< Previousla historización de la fábula. Raro equilibrio. Inquietante desequilibrio. Y vuelta al manubrio de historia y fábula sobre una entidad tal vez bifronte: ciudad real y ciudad irreal. Más que la imagen es la imaginación, actuando cotidianamente, la que actúa y hace surgir la llamada, de manera tan imprecisa, fábula; más que la historización o la historiografía es la vida actuando, cotidianamente, la que actúa y surge la llamada, también de manera imprecisa, historia. e.r.s.: Tu poesía es polémica y desafiante y está furiosamente elaborada. ¿Qué conexiones guarda con tu voluntad, tu soledad, tu escepticismo y tu miedo? c.l.:« Es verdad, pues reprimamos esta fiera condición, esta furia, esta ambi- ción por si alguna vez soñamos.» Cuatro elementos o pilares o abismos o cadalsos. Los elementos, ya se sabe, cuatro, nos pertenecen a todos, nos conforman, informan y deforman. Todo depende del uso que hagamos de ellos o de cómo ellos nos contengan y sostengan o tal vez de cómo nos metan o nos dejen caer en tentación, cualquiera que ésta sea. Los pilares franquean la cama del niño y tiene cuatro ángeles que se la guardan, pero sin olvidar que en casos de inquietudes del conocimiento el destino de estos ángeles inquisitivos y preguntones es caer y convertirse en diablos. Los abismos serían aquellos retóricos gigantes de alma que convocara Mira y López y que tienen, como es de rigor, sus capitales y pecaminosos antece- dentes bíblicos. El miedo, la ira, el amor y el deber. Pero en Calderón de la Barca la conclusión es el sueño. Cuatro instan- cias que se entronizan de una forma esquiva en el cuadrivium propuesto por ti. Y también se duplican. A la condición que con generosidad tú le otorgas de polémica y desafiante a la par que elaborada y furiosa, la haces acompañar de voluntad, soledad, escepticismo y miedo. Las primeras características ha de reconocerlas el crítico, es decir, el lector atento y empeñado en gustar, descifrar, saber, disfrutar si viene al caso. Disfrutar también puede ser sufrir, independientemente del sadoma- soquismo que se le pueda atribuir a semejante propuesta. Las conexiones pueden ser inherentes al texto y al autor de los textos y, por lo tanto, otra vez, también al entorno, a la circunstancia. Me remito a algunas declara- ciones, citas entrañables, tal vez oscuras en su claridad. Signos. Voluntad: con Rilke: «Wir spricht von Siegen. Überstehen ist alles.» Ese salir airosamente implica persistencia, por eso no importa la victoria, ni siquiera en la muerte, ya San Pablo lo proclamaba: «¿Dónde está, oh muer- te, tu aguijón, dónde, oh sepulcro, tu victoria.» La voluntad está dada por el descubrimiento de la acción poética, de la gravitación del pensamiento mantenido. Soledad : Inevitable el sesgo gongorino, pero más adecuada, tal vez, aquí, la tónica de Lope de Vega. «De mis soledades voy y a mis soledades vengo, porque para hablar conmigo me bastan mis pensamientos.» Falso. Mis pensamientos no me bastan, ni tampoco, primera referencia, que a batallas de amor los campos hubieran sido de plumas. La soledad también denota compañía. Soledad de otros. Si el infierno son los otros, todos 18 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentrosomos el infierno. Dependerá del punto de vista. De la inclusión temporal y espacial —Infernal— de quien habla. «El que solo la hace solo la paga.» Pero he aquí que todos estamos solos, aunque, ya se sabe —como también respecto a la tan traída y llevada igualdad— todos estamos solos, pero hay algunos que estamos más solos que otros. La conciencia de la soledad puede ser, también, motor de creación. Escepticismo : «Para todo gemido estoy ya sordo / para toda sonrisa estoy ya muerto.» Casal da una nota extremada que fortalece un escepticis- mo diferente; imagino que, paradójicamente, se trata de un pesimismo engendrador. Es mi caso y sé que puede sonar soberbio. Acepto el desafío, que venía como un lema, para mí, desde Juan Clemente Zenea: «que aque- lla edad con que soñé no asoma; / con mi país de promisión no acierto» y ahora se prolonga como un «diurno doliente», pero activo hasta llegar al miedo. Miedo : con José Martí: «Yo soy honrado y tengo miedo.» Es demasiado grande, pero me place este verso que muchos olvidan y que reafirma la con- dición humana del valiente, el grande en vida, poesía. Patria. Poder armarse «más de valor que de acero» otorga dignidad. Así la busca mi poesía. e.r.s.: ¿Podrías intentar definir los estados límites en tu poesía? ¿Esos estados- límites se sustentan en principios éticos irrevocables? c.l.:Estados límites han de ser algo más, mucho más que situaciones límites. Una condición del ser. Si se logra la poesía, cosa de la que nadie puede estar seguro, ésta alcanzará un estado, como lo tiene la materia; pero ya antes habíamos hablado de poesía en movimiento. El propio movimiento puede cambiar el estado, pero se mantendría límite, que no limitado, en su máxima crispación. Es un non plus ultra de tensión poética, es decir de tensión existencial, Big Ban. O tal vez pequeño golpecito. Pero auténtico. No puede entonces haber traición. Y se asume la noción de misión, por pedantesca que pueda parecer la acepción escogida para esta tarea, oficio o arte insatisfecho que diría Dylan Thomas. e.r.s.: Tú te has confesado: Lo que queda de la ilusión, sin embargo, es ilusión también .¿Podríamos entonces deducir que éste es el remanente que salva la poesía que salva la ciudad que salva al hombre? c.l.: Ese remanente de salvación, como tú lo llamas tal vez con certeza, consti- tuye, sospecho yo, un motor para seguir, es como un momento en el motor del tiempo que se proyecta, que ya había venido proyectándose, en el espacio del poema, en la vida, ámbito. Que salva la poesía, que salva la ciudad, que salva al hombre. Si es posible, si se logra, esta triple salvación, como ves, tú mismo planteas metas altísimas, extremadas, respecto a las cuales nunca se está seguro, reitero, pero que son también el acicate del quehacer. Sin embargo, ocurre que no siempre se tiene plena conciencia de esta responsabilidad adquirida, pero que nadie ha impuesto ni puede imponer. Fatum. De ahí la condena al fracaso más rotundo de todo inten- to, por muy tenue que éste sea, de dirigir u orientar y mucho menos de forzar la poética creativa en normativas que vengan de cualquier fuente 19 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentroproductora de poderes limitantes en sí, no sólo para la poesía, sino tam- bién para la vida. La poesía es libre. Recuerdo unas opiniones de Luis Cer- nuda que, quizá, convengan de cierto modo a lo que ahora discutimos: «A mi parecer el poeta no debe tener compromiso con nada ni con nadie, excepto con aquello a quien sirve que es la poesía. Pero eso no puede excusar, si lo hubiere en él, la falta de contacto con el mundo en que vive y el conocimiento del mismo.» Como ves, la reflexión del poeta sevillano está muy matizada; al no rotundo del primer aserto sucede la llamada al orden humanístico que implica un cierto y diverso compromiso que evita cualquier tipo de irresponsabilidad. Podríamos suscribir lo propuesto por Cernuda si esa excepción que es la poesía sirve, y se hace servir, a través, por medio de la misma poesía. Como buen lugar común aclaro que se está hablando de poesía en su más amplio sentido de poiesis. Entonces, ¿segui- mos hablando de ilusión? Sí, a condición de que la ilusión no viaje en tran- vía. La ilusión viaja en poesía. La ilusión es tambiénpoesía. Y la vida, antes de ser sueño, es una ilusión, para Calderón de la Barca. Pero para llegar a esa conclusión la hace acompañar y definir por cuatro afirmaciones rotun- das: Frenesí, ilusión, sombra, ficción. La vida es sueño. Los sueños sueños son. El sueño de la razón engendra monstruos. ¿Y los sueños de los mons- truos qué engendran? e.r.s.: ¿Para ti está más que probado que uno de los principales trazados de la Isla —destino e identidad— se producen por medio del ejercicio y edificación de la Cultura . ¿Cuánto apuestas por los orígenes y el turbulento devenir de sus ilustres moradores? c.l.:La isla como trazado es en sí misma una suerte de programa y aunque huyamos de cualquier música programática este ejercicio y edificación es lo suficientemente abarcador como para constituir una aspiración, meta inalcanzable en cuanto se va alejando del que la persigue, pero al mismo tiempo ese «trazo empezado» va dejando su impronta, se va haciendo, como el camino de Antonio Machado que se hace al andar y que viene desde siempre, de lo más recóndito o remoto, el tiempo y el espacio que nos han preconformado. Además, tú introduces de rondón, como de con- trabando, un título entrañable, que también puede formar parte del pro- grama cuestionado y asimilado al mismo tiempo . Quiebra de la perfección. No lo perfecto, sino lo perfectible. Pero ya Lezama, aparentemente en otro contexto, había hablado de «la perfección que muere de rodillas». En lo que a mi juicio, entre múltiples lecturas posibles, puede significar un destino catastrófico a cualquier acción que sobrepase, en su propio proyec- to, la posibilidad de lo imposible, de la imaginación misma. No que se renuncie a las utopías, sino que se tenga conciencia de lo que algunos lla- man progresión, trabajo en progreso. Trabajo como cualesquiera de los de Hércules. Progreso en ese único sentido que para lo cubano ha tenido la marcha del oriente al occidente de la isla en cada momento de la historia, es decir, de la cultura que se va definiendo. Lo apostaría todo, si hubiera con quién o contra quién apostar. La isla alcanza la condición de morada. 20 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentroNo hay perfección, pero la vida sigue de otra manera y la plenitud se ensancha. e.r.s.: En uno de sus ensayos sobre T. S. Eliot, Ezra Pound ponía de relieve una de las fórmulas creativas del poeta anglosajón como novedad y aporta- ción. Pound se refería a «la forma de combinar una observación sagaz con un inesperado lugar común, cargado de ironía.» A menudo su poesía ensa- ya esta variante, ¿qué podrías decirnos al respecto? c.l.:Atinada observación de Pound. La ruptura del discurso disuelve la ten- sión extrema del instante poético. Sin embargo, no creo que se trate de una invención del sapientísimo y admirado Eliot. Así, como al desgaire, para ser retórico uso la frasecita, traigo a colación el final del famoso sone- to de Cervantes «Al túmulo del Rey Felipe II en Sevilla» después del dis- curso erguido aparece el valentón con el dichoso estrambote: «Y luego, incontinente, / caló el chapeo, requirió la espada, / miró al soslayo, fuese y no hubo nada.» Estas salidas, rupturas, pueden funcionar, a veces pasan inadvertidas como en un soneto de Gabriel Bocángel y Unzueta —algo más joven que Miguel de Cervantes— que reacciona ante un retrato del propio Felipe II por Martínez Montañés esculpido en barro, con un des- plante más sutil luego de los elogios y, sin embargo, en este poeta menor al desembocar en el irónico final el terceto se nos pierde un tanto a pesar de su maestría estratégica, ¿o será táctica?: «Que el bronce y mármol presu- mieron culto / de los años por sórdida materia, / y para eterno bástase Filipo.» Entre nosotros lo hace Nicolás Guillén («Ana murió de un soneta- zo», en realidad, en privado, cuando el poeta leía ese texto después de «Ana murió de un mal casi romántico», venía el demoledor «Ana murió de un sifilazo» (carcajadas y pregunta: ¿cuál versión es más efectiva?) y tam- bién Virgilio Piñera en Electra Garrigó , luego del tono altisonante —opinión del propio Piñera— aparece la contrapartida desinflante: «Pero mi cariño me hace ver los cuadros más sombríos: ‘Orestes expuesto al viento, Orestes a merced de las olas, Orestes azotado por un ciclón, Orestes picado por los mosquitos’.» Puedo decir que la variante cuando funciona me parece no sólo funcio- nal, lo cual es evidente y redundante, sino también delicioso modo de actuar poéticamente, aunque se puede correr el riesgo de la indigestión como ocurre con el exceso, uso y abuso, de los escritores afectados de la paronomasia aguda y galopante. e.r.s.: ¿Qué significación tienen T. S. Eliot y La tierra baldíapara tu obra poética? Gastón Baquero se refirió a la obra de Eliot en estos términos: «Den- tro de aquellos poemas iniciales, como luego en La tierra baldía , encuéntra- se material para la meditación más detenida y jugosa, pero es obvio que lo perseguido por el poeta no es escribir un tratado lírico de metafísica, sino crear en vivo, por la palabra y por la imagen, una situación-límite de la coincidencia, de la experiencia del hombre sobre la tierra.» c.l.: Eliot en La Tierra baldía, Eliot y los cuartetos, Eliot y Prufock, Eliot y los gatos. Por siempre Eliot. Hasta llegar al asesinato, naturalmente en la 21 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentrocatedral. Eliot también acudió al tema —lugar común del Miércoles de ceniza y Federico García Lorca había hablado de Catedral de cenizas. Tam- bién con las cenizas se mezclan o surgen los diamantes como bien conocen los polacos. Es decir que se trata de una Reunión de familia, Family reunion . Con Gastón Baquero presidiendo. Pero no olvides a Auden; de no ser así, qué diría Padilla. Ni a Wallace Stevens, para no despertar a RodríguezFeo; o a Emily Dickinson, con permiso de Pablo Armando; ni dejemos fuera a Stephan Spender, sin escandalizar a Álvarez Bravo. Los anglosajones están por todas partes. Y en el caso de Eliot no se trata de un modelo para armar, sino más bien de un modelo armado, sobre todo en The waste land , no obstante eso constituye, al menos para mí, y no creo ser en modo algu- no demasiado original, una incitación o propuesta iluminadora. Muchos elementos respecto a los cuales hemos discurrido en esta entrevista podrían atestiguarlo. Por ejemplo, el paralelismo de la ciudad real y la ciudad irreal es, tal vez, una resultante de la investigación de T. S. Eliot en la ciudad irreal, que por otra parte tiene tanto de realidad; y la estructuración del poema ha sido también una suerte de provocación, impulso para la aventura hacia la poesía. Tentación si se quiere, tanto de lo que nos llega de la cerrazón, la compacta estructura de La tierra baldía, esa ciudad de Londres que se contrae para luego expandirse son estamentos de la poesía poste- rior —hurry up please its time hurry up please its time— y, natural- mente, fue imposible dejar pasar semejante venero. «Unreal City, / under the brown fog of a winter dawn, a crowd flowed over London Bridge, so many, / I had not thougt death had undone so many.» Así que en el caso de Eliot ha sido un diálogo perpetuado en el conocimiento, una lucha, en la que desde luego tenía todas las de perder, una linterna para ver mi ciudad, sobre todo después de haber estado en Londres en los años sesenta y con todo Eliot bien, ¿o mal?, leído, ¿quién sabe? Negar la sacudida sería vano, vanagloria, vanidad. e.r.s.: Como prolongación de tu poesía has elaborado un cuerpo ensayístico muy bien dotado. Has descifrado claves creativas, has fijado textos, has esta- blecido relaciones de influencias en muchos de nuestros principales poetas y escritores. ¿Piensas que el ensayo es una forma de activación de la inteligen- cia imprescindible para la creación poética? c.l.: Un estado creativo puede ser mayor o menor, eso tal vez no importe tanto a condición de que mantenga esa carga precisamente de creatividad y me resulta revelador que se vea la integración de esas partes fusionadas. El ensayo o la investigación, la intuición asociativa en marcha es, como sugieres, un intento de descifrar o, quizá, de reordenar lo dado, sabido y resabido. Y de vencer el olvido. Fortalecer la memoria. Todo converge hacia la poesía. Nada me duele más que pasar por alto una obra, un gesto, una figura —grande o pequeña— de nuestra cultura. Sé que es una obse- sión imposible. ¡Ni que yo fuera un enciclopedista supratemporal!, pero confieso que para mí esos deslices o lagunas del discurso constituyen una experiencia de desolación. Y que conste que no estoy arrimando el ascua a 22 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentromi sardina a causa de los olvidos, ignorancias, tachaduras, eliminaciones, a que han sido sometidas tanto mi obra como mi persona. Es que no resisto aquello de la pérdida de la memoria. Y mucho menos, para mí, que eso lleve a la pureza exclamativa. No soporto el vacío. Ni temporal ni espacial. Vuelves a la poesía y a la historia. El ensayo, el acercamiento reaviva en mí acción, cubanía, futuro sido. Mi presente que potencia la continuación en este mundo mal hecho. e.r.s.: Tú viajas con frecuencia por provincias y municipios, a veces visitas sitios muy apartados del país en busca de poesía. Conoces a escritores y poe- tas muy jóvenes. ¿Qué experimentas cuando descubres una nueva sensibili- dad, cuando despunta una voz poética? ¿A ti te gusta enseñar? ¿Dices todo lo que crees y piensas de un texto literario inédito? ¿Cómo concibes la rela- ción entre los escritores más experimentados y los menos? c.l.:Al aceptar la frecuencia de estos viajes por el país admito gozo y placer en los mismos y no precisamente por exceso de comodidad en desplaza- mientos, alojamientos y acompañamientos. Pero aparte de lo reivindicativo de volver a esos lugares, a veces «extraños pueblos» en los que insistiera Eliseo Diego, es la posibilidad de realizar lo que me fue negado por más de diez o casi quince años. No olvides que ni siquiera podía tener contacto con esa poesía en nacimiento, esa literatura que brota, rodeada de música, pintura, escultura, nuevas formas, gestos, opiniones, maneras de ver la vida. Crítica distinta. Experimento, pasión y razón. Algunas veces hasta las lágrimas. Si me gusta enseñar me place más aprender. Todo mezclado y si se quiere recurro al lugar común, pero muy ampliado. No quisiera quedar- me con los zapatos del zapatero, esos viajes son tan gratificantes como estar en Madrid, París, Florencia o Nueva Delhi. No olvides que en el libro Quiebra de la perfección hay un poema que consiste, cosa por otra parte nada original y así se hace constar en la dedicatoria de ese texto, en la simple enumeración de nombres de ciudades y pueblos de Cuba. Por cierto que un crítico cubano descubrió y se preguntó por qué la reiteración del nom- bre de un poblado: Esperanza. Claro que fue inconsciente esa duplicación. ¿Acto fallido? ¿Acto acertado? Quiero pensar que fue y es una de las claves para subrayar, no explicar, aquello del pesimismo que engendra. Vallejo habló de la esperanza. Creer y pensar pueden tener su oportunidad y eso no tiene nada que ver con el oportunismo ni mucho menos con el vino de Oporto. Es verdad que el texto inédito provoca muchas reacciones y que constituye también un riesgo. Sobre todo en los más jóvenes. Cuando se percibe la sensación, certeza dubitativa, de estar ante algo naciente, hay que tener conciencia de una nueva responsabilidad, ni cobardía ni valen- tía, sino todo lo contrario. Por eso la palabra ha de ser bien medida, la dis- creción obliga. Y se pretende resolver cierto dilema. ¿Se puede ser justo y bueno a la vez? Cuando se trata de un principiante esos momentos en pre- sencia de un texto mostrado con humildad o con soberbia pueden consti- tuir experiencia de horror o desgarramiento ante la alternativa que se le puede dar a quien solicita, con la intención que sea, el juicio, apoyo o 23 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentrorechazo de alguien tal vez con algo más de experiencia. La relación entre escritores más experimentados y menos experimentados exige tacto, deli- cadeza y respeto. Siempre que se sepa que son verdaderos escritores. Fe en el hombre y en su gestión. Pero, otra vez San Pablo: «La fe que no duda es fe muerta.» Pero, ¡cuidado!, ninguna agresión es conveniente ni siquiera en forma coyuntural y además por aquello de Apud patrem... o sea, «en la casa de mi padre muchas moradas hay». En cubano: «Hay dulces para todos y sobran dulces.» No caiga el supuesto maestro en la tentación de querer borrar a los que vienen. ¿No es mejor darles la bendición? Como hacía Gastón Baquero. e.r.s.: ¿Sabes cuáles son y dónde pueden estar las claves de la poesía cubana? ¿Te atreverías a definir tu patria sonora y quiénes te acompañan en tu decir? c.l.:No lo sé. Y tampoco sé si lo quiero saber. Aunque al plantearse el querer saberlo me estoy planteando no querer saberlo y surge el temor, miedo, de la conveniencia o no de ese conocimiento. Los poetas espontáneos no sufren tanto, «digo es un decir», pero también cabe en la actualidad pre- guntarse si existen los poetas espontáneos, si eso que se llamaría esponta- neidad poética es en verdad poesía. Los decimistas repentistas me llegan a fascinar, pero a la vez me obligan a interrogarme sobre lo que hacen y si eso que hacen es en verdad la poesía. Y observa que has usado la palabra «claves», palabra clave en cierta musicalidad cubana. Ritmo. Sentido. Con- ciencia del espacio. La poesía cubana es y está, pero su lugar se mueve y su expresión cambia. Pero imagino que quieres indagar su esencia. No quie- ro, no me gusta, pontificar, ni hacia el pasado y mucho menos hacia el futuro. Pero el tema fundamental de la poesía pudiera ser el tiempo. Inde- pendientemente de los varios asuntos que trate o en los que participe. Si hay poesía cubana ella no escaparía de ese gran tema y el tiempo se impregnaría de cubanidad. Un tiempo cubano en modo alguno enemista- do con el tiempo de los otros y con el tiempo mayor, si se quiere, el tiempo de todos. Pero Cuba sí existe y los cubanos también, dondequiera que sean, dondequiera que estén. Eso ya es esencial. Con sus formas, modos, maneras, usos y costumbres. A veces muy evidentes, otras secretos. Lo auténtico sería no limitar la extensión ni la profundidad ni tampoco la superficialidad de estos fenómenos o de estos niveles de expresión. No me atrevería a definir esa patria sonora, aunque sí me gustaría arriesgarme en la aventura de tratar de aprehenderla. Y declarar su acompañamiento. Como un crisol de fundación perpetua. Sospecho que hemos eludido un dato, o más que un dato, que sí conforma lo cubano y, por lo tanto, ha de estar, está, en la poesía. Hablo del mestizaje. De ahí la imagen del crisol. Y no sólo la fusión étnica compartida y a la vez diferenciada con el resto del mundo americano, sino también de un cierto eclecticismo en los diferen- tes campos del saber, del conocimiento. La consecuencia podría ser una actuación distinta. Hay múltiples ejemplos. De las comparaciones y deslin- des de los primeros textos como Espejo de paciencia , Oda a la piña y Silva cubana, o el conceptual humanismo de «Un amigo reconciliado», hasta los 24 homenaje a césar lópez Efraín Rodríguez Santana / César López encuentroexperimentos más abarcadores, seguros u oscilantes de la experimentación más actual. Lo mestizo nos hace y nos sostiene, pero es necesaria la acepta- ción plena de esa condición. Cosa que todavía no se logra a pesar de los esfuerzos de muchos. En ese sentido, que es el sentido , actuamos a trope- zones vergonzantes, como podemos observar todavía, no sólo en muchos autores grandes, sino también en las lecturas que se hacen de esos grandes, lecturas en las que, muchas veces, se soslaya el mestizaje o se tergiversa por exceso o por defecto. Patria sonora y acompañamiento en el decir. e.r.s.: En la madrugada a veces te sientas en el portal de tu casa frente al male- cón habanero. ¿Qué preguntas le haces al mar? ¿Qué respuestas recibes? c.l.: En Santiago de Cuba siempre contemplaba el mar, aunque mi casa esta- ba más lejos del puerto, desde mi habitación, por una ventana divisaba constantemente mi pedacito de mar, íntimo si se quiere, lento y recogido en el interior de la bahía. Aquí es distinto, en el malecón habanero pue- den batir las olas, sentirse fuerte la marejada, percibir la amenaza de su revoltura, y los barcos que pasan en la alta noche como suspiraba René López reproduciendo a Shelley. Aunque vale la pena anotar que Nicolás Guillén se irritaba con estos versos de los barcos que pasan «en la alta noche por la azul epidermis de los mares» y llegaba a la conclusión de que el ilustre, ¡cómo se inventa y se anhela con el apellido!, antepasado nunca había visto ni el mar, ni la alta noche y mucho menos los barcos pasar. Pero yo te digo que sí, que en la alta noche los mares pueden ser azules y que hay barcos que pasan. Es «la mer, la mer toujours recomencée» del distante y nada remoto Paul Valery, quien me brinda la respuesta, tal vez críptica y por lo tanto clara y transparente que tú me pides: «Quelle récompense apres une pensée como une large regard des dieux.» Y se me podría rebatir: ¡después de tanta disquisición se sale usted con dioses, dio- ses a esta hora de la noche! Sí, porque la noche es oscura y la casa está ya fatigada. Queda el contemplar y permanecer en la espera. Ahí están conte- nidas preguntas y respuestas. e.r.s.: ¿Cuán pesado es recordar más de la cuenta? c.l.:Más pesado sería no recordar y más pesado aún si fuera recordar menos de la cuenta. «No me arrepiento de mi gran fracaso.» El recuerdo me ayuda y esa broma juguetona de tener una mala memoria. Tengo una mala memoria, a mí nada se me olvida. Y a muchos otros tampoco. 25 homenaje a césar lópez Palabra enunciada y palabra callada encuentroN o puedo decir que no ha pasado el tiempo. Ha pasado, pues, el tiempo; pero ha pasado en vano para César López y para mí mismo. Por lo tanto no ha pasado el tiempo para ninguno de los dos y nos hallamos en el pasillo de azulejos verdes de la primera planta de la facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complu- tense de Madrid esperando que llegue, puntualísimamen- te, el doctor Sánchez Cantón, con sus diapositivas que contienen, en el aula a oscuras, todo el Museo del Prado. No se puede decir que César López y yo estemos solos, hay unos ciento cincuenta estudiantes más de ambos sexos que aún no conocemos. Éste es el presente histórico que todavía resplandece en su redonda integridad en el vano del tiempo indicativo. Yo sé que los jóvenes lectores de hoy en día que leen estas líneas, alzan ahora sus gafas bifo- cales, se ajustan sus lentillas y dicen entre sí: Dios, qué sosos son, qué sosos eran, tuvo que ser todo muy soso entonces si fue tal como lo cuenta ahora. Las jóvenes bes- tias siempre se equivocan. Recuerdo que me acerqué a César López para verle de cerca y para hablarle, porque me pareció exótico. Era muy exótico en Madrid aquel chico cubano de alto pelo negro, sotabarba negra, negros ojos de aceite y piel aceitunada. En aquel seco y brillante octubre madrileño, mi primer octubre universitario, César López era la viva imagen del inmenso mundo exterior, infaliblemente verdadero, per- fecto e inabarcable de un vistazo. También César López era inabarcable de un vistazo. Todo lo aceitunado y lo amable y lo variable y lo oceánico, todas las lenguas vivas que sabía y la medicina que acababa y la literatura que llevaba dentro se hallaban ahí a un paso, ante mis admirados ojos. En España en aquel tiempo los acentos de América resultaban mucho más inauditos que ahora, incluso para mí que aca- baba de leer los dos ensayos de José María Valverde sobre César Vallejo y que recitaba sus versos con acento santande- rino. El acento de César López entonces daba a su voz, casi tan afónica y tenue como ahora, la vibración de lo nunca 26 homenaje a césar lópez encuentro El primer César López Álvaro Pombooído, lo más profundamente nuevo de aquella mañana de octubre. La nove- dad de aquellos largos versos suyos de los libros aún no publicados, Manos de un caminante , Silencio en voz de muerte , Segundo libro de la ciudad . Recuerdo la primera tarde en la estrecha habitación del piso de Señores de Luzón. Y recuerdo que César me leyó, en inglés primero y después en cas- tellano un poema de T. S. Eliot, titulado «Aunt Helen». Este poema forma parte de Prufrock. Es toda una sensibilidad poética, pero también narrativa. Es la misma ironía y la misma compasión que, al cabo de los años, reaparece en Quiebra de la perfeccióno en Tercer libro de la ciudad. Con César López aprendí aquella tarde a sopesar las influencias de unos textos en otros, de unos poetas en otros. Y así ahora, esta mañana de jueves Santo de abril del año dos mil releo el poema que empieza: si despertara podría sin duda contemplar muchas cosas, / objetos ignorados, tenue delicadeza en los colores. Y me parece que descubro al Eliot caribeño que siempre veía yo asomar en el César López de mi primer año universitario en Madrid. Tiene razón César López en este friolento mediodía de abril del año dos mil, el nuevo milenio sesentón de los dos: tiene toda la razón al decir: el tama- ño verdadero del jardín no tiene importancia alguna, / ni el empalagoso aroma de los jazmines nocturnos y el rojo / de las flores de pascua que aparecen desde el inicio / de la supuesta temporada invernal . Tiene razón porque el verdadero tamaño del jar- dín se construye en la irrealidad. Y esto no quiere decir que carezca de pode- río real la visión del poeta. Quiere decir sólo que su poderío es constituyente, un resultado más bien que un dato de la naturaleza cuando el poeta invoca, los bancos de maderas oscuras, los balances azules y el agua que esparciéndose reconfor- taba hojitas aromáticas, claveles y rosalesimprime al mundo un acento inabarca- ble que es el acento de aquel César López de hace casi medio siglo que yo era incapaz de abarcar de un vistazo. Sigo siendo incapaz de abarcar o de contar a César López de un vistazo: lo que puedo hacer ahora, lo que hago ahora es recorrer una vez más sus versos y entonces comprendo que gracias a la bien timbrada voz cubana del poeta: es necesario reabrir las dulcerías, las casas de cita, / organizar de nuevo procesiones, rifas, rogativas y despojos. / La misa de difuntos, las campanas y el mambo/ los mercados repletos de frutas y mariscos. Porque tuyo, oh poeta, oh César López, es el reino, tuyo es el poder y la gloria, las tarjeticas, ponencias e identificaciones. Sin ti no es nada la ciudad, ni nosotros tampoco. Tuyo, oh gran César López, es este múltiple mundo humano que nos abando- na y nos regocija y que por fin nos acogerá en su seno. El resto —como tú dices— te será dado por añadidura. 27 homenaje a césar lópez El primer César López encuentroNext >