< PreviousN adie ha sido tan radical con lo cubano como Lorenzo García Vega. No sólo porque ha subvertido la manera tradicional de leer/entender a Orígenes (ras- pándole el blanconegro de las instituciones y haciéndolo más interesante que lo que todas las FinaCintio han podi- do mostrar), sino porque ha arremetido contra el escritor y su falsedad (esa manera que tiene el escritor de producir criterio), y contra los mitos totalitarios de tradición y la idiotez del exilio. Para esto, no solo ha construido libros patho lógicamen- te bien escritos: verdaderas mezclas de risita y neurosis; ha puesto a girar toda su literatura alrededor del concepto «ilusión»: lo político que siempre resemantiza a este con- cepto, y ha develado las maneras en que un determinado grupo o país se caricaturizan como propuesta. Y es que si observamos bien veremos que Lorenzo García Vega pertenece a un tipo de escritor que apenas abunda en la isla: el del escritor en conflicto con su lugar o tiempo —una especie de Walser dándose cabezazos contra un árbol—, el del escritor que sólo puede devenir problema. No solo Lezama o el canon cubensis o la literatura en sí misma se le aparecen a Lorenzo como problemas: proce- sos complejos que siempre pueden ser abordados desde varios lados; también su relación con el contexto (cínica, y traspasada por líneas conflictivas de poder); también su relación con diferentes culturas. ¿Acaso los apuntes que hace en Rostros del reverso 1 de su vida en Madrid/New York no son sintomáticos de los choques-de-fuerza que se dan entre él y una determinada zona de comportamiento? ¿Y los apuntes sobre Playa 28 encuentro homenaje a lorenzo garcía vega Carlos A. Aguilera El último de los origenistas 1 Lorenzo García Vega. Rostros del reverso.Monte Ávila Editores, Caracas, 1977.Albina (Miami): lugar «poblado por gentes sin identidad, donde acabamos por borrarnos», no revelan ante todo una pregunta por la cultura? Si el delirio de lo cubano y del «mesianismo» de lo cubano puede rastrear- se en nuestros archiveros desde hace más de un siglo, la literatura de García Vega puede considerarse casi como un antídoto. No porque la niegue: nega- ción-afirmación a veces significan nada, sino porque proyecta lo ridícula que resulta en un país venido a menos, donde todo es la caricatura de unantiguo esplendor,y la grosería, la máscara, la mentirita, el tapujo son de alguna mane- ra las constantes sociales más típicas. ¿Hay que recordar que Fernando Ortiz decía que «el relajo» era nuestro mal supremo: eso-que-nos-corroe 2 , y Ortega (el periodista, no el filósofo) que todo el nacionalismo cubano nacía de «los sueños» de Martí, es decir: del delirio 3 ? En un libro como Los años de Orígenes 4 Lorenzo explica esto mismo a partir de una serie de conceptos: lo tenso, lo frío, el reverso..., que le sirven además de para representar la mediocridad literaria y vivencial de la isla, siempre tan a tono con esa posición marginal a que han estado sometidos los flujos de creación en el país, para resemantizar junto a palabras como rebumbio, mata- lotaje, huyuyo..., lo que siguiendo a Richard Rorty podríamos denominar su «léxico último» 5 . Léxico desde el que construye una serie de artefactos irónicosutiles que lo ayudarán a comprender ese extraño proceso de obsesiones que es su literatu- ra (agujereada también por una gran dosis de caos), y a modelar una escritu- ra en tensióncon lo que ya el mismo Lezama nombraba La Generación de la Revista Orígenes; generación o grupo que sin dudas podría definirse por cier- tas posiciones idílicas: la pobreza irradiante, la teleología insular, la utopía de la nación..., y por una mala lectura de los concepticos poesía e historia, donde la primera a partir de un extraño rodeo debía reencarnar en la segunda o mapear un territorio donde ética y misterio se complementasen. Lo que no significa que Lorenzo pueda ser sacado de posiciones que lo emparentan con su generación: que lo hacen salir y entrar a la vez en ella; tampoco que no logre libros en total forcejeo con una ideología pastoral y románticoliteraria. Su escritura: desarticulada, esquiza, marionetesca..., está mucho más cerca de ciertas posiciones de vanguardia, una vanguardia en conflicto con su 29 El último de los origenistas encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 2 Fernando Ortiz. Por la integración cubana de blancos y negros. En: Salvador Bueno. Los mejores ensa- yistas cubanos.Editora Popular de Cuba y del Caribe, s/f., pág. 37. 3 Luis Ortega, citado en Lorenzo García Vega. Ibid, pág. 121. 4 Lorenzo García Vega. Los años de Orígenes.Monte Ávila Editores, Caracas, 1978. 5 Richard Rorty. Contingencia, ironía y solidaridad.Editorial Paidós, Barcelona, 1996, pág. 91. Dice Rorty: «Es “último” en el sentido de que si se proyecta una duda acerca de la importancia de esas palabras, el usuario de éstas no dispone de recursos argumentativos que no sean circulares. Esas palabras representan el punto más alejado al que podemos ir con el lenguaje: más allá de ellas está sólo la esteril pasividad o el expediente de la fuerza».mismo rapportde vanguardia, que de una manera lineal de acercarse a la escritura. Libros como Collages de un notario 6 o Vilis 7 muestran más la diferencia: ese torcimiento que se acopla a la diferencia, que la inscripción fácil de quien se dedica a cumplir con un mercado; muestran más lo obsesivo, el pastiche, la confusión de géneros que cualquier idea patética de orden y sacralidad. Cosa que no pone en duda todo un diálogo entre escritor y tradición, es decir: entre ciertas estrategias de guerra y prácticas archilegitimadas por el canon, o entre la literatura y la manipulación política que todos realizamos de ésta. Quizá uno de sus libros más polémicos sea precisamente Los años de Oríge- nes (libro que le ha buscado una buena cantidad de enemigos), no solo por el desmontaje que realiza de la ideología del mencionado grupo, sino por la incesante pathoburla a que los somete, y por la crítica lúcida que realiza de la República, el ethosinsular, el totalitarismo, la nadahistoria... Sus libros, y especialmente Los años de Orígenespodrían definirse como una reflexión sobre la nadahistoria 8 , sobre el complejito de castración del cubano. Marioneta que necesita constantemente tapar los huecos (a la mane- ra de un gato con gran sentido de intimidad) e inventar una tradición que haya atravesado varios estamentos y simule desde su ausencia, sus miserias, su incultura lo que en otro contexto podría llamarse una idea compleja de nación. Cosa que explica que el cubano viva sublimando un pasado —lleno de quintas y cubiertos de plata y negritos echafresco— o estatalizando una arcadia. Arcadia que ha sido observada por Lorenzo desde el folletín, ese cursi y rocambolesco folletín, y desde las maquinaciones que convierten a sus libros en un archivo genéricamente inclasificable: con parodias de Gertrude Stein/reescrituras del Nuevo Periodismo, y con una tensión lúdica tan cacha- rrera que no admite modelos simples de rotulaje: memorias, diarios, novelas, etc. Juego éste que hace que no caigamos en la tentación del género (siempre fácil y demasiado «moderno») y pensemos algunos de sus libros solo como escritura: churumbelaen constante estado de ebullición. ¿De alguna manera Los años de Orígenesno podría ser pensado como esa novela-del-exilio sobre la que se reflexiona juguetonamente en el mismo libro; y Variaciones a como veredicto para sol de otras dudas 9 como un pliegue donde la memoria y lo literario tartamudean las mismas preguntas que articu- larían en otro espacio? 30 Carlos A. Aguilera encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 6 Lorenzo García Vega. Collages de un notario. Ediciones La Torre de Papel, Florida, 1993. 7 Lorenzo García Vega. Vilis. Editions Deleatur, Angers, 1998. 8 Término inventado y utilizado por Virgilio Piñera para «conceptualizar» el ambiente político- cultural cubano. 9 Lorenzo García Vega. Variaciones a como veredicto para sol de otras dudas.Ediciones La Torre de Papel, Florida, 1993.Su poesía, apenas aquí leída y merecedora ella misma de un texto aparte, puede hacer mucho más evidente cualquier reflexión sobre la escritura en el imaginario de Lorenzo García Vega. Ante todo porque comenzó muy cercana al cubismo y a una determinada superposición de planos —ver Cintio Vitier: Cincuenta años de poesía cubana—. Ante todo, porque la que ha realizado desde los años setenta hasta el momento se ha vuelto tan chirriante y juguetona 10 que parece más una mezcla de Joseph Cornell con Morton Feldman que poe- mas propiamente dichos. A este respecto pienso que uno de sus poemarios más importantes es Variaciones a como veredicto para sol de otras dudas . Un libro-papiro- zuihitsu 11 que va progresando en la misma medida que mezcla la obsesión por la infancia con el delirio, y forma un texto que se pregunta constantemente por su escri- tura, la memoria, lo político, la enfermedad... Y es que de alguna manera todo el imaginario de García Vega se enrosca alrededor de lo político y la enfermedad. No solo porque hace chistes constan- temente sobre la neurosis y el psiquiatra (habría que preguntarle al Dr. Rédin- ger hasta que punto es cierto todo esto), sino porque su mundo guiñolesco y de zen cantado hace que vea las cosas tan traspasadas por su real: ese real irreal de lo real, que solo puede escribir desde una suerte de carcajada y dolor. Dice: «El literato debería comenzar reconociendo su falsedad. Una vez hecho esto, quizá las cosas fueran mejores. Pero si el literato se presenta diciendo que él es un hombre de gran espíritu, la cosa termina como siem- pre: convirtiéndose él mismo en un agente de relaciones públicas.» 12 . Quizá lo que una a escritores como García Vega y Virgilio Piñera sea precisa- mente esa manera reactiva de entender la vida, su ojo negativo. Virgilio porque, como declara en su autobiografía, por su triple condición de escritor, pobre y homosexual tuvo que relacionarse desde muy temprano con la mierda...; Lorenzo, por haber desarrollado con los años una visión agónico desencantada que lo ha hecho leer y entender el mundo, si no siempre desde su reverso — como él afirma—, por lo menos con la suficiente vigilia para descubrir lo chiqui- ticoque se esconde detrás de todo. De ahí que sus libros estén llenos de referen- cias irónicas al escritor, la literatura y a todo esfuerzo de compromiso intelectual a la manera que se entendió esto en los años sesenta, y su posición sea, cuando no de franca burla, por lo menos de escepticismo y lucidez. Mirada que castraron la mayoría de los origenistas en sí mismos con sus tapujitos y sus ceremonias: vacías como casi todo en la isla, y con el bisoñé de 31 El último de los origenistas encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 10 Verbigracia: sus Cajitas . Incluídas en Poemas para penútima vez 1948-1989 . Ediciones Saeta, Colec- ción Escandalar, Miami, 1991. 11 «Zuihitsu, género literario de Vilis, es “colección de fragmentos, anécdotas, anotaciones, obser- vación de cosas curiosas, descripción de sentimientos y cosas por el estilo, todo ello sólo, por casualidad con relación entre sí”». En Vilis, ibid., pág. 31. 12 Nedda G. de Anhalt. Entrevista a Lorenzo García Vega. Anverso y reverso de un poeta a los 70 años. La Gaceta del Fondo de Cultura Económica, México, octubre, 1996, págs. 42-44.todo un mundo de trascendencias que lo único que ha hecho es ponerlos en ridículo ante el intento de una lectura no teológica y crítica 13 . Si para terminar hubiera que colocar a Lorenzo en una dimensión de cier- ta justicia, con la risita que posee en sí mismo todo simulacro de justicia, podríamos decir que nadie ha indagado sobre la nación, el nacionalismo y lo cubano de manera tan obsesiva como él lo ha hecho: realizando libros contra- ídos, políticos, extraños, con una manera muy interesante de acercarse a la amistad; a la vez, nadie ha luchado tanto por escapar de la claustrofobia de esos conceptos. Y quizá por esto deberíamos estarle agradecidos: ha mostrado una Cuba idiota, cacharrera, reaccionaria: con saloncitos pequeños y filósofos de cartón, una Cuba-bomba tan (pero tan) pseudocarnavalesca que lo único que tiene sentido es, después de haberla «observado», hacerla explotar. 32 Carlos A. Aguilera encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 13 «Un joven puertorriqueño que está haciendo una tesis sobre Orígenesvino a verme para conver- sar sobre la revista. Me obligué a hablar como un origenista , dije lo que podía esperarse. Ahora recuerdo esa conversación, y pienso en eso de la fama como una suma de malentendidos. Sí, la famita de una revista también es una suma de malentendidos, y lo peor es que nos quieren colocar, a los que quedamos como testigos, en la posición idiota de quien narra un hecho sin historia, un hecho muerto.» Rostros del reverso. Ibid, pág 180-181.C uando leemos ese primer libro del más joven de los origenistas, publicado en 1948, nos viene siempre a la memoria la palabra vanguardismo. Cuando Lezama lo comentó en sustancioso ensayo aparecido en Orígenesese mismo año, nos dijo: «Se percibe un alejamiento de la influencia surrealista, y una búsqueda de planos cubistas» 1 , y más adelante: «Apollinaire, no Breton» 2 . Ciertamente, no parece estar descaminada esa primera impresión que nos producen esas páginas de Lorenzo García Vega, paradig- mas en la poesía cubana de lo que podríamos llamar el desorden de la cotidianeidad, caos estructural y al mismo tiempo ruptura de las imágenes habituales. También Cintio Vitier, en los comentarios que hace al libro en Lo cubano en la poesía(1957), alude a las vanguardias cuando menciona al autor de Alcoholes, se refiere a la fotografía y el cine de la década de 1920 como presencias significativas en los poe- mas y nos dice que García Vega quiere hacer en sus textos «un alegre collage cubista» 3 ; poco después apunta el confe- renciante: «aquella nadacubana que anotamos mezclándo- se con la nada de los ismosreaparece aquí desasida de la moda, totalmente libre en su aguda intensidad, en una especie de sobrevanguardismo abarcador de los sombreros de pajilla del vanguardismo histórico» 4 . Esa historicidad del movimiento renovador era un hecho del pasado cuando el poeta estaba escribiendo Suite para la espera , y sin embargo encontramos ahí esa impronta como de una memoria de infancia. El libro es el intenso testimonio de un suceder 33 encuentro homenaje a lorenzo garcía vega Enrique Saínz Suite para la espera: la herencia vanguardista 1 José Lezama Lima: «Un libro de Lorenzo García Vega», Obras Completas, tomo II, Aguilar, México, 1977, págs. 736-741. La cita en la pág. 736. 2 Idem, p. 737. 3 Cintio Vitier: [Lorenzo García Vega], Lo cubano en la poesía. Universidad de La Habana, La Habana, 1958, págs. 443-449. La cita en la pág. 445. 4 Idem, pág. 446. integrador de un modo de vida, rasgo definidor de los origenistas, pero es ade- más el ejemplo de un modo de hacer poesía que no tuvo homólogo en Cuba en aquellos años. Esa característica inencontrable está precisamente en la filia- ción vanguardista del autor y en su extraordinaria capacidad para asimilar el espíritu de las propuestas transformadoras de los decenios 1910-1930. ¿Pero qué encontró García Vega en los ismos después de haber conocido a Lezama, en cuya poética hay una más honda intelección de la realidad? Es muy probable que el joven poeta hubiese leído Muerte de Narciso(1937) y Ene- migo rumor(1941) cuando comenzó a esbozar los primeros poemas que luego integrarían Suite para la espera , y si bien en esos libros halló la impronta de la vanguardia, hubo de haber observado también en ellos un modo sustancial- mente distinto de mirar, una ontología de más profundos alcances. Aunque no conozco ningún texto ni afirmación alguna de viva voz en que García Vega haya expuesto sus criterios acerca de qué encontró en esas dos obras de Leza- ma en los años en que las leyó por primera vez, puedo asegurar que le revela- ron la insondable vastedad de lo real como nunca antes se la había revelado otro autor. Creo que la riqueza de la escritura fue la más ostensible ganancia que se le puso de manifiesto con esas lecturas. Hay en esas páginas una posibi- lidad de posesión que ha de haber sido de extraordinario significado para García Vega. El surrealismo o el cubismo podían aportarle mucho menos que Lezama para aprehender su propio ser desde la memoria, acaso el más noto- rio de los rasgos de ese su cuaderno inicial. A pesar de lo que hemos dicho, y sin contradicción de importancia, los movimientos renovadores influyeron creadoramente en la cosmovisión del adolescente por la capacidad, en los mejores poetas (Apollinaire, Breton, Reverdy), para deshacer la axiología tras- cendentalista de raíz romántica, tan cercana a Lezama en su avidez integrado- ra de la cultura y la historia. Hay una gran afinidad, creo, entre el humor negro de un Breton y las imágenes pueblerinas de Suite para la espera , pues en ambos subyace la necesidad de romper la rigidez para que veamos el desnudo sinsentido del suceder, entendido éste como una totalidad en la que se fusio- nan hechos, objetos y espacios. En la profunda cubanía de García Vega hay una lúcida conciencia del reverso, donde se integran el ser y el no-ser. No hay en los textos de García Vega una voluntad de revelación onírica. No hallamos ese fluir de la conciencia que nos hace llevar a la escritura el caos irrefrenable de imágenes y figuraciones que brotan en estado de vigilia, a la manera de Joyce, ni sus poemas se van integrando tampoco desde los sue- ños. Son páginas las suyas que quieren testimoniar un estilo de vida, historia personal, memorias que el poeta no puede crear solamente desde la imagina- ción, como fábulas soñadas, aunque percibimos a veces la fuerza de lo irreal en una profundidad que nos hace recordar una oscura pesadilla; así en este inicio: «La noche de los pasmosos arlequines» 5 . Es innegable que a lo largo de 34 Enrique Saínz encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 5 Lorenzo García Vega: «La noche de los pasmosos», Suite para la espera. Ediciones Orígenes, La Habana, 1948, pág. 34.todo este libro hay un extraño aire nocturnal, sombrío, con figuras que no podemos asir como entidades carnales: es el reverso de las cosas, cuerpos de una historia cierta que el poeta ve desde adentro y que nos permite a nosotros que la veamos en una dimensión distinta a la ofrecida por la poesía lírica inti- mista o de tendencia social. En este momento apreciamos cuán distante está García Vega de un onirismo fabulado, hecho de pura imaginación, y qué auténtica es su mirada realista cuando nos dice, en la sección IV del poema «Nocturno»: «Nuestros pasos robados taladraban los primeros umbrales de la calle. Y la bocanada... Porque los silencios jamás escapan a las inevitables danzas. Una designación... Sí, aún recuerdo, en el más insignificante momento, cuando nuestros gestos imitan la fría porcelana» 6 . Esos gestos que imitan la fría porcelana son el reverso vacío de la memo- ria, no ensoñaciones de la vigilia y el sueño. Es demasiada la dureza de lo real para que haya sido una elaboración del inconsciente, si bien las imágenes alu- cinadas de Suite para la espera se han ido integrando en el texto desde una angustia que el propio poeta no acertaría a definirnos con claridad, pues está hecha de vivencias inexplicables en sí mismas. La relación entre vivencia y fabulación es de hecho un tejido imposible de separar en cualquier poeta, pero hay ciertos elementos que nos dicen cuándo estamos ante un onirismo buscado, como sucede en la poética surrealista, y cuándo nos encontramos ante un relato elaborado para la iluminación. Yo diría que la diferencia fundamental de este poemario con relación a los textos paradigmáticos de la vanguardia está en esa voluntad intelectiva, de búsqueda de un centro en la realidad, que hallamos en García Vega, bien diferente de la propuesta de una sobrerrealidad y del intento de crear desde unos adentros insondables, desconocidos, para romper todo causalismo de los hechos y con- formar una entidad otra. El cubismo es más integrador, pues nos entrega el cuerpo real pero visto de manera simultánea. Los planos se fusionan en un todo y el lector o espectador miran un ente suficiente para el poeta o el pin- tor, como acontece en los cuadros de Picasso y en los poemas de Reverdy. La impronta de las tesis cubistas, presente en Suite para la espera , realiza una fun- ción estilística de gran significado, caso único, hasta donde sé, en la poesía cubana. Pero en este joven poeta había y hay una intensidad de sobreabun- dancia que no percibo en sus maestros, rasgo hondamente enraizado en ese deseo de testimoniar la diversidad de un mundo inagotable. El pensamiento origenista se manifiesta en García Vega de un modo altamente creador en el sobrepensamiento que lo cotidiano alcanza en su escritura, textos de una riqueza que pocos admiten porque ni siquiera han leído las páginas que se 35 Suite para la espera: la herencia vanguardista encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 6 Lorenzo García Vega: «Nocturno», Idem,pág. 17.niegan a reconocer, o las han leído deseosos de encontrar lindezas y resonan- cias afectivas que nada tienen que ver con el autor. Estimo que una de las mayores ganancias de este libro es el idioma, de enorme capacidad diversifica- dora, cubanísimo, de un vigor que no muchos poetas coetáneos y posteriores alcanzaron en sus obras, algunas de ellas clásicas. Su adjetivación es de una ruptura innovadora y muy suya, creada desde sí misma, para mostrarnos lo desconocido del diario vivir. Hay algo de representación trágica, dolorosa, en la poesía de García Vega, en especial en su voracidad, ese regodeo que quiere apresar sus recuerdos, el acontecer del paisaje y de las costumbres contra la muerte, las que al fin y al cabo vienen a ser su encarnación cuando las volvemos a ver en el tiempo. Ese intento de entregarnos la diversidad de sus posibles figuraciones identifica su poética con las propuestas cubistas y la distancia la aleja del surrealismo. Vitier apunta algo que insiste en la filiación vanguardista de Suite para la espera, y que a la vez lo separa del onirismo de las tesis más conocidas y revolu- cionadoras de los ismos, cuando expresa: «Pero la isla se organiza (...), sobre todo, como un sueño con los ojos abiertos» 7 , presencia de la mirada que con- templa el suceder como un acto irremplazable, insuperable, para el que los sueños no son necesarios, pues no se trata de crear otra realidad sino de per- cibir lo que es en su propia dimensión, es decir en su ser total. Faltaba entonces a la lírica cubana esa perspectiva del reverso, el vano de las cosas, para que el diálogo tuviese revelaciones de una naturaleza diferente a la que nos entregan los textos de los restantes origenistas, de los representantes del intimismo y de la poesía social. Virgilio Piñera hizo aportes valiosos también para una intelec- ción de lo cubano desde una sensibilidad inusual en esos años, pero es la suya esencialmente una poética del absurdo, coincidente con la de García Vega en su desestructuración del sentido convencional de las imágenes, en tanto que difiere de ella por la ausencia del entorno, contextualización que en el poeta que ahora nos ocupa posee una singular fuerza; de ahí la diferente densidad en las percepciones y en la escritura, el estilo, de ambos creadores. En la poe- sía cubana de este siglo, nada como estos versos de «Telegrama del Ángel»: «En el puente las tontas meninas a levantes cenizas Triángulo para uno para los tropos del libro papal Las madres eleáticas en la lupa de sonrojos» 8 . Un último rasgo de Suite para la espera: el perenne movimiento de la visión, ese incesante enumerar maravillas que van rehaciendo el entorno mientras el poema avanza. Así en el comienzo de «Cabalgatas», texto en el que se integran 36 Enrique Saínz encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 7 Cintio Vitier: Idem, pág. 446. 8 Lorenzo García Vega: «Telegrama del Ángel», Idem, pág. 67.diversos elementos de la realidad en un extraño concierto que suena tan de época, muy de los años de la década de 1920. Se trata de una enumeración caótica que sin embargo restituye un orden secreto, un orden de la mirada y para la memoria, como si cada uno de los objetos se nos apareciese en una fotografía que viniese a fijar una vivencia alucinada, con su inquietante sabor de pánico. Oigamos qué dice: «Que patas insectívoras masquen humos de cera de corbatas vacías de lechos exhumados en risas trompas de coral de la espuma de leche Ahora los payasos vistos en las velocidades de garganta del papel del murciélago vistos por el fotógrafo para apagar el fuego para izar las lentes del collar 1926 En lo rojo hunden bataholas sangre de la botella para acobardar al pescador tanto tiempo hace, etc» 9 . Esa capacidad nos entrega una poesía de conjunciones de primer orden, en la que se integran la memoria de lo vivido como experiencia inmediata y la asimilación de otras vivencias mediante la lectura de otras escrituras, ya nume- rosas en el poeta cuando comenzó su obra. Sus lectores de hoy podemos hallar en sus páginas una cosmicidad integradora en la que se fusionan lo inmediato y lo trascendente, la cultura y la cotidianeidad, el recuerdo y la fluencia de imágenes dinámicas, en perpetuo movimiento de creación conti- nua. Cuando nos habla de la lluvia, por ejemplo, percibimos su fuerza genera- dora, todo lo que su presencia es capaz de desatar, como sucede en «Variacio- nes». Leer estos poemas es, sin duda, establecer un diálogo con nosotros mismos que habrá de iluminarnos muy hondo. 37 Suite para la espera: la herencia vanguardista encuentro homenaje a lorenzo garcía vega 9 Lorenzo García Vega: «Cabalgatas», Idem, pág. 41.Next >