda, que dará un espacio importante a la literatura producida en la isla y en la diáspora en su colec- ción latinoamericana Ceiba, al cuidado de Iván de la Nuez. Guillermo Cabrera Infante es uno de los autores más significativos de cuantos han escrito en español en el presente siglo, y el que se le haya otor- gado el premio Cervantes –el galardón más importante de los que se entre- gan en nuestra lengua–, realza esa evidencia, motivo de orgullo para una lite- ratura que lo reconoce como uno de sus maestros absolutos. Raúl Rivero, colaborador habitual de Encuentro, es un periodista que ejer- ce su oficio de modo brillante e independiente en las condiciones particular- mente difíciles de la Cuba de hoy –por lo que Reporteros sin fronteras le concedió su premio–, pero es también y sobre todo un poeta extraordinario, que está cifrando quizá como nadie las claves actuales de la tragedia cubana. Eliseo Alberto también ha acompañado a Encuentrodesde el principio. Ya en nuestro primer número publicamos su texto «Los años grises», un adelan- to del conmovedor Informe contra mí mismo, el testimonio más desgarrado, desgarrador y polémico de cuantos ha producido la literatura cubana en los últimos años. El «Premio Alfaguara» de novela –que también obtuvo el nota- ble novelista nicaragüense Sergio Ramírez– confirma el talento de narrador de Eliseo. Daína Chaviano es una escritora que había obtenido reconocimiento desde muy joven en la literatura cubana producida en la isla. Desde hace algún tiempo reside en el exilio, en Miami, donde es editora asociada de la revista Newsweeken español. El Premio Azorín de novela que mereció este año supone su lanzamiento en el plano internacional. Para una cultura fracturada como la cubana la aparición de las editoria- les «Colibrí» y «Casiopea» constituye un acontecimiento de primera magni- tud, que cobra cuerpo en los títulos iniciales anunciados por sus catálogos de fiesta / Jesús Díaz De fiesta J ESÚS D ÍAZrespectivos. El arte de la espera, de Rafael Rojas, y La revolución cubana, de Marifeli Pérez-Stable, en «Colibrí»; y La balsa perpetua (Soledad y conexio- nes de la cultura cubana), de Iván de la Nuez, La isla que se repite, de Anto- nio Benítez Rojo, y A la sombra del mar (Jornadas cubanas con Reinaldo Are- nas), de Juan Abreu, en «Casiopea». Todos estos libros son reflexiones de altísimo nivel elaboradas por cuba- nos que inscriben así a los estudios sobre nuestro país en un contexto inter- nacional a partir de una óptica propia, lo que es también un hecho de la mayor importancia para el futuro espiritual de la nación. Tanto sus autores como sus editores son colaboradores habituales de Encuentro, lo que consti- tuye un motivo más de orgullo para quienes hacemos esta revista. Por primera vez dedicamos la sección «Homenaje» a un colectivo, el que se identifica con un toponímico ya emblemático en la historia de Cuba: Mariel. El nombre del puerto situado al noroeste de La Habana está unido en la memoria colectiva cubana con los dantescos «actos de repudio», con el siniestro grito de «¡Que se vayan!», con un calificativo atroz, «escoria», y con la partida hacia Miami de más de cien mil personas en apenas unas semanas. Merced al éxodo del Mariel la composición social del exilio cambió radi- calmente de la noche a la mañana; sin embargo, los «marielitos» que habían abandonado Cuba en medio de un gigantesco progromfueron recibidos con reticencia u hostilidad en Miami. Pero los deseos de vivir de los nuevos exi- liados y las posibilidades que ofrece una sociedad abierta hicieron su trabajo, y con el tiempo los integrantes del éxodo consiguieron un espacio propio. Por el camino hubo tiempo para la tragedia, y fuerza, talento y valor para la creación artística, a la que Encuentrorinde hoy homenaje. La cultura cubana está enferma y fragmentada, pero también viva y pujante, y cada extremo de esa paradoja contribuye a explicar al otro. La extraordinaria fuerza creativa es una respuesta a la crisis, así como la decidi- da vocación de encuentro lo es a la fragmentación. En este nuevo número doble se juntan muchos textos escritos en el interior de Cuba con otros muchos elaborados en la diáspora, y coexisten además varias generaciones de escritores, desde decanos del exilio hasta representantes de la más joven generación emergida en la isla como Emilio Ichikawa, José Miguel Sánchez (Yoss) y Miguel Fernández, entre otros. Su signo común es el deseo de encontrarse en un medio donde, justamente gracias a ellos, predominan la diversidad y la riqueza de temas y enfoques, lo que nos permite seguir cum- pliendo con la vocación inaugural de Encuentro de la cultura cubana, prefi- gurar en la medida de nuestras fuerzas la sociedad plural y democrática que deseamos para nuestro país. 4 de fiesta / Jesús Díaz encuentrocuba. de la independencia trunca a la revolución mesiánica I.A diferencia de otros países con un pasado colonial, en Cuba no hay una fiesta vinculada al día de la Independen- cia. De hecho, ese día no es preciso en nuestra imaginería. La historiografía ha intentado solucionar la indefinición recurriendo al manido recurso de la adjetivación; así, se podría distinguir entre una «pseudo» y una verdadera república independiente, la primera alcanzada en 1902 con carácter constitucional, la segunda en 1959 y con carácter constituyente (la Revolución, per definitionem, es fuente de derecho; la costumbre, por ejemplo, no). En su lugar lo que se celebra en la Isla es el inicio de las guerras por la independencia, el 10 de octubre de 1868. Festejo singular pues no está vinculado a la consu- mación de un propósito sino a la práctica de un método. Como sucede con la República Martiana, establece una tradición por futuridad, el entusiasmo de un proyecto. Por demás, es significativo que se asuma como fiesta no el esta- blecimiento de una paz sino el inicio de una guerra. De ahí que nuestra hagiografía nacional esté formada por una nutrida lista de militares y héroes de la fuerza que, si bien en el siglo pasado implicaban por lo regular una esmerada ilustración, ya en el siglo xx se escinden con fre- cuencia las cualidades. Se divorcian notablemente el arma y el alma. No es de extrañar entonces que a un siglo de historia el 1898 se presente a la conciencia nacional como una incógnita. Amén de algunos ejercicios de erudición histo- riográfica o algún atrevimiento filosófico, serán ante todo los políticos nacionales quienes signen la fecha. Es curioso que aún en las vísperas no haya una señal política explíci- ta, lo que obliga a la discreción en las declaraciones públi- cas acerca de hacia qué lado de la tensión España- ee.uu se inclinará la valoración cubana. 5 encuentro Tres notas sobre la transición Emilio IchikawaLa intervención norteamericana en la guerra hispano-cubana impidió la emergencia de la nación como totalidad a la vida independiente. La prepara- ción de las bases de una República Cubana entre 1898 y 1902 no concluyó en la nación-una; por el contrario, surge como fruto del éxito de un partido, de una parte. Es decir, nace fragmentada, incompleta, zanjada. Por esta razón tampoco el primer presidente de la República fue un «Padre» sino una suerte de tutor temporal sin la oportunidad histórica de fundar. En consecuencia, la sustitución del presidente Tomás Estrada, intervención norteamericana mediante, no trajo esa situación de fértil orfandad que acompaña a las conso- lidaciones políticas nacionales. Esta carencia la llenaba de alguna manera la figura inasible de José Martí, un padre espiritual, con un simbolismo profun- do y una eticidad enaltecedora, pero sin una doctrina económica y política convincente desde el punto de vista instrumental. La función de Padre, de ese señor-amo que escolta los nacimientos, la había usurpado de hecho (y desde su perspectiva de derecho) el gobierno norteame- ricano; pero no era un rol que podía cumplir cabalmente dado su carácter de extraño. El verdadero Padre de la nación cubana sería entonces aquél que fuera capaz de negar al Padrastro y en consecuencia ganara el derecho de hablar ya no en nombre de una parte de los hijos sino de todos ellos. En resumen, aquél que tuviera la oportunidad de asumir a los cubanos como una gran familia. II. Las inconclusiones de 1898 dejaron el vacío del Padre Fundador y la mito- logía asociada al día de la independencia. Los líderes políticos de la Repúbli- ca no lograron llenarlo al no poder concretar el potencial mesiánico y tuvie- ron que «limitarse» a ser jefes de partido. A pesar de que algunos intuyeron la posibilidad de hablar en nombre de todo el pueblo cubano (como Batista y Chivás) no lograron pasar de la representación de clases y capas de la socie- dad, cuando no de sectores y hasta grupos de familias. Tampoco fueron muy decididos en la negación del falso Padre, indefinición que desaprovechó la práctica de una demagogia política llamativa que ganara las simpatías nacio- nales y, como sucede aún hoy, capaz de hechizar a la opinión pública interna- cional, específicamente a la izquierda norteamericana y la sensibilidad gene- ral del socialismo y la socialdemocracia europea. Fue Fidel Castro, en el contexto de la revolución de 1959, quien pudo con- vertirse en El Padre capaz de sintetizar las ansiedades pendientes de aquel 1902. Se hizo con el poder no en el nombre de un partido sino del pueblo cubano todo; no reformó sino que impuso su propia fórmula política y se enfrentó en una intensa lucha (cierto que más pública que real) con el Padras- tro. Cuba quedaba literalmente bajo su patria potestad, era su casa (ofreci- miento que muchos cubanos pusieron en las puertas de sus hogares: Fidel, ésta es tu casa) y los cubanos su familia, hijos a quienes podría castigar o premiar según entendiera. No para su mal, claro está, sino como Padre que era según considerara lo que significaba el bien. De esta manera se instauraba en el lenguaje público el uso paternalista- autoritario de la primera persona del plural. El nosotrosse empezó a extender 6 Emilio Ichikawa encuentroy ya hoy cunde hasta en el vocabulario de los funcionarios más lejanos. El derecho a hablar por sus hijos, que de alguna manera se tolera al Padre, ha degenerado con el tiempo en esa usurpación que consiste en hablar por otros. Centenares de caricaturas de Padres pululan por la Isla estableciendo indiscriminadamente «los acuerdos que nosconviene firmar», «la comida que nosconviene comer», «el impuesto que nosconviene pagar», etc. Parece olvi- darse una vez más que Padre, lo que se dice Padre, hay uno solo, axioma que explica la violencia con que el poder mediocre excede incluso el poder total. El paternalismo totalizante ha pasado así de fenómeno histórico a institu- ción de la cotidianidad. III. La Revolución de 1959 no cumple el esquema de movimiento parricida pues Batista representaba más bien todo lo contrario a un Padre; era una suerte de Anticristo que ni siquiera perdió el apetito antes de fugarse de Cuba. Por eso, más que una fraternidad que se levanta sobre un Padre muer- to, la Revolución de 1959 significó una congregación en torno al Salvador bajado de la montaña, mimado primero como hijo pero, al ver que no venía en nombre de nadie sino de sí mismo, asumido al fin como Padre. Lo más probable es que el movimiento parricida se anule o se posponga. El bautismo independentista estaba pendiente en Cuba desde la transac- ción de 1898-1902 y la Revolución lo incorporó a su patrimonio. Como queda- ba aún espacio para la «verdadera» independencia dispuso de un aparato argumentativo muy seductor donde se mezclaron en mágica retórica elemen- tos muy caros a un parto político fundacional: independencia, anti-injerencis- mo (y más precisamente antiyanquismo), contradictadura (formulación falaz de la democracia), realización histórica y fraternidad de todos los cubanos, reivindicación social y ética de la pobreza. Todas las prestidigitaciones propa- gandísticas posteriores ya estaban implícitas en las combinatorias de estos gua- rismos. Salirse de la fraternidad era salirse de la patria, de la moral y de su albacea personal. En un sentido más inductivo, faltar al Padre era como faltar a la nación y aún a la condición humana. Historia, moral y política se daban un rotundo abrazo y convergían, hegelianamente hablando, en un hombre- época. El narcisismo de gran parte de nuestra historiografía, prensa, narrati- va, oratoria, cine y televisión, no es más que un precipitado lógico de esos pre- supuestos. La filosofía, por su parte, fue inducida a convertirse en un epifenómeno ideológico de una política con dudoso trasfondo teológico; las claves políticas cubanas son antes biográficas que metafísicas, de ahí la afini- dad metodológica que cualquier estudioso cubano puede encontrar en el neotacitismo de Tierno Galván y el «Boletín de Salamanca». La urgencia per- sonalista con que ha acabado desenvolviéndose una sociedad que desde sus inicios se pretendió planificada (lo afirmaba Fidel, en inglés, en una tempra- na entrevista, como baluarte de la revolución, junto a la justicia social y la democracia representativa) puede observarse hoy en la ausencia de un verda- dero pensamiento socialista que argumente teóricamente el rumbo de la real- politik. En estas condiciones el filósofo deviene en una suerte de funcionario 7 Tres notas sobre la transición encuentroNext >