< Previousal final de cada verso es Fidel. Estamos en presencia del mecanismo de deifi- cación del héroe-gobernante típico de sociedades primitivas y de antiguos regímenes esclavistas como el egipcio o el sumerio. Es ese contexto abyecto, sumiso, lo que explica el tono adoptado por Padilla cuando dialoga con el poder. Es necesario bajarle los humos al héroe, desinflarlo con los mejores recursos de la cultura popular, la chanza, la sorna y el choteo que develan y dicen lo que los otros callan. La gran contradicción de una sociedad cuyo mecanismo de control se basa en un poder brutal, y que por otra parte exige una entrega con un nivel de fe e inocencia semejante al de los primeros cristianos: Es difícil construir un imperio cuando se anhela toda la inocencia del mundo. 6 (Cantan los nuevos césares) y a continuación del verso citado, donde ha mostrado, deconstruyendo, la anti- nómia básica del nuevo orden, el poeta acude a la ironía y la burla, como si adoptara la posición de Fayad y Naborí Pero da gusto construirlo con esta lealtad y esta unidad política con que lo estamos construyendo nosotros. e inmediatamente pasa a ejemplificar las razones de semejante «gusto», «leal- tad» y «unidad política», Hemos abierto casas para los dictadores y para sus ministros, avenidas para llenarlas de fanfarrias en la noche de las celebraciones, establos para las bestias de carga, y promulgamos leyes más espontáneas que verdugos, y ya hasta nos conmueve ese sonido que hace la campanilla de la puerta donde vino a instalarse el prestamista. Todavía lo estamos construyendo. Con todas las de la ley Con su obispo y su puta y por supuesto muchos policías. (Cantan los nuevos césares) 28 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 6 Ibíd., p. 54.Se trata de una libertad que necesitaba «dictadores», «bestias de carga» y «muchos policías». Se trata, le diría a Fayad, de que La vida hay que vivirla en los refugios, debajo de la tierra. y de que Las insignias más bellas que dibujamos en los cuadernos escolares siempre conducen a la muerte. 7 (Estado de sitio) Heberto, va más allá, como si declarara, al estado autor, «usted, como autor, no me merece respeto, pues su verdadera palabra es la pistola. Puede apuntarme con ella, incluso dispararme, pero no le rendiré pleitesía, primero aprenda a escribir, a crear en todos los sentidos, acaso luego pueda respetarlo y me ponga de pie a su paso. Ahora no puedo. Es más, yo, simple mortal y poeta tembloroso, que sólo me valgo de la palabra, me permito darle un con- sejito, aplíqueselo a tiempo.» Protégete de los vacilantes, porque un día sabrán lo que no quieren. Protégete de los balbucientes de Juan-el gago, Pedro-el-mudo, porque descubrirán un día su voz fuerte. Protégete de los tímidos y los apabullados, porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres. 8 (Para escribir en el álbum de un tirano) Es decir, lo que hago ahora con este libro, con este suicidio y acto de libe- ración, lo harán mañana una multitud de Juanes y Marías. En cuanto al público tradicional Fuera del juegoadopta una actitud gnoseo- lógica y terapeútica; primero, porque su poética se orienta metodológicamen- te a la revelación de la verdad y es en relación a esta verdad vivida en la expe- riencia cotidiana de una situación histórica, que su poesía alcanza la belleza. Segundo, porque el lector tradicional se encuentra bajo los efectos de un trauma social y político que le ha hecho perder sus referentes valorativos, sometido a un violento proceso de «evangelización», de modo que necesita una cura a través de la verdad. Se hace necesario mostrarle su condición, la enajenación en la que se encuentra para que al menos pueda pensar crítica- mente. Usando un término husserliano, diría que Padilla hace que el fenómeno 29 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentro 7 Ibíd., p. 52. 8 Ibíd., p. 82.de la enajenación se muestrea la conciencia individual en su verdadera dimen- sión. Así, la ironía y el sarcasmo son los recursos poéticos preferidos con los que el poeta hace que los fenómenos se muestren. Pero, en este caso, porque se trata de los individuos, enajenados y «enfermos», el poeta no recurre a la burla o al reto, sus recursos y tonos característicos cuando se dirije al público abstracto. El poeta le presenta al individuo su situación en tercera persona, A aquel hombre le pidieron su tiempo para que lo juntara al tiempo de la Historia. 9 pero el lector sabe que él es ese hombre de quien habla el poeta. Los dos pri- meros versos del poema En tiempos difíciles contienen toda la situación que el resto del poema ilustra: lo absurdo y cruel de obligar a los individuos, cuyo tiempo es brevísimo, a comportarse se acuerdo a un tiempo histórico, que se mide por siglos y hasta milenios. El tiempo individual, el de «aquel hombre», se mide más por vidas que por años, y tiene que ver con el pestañazo de la exis- tencia en el que se realizan o no sueños y esperanzas, en el que se sufre o se es feliz. Ese tiempo, sagrado, es «el justo tiempo humano », problemático y angus- tioso, pues en él no siempre se realizan los sueños y ansias de felicidad del indi- viuo. Por eso resulta en extremo trágico que al tiempo del individuo, ya por naturaleza incierto, breve y precario, se le «pida» juntarlo «al tiempo de la His- toria». El resultado de tal intento no puede ser otro que una total mutilación, es por eso que el poder le pide todo: «las manos», «los ojos», «los labios», «las piernas», «el pecho», los recuerdos de la infancia, «la lengua.» Y finalmente le rogaron que, por favor, echase a andar, por que en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva. 10 (En tiempos difíciles) Resulta evidente que a esta altura, «aquel hombre» ya se ha convertido en un objeto, alguien que puede ser manipulado y lanzado a voluntad. La imagen del individuo despojado de todos sus dones —lo único que trae al «justo tiempo humano»— y obligado a actuar, como los animales, sin reflexion, asintiendo en coro se convierte en realidad en el «hombre nuevo» con que el poder fabula: Ya el perro, el jardinero, el chofer, la criada están allí aplaudiendo 11 (El discurso del método) 30 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 9 Ibíd., p. 13. 10 Ibíd., p. 13-14. 11 Ibíd., p. 15.El discurso desenajenizante, que apela a rescatar el análisis y la reflexión, recorre todo el libro; pero si hubiera alguna duda, el poema Instrucciones para ingresar en la nueva sociedad bastaría para aclararlo. El tercer lector implícito son los poetas, los miembros del gremio a los que se les ha confiscado la palabra, y que en su mayoría se suman a la farsa para convertirse también en victimarios que Se pasaron la vida diseñando un patíbulo que recobrase —después de cada ejecución— la inocencia perdida. 12 ( Arte y oficio ) Padilla les plantea la degradación moral que conlleva actuar como censo- res y asesores de la policía que se encarga de la «crítica» literaria, y luego tra- tar de aparecer como creadores; no es posible decapitar ¡Un millón de cabezas cada noche! Y al otro día más inocente que un conductor en la estación de trenes, 13 Se trata del eterno problema de la relación entre el intelectual y el poder. En este caso los creadores se han entregado al estado-autor para convertirse en asesores de sus oleadas represivas, por ahora literarias, en instructores que llaman a capítulo (por encargo del poder en tanto que lector implícito) a los poetas descarriados. Padilla asume que el poeta auténtico se debe a un desti- no que cualquier contubernio con el poder podría desnaturalizar. Por ello, a la hora de decidir entre ser complaciente con el poder o fiel a su obra, decide por ésta y le dice a los poetas-censores, sus antiguos «amigos», que se debe a su destino, no a las prebendas o a los consejos Si ando muy lejos debe ser porque el mundo lo decide (...) Que de una vez aprendan que sólo siento amor por el desobediente de los poemas sin ataduras que están entrando en la gran marcha donde camina el que subscribe, como un buen rey, al frente. 14 (Mis amigos no deberían exigirme) (El subrayado es mío) 31 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentro 12 Ibíd., p. 77. 13 Ibíd., p. 77. 14 Ibíd., p. 26. El grueso de los creadores ha caído en la trampa del juego, a costa de la independencia de su voz. Padilla por el contrario defiende su destino de poeta que, para realizarse, necesita escribir «poemas sin ataduras». Tal deci- sión de escribir «fuera del juego» del poder lo convierten en «el desobedien- te», y lo sabe. La poética lo obliga a una ética, es así «porque el mundo lo decide». Hay cierto tono de reproche y de dolor hacia estos poetas que se han «vuelto definitivamente sordos», que han dejado de ser. El discurso poético de Fuera del juegose dirige a su tres públicos implícitos (el abstracto, el tradicional y el especializado) a un mismo tiempo, burlándose y retando al primero, con- cientizando y alertando al segundo y reprochando la complicidad del tercero. Sin embargo, el reto e insulto a un público tan omnipresente y poderoso como el lector abstracto, así como el tratamiento de temas prohibidos en el nuevo canon, convierten al autor en algo peor que un «poeta maldito». Es cierto que el Baudelaire de Las flores del malse permitía insultar al público tra- dicional («hipócrita lector»), pero este público era acaso otro individuo como él que sólo podía castigarlo ignorándolo. Padilla insulta y dice su Verdad al «lector todopoderoso» que no lo ignora, sino que lo lee cuidadosamente para castigarlo sin piedad. A pesar de eso, el poeta, adoptanto la actitud clásica de la cultura griega, donde el poeta era considerado también como vidente, le augura el destino: «un día no se pondrán de pie cuando entres ». Aunque parezca paradójico, en el nuevo orden el escritor adquiere una mayor importancia social o, para ser más exacto, estatal. Por ser de los del gre- mio del héroe-autor, por primera vez el estado les presta una atención espe- cial, no sólo en el sentido de que se convierte en su público inmediato, y en la mediación que le permite al escritor acceder al público en general, sino ade- más, porque el estado-autor pretende que el escritor se convierta en evagelista de la nueva fe, que se ponga totalmente a su servicio. Precisamente, porque ahora, como nunca antes, la palabra está más estre- chamente asociada al poder, nunca como ahora el oficio de escritor o poeta fue tan riesgoso, y ejercerlo fuera del juegocostará caro. El poeta que adopte tal postura se convierte en «maldito» en un sentido físico y no sólo literario como en el siglo diecinueve. Desde esta perspectiva, la valentía del poeta que asume esta postura es ejemplarizante. Es pertinente, en este momento, referirnos a la voz o a las voces que el poeta adopta en Fuera del juego . El libro se escribe al margen del discurso heroico considerado como género. Habíamos señalado que el nuevo canon necesitaba «convertir en heroicos los más nimios actos cotidianos»; y esto el héroe-estado-autortrata de lograrlo mediante la sobredimensión de la voz. No canta sino grita, mientras introduce categorías militares en todas las activida- des comunes y corrientes. Es claro que ello implica un uso ridículo del len- guaje, y que el público se reiría a carcajadas como en una comedia, si el autor no se tomara el caso tan en serio. El discurso es ridículo pero no podemos reírnos porque el sujeto constantemente le está apuntando al público con una pistola. Esta voz grandilocuente trata de ser imitada por los autores subsi- diarios. 32 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentroPadilla no canta desde la super-voz del sujeto-poeta-dios-estado, sino desde una voz tan firme como baja, sardónica, jodedora, conversacional e irreveren- te; una voz consciente de su vulnerabilidad y desamparo como sujeto huma- no, pero que a la vez conoce la eternidad que confiere el uso de la palabra desnuda, armada sólo del valor que confiere el acto de hablar desde la eterna irreductibilidad del individuo. De ese modo, a través de su actitud lírica, el poeta comienza a habitar una heroicidad real, que no surge por la elevación del tono o el uso del lenguaje bélico, sino por el hecho de que está desenmas- carando y burlándose del líder-autor, a pesar de la pistola. El tono desenfada- do y anti-heroico trasmite una heroicidad real, mostrando que ésta, más que un estilo, precisa una sustancia dada en asumir una actitud a sabiendas de que con ella se avanza hacia la propia destrucción. No es extraño que por su acto poético le caerán, para aplastarlo, poderes metafísicos y físicos tales como la Revolución, la iglesia, el estado, Dios, las masas, el partido, la prensa y el gre- mio de los poetas. Resulta interesante el análisis de la vozy el tono de Padilla frente a los com- ponentes del nuevo género. En éste hemos visto una voz que se confunde con la gritería y la amenaza como instrumentos de la heroicidad. Padilla adopta una perspectiva opuesta, la de una voz común y un tono conversacional e ínti- mo, pero, quizás lo más importante, es su vertiente lúdica, de ahí la referencia al «juego» en el título del poemario. El «juego» resulta —y el poeta lo sabe— peligroso; en este juego carente de ingenuidad, suicida, al borde de la navaja, entre un autor falso pero armado y todopoderoso, y otro verdadero pero sin más recurso que la desnudez de la palabra y el valor de ejercerla a cualquier precio, aparece la heroicidad del libro y del autor. Una heroicidad que el mismo autor trata de esconder disfrazándola de «juego». Porque el acto de escribir, cuando es auténtico, compromete a todo el ser, se asume desde una situación límite, con conocimiento de opciones y de causa. Más que destacar la heroicidad del sujeto poético contestatario frente a la impostada voz del líder-autor, se destaca el elemento trágico en su sentido clásico. Desde el momento en que se decide a escribir «fuera del juego» impuesto por el poder, el poeta sabe su destino; Aquiles elije ser mortal a cambio de ser héroe, y con ello plantea la estructura de la tragedia clásica. Sabe que camina hacia la muerte, pero no lo evita pues en ello se juega su destino de héroe. Así mismo Padilla sabe que caerá en desgracia, que su decisión de escribir hará que el poder trate de multiplicarlo por cero, pero elige pues en ello se juega su destino de poeta. La poética, a pesar del disfraz lúdico y anti heroico devie- ne heroica y trágica, como un compromiso ético-estético al que no se puede renunciar bajo ninguna circunstancia Di la verdad. Di al menos tu verdad. Y después Deja que cualquier cosa ocurra: que te rompan la página querida, 33 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentroque te tumben a pedradas la puerta, que la gente se amontone delante de tu cuerpo como si fueras un prodigio o un muerto. 15 (Poética) Los dos poemas anteriormente citados (Poéticay Mis amigos no debieran exigir- me) iluminan la concepción que tenía Padilla del poeta. Por un lado éste es sobe- rano, «rey» de sus palabras, y por ello no las subordina a nadie. La palabra, inclu- so la poética, está para decir la verdad a cualquier costo, el acto poético deviene a la vez liberador, pero por su carácter sacrificial, suicida. El poeta se equipara a la acción de Cristo, éste como el poeta anunciaba el reino de la verdad, y se pro- clamaba «rey» de otro mundo; el poeta no anuncia, pero es el «rey» de su pala- bra, desde la que nos muestra la verdad prohibida y defiende un reino, no del más allá sino aquél donde transcurre «el justo tiempo humano». Así como Cristo se sacrifica por la salvación del hombre, Padilla lo hace para salvar con su ejem- plo y restaurar —aunque sea simbólicamente— la libertad de expresión. Las voces que el poeta registra en el poemario son múltiples y no es la intención del presente ensayo analizarlas en detalle. Sin embargo, es evidente que el poeta habla a veces en nombre propio, otras como individuo partícipe de un sujeto colectivo, otras como observador crítico, otras aún como sujeto que suplica un cambio de destino. Mientras el líder autor trata de imponer una voz absoluta, Heberto le contrapone la suya, y demostrando en qué radi- ca la esencia del auténtico poeta, hace hablar a los otros. De tal modo, el poeta establece con su voz un universo plural, la diversidad de opiniones, el enfoque crítico y el cuestionamiento del poder. Porque el nuevo orden se presenta como religioso, sería interesante com- parar la actitud de los creadores respecto al estado con la de los sujetos res- pecto a Dios; están los que glosan e ilustran los temas evangélicos, los poetas del poder, oficiales; los que escriben sobre la hierba, la nieve nunca vivida o el color de la arena del desierto de Gobi, los escapistas que se comportan como si el poder no existiera, son los ateos; tratan de ignorar la existencia de Dios, dando la impresión de que no existen hogueras, ni libros en el índex. No hay valentía en el escapismo. Al negar la existencia del estado-dios no es necesario tocar los temas que pueden conducir al infierno, y eso explica que algunos escapistas con el tiempo devinieran oficiosos u oficiales. Padilla pertenece a los nihilistas, reconoce el poder absoluto del Dios-estado-autor pero se le enfrenta, el poder podrá aplastarlo pero no callarlo. Padilla realizó en Fuera del juegola deconstrucción del discurso oficial desde todas sus aristas, cuando nadie lo había hecho en la experiencia revolucionaria cubana. Hizo confluir el choteo con el testimonio histórico, confluencia que provoca ese aire incendiario, como quien celebra una bacanal en una iglesia. Si 34 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentro 15 Ibíd., p. 27.la teología oficial exije creer, luchar y escribir por el futuro, el poeta escribe desde la experiencia personal que ha tenido del futuro en la Europa del este. Relata, por ejemplo, cómo los más aclamados artistas de aquel futuro, se mata- ban adquiriendo baratijas de ese mundo occidental que en la prensa oficial apa- recía como condenado a desaparecer. Es más, cuenta con sorna cómo a él mismo los habitantes de la ciudad de Diosle inquirían para comprarle baratijas: (...)me querían comprar mi capita de nylon . (...) En medio de la fría, de la realmente hermosa y fría primavera de Moscú, yo he visto las capitas azules, ocres, pardas. 16 (La sombrilla nuclear) El futuro es un mundo de unilateral destreza, raudo en fabricar los más sofisticados instrumentos de muerte, pero incapaz de producir sencillas capi- tas de nylon que la ciudadanía añoraba para cubrirse durante la primavera. El poeta aúna la tradición humanista occidental, que ante las verdades de fe opta por la duda, la constatación empírica y el sano escepticismo, junto a la tradición popular cubana que usa el choteo para desmistificar y enfrentarse al despotismo. En la deconstrución, el poeta abarca además no sólo la experiencia históri- ca del llamado «socialismo real», sino también sus fuentes (¿teológicas?) teóri- cas; en ello se aúnan dos voces, la del individuo como creador —el poeta— y la de los seres humanos en general a los que se les impide elegir sobre sus vidas al convertirse en conejillos de India de la ingeniería social. Marx se ha convertido en la fuente teórica que justifica tal ingeniería. Más que una refe- rencia para el análisis crítico de la sociedad, Marx ha sido transformado en un mesías —del cual su espíritu romántico era en algo responsable— al que se le adosan apóstoles nacionales encargados de interpretar la profesía e imponer un destino . Los individuos ya no son nada, apenas una parte del (...)proyecto de Marx, el hedor de los cadáveres que se pudrían a la orilla del Neva para que un dirigente acierte o se equivoque, para que me embarque y rete a la posteridad 17 (La sombrilla nuclear) 35 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentro 16 Ibíd., p. 49. 17 Ibíd., p. 46-47.Ese cuerpo teórico trae una contradicción interna, trata de unificar la ciencia con la religión, el análisis y la crítica con la violencia. Surge así esa anfibología presente en la concepción y en sus seguidores, donde la pretendi- da visión científica recurre al uso de la fuerza como forma de convencimien- to, y la violencia se justifica a su vez en nombre de los más grandes ideales. Resulta trágico que los individuos sean sacrificados por semejante cóctel que ya la experiencia histórica y algunos apóstoles nacionales (Nikita, Duchetk) se han encargado de poner en entredicho; el poeta habla en nombre de los indi- viduos, de las víctimas: nosotros, hijos nietos ya de terroristas melancólicos y científicos superticiosos que sabemos que en el día de hoy está el error que alguien habrá de condenar mañana. (La sombrilla nuclear) (Los subrayados son míos.) Las anfibologías del «terrorista melácolico» y del «científico superticioso» apuntan hacia un mismo tipo de individuo, violento por naturaleza; el nuevo orden «poético» no se sostiene sólo en prosopopeyas y metonimias, sino que en la realidad estas se correlacionan con los que «de todos modos, salen luego a morir», o con los que se esfuman «en botes negros, zarpando (a mediano- che) llenos de fugitivos».(Años después) La coherencia interna del poemario con su collage de estampas, noticias, chistes, burlas y reflexiones, no se da sólo a través del estilo y la voz, sino tam- bién por tres temas centrales que se superponen hasta fundirse en uno: Pri- mero el destino del poeta en los regímenes totalitarios. Segundo, la relación del individuo y la historia y, tercero, la concepción de la poesía. En Fuera del juego, Padilla hace valer un elemento esencial, ya esbozado enEl justo tiempo humano, de su concepción del poeta y la poesía, como testigoel primero, y consecuentemente, testimoniola segunda. La poesía, en tanto que testimonio de la época no es sólo el receptáculo estético sino que es una fuente histórica en sí misma. El poeta, en tanto que testifique la (y /o su) verdad, se constitu- ye en fuente histórica y protagonista, quizás más relevante que una prensa amordazada o un héroe-autor impuesto. Padilla conforma así a una estética completamente opuesta a la lezamiana; si la poesía debe encarnar una sustan- cia, esta no puede ser otra que el mundo empírico de la experiencia históri- ca. Existe en y por la historia, no por la teología, con lo que se contrapone tanto a Lezama como al nuevo orden. Lopoético expresa conocimiento y admite el análisis, la economía, la política, la filosofía, toda la experiencia humana, pues se constituye, habla y se refiere a la experiencia del justo tiempo humano . La función de la poesía no estaría en dedicarse a una especie de creacio- nismo huidobriano o su variante lezamiana, el poeta lleva las de perder cuan- do pretende crear lo creado: 36 homenaje a heberto padilla Enrique Patterson encuentroNo pudimos hacerla florecer en el poema y la dejamos en el jardín, que es su lugar natural. 18 (Homenaje a Huidobro) pues Los poetas griegos y romanos apenas escribieron sobre doncellas, lunas y flores. (...) Y ahí estan sus poemas que sobreviven: con guerras, con política, con amor (toda clase de amor) con dioses, por supuesto, también (toda clase de dioses) y con muertes (las muchas y muy variadas formas de la muerte). Nos mostraron su tiempo (su economía, su política) mucho mejor que aquellos con quienes convivían. Tenían capacidad para exponer su mundo. Su poesía era discurso público. Llegaba a conclusiones. 19 (Una época para hablar) (Los subrayados son míos.) El poeta se propone encarnar la poesía en su realidad histórica, convertir- la en instrumento de conocimiento, foro de discusión, reflexión sobre el des- tino humano en determinado tiempo histórico; Fuera del juego resulta de hecho la realización de tal visión. Por el don que le otorga el poder de domi- nar la palabra, el poeta hace valer su experiencia y la de los otros, que el poder pretende tachar en nombre «de los cadáveres que se pudrían a la orilla del Sena». Sin embargo, el testimonio histórico del poeta no tiene el mismo carácter que el de los fríos datos de otras fuentes históricas. En el plano estéti- co, el poeta expresa lo más auténtico de la experiencia humana , y esto hace que el carácter «fechado» del testimonio habite la dimensión de la eternidad, algo que no ocurre con el discurso del héroe autor. De lo contrario no utiliza- ría «la pistola» para retener al público, ni perseguiría celoso al poeta. La figura del poeta adquiere una dimensión liberadora, es quien habla y pone a hablar a los demás cuando la palabra está atada, cuando toda indivi- dualidad y voz alternativa pretende ser tachada, de modo que con su enfren- tamiento arrebata y establece un espacio que había sido cancelado; por ese 37 homenaje a heberto padilla La revolución de Fuera del juego encuentro 18 Ibíd., p. 30. 19 Ibíd., p. 56.Next >