< Previoussin antecedentes directos en la zona oriental —broma de Borges o de Herrera, quienes eran respectivamente un ampuloso profesor de Matemáticas y un farmacéutico tradicional aficionado al ofrecimiento de cañafístulas y a recomendar una hermosa y coloreada pócima llamada «Los siete lamedores»—; el lejano Oriente fue para él siempre insular y provinciano, sitio de permanencia o de regreso y de los viajes apresurados. Los trenes, ómnibus, alguna vez un automóvil prestado y compartido, pero el recuerdo de calesas, coches, quitrines, carretillas y el esbelto padrastro en su caballo dominical y alquilado. ¡Qué de barcos, qué de barcos, qué de negros, qué de negros! La meditación ha de conducirnos al confesionario. Aprende el aprendiz. Como en los órdenes dóricos y jónicos, corintios o inventados por Alejo Carpentier o imaginados por Lezama Lima. A discernir al lírico del épico. Coloquial, conversacional, exteriorista, de la experiencia, antipoeta, absurdo o evasivo. Todo le ha sido atribuido y la cantante canta y en otro sitio el músculo duerme en el silencio de la noche roto por el tango obligado. Ahora se impone el inventario. Los secretos se archivan de manera distinta y la publicación de los pecados y pecadillos aguarda su momento. Los cartularios son valiosos, preciosos y azarosos. Destino. Spare, oh spare . Nadie intente refugiarse en la oscuridad de un cine. Azules, amarillos, verdes, —hasta el propio blanco— son casi siempre 8 homenaje a césar lópez César López encuentrocolores de uniformes represivos. Pero reconocibles. Lo malo es cuando no se sabe y lo peor cuando ya se sabe todo y se teme por más. Exígele al informe verosimilitud y una ética propia distinta a la etiqueta de moda. Aquélla fue la crónica de una catástrofe, su confirmación, pero la petición, la súplica, la exigencia del reconocimiento, de la permanencia de alguien, con discutible fidelidad a la ciudad y en ella. Y la ciudad, ahora, es como un plano De mis humillaciones y fracasos. Nadie puede borrar lo escrito y lo vivido, sólo olvidar, dejar a un lado aquello que no está o no interesa. ¡Ah, pero se levanta!Lo demás no importa. Los comentarios se prodigan, pueden multiplicarse y en definitiva todo poeta escribe de la ciudad de acuerdo a su nostalgia. A su mirada. Anoche estuvo lloviendo en Venecia... Y esta ciudad es otra. Bureaucracy has no loves and is composed mainly of varied minor dislikes. Dejó dicho Ezra Pound y algo sabía a pesar de sus muchas y tristes confusiones. la habana, 1999 9 homenaje a césar lópez Poemas inéditos encuentroAnticipado duelo Para una muerte imaginaria se toman hueras precauciones, la falsedad viene después con sus razones y sus cargas, junto a la lágrima o cebolla una ostensible y vana rosa. Para una muerte novelada, que novedosa se apresura, la escena muestra sus cartones y su temblor es revelado aunque lo envuelva con gemidos en suave y púdica impudicia. Para una muerte presentida algunas cosas hacen falta, ningún modelo es suficiente para inventar lo que no llega, y a la torpeza de las formas la adolescencia sólo basta. Para un bufón, para un payaso, enclenque o mustio, reventando, no valen las lamentaciones, los gritos vencen al silencio, se cubren prestos los espejos, se espantan todos los demonios. la habana, 1982 10 homenaje a césar lópez César López encuentroAlerta por Umberto Peña Cómo puede un pincel ser silencioso si su sonido rasga, si alborota o queda parte de la vida rota, culpable el lienzo cuando yace ocioso. Desvanécese el soplo del acoso la resistencia a la maldad que azota desigual, descalabro en una gota sin fin, hueco vacío doloroso. Vuelve al revés la enmarañada trama, desenreda estirada su extensión, limpia la injuria del denuesto insano. La enemistad a la belleza clama venganza o cuerpo. Más la anunciación revela el reto, vence con su mano. 11 de octubre 1998 11 homenaje a césar lópez Poemas inéditos encuentroBajo la ciudad (1998)LL evo muchos años conversando con César López y hemos sabido construir un espacio de respeto y cordialidad. Ambos hemos intuido y sabido a su debido momento de la turbulencia de los acontecimientos que nos rodean con exaltada terquedad. El poeta, sin embargo, sabe afrontar los derrumbes y sabe recuperarse de las caídas, sin aborrecer el tiempo que ha vivido y vive. Tiempo de quien se sustenta por medio de la imagen escrita o cantada, y tiempo que se construye por lo que está fuera: ciudad, hombres y mares, y que completa el ciclo de toda definición creativa. Tiempo como poe- sía y como escatología: poema que inscribe el tiempo. Esta tenacidad suya nos ha hecho discurrir sobre muchas cosas y despejar algunas incógnitas, hemos hablado de las equivocaciones humanas y de las paradojas de la historia. César López escribe sobre su circunstancia con tenacidad, no para resolver la vida por medio de la palabra, sino para darle sustancia a la transitoriedad, al camino emprendido y desacertado y renacido. Es alguien que sabe reco- menzar, y dota a su agobio de una ironía salvadora. Me atrevo a decir que este poeta vive y vivirá en esta Isla y que lo hace por- que ha podido escribir tres libros sobre su ciudad. Allí se asienta una de las franjas de creación más desafiantes de la poesía cubana contemporánea. Llevamos muchos años conversando de estos temas, a veces le he pregun- tado si la poesía salva, o me he referido a la responsabilidad que tiene el poeta con su medio, y también a la perversidad que ese medio posee para anular lo diferente y lo opuesto. ¿Qué ha de quedar y qué ha de sucumbir? Algunas aproximaciones o disquisiciones o respuestas se esbozan aquí. 13 homenaje a césar lópez encuentro Homenaje a César López Palabra enunciada y palabra callada 1 César López ENTREVISTO por Efraín Rodríguez Santana 1 Atendiendo a razones de espacio esta entrevista ha sido editada por la redacción de Encuentro.efraín rodríguez santana: Parte importante de tu obra insiste en el conoci- miento y desciframiento de la historia a través de la poesía. ¿Crees posible esto? ¿Qué relaciones y gradaciones estableces entre historia y palabra? césar lópez : No sé a ciencia o a poesía ciertas si es posible ese conocimiento y desciframiento, pero, al menos, es una gran tentación, una incitación. Y si se agrega, como en este caso, al concepto de historia al cual tú la contra- pones (o tal vez se trata de un complemento o vehículo), la palabra, entonces tendremos la poesía. Si es imposible, como parece ser, su intento, sí son posibles su proyecto, su constante bregar. Para llegar a la poesía, pasando por palabra e historia, habría que discernir si se trata en primera instancia de la historia, o de las historias en minúsculas que quizá podría, podrían, llegar a rozar la gran historia ; la poesía no admite, creo yo, dife- renciaciones tipográficas en sus letras. Las relaciones y gradaciones pue- den estar ahí, en las diferencias, implícitas y explícitas, desde el comienzo hasta el final de un texto cualquiera. Lo que el poeta persa Omar Khayan, a la vuelta del alma del infinito, decía, del alma claro está: «Yo soy el cielo y también soy el infierno.» De todos modos Sartre lo había dejado dicho —aunque ahora no esté muy de moda citarlo— «el infierno son los otros». Sin embargo, puede ser que el cielo también sean los otros. Y lo que es más aterrador, al menos para mí, «la historia son los otros». ¿Y la poesía? Pero si alguien, hablante, afirma que el infierno —y como vimos el cielo también y hasta la propia historia— son los otros, se está excluyendo él mismo de ese infierno sólo para descubrir, a poco que profundice en el asunto, que cuando no es él quien afirma, sino un hablante distinto, otro, entonces este primer hablante, él, sí forma parte del infierno. De ahí que la afirmación no garantice el integrar o no las huestes infernales e históri- cas. Extraña petición de principio. El infierno, conclusión, son, somos todos. Así el cielo, la historia... y la poesía, ¿por qué no? «Alma, mal oficio tienes», nos advirtió José Martí. e.r.s.: La llamada Generación de los 50 llega a consolidarse en momentos his- tóricos de gran intensidad. Transcurridas varias décadas, ¿cómo observas tú la generación poética a la que perteneces? ¿Qué rechazarías y qué salvarías de la misma? ¿Qué ha aportado a la poesía cubana contemporánea? c.l.: Siempre he sospechado que el término generación, a pesar de tantos intentos —sabios y torpes— que se han hecho para definir y aplicar el con- cepto, es sólo un enunciado útil para entendernos y no embrollarnos demasiado en el estudio de la literatura y de otros quehaceres similares. Cuando el tiempo pasa, y aun a veces sin pasar el tiempo, los límites se borran y se establecen nuevos vínculos que podrían sorprender y tal vez espantar a más de un teórico. Dicho esto y transcurridas varias décadas —y a pesar de que en algunos momentos mi actitud parecía la de un impeni- tente vocero generacional— todo eso de generación del cincuenta o de los cincuenta, de la revolución o de la no revolución, triunfante, primera o segunda promoción, me parece agua pasada, que como se sabe no mueve molino. «As time goes by» y aparece Ingrid Bergman vestida de blanco, tan 14 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentroviejita ya que sólo los nostálgicos la recuerdan, y Humphrey Bogart y Paul Henreid, tan de cinematecas... pero el tiempo ha pasado. La supuesta generación tuvo una actitud desperdigada, como ya se ha dicho inclusive por muchos de sus supuestos miembros, casi nunca éstos coincidieron en espacio y tiempo y el mismo hecho de la Revolución cubana ha causado más disidencias que coincidencias. No obstante, y para tratar de entender- nos, que es tal vez lo más importante, seguiremos refiriéndonos a ese grupo de poetas como la generación, con el apellido que más convenga a cada momento. Pero lo que yo salvaría es la obra individual de cada uno de los que han aportado talento y gracia a la cultura, específicamente a la cultura cubana. ¡Y ya eso es mucho! ¿Aportes? Individuales, muchos. Hubo —de forma intensa, contradictoria y hasta paradójica— múltiples coinci- dencias estéticas y esto dio como resultado una mayor libertad poética, y también algunas exageraciones; como era de esperar, los excesos conduje- ron a veces a callejones sin salida o a vericuetos con salida. Extremismos líricos, antilíricos, conversacionalistas, antipoéticos. Y la prisa en clasifica- ciones festinadas, escalafones excluyentes e incluyentes. Todo en demasía. Y en medio de una situación política, ideológica, extrema, límite, en la cual las condenas conllevaban riesgos no sólo literarios, sino existencia- les... por decirlo de la manera más suave. La prolongación de esa situación ha desbordado los límites de la mera literatura y ha llevado por tiempo demasiado prolongado a la era de la sospecha perpetua, intrageneracional y naturalmente extrageneracional. Pero la poesía está; y a pesar de todo lo dicho y de lo no dicho, que es más, la poesía en Cuba, en la Cuba del espa- cio y del tiempo, de la insularidad trascendida, de la extensión intensa y superadora de fronteras geográficas, se mantiene creciendo, ni mejor ni peor que en otros momentos, pero SÍ en constante ejercicio. haciéndose . e.r.s.: ¿Quisierasmencionar a los poetas que te conmueven de tu generación, si es que eso ocurre? c.l.:Luego de lo dicho no sé cómo responder. Si el concepto de generación es instrumental, a qué seguir con la generación a cuestas. Si es superable, valdría la pena señalar que la poesía puede vencer —y de hecho lo hace— a la muerte y al olvido temporal. Entonces la conmoción pueden provocar- la tanto Zequeira y Rubalcava como Alberto Rodríguez Tosca y Norge Espi- nosa. Entre ellos hay casi dos siglos de poesía. En medio de este arco caben muchos nombres, muchas obras. Pero se me pide una compresión de época y no voy a escurrir el bulto poético a pesar del barullo generacio- nal. Hay un momento en que Rolando Escardó atrae gran parte de la aten- ción de lectores y poetas, pero en esos tiempos los poemas de Luis Marré, el de Los ojos en el fresco,me parecen más conmovedores(aprovecho el térmi- no propuesto por ti con toda mala intención de mi parte), mientras que Severo Sarduy escribía más poesía que prosa y no hay que olvidar que se mantuvo poeta hasta su desgarrado final. A Fayad Jamis lo conocí en París, en la década del cincuenta, me leyó entonces, paseando por aquella ciudad, los textos de Los puentesy me develó el equívoco de cierto título 15 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentro«La cerveza y el viento», casi críptico en español, pero la idea venía del francés —creo recordar que inicialmente el poema estaba escrito o trans- crito en aquel idioma— por la sinonimia de cerveza y ataúd-bière. «De la bière et du vent». Ahora bien, siento que Jamis encontró su voz muy pron- to, aunque en mi opinión está más cerca de una cierta zona de Orígenes que de sus coetáneos. Baragaño es otro lírico extraviado e intenso; luego de un surrealismo inteligente pero tal vez trasnochado nos deja Poesía revo- lución del ser, libro injustamente arrinconado. Fernández Retamar es un poeta en constante actividad y no puedo olvidar poemas como «¿Y Fernán- dez?» y el dedicado a Federico García Lorca, entre otros. Roberto Branly, también fallecido, alcanzó con el sufrimiento textos trémulos como los de «La sequía». Y Pablo Armando Fernández, sin dejar de ser el que es, siem- pre goza de mi preferencia, sobre todo cuando se despoja de su maravillo- so arsenal tropológico y nos ofrece poemas como «Nihil obstat», «El poeta en los días de su padre», «Suite para Maruja» y tantos otros. Heberto Padi- lla es inolvidable, concentrado; en sus dos libros principales, El justo tiempo humano y Fuera de juego, hay alguna que otra obra antológica como «Infan- cia de William Blake» y textos reveladores de una poética más amplia como «Padres e hijos», «En tiempos difíciles» y «Canto de las nodrizas». Los hermanos Oraá, Francisco y Pedro, no son intercambiables, poetas en cuerdas distintas, han de ser recordados. Manuel Díaz Martínez se hace sentir en mi memoria poética con sus grandes textos: «Tango del café Ver- salles», «Mi madre que no es una persona importante», «Como todo hom- bre normal», «Convite de Don Francisco de Quevedo». Guardo el creci- miento paulatino del libro La pata de palode Rafael Alcides que anunciaba una poética de tierno desenfado que se ha ido cumpliendo a plenitud en algunos escritos posteriores. Antón Arrufat es tan capaz de llevar inteligen- cia y remembranza tanto a su poesía como a su prosa, ver «El que viene de la guerra civil española» y cualesquiera de sus cuentos. De Armando Álva- rez Bravo inquietan los poemas del corte de «Boy on a Dolphin» o aquél sobre el cine Gris, en la barriada del Vedado, o «Caballeros nocturnos» con su porte de dandy en el barrio chino. Y me agrada la sabia elegancia y el derroche cultural del tardío Mario Martínez Sobrino. El teatro de José Triana se sostiene fundamentalmente porque se trata de un verdadero poeta que nunca ha abandonado su quehacer lírico desde su primer cua- derno publicado en Madrid en la década de los cincuenta: De la madera del sueño. Y mantengo el mismo criterio respecto a Haber vividode Luis Suardíaz que expresé en el momento de su aparición. Casi me detengo, si no fuera que Raúl Luis nos deja un memorable «Resplandor de la panadería», Domingo Alfonso entiende la vida y los poemas del hombre común y que siempre persiste la duda del lugar generacional —¿generacional?— que ha de ocupar el ocupadísimo Miguel Barnet. Por otra parte, en los años ochenta se publicó una denominada antolo- gía de esa —otra vez el calificativo— supuesta generación y la extensión era tal que se desbordaba, como arroyuelo soberbio, tanto por delante 16 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentrocomo por detrás de las fechas tope. Sin desdeñar a esos poetas del desbor- damiento, algunos verdaderamente interesantes, corramos un velo, tupido o no, sobre dicha obra que si tuvo algún valor más allá de nombres y textos fue el de iniciar el fin de la prohibición de ciertos nombres por razones pseudoideológicas. e.r.s.: En alguno de tus versos te autodenominas cronista de la ciudad. Sobre la cara visible de la ciudad has entrevisto como pocos la otra cara oscura y negadora. ¿Qué prestaciones crees que brinda una poesía como la tuya al entendimiento y conocimiento del ser cubano? c.l.: No recuerdo la autodenominación explícita de cronista de la ciudad. Pero si tú lo dices, así ha de ser, aunque no sé cuáles serían esas entrevistas o imaginadas prestaciones brindadas por una determinada poesía. Enten- dimiento y conocimiento del ser cubano pueden constituir una meta no sólo del ser cubano, sino del ser del cubano. La poesía y la filosofía fundi- das en la búsqueda de un destino. Esto también suena a pretensión desme- surada, pero, qué duda cabe, es un intento de quien se acerca a la poesía con seriedad y desgarramiento. Parodiando a Octavio Paz diría que se trata no sólo de la poesía en movimiento, sino de «lo cubano en movi- miento». Y entender lleva a conocer en su sentido más pleno, casi bíblico, penetrante. Cópula, nupcias como le gustaría afirmar atinadamente a Cin- tio Vitier. «Amada en el amado transformada». e.r.s.: ¿Es verdad que la poesía salva y relaciona de manera particular al hom- bre con su medio? c.l.:Sí, pero a un precio altísimo. Salvar y relacionar al hombre con su medio parece ser un corolario del verso de San Juan de la Cruz anteriormente citado. La transformación. Más allá de la muerte. Un triunfo desgarrado. Martí, aunque utilizó el término «verso», lo dejó dicho desde «alma, mal oficio tienes», y la afirmación es más que rotunda: «Verso o nos condenan juntos o nos salvamos los dos.» e.r.s.: ¿Qué diferencias encuentras entre la ciudad real y la ciudad fabulada por el poeta? ¿Cómo explicarías la sustancia y tránsito de una ciudad fabu- lada por su historia e historiada por su fábula? c.l.:No sabría decir a ciencia cierta, es decir, a poesía cierta —reitero el juego de la certidumbre en la ciencia, en la poesía— si la ciudad real se opone a la ciudad irreal. Pero sí creo, y comulgo con esa creencia, en la existencia de ambas, como en el clásico enumerar las cosas que son y las cosas que no son. Protágoras remata así su pensamiento: «El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son.» Ahora bien, después de ésta tal vez escandalosa decla- ración podríamos observar que una cosa es la ciudad irreal y otra la ciudad fabulada y su primer correlato, en verdad anterior. Una cosa es la ciudad real y otra la ciudad fabulada. Por lo cual tanto la ciudad real como la ciu- dad irreal pueden ser y de hecho lo son fabuladas. Ahora tú colocas una trampa hábil al solicitar la explicación de sustancia y tránsito dando por sentado que estas instancias suceden por la fabulación de la historia y por 17 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentroNext >