encuentroDELACULTURACUBANA 12/13 primavera/verano de 1999 2.000 ptas. HOMENAJEAJULIOMIRANDA PIERRESCHÖRI Lecciones de la crisis de octubre ELISEODIEGO Poemas inéditos SERGIORAMÍREZ Las fauces de Saturno MONS . CARLOSMANUELDECÉSPEDES La iglesia católica en Cubaintroducción / Jesús Díaz • 3 Homenaje a Julio Miranda cartas de julito Berta y Jorge Goldenberg • 5 desapareció un cubano invisible Demetrio E. Brisset • 11 la pasión de la escritura Carlos Espinosa Domínguez • 17 agua por todas partes Julio Miranda • 21 La mirada del otro lecciones de la crisis de octubre Pierre Schöri • 25 Textual monólogo del culpable Raúl Rivero • 31 el comandante y el general, en la memoria Emilio Lamo de Espinosa • 33 un testimonio de negras y mulatas Enrique Patterson • 35 los excedentes del talento/ Luis Manuel García • 37 arte y autonomía de celia cruz/ Raúl Fernández • 45 la imagen que se evade / Eliseo Altunaga • 51 el renacimiento religioso en cuba Jorge A. Pomar • 56 de la plantación a la nación: un viaje de ida y vuelta / Vicente Echerri • 68 la iglesia católica en cuba: cien años después y a las puertas del tercer milenio Mons. Carlos Manuel de Céspedes • 83 Poemas unos poemas de eliseo diego y un cuento de reinaldo arenas hallados en el estudio del poeta Josefina de Diego • 97 poemas inéditos Eliseo Diego • 99 «rostro de la cocinera» y razón del libro Eliseo Diego • 105 encuentro DELACULTURACUBANA REVISTA Director Jesús Díaz Redacción Manuel Díaz Martínez Luis Manuel García Iván de la Nuez Marifeli Pérez-Stable Rafael Rojas Rafael Zequeira Edita Asociación Encuentro de la Cultura Cubana c/ Luchana 20, 1º Int. A 28010 • Madrid Teléf.: 915 93 89 74 Fax: 915 93 89 36 E-mail: encuentro@nexo.es Coordinadora Margarita López Bonilla Diseño gráfico Carlos Caso Colaboradores Carlos Alberto Aguilera • Eliseo Alberto • Ramón Alejandro • Carlos Alfonzo †• Rafael Almanza • Eliseo Altunaga • Uva de Aragón • Jorge Luis Arcos • Reinaldo Arenas †• Guillermo Avello Calviño • Gastón Baquero †• Carlos Barbáchano • Jesús J. Barquet • Víctor Batista • José Bedia • Antonio Benítez Rojo • Beatriz Bernal • Demetrio E. Brisset • Elizabeth Burgos • Atilio Caballero • Madeline Cámara • Mons. Carlos Manuel de Céspedes • Cino Molina • Marithelma Costa • Radhis Curí Quevedo • Juan Manuel Díaz Burgos • Eliseo Diego †• Josefina de Diego • Vicente Echerri • Reynaldo Escobar • Oscar Espinosa Chepe • María Elena Espinosa • Carlos Espinosa • Tony Évora • Miguel Fernández • Raúl Fernández • Flavio Garciandía • Alberto Garrandés • Florencio Gelabert • Berta Goldenberg • Jorge Goldenberg • Mario Guillot • Emilio Ichikawa • José Iraola • José Kozer • Emilio Lamo de Espinosa • Alberto Lauro • César López • Roberto Madrigal • Eduardo Manet • Pedro Luis Marqués de Armas • Carmelo Mesa-Lago • Julio E. Miranda †• María Montes • Gerardo Mosquera • Consuelo Naranjo • Joaquín Ordoqui • Mario Parajón • Enrique Patterson • Carlos Paz • Marta Mª Pérez Bravo • Waldo Pérez Cino • Jorge A. Pomar • Antonio José Ponte • Maria Poumier • Tania Quintero • Sergio Ramírez • Alberto Recarte • Raúl Rivero • Robier Rodríguez Leyva • Guillermo Rodríguez Rivera • Efraín Rodríguez Santana • Joel Fanz Rosell • Baruj Salinas • Enrico Mario Santí • Pierre Schöri • Fidel Sendagorta • Pío E. Serrano • Rafael Soto Vergés • Osbel Suárez • Armando Valdés • Enrique José Varona • René Vázquez Díaz • Carlos Victoria • Fernando Villaverde • Alan West • Yoss (José Miguel Sánchez) 12/13 primavera/verano de 1999Cuentos de Encuentro los zapatos vacíos Reinaldo Arenas • 109 pan con hormigas Robier Rodríguez Leyva • 110 los delfines Atilio Caballero • 118 registros de un cuerpo a la intemperie Iván de la Nuez • 123 diáspora y literatura / Rafael Rojas • 136 ¡miralá! / Eliseo Alberto • 147 la mano izquierda de san ignacio Rafael Zequeira • 151 lo dulce y lo amargo del habla cubana actual Carlos Paz • 161 pío tain / Mario L. Guillot Carvajal • 175 el individuo ante el embargo René Vázquez Díaz • 179 cuba: diagnóstico de una crisis Oscar Espinosa Chepe • 182 Visión de América las fauces de saturno Sergio Ramírez • 187 más acá de la literatura Miguel Fernández • 199 juegos y juguetes en la memoria ideológica del 98 Enrique José Varona • 201 el siglo perdido en cuba Carmelo Mesa-Lago • 208 florencio gelabert / Gerardo Mosquera • 211 Buena Letra 213 Cartas a Encuentro 261 La Isla en peso 265 Portada, contraportada e interior, Florencio Gelabert Contraportada Barca , 1994 Portada Martillos , 1998 Maquetación Equipo Nagual, S.L. Impresión Navagraf, S.A., Madrid Precio del ejemplar: 1.000 ptas. Ejemplar doble: 2.000 ptas. Precio de suscripción (4 núm.): España: 4.000 ptas. Europa y África: 6.650 ptas. América, Asia y Oceanía: 7.900 ptas. / $ 55.00 No se aceptan domiciliaciones bancarias. Encuentro de la cultura cubanaes una publicación trimestral independiente que no representa ni está vinculada a ningún partido u organización política dentro ni fuera de Cuba. Las ideas vertidas en cada artículo son responsabilidad de los autores. Todos los textos son inéditos, salvo indicación en contrario. No se devolverán los artículos que no hayan sido solicitados. D.L.: M-21412-1996 ISSN: 1136-6389D edicamos el homenaje de este número a Julio Miranda, que murió hace unos meses en Venezuela, la tierra que lo acogió durante años. Quizá algunos de nuestros lectores se pregunten quién fue, y otros si merece un homenaje. Los textos que incluimos en la sección correspon- diente responderán a esas preguntas. Interesa aquí señalar la doble tragedia que implica la existencia misma de las preguntas; por un lado, la de los escri- tores cubanos que mueren lejos de su tierra sin haber sido siquiera publica- dos en ella; por otro, la de los lectores y críticos de la isla a quienes les son escamoteados sus autores. Sólo en una Cuba regida por un estado de dere- cho podremos disfrutar de una biblioteca que merezca ese nombre; en ella, estamos seguros, se encontrará lo mejor de la obra del poeta, narrador y ensayista Julio Miranda. Desde el primer número nos hemos curado en salud de los terribles peli- gros que implica una mirada nacionalista estrecha, sectaria y excluyente; de ahí que tantos escritores no cubanos hayan encontrado cabida en nuestras páginas. En esta entrega presentamos un lúcido ensayo sobre las lecciones contemporáneas de la Crisis de Octubre escrito especialmente para Encuentro por Pierre Schöri, una de las personalidades más destacadas de la socialde- mocracia internacional, Ministro de Cooperación del Reino de Suecia y diri- gente del Partido Socialdemócrata de ese país, quien fuera además amigo e íntimo colaborador del siempre recordado Olof Palme. Siguiendo la línea de complejizar nuestra mirada damos inicio a una nueva sección, «Visión de América». Partimos de la evidencia de que Cuba tiene mucho en común con los restantes países de América y del Caribe y tiene también, por tanto, mucho que aprender de ellos. La transición mexi- cana a una democracia homologable, o el modo chileno de superar un dolo- roso pasado dictatorial, por sólo citar dos ejemplos, son procesos que los cubanos debemos seguir atentamente. «Visión de América» se inicia con una colaboración del novelista y político Sergio Ramírez, ex-vicepresidente de Nicaragua y ex-miembro de la Dirección Nacional del Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización de la que fue expulsado por el «delito» de defender una opción limpiamente democrática para su país. Ramírez ha teni- do la gentileza de entregarnos «Las fauces de Saturno», capítulo del libro inédito de memorias Adiós muchachos, que la editorial Alfaguara publicará este mismo año. Las páginas del texto que adelantamos permiten asistir a un proceso fascinante, terrible y aleccionador, de especial significación ética para los intelectuales y políticos de izquierda de países que, como Cuba, han vivido la experiencia traumática de un proceso revolucionario. 3 introducción / Jesús Díaz encuentro Introducción J ESÚS D ÍAZFusion III.(1996)5 homenaje a julio miranda encuentro No, nosotros no somos infierno (me refiero a lo de Calvino 1 ). Somos cielo, coño, somos hermosos y separados y todo y nos lle- vamos adelante en el corazón los unos a los otros, como antor- chas. El último en morir que pase la luz. (carta de noviem- bre de 1988) No hay ninguna posibilidad de saber si seremos los últi- mos en morir, pero como es atrozmente seguro que Julito ha muerto, intentaremos sostener esa luz mientras nos sea posible. Nos empeñamos en creer que él consideraría pertinente —vale decir paradojal y hasta un tanto bizarro—el hecho de que un par de argentinos (judíos, dicho sea para mayor o menor precisión) escriban desde Buenos Aires para publi- car en una revista de cultura cubana que se edita en Madrid, acerca de un poeta nacido en Cuba y vivido—tal vez diría él—en Cuba, Miami, España, Francia, Bélgica, Portugal, Ita- lia y Venezuela. Pertinente , arriesgamos, porque para Julito la paradoja y la ironía —la auto-ironía, sobre todo—no eran sólo estrategias de supervivencia o de seducción (que tam- bién lo eran), sino condiciones imprescindibles para que alguna verdad pudiera resultar discernible. «(...) Y enciendo otro pucho obligado a ser genial pues no esperas menos de mis cartas y es un compromiso escribir con el codo de Kafka en mis costillas y el viejito Canetti sobándose la nariz encima de la mesa y no, no todo puede ser dicho, ni siquiera pensado, quizás sentido pero no lo sabremos nunca. Homenaje a Julio Miranda Cartas de Julito Berta y Jorge Goldenberg 1 Julio alude al siguiente texto, tomado de Las ciudades futuras, de Italo Calvino: «El infierno no es un riesgo futuro. Estamos en el infierno. Hay dos maneras de encararlo. La primera, muy difundida, es aceptarlo, con- fundirse con él hasta dejar de verlo. La segunda, riesgosa, exige atención y aprendizaje continuo: consiste en buscar y saber reconocer a los hom- bres y las cosas que, en medio del infierno, no son el infierno; hacerlas durar y abrirles espacio».6 homenaje a julio miranda encuentro El domingo pasado entró un colibrí a mi casita, a las seis de la mañana en que ya empiezan ellos a zumbar y libar y volar quietitos en el aire como helicópteros en minia- tura y luego no sabía salir y se escoñetaba contra las ventanas y tuve que levantarme, excelente despertador, y correr tras él y recogerlo en un pañuelo todo(s) tembloroso(s) y abrir el balcón —no tengo balcón, no sé de dónde coño sale este balcón; abrir la puer- taventana de la terraza, eso sí—y echarlo a volar —lo que no se atrevió a hacer durante el primer instante de su recuperada libertad» (septiembre 1982). Nos conocimos en Caracas, hacia junio de 1976, a través de Carmen Victo- ria Fermín yGregorioBonmatí. Nosotros habíamos decidido no volver a la Argentina tras participar de un festival y una gira con el Teatro Payró de Bue- nos Aires. Las razones eran casi obvias: desde abril, la dictadura militar cubría nuestro país con su nauseabunda sombra y nuestros antecedentes nos conver- tían en blanco potencial. (Comentando nuestras respectivas circunstancias locales —decir nacionales sería impropio tratándose de Julio—nos escribiría años después, en noviembre de1988:«...Caramba, yo que pensaba haber encon- trado una frase genial, casi en versitos, para expresar esto (este país se va a la mierda/ y yo con él) leo ahora en la tuya que «este país se va a la mierda», ese otro país también, será que hay muchos países yéndose a la mierda y todos nosotros con ellos, una especie de frenética rumba ochentanovista, menenando las caderas/ eso/ agitando los brazos/ vaya/ este país/ este país/ dale/ se va a la mielda se va/ menéalo/ azúca? Cuál será ya el noidoalamierda país que tengamos cuando nada sea exilio?»). Sería vano todo intento por explicar cómo fue que con Julio, Roseline Pae- linck (por entonces su mujer), Gregorio y Carmen Victoria, llegamos a necesi- tarnos y a querernos tanto. A lo sumo nos atrevemos a conjeturar sobre algu- na condición que teníamos en común: ninguno de nosotros era de Caracas: Gregorio había nacido en España, Roseline en Bélgica y la única venezolana —Carmen Victoria—era oriunda de Margarita y había pasado largo tiempo en España. También es cierto que todos cultivábamos con empeño un saluda- ble estado de alerta ante toda tentación de confundir identidad con naciona- lidad o persona con pasaporte. Durante más de dos años no pasó semana sin —por lo menos—un encuentro, circunstancia en la que contábamos historias, fabulábamos proyec- tos, discutíamos opiniones, evocábamos amores, provocábamos —y padecía- mos—celos, aventurábamos teorías, o, sencillamente, nos dejábamos mecer —y estremecer, tal vez acotaría Julio—por el ron y el whisky. Hacia el segundo año, seguramente empujados por nuestras tan enfáticas cuan erráticas conversaciones, nos constituimos en una suerte de espontáneo taller de investigación sobre un texto teatral: Trotzky en el exilio, de Peter Weiss. Las condiciones fundacionales de la actividad eran tres: a) todos los integran- tes del taller se comprometían a participar en tanto actores en los ejercicios de improvisación; b) en cada jornada de improvisación, el integrante del grupo que fungiría de director debía ser otro; c) la tarea debía considerarse radicalmente carente de toda finalidad práctica, vale decir que quedaba des- cartada toda expectativa de producción o puesta en escena pública (ninguna Berta yJorge Goldenberg 7 homenaje a julio miranda encuentro sombra utilitaria debía contaminar nuestro puro goce por el ejercicio lúdico / intelectual). Descripta desde hoy, aquella experiencia que sostuvimos durante largos meses luce cargada de una buena dosis de ingenuo voluntarismo y hasta de soberbia. Y tal vez no estuviéramos realmente libres de tales pecados. En todo caso, la presencia de Julito entre nosotros garantizó desde el inicio la necesa- ria dosis de humor como para convertir en ridícula toda pretensión por consi- derar excesivamente trascendentes nuestra tarea y nuestras personas. En septiembre de 1978 decidimos iniciar nuestro largo viaje de regreso a la Argentina. Hoy no podríamos dar una explicación demasiado consistente acer- ca de los verdaderos motivos de aquella decisión, aunque es más que probable que en nuestros razonamientos de entonces se filtrara alguna compulsión de orden moral y algún relente fatalista. Lo cierto es que nos fuimos, y lo que no es menos cierto es que desde entonces aquel tiempo con aquellos amigos se nos convirtió, quizás, en el más perdido de todos nuestros perdidos paraísos. «Hay, sí, infinitas posibilidades de liarse, porque todos somos intercambiables. Pero los dioses dispusieron que nuestra finitud tuviera límites espaciotemporales aceptables. Cada uno de nosotros es, al mismo tiempo, único y canjeable. Solemos encontrarnos bajo la especie de únicos. Con la conciencia de la intercambiabilidad» (1980). Luego llegó el tiempo de las cartas, los llamados telefónicos, y los encuen- tros tan breves cuan intensos en Caracas, Madrid, y de un último encuentro con Julio en Buenos Aires. Y ahora, que es el tiempo de sostener la luz, preferimos callar y dejar que las palabras de Julito, a través de fragmentos de sus cartas, nos ayuden en la tarea. «(...) Nada, queridos, se les olvidará con ahínco, a no ser que se apliquen a perdu- rar en nuestra memoria —visitas, cartas, fotos, citas en algún lugar del mundo serían un buen remedio—. Olvido avisado no mata recordado» (octubre, 1978). «(...) Por lo demás, si de vernos se trata, yo no puedo viajar, carente de pasaporte —mis paisanos tardan lo que les sale de los... para renovármelo» (1979). «(...) y Julio, cuerpo y sangre gloriosos aunque destinados a la muerte y no a la resurrección» (1979). «(...) La utopía siempre ha sido un mal consuelo» (febrero, 1980). «(...) y valga igualmente como pretexto para enviar residuos de la poemitis recorta- dos tan mezquinamente para parecerse —o siendo—páginas en miniatura ya que algunos textos requieren toda la página en su juguetona especialidad que de seguro o probablemente —por experiencia hablo—ustedes desaprobarán como ludismo y no nudismo del corazón o de la mente: el poeta entonces prefiriendo que la astucia o el siquiera ingenio sirvan como calzones del corazón o de la mente distribuye en la Cartas de Julito Next >