Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos introducción • 3 las responsabilidades de david Jesús Díaz • 5 Una aproximación demográfica de nueva york a miami Lisandro Pérez • 13 Intelectuales prólogo a un exilio prolongado Mons. Carlos Manuel de Céspedes • 27 martí en las entrañas del monstruo Rafael Rojas • 34 el lugar de la escritura William Luis • 50 la apropiación de la lejanía Lourdes Gil • 61 de mariel a los balseros Carlos Victoria • 70 Música te veré en cuba Theodore Beardsley • 77 cuba en el jazz Antonio Benítez Rojo • 81 intercambios, diásporas, fusiones Cristóbal Díaz Ayala • 86 la diáspora musical cubana en estados unidos Leonardo Acosta • 96 Deportes cuban Roberto González Echevarría • 103 kid chocolate y los otros Wilfredo Cancio Isla • 113 capablanca en nueva york Miguel Ángel Sánchez • 124 encuentro DELACULTURACUBANA REVISTA Director Jesús Díaz Redacción Manuel Díaz Martínez Luis Manuel García Iván de la Nuez Marifeli Pérez-Stable Rafael Rojas Rafael Zequeira Edita Asociación Encuentro de la Cultura Cubana c/ Luchana 20, 1º Int. A 28010 • Madrid Teléf.: 915 93 89 74 Fax: 915 93 89 36 E-mail: encuentro@nexo.es Coordinadora Margarita López Bonilla Diseño gráfico Carlos Caso Colaboradores Eliseo Alberto • Ramón Alejandro • Carlos Alfonzo †• Rafael Almanza • Eliseo Altunaga • Alejandro Anreus • Uva de Aragón • Helena Araujo • Jorge Luis Arcos • Guillermo Avello Calviño • Gastón Baquero †• Carlos Barbáchano • Jesús J. Barquet • Víctor Batista • Theodore Beardsley • José Bedia • Francisco Bedoya • Antonio Benítez Rojo • Beatriz Bernal • Elizabeth Burgos • Atilio Caballero• Madeline Cámara • Wilfredo Cancio Isla • Joan Casanovas Codina • Max Castro• Mons. Carlos Manuel de Céspedes • Cino Colina • Luis Cruz Azaceta • Cristóbal Díaz Ayala• Eliseo Diego †• Josefina de Diego • Vicente Echerri • Carlos Espinosa • Oscar Espinosa Chepe • Magali Espinosa Delgado • María Elena Espinosa • Abilio Estévez • Ottmar Ette • Tony Évora • Miguel Fernández • Flavio Garciandía • Alberto Garrandés • Florencio Gelabert • Lourdes Gil • Roberto González Echevarría • Mario Guillot • Mariela A. Gutiérrez • Ernesto Hernández Busto • Emilio Ichikawa • José Kozer • Alberto Lauro • César López • William Luis • Eduardo Manet • Carmelo Mesa-Lago • Julio E. Miranda †• María Montes • Gerardo Mosquera • Joaquín Ordoqui • Mario Parajón • Enrique Patterson • Carlos Paz • Lisandro Pérez • Marta Mª Pérez Bravo • Waldo Pérez Cino • Gustavo Pérez Firmat • Antonio José Ponte • José Prats Sariol • Dolores Prida • Tania Quintero • Alberto Recarte • Raúl Rivero • Robier Rodríguez Leyva • Guillermo Rodríguez Rivera • Efraín Rodríguez Santana • Joel Franz Rosell • Baruj Salinas • Miguel Ángel Sánchez• Fidel Sendagorta • Osbel Suárez • Edward J. Sullivan• Roberto Uria • Jorge Valls • René Vázquez Díaz • Carlos Victoria • Fernando Villaverde • Alan West • Yoss (José Miguel Sánchez) 15 invierno de 1999 / 2000Artes nostalgia de ida y vuelta Alejandro Anreus • 133 el teatro cubano en estados unidos Dolores Prida • 137 con la lengua afuera Gustavo Pérez Firmat • 142 de regreso Gerardo Mosquera • 147 Homenaje a Luis Cruz Azaceta al borde del abismo del american dream Entrevista con Luis Cruz Azaceta por Iván de la Nuez • 154 luis cruz azaceta: la fuga como poética Iván de la Nuez • 158 imágenes oscuras Edward J. Sullivan • 172 Política la nación, la independencia y las clases Joan Casanovas Codina • 177 de agentes a arquitectos Max J. Castro • 187 a 90 millas Marifeli Pérez-Stable • 195 Textual cuba, su pueblo y su iglesia de cara al comienzo del tercer milenio • 203 los caminos hacia la libertad Adam Michnik • 216 habana abierta 24 horas Enrique del Risco • 218 Buena Letra 221 Cartas a Encuentro 245 La Isla en peso 249 Portada, contraportada e interior, Luis Cruz Azaceta Contraportada El dictador (1991) Portada Ark (1994) Maquetación KSO comunicación Impresión Navagraf, S.A., Madrid Ejemplar: 1.000 ptas. / 6,01 euros Ejemplar doble: 2.000 ptas. / 12,02 euros Precio de suscripción (4 núm.): España: 4.000 ptas. / 24,04 euros Europa y África: 6.650 ptas. / 39,97 euros América, Asia y Oceanía: 7.900 ptas. / $ 55.00 / 47,48 euros No se aceptan domiciliaciones bancarias. Encuentro de la cultura cubanaes una publicación trimestral independiente que no representa ni está vinculada a ningún partido u organización política dentro ni fuera de Cuba. Las ideas vertidas en cada artículo son responsabilidad de los autores. Todos los textos son inéditos, salvo indicación en contrario. No se devolverán los artículos que no hayan sido solicitados. D.L.: M-21412-1996 ISSN: 1136-6389E n este número publicamos los textos presentados en el Seminario Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos, que tuvo lugar los días 4, 5 y 6 de noviembre de 1999 en el King Juan Carlos Centerde la Universidad de Nueva York, organizado por nuestra revista con la colabora- ción del Centro de Estudios Latinoamericanos y del Caribe de dicha Univer- sidad, el auspicio de la Fundación Ford y el apoyo del Instituto Cervantes. El seminario fue inaugurado por el politólogo Jorge Castañeda, profesor de las Universidades de Nueva York y México. Asistieron también el diplomático Inocencio Arias, Embajador de España ante la Organización de Naciones Uni- das; el musicólogo Theodore Beardsley, Presidente de The Hispanic Society; el historiador Jean Meyer, del Centro de Investigación y Docencia Económica de México; Cristina Eguizábal, de la Fundación Ford; Carmen Díaz, del clacs de la Universidad de Nueva York; María Lozano, Directora del Instituto Cer- vantes de Nueva York; y Víctor Batista, Director de la Editorial Colibrí. Hubo debates con un público numeroso y activo, y además pintura, tea- tro, cine y música. En efecto, uno de los participantes fue el pintor Luis Cruz Azaceta, autor de las imágenes de la invitación-programa-poster del evento y también del ensayo gráfico de este número, donde le dedicamos la sección Homenaje. Además, la primera noche del seminario los participantes pudie- ron asistir a la representación de la obra Casa propia, de Dolores Prida; la segunda a la proyección del filme Si me comprendieras, de Rolando Díaz; y la tercera y última a un concierto extraordinario ofrecido por Paquito D’Rivera. Con la celebración del seminario y la publicación de este número, Encuen- tro de la cultura cubanaquiere llamar la atención sobre dos aspectos capitales de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. El del espacio que a lo largo de casi dos siglos nuestros compatriotas han encontrado en aquel país para crear en los terrenos de la cultura, el deporte, la política, el trabajo y la empresa, y el de la influencia recíproca, mutuamente beneficiosa, que tan prolongado contacto ha supuesto para las culturas cubana y norteamericana. El gobierno de La Habana simplifica sistemática y groseramente la imagen de Estados Unidos presentándolo como «el enemigo» en términos absolutos. Pero los textos incluidos en este número prueban que la realidad de aquella nación es muchísimo más compleja, y que a lo largo de casi dos siglos de historia esa complejidad nos ha otorgado a los cubanos, por sobre las ficcio- nes, tensiones y contradicciones que han existido y existen entre los dos paí- ses, la paradójica posibilidad de encontrar, justamente allí, en Estados Unidos, 3 introducción encuentro Introducciónespacios de libertad política y económica que a veces no tuvimos en el pasa- do ni tampoco tenemos hoy en nuestra propia patria. No es posible imaginar a Cuba sin El Habanero, de Félix Varela; sin Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde; y sin Patria, de José Martí; todos ellos elaborados e impresos en Estados Unidos. No es posible tampoco entender a nuestro país sin tener en cuenta los aportes de figuras como Lydia Cabrera, Lino Novás Calvo o Julián Orbón, cuyos restos descansan en tierra norteamerica- na. Y sólo un futuro de paz y democracia nos permitirá aquilatar en toda su riqueza la significación extraordinaria que tienen y tendrán para nosotros los aportes realizados por las decenas y decenas de profesores e investigadores cubanos, hombres y mujeres, que trabajan en las principales universidades de esta nación. Son sólo algunos ejemplos de un tema virtualmente inagotable, que desde luego no pretendemos dar por cerrado con este esfuerzo, y que tiene otra de sus manifestaciones más significativas en el plano de la cultura popular. Los cubanos no optamos por los toros ni por el fútbol como deporte nacional; escogimos el béisbol, un juego que operó en los albores de nuestra nacionali- dad como símbolo de independencia, elegancia y modernidad y que ningún avatar político ha podido borrar de nuestra preferencia. La música popular cubana, sin duda alguna nuestro mayor aporte al mundo en el terreno de la cultura, causó un enorme impacto y tuvo una grande y duradera influencia en la corriente principal de la música en Esta- dos Unidos durante la primera mitad del siglo XX, y a su vez, inevitable y venturosamente, fue influida por la música popular norteamericana. Se pro- dujo así un diálogo libre, formidable y mutuamente enriquecedor que muy bien pudiera servir de ejemplo para la inevitable normalización de las rela- ciones entre ambos países en el futuro. 4 introducción encuentroE n nombre de la revista E NCUENTRODELACULTURA cubana , cuya entrega número 14 tengo el placer de presentar aquí, quiero darles la bienvenida y agradecer a todos los que han colaborado con nosotros en la organización de este seminario. Nuestro objeto de análisis, Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos, es absoluta- mente desmesurado. Son tantas las actividades que los cubanos hemos desarrollado en este país a lo largo de casi dos siglos que su simple enumeración constituiría toda una tarea. Cualquier cubano medianamente culto sabe que Cecilia Valdés, nuestra novela emblemática del siglo XIX y una de las mejores escritas en español en ese siglo se publi- có aquí; muchos de los amantes de nuestra música conocen cuánto aportó aquí Chano Pozo, y los buenos conocedores del béisbol tienen a orgullo que Rey Ordóñez, el torpedero de los Mets, sea hoy por hoy el mejor short stop defensivo de las ligas mayores y uno de los mejores de todos los tiempos, así como también que el Duque Hernández ejerza como primer lanzador en la rotación de los New York Yankees. Ahora bien, es perfectamente posible que una misma persona no sepa todas estas cosas, y prácticamente seguro que ignore muchas otras que en muy diversos terrenos y períodos históricos nuestros compatriotas tuvieron opor- tunidad de llevar a cabo en este país. Es también probable que muchos jóvenes cubanos, asfixiados por la carencia de información sobre temas contemporáneos y por el secta- rismo de la información histórica que padece la isla, ten- gan graves vacíos con respecto a los temas que vamos a tra- tar. Nuestro objetivo será trazar juntos una especie de esbozo del mapa de la actividad cultural —en la acepción más amplia y generosa del término— que los cubanos hemos desarrollado en Estados Unidos desde el segundo tercio del siglo XIX hasta hoy. Dicho esbozo de mapa será seguramente incompleto, porque nuestro objeto de estu- dio es virtualmente inagotable y además porque el tiempo 5 Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos / introducción encuentro Jesús Díaz Las responsabilidades de Davidcondiciona este seminario, pero aún así estoy convencido de que la riqueza y complejidad del resultado nos asombrará a todos, incluyéndonos a nosotros, los participantes y organizadores del evento. Este asombro será consecuencia de la calidad de las contribuciones de los ponentes, y también de que por primera vez, hasta donde alcanzo a saber, el esbozo de mapa se hará de conjunto, rompiendo todas las barreras que a menudo la censura política, la hiperespecialización académica o el desprecio elitista hacia algunas actividades, como el deporte o la música popular, han impuesto al análisis cultural, fragmentándolo y bloqueando con ello la posibi- lidad de una comprensión cabal de la magnitud y significación del fenómeno. Digamos que resulta excitante y significativo per se poner de manifiesto la con- tigüidad entre Félix Varela y Kid Chocolate, entre José María Heredia y José Raúl Capablanca, entre Cirilo Villaverde y Mario Bauzá, entre José Martí y Celia Cruz; que resulta estremecedor recordar que aquí, en este país, los cubanos contribuimos quizá como nadie al florecimiento de ciudades como Tampa y Cayo Hueso en el siglo pasado y de Miami en éste, que aquí se publi- caron El Habaneroy Patria, sin los cuales nuestro país no existiría, que aquí desplegó la magia de su juego y su coraje Orestes Miñoso y se le rindieron honores a la música extraordinaria de Chucho Valdés. Los resultados del seminario, eso que hemos dado en llamar el esbozo del mapa , se publicarán en la próxima entrega, el número 15 de la revista Encuentro de la cultura cubana, correspondiente al invierno de 1999 / 2000, que será presentado en febrero en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona y en marzo en el congreso que la Latin American Studies Associationcelebrará en Miami. Nuestra intención es aportar reflexiones e informaciones que contribuyan a comprender mejor un costado importantísimo de las relaciones de la cultura cubana con la norteamericana. Esto me parece, ayudará a que nuestros compa- triotas de la isla y del exilio, así como también aquéllos no cubanos que se inte- resan por nuestros asuntos, puedan formarse una idea más compleja y matiza- da de Estados Unidos y de los espacios que los cubanos hemos tenido aquí en el pasado, tenemos en el presente y podemos tener también en el futuro. Es extraordinariamente revelador el miedo pánico que Fidel Castro airea como un espantajo cuando habla del papel que él mismo le atribuye a Estado Unidos en el presente y el futuro de Cuba. Ese argumento ha calado en ciertos anticastristas cubanos, algunos de ellos destacados intelectuales quienes no esperan más que desgracias del actual gobierno de la isla, anhelan profunda- mente un cambio, y sin embargo, están paralizados por el terror a que «Cuba caiga en las garras del imperialismo norteamericano». Lo mismo podría decir- se de muchos españoles y franceses, de suecos y alemanes, por no hablar, desde luego, de ciertos latinoamericanos ni de la propia izquierda académica norteamericana. Yo debo decir aquí, con toda claridad, que no albergo ese temor. Y no por- que idealice a Estados Unidos ni a la democracia norteamericana, sino porque conozco su complejidad, y sobre todo porque conozco las posibilidades de nuestro país y de nuestra cultura y sé que el futuro depende en primer lugar 6 Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos / introducción Jesús Díaz encuentrode nosotros mismos. Borges, que como es sabido no era un político, escribió en 1972, «América, trabada por la superstición de la democracia, no se resuel- ve a ser un imperio» («El otro», en El libro de arena ). No pretendo discutir hasta dónde la democracia es o no una superstición, me limitaré a expresar mi acuerdo con la tesis de Winston Churchill según la cual la democracia es el peor sistema político posible si exceptuamos a todos los demás, y a consignar que efectiva y felizmente, la fuerza descomunal e imperial de Estados Unidos está en buena medida trabada por ella. Parafraseando la famosa definición de Gertrude Stein, a rose is a rose is a rose , podría decirse que un imperio es un imperio es un imperio. Y siempre será preferible una Alemania trabada por la democracia que un país maneja- do por Hitler, un Japón autolimitado en sus ambiciones que un Imperio del Sol Naciente rendido al control del Emperador y de los militares. A mi juicio esto implica que para un país pequeño y situado en el planeta Tierra es prefe- rible ser vecino de Estados Unidos que de Rusia o de Turquía, como muy bien saben los chechenos, los kurdos y los cientos y cientos de miles de cubanos blancos y negros, que desde el siglo XIX hasta la fecha pudieron trabajar y crear libremente aquí. No quiero decir que la vecindad con Estados Unidos sea el paraíso. Los paraísos no existen sobre la tierra, simplemente. Quiero decir que es inevita- ble para Cuba y que la proporción entre sus ventajas e inconvenientes depen- de en gran medida de lo que nosotros, los cubanos, seamos capaces de hacer. Desde mi punto de vista la Enmienda Platt, impuesta como apéndice a nues- tra Constitución de 1901, que autorizaba a Estados Unidos a intervenir mili- tarmente en Cuba cuando lo estimara necesario, fue un abuso imperial que convirtió a nuestro país en una especie de protectorado con grandes márge- nes de autonomía, y el embargo y la ley Helms-Burton son no sólo un crimen sino también una estupidez. Dixit, no podemos olvidar que el imperio español jamás concedió a Cuba una autonomía de semejante amplitud, ni siquiera después de largas y san- grientas guerras, y que hoy España está aumentando su presencia en la isla a pasos agigantados con la complicidad del castrismo. No hay que asombrarse por ello. Es el comportamiento propio de una economía fuerte frente a una débil. Pero no podemos olvidar, tampoco, que en 1959 la economía cubana era más dinámica que la española, que si hubo una Enmienda Platt fue por- que antes había habido una Enmienda Teller, gestionada por el lobby inde- pendentista cubano y por Horacio Rubens, el abogado amigo de Martí, de acuerdo con la cual Estados Unidos renunciaba explícitamente a toda preten- sión territorial en Cuba. Isla de Pinos fue al fin cubana, la maldita Enmienda Platt tuvo una vigencia de sólo 33 años antes de ser derogada por el gobierno demócrata de Roosevelt, y es un hecho que la ley de Helms-Burton fue impul- sada, promovida y apoyada por cubanos, como lo fue también, por ejemplo, la intervención norteamericana de 1906. Por lo pronto, y al menos, yo puedo expresar aquí mi oposición total a la Helms-Burton, luchar contra ella y sostener que constituye, paradójicamente, 7 Cuba, 170 años de presencia en Estados Unidos / introducción Las responsabilidades de David encuentroNext >