24 primavera de 2002 6,50€ HOMENAJEALAREPÚBLICA JESÚSDÍAZ Introducción ■ PABLOJ . HERNÁNDEZ Una observación sobre el mundo al advenimiento de la República de Cuba (1902) ■MARIALIGLESIAS Pedestales vacíos ■NICOLÁSQUINTANA Yo estabaallí ■ENRICOMARIOSANTÍ Sobre la Primera República ■JORGENÚÑEZVEGA La fuga de Ariel ■AURELIODELAVEGA Nostalgia que no muere ■ CRISTOBALDÍAZAYALA Buscando la melodía ■RAFAELROJAS Otro gallo cantaría ■GREGORIO■HOMENAJE A LA REPÚBLICA■ introducción Jesús Díaz • 5 una observación sobre el mundo al advenimiento de la república de cuba (1902) Pablo J. Hernández • 7 ■ En proceso ■ pedestales vacíos/ Marial Iglesias • 17 ■■■ yo estaba allí Nicolás Quintana • 35 sobre la primera república Enrico Mario Santí • 44 la fuga de ariel Jorge Núñez Vega • 53 nostalgia que no muere Aurelio de la Vega • 68 buscando la melodía Cristóbal Díaz Ayala • 79 otro gallo cantaría Rafael Rojas • 97 la república que se fue a pique Gregorio Ortega • 112 la teología de la poesía en cuba: cuatro autores del siglo xx Rafael Almanza • 118 la princesa dormida Rafael Alcides • 129 sobre LOCUBANOENLAPOESÍA Norge Espinosa • 140 ah, la república Manuel Díaz Martínez • 143 ■Dossier■ El Estado de Derecho estudio histórico-jurídico de la constitución de 1901 Beatriz Bernal • 154 aproximación a la constitución de 1940 Mons. Carlos Manuel de Céspedes • 171 el derecho civil Rogelio A. de la Torre • 190 encuentro DELACULTURACUBANA REVISTA Director Jesús Díaz Redacción Velia Cecilia Bobes Elizabeth Burgos Manuel Díaz Martínez Josefina de Diego Carlos Espinosa Antonio José Ponte Rafael Rojas Edita Asociación Encuentro de la Cultura Cubana c/ Infanta Mercedes 43, 1º A 28020 • Madrid Tel.: 91 425 04 04 • Fax: 91 571 73 16 E-mail: asociacion@encuentro.net Colaboradores Luis E. Aguilar • Eliseo Alberto • Rafael Alcides • Ramón Alejandro • Carlos Alfonzo †• Rafael Almanza • Eliseo Altunaga • Alejandro Anreus • Armando Añel • Uva de Aragón • Helena Araújo • Jorge Luis Arcos • Gastón Baquero †• Carlos Barbáchano • Jesús J. Barquet • Víctor Batista • José Bedia • Francisco Bedoya • Antonio Benítez Rojo • Beatriz Bernal • Marta Bizcarrondo • María Elena Blanco • Atilio Caballero • Madeline Cámara • Wilfredo Cancio • Jorge Castellanos • Mons. Carlos Manuel de Céspedes • Efrén Córdova • Luis Cruz Azaceta • Cristóbal Díaz Ayala • Eliseo Diego †• Haroldo Dilla • Benigno Dou • Antonio Elorza • Oscar Espinosa Chepe • Magaly Espinosa • María Elena Espinosa • Norge Espinosa • Abilio Estévez • Tony Évora • Miguel Fernández • Lino B. Fernández • Ramón Fernández Larrea • Joaquín Ferrer • Leopoldo Fornés • Emilio García Montiel • Flavio Garciandía • Alberto Garrandés • Florencio Gelabert • Lourdes Gil • Ricardo González Alfonso • Roberto González Echevarría • Antonio Guedes • Mariela A. Gutiérrez • Pedro Juan Gutiérrez • Pablo J. Hernández • Ernesto Hernández Busto • Emilio Ichikawa • Marial Iglesias • Andrés Jorge • José Kozer • Arnaldo R. Lauzurique • Glenda León • César López • Orlando López González • Eduardo Manet • Carmelo Mesa-Lago • Julio E. Miranda †• Juan Antonio Molina • Carlos Alberto Montaner • Gerardo Mosquera • Eusebio Mujal-León • Eduardo Muñoz Ordoqui • William Navarrete • Iván de la Nuez • Jorge Núñez Vega • Carlos Olivares Baró • Joaquín Ordoqui • Gregorio Ortega • Julio Ortega • Luis Ortega • Heberto Padilla †• Enrique Patterson • Mario Parajón • Gina Pellón • Marta María Pérez Bravo • Marifeli Pérez-Stable • Gustavo Pérez Firmat • Enrique Pineda Barnet • Ena Lucía Portela • José Prats Sariol • Nicolás Quintana • Tania Quintero • Sandra Ramos • Alberto Recarte • Enrique del Risco • Miguel Rivero • Raúl Rivero • Mireya Robles • Guillermo Rodríguez Rivera • Efraín Rodríguez Santana • Martha Beatriz Roque • Christopher Sabatini • Enrique Saínz • Baruj Salinas • Miguel Ángel Sánchez • Tomás Sánchez • Enrico Mario Santí • Fidel Sendagorta • Ignacio Sotelo • Ilán Stavans • Jaime Suchliki • Rogelio A. de la Torre • Jorge Valls • Aurelio de la Vega • Carlos Victoria • Fernando Villaverde • Alan West • Yoss (José Miguel Sánchez) • Rafael Zequeira • 24 primavera 2002evolución del derecho penal Orlando Gómez González • 200 política laboral y legislación del trabajo Efrén Córdova • 212 democracia, ciudadanía y sistema político Velia Cecilia Bobes • 223 ■■■ la seguridad social/ Carmelo Mesa-Lago • 238 la sanidad silenciada/ Antonio Guedes • 250 mis 15 años/ Tania Quintero • 260 ■Miradas polémicas■ réplica de rómulo lachatañeré a fernando ortiz Mariela A. Gutiérrez • 267 la cara oculta de un movimiento Arnaldo R. Lauzurique / Martha Beatriz Roque • 274 ■■■ la transición pacífica que no tuvo lugar (1954-1956) Marifeli Pérez-Stable • 283 de la esperanza al paredón Ricardo González Alfonso • 306 ■Textual■ las raíces del castrismo/ Luis Ortega • 317 la hora de la unanimidad/ Luis E. Aguilar • 328 ■■■ el bobo de abela en la isla del doctor castro Ricardo González Alfonso • 335 el quinquenio dorado de la pintura cubana: 1940-1945 William Navarrete • 337 una muestra de pintores de la república / 343 cartas/ Ramón Fernández Larrea 13 - 50 - 94 - 125 - 148 - 235 - 262 - 279 - 313 - 331 ■Buena Letra■ 361 ■Cartas a Encuentro■ 385 ■La Isla en peso■ 389 Portada Carlos Enríquez Rey de los campos de Cuba. Óleo sobre madera (1934) diseño gráfico Carlos Caso maquetación KSOcomunicación impresión Navagraf, S.A., Madrid Ejemplar: 6,50 € Ejemplar doble: 13 € Precio de suscripción (4 núm.): España: 26 € Europa y África: 40 € América, Asia y Oceanía: $ 55.00 / 62 € No se aceptan domiciliaciones bancarias. Encuentro de la cultura cubana es una publicación trimestral independiente que no representa ni está vinculada a ningún partido u organización política dentro ni fuera de Cuba. Las ideas vertidas en cada artículo son responsabilidad de los autores. Todos los textos son inéditos, salvo indicación contraria. No se devolverán los artículos que no hayan sido solicitados. D.L.: M-21412-1996 ISSN: 1136-6389a nuestros lectores Este número de Encuentro, dedicado al Centenario de la República, aparece en un momento de duelo y tristeza para la cultura cubana. El pasado 2 de mayo falleció en Madrid el director y fundador de nuestro proyecto, Jesús Díaz. Como es sabido, Jesús reunía una serie de cualidades —novelista riguroso, pensador de la literatura y la política, cineasta polémico, hacedor de revistas, guía de opi- nión— que lo convirtieron en prototipo del intelectual público en la segunda mitad del siglo xxcubano. Jesús Díaz vivió con intensidad las dos dimensiones de nuestra historia contemporánea: la Revolución y el Exilio. En ambas se abocó con pasión al ejercicio de la literatura y la crítica, entendidas como atributos estéticos y morales del escritor moderno. Esta voca- ción pública cristalizó en sus dos últimas creaciones colectivas: la revista Encuentro de la cultura cubanay el diario digital Encuentro en la red. Como se evidencia en este número, la visión histórica de nues- tro director atravesaba el pasado, el presente y el porvenir de la nación cubana. Su ausencia, aunque imprevista y desoladora, se produce después de varios años de reflexión compartida sobre el papel que deberán jugar la revista y el periódico en el futuro de Cuba. Gracias a esa visión, hoy ambas publicaciones cuentan con un equipo profesional de editores y redactores y con una formida- ble red de colaboradores que aglutina lo mejor de la literatura, el arte y el pensamiento de la isla y la diáspora. Con la energía que lo caracterizaba, Jesús dejó prácticamente concebidos los próximos cuatro números de la revista y delineó el horizonte editorial de nuestras dos publicaciones. En tributo a quien creó este espacio para la libertad intelectual, y con la ayuda de todos los amigos que nos han acompañado en estos seis años, continuaremos la publicación de Encuentro de la cultura cubanay Encuentro en la red, hasta elevarlos al grado de perfección que les encomendara Jesús Díaz. la redacciónMartí y el Bobo —Aquí entre nosotros, Apóstol, ¿qué fue lo que usted soño? Abela5 encuentro introducción Encuentrodedica esta entrega a un monográfico en homenaje a la República (1902/1959), cuyo centenario se cumple justamente el 20 de mayo de este año. La fecha invita a meditar, no por seguir la aburrida práctica de la servi- dumbre ante los aniversarios cerrados, sino porque resulta obvio que el actual ciclo histórico que padece nuestro país está agotado desde hace tiempo. La principal pre- gunta que tenemos delante los cubanos es qué seremos capaces de crear después, y para intentar responderla debemos empezar meditando sobre lo que hicimos antes. La historia de nuestra isla puede dividirse en tres períodos. Colonia, (1492/1902); República, (1902/1959); y Castrismo, (1959/2 ... ). Solo en uno de ellos —en la República, justamente—, pudimos intentar la construcción de un Estado de dere- cho. Y ahí se encuentra, a nuestro juicio, una de las claves principales del único futuro deseable: una transición pacífica hacia la creación de un nuevo Estado de derecho en forma de Segunda República. Por eso dedicamos el Dossier de este homenaje monográfico al estudio crítico del estado de derecho de la Primera República, fuente principal de inspiración y aprendizaje para el ingente trabajo que tenemos por delante. La República ha sido vilipendiada hasta la saciedad mediante el eficaz procedimiento pavloviano de asociar sistemáticamente su nombre a descalificaciones. Durante más de cuarenta años, en la prensa, la radio, la televisión y la escuela el nombre de esta institución jamás se escribió o se pronunció solo (como sí lo hizo Eliseo Diego en un verso precisamente por eso espléndido, «Yo, que no sé decirlo, la República»); en efec- to, en los medios cubanos siempre se alude a «la república neocolonial», a «la república mediatizada», o a «la pseudo república», y durante años y años se repi- tió hasta el delirio una pregunta retórica, implícitamente despectiva, «¿Qué repú- blica era aquella?». Esta demonización tiene un objetivo claro, inducir el desprecio hacia lo que los cubanos fuimos capaces de hacer a lo largo de los primeros cincuenta y siete años del siglo XX . En el fondo, ese sentimiento inducido es el de un autodesprecio parali- zante y atroz que inhibe el juicio y nos dispone a la servidumbre. Pero si analiza- mos con objetividad lo logrado durante la República, en menos de seis décadas, debemos convenir que fue muchísimo y que debe ser motivo de autoafirmación y orgullo crítico, sobre todo si tenemos en cuenta que el experimento republicano se inició en un país devastado por la guerra, heredero de más de cuatrocientos años de un régimen colonial que no nos legó siquiera un ápice de tradición democrática. De esta profunda raíz colonial, esclavista y militarista, nacieron las más impor- tantes sombras de la República, el racismo, el machismo y el recurso a la violencia que nos trajo tres dictaduras comandadas por militares populistas. La del general Introducción Jesús DíazGerardo Machado y Morales (1925/1933) y las dos del sargento-coronel-general Fulgencio Batista y Zaldivar (1933/1940 y 1952/1959), que tienen en común el haber interrumpido el desarrollo normal del proceso democrático y propiciado «soluciones revolucionarias» que a su vez degeneraron en dictaduras militares, hasta la que padecemos hoy después de más de cuarenta años, que enterró defini- tivamente a la República. Otra circunstancia que complejiza la evaluación ponderada del ejercicio republi- cano es la determinación del valor de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos en ese período. No es éste el lugar para tratarlas en profundidad, desde luego, pero en todo caso habría que proceder a desdramatizarlas recordando que en cada una de sus tres épocas históricas los asuntos de Cuba han estado estrechamente vinculados a una potencia colonial hegemónica. A España en la Colonia, a Estados Unidos en la República, y a la Unión Soviética en el Castrismo. Resulta obvio que las inevita- bles, complejas y contradictorias relaciones con las dos primeras dejaron, a la pos- tre, marcas definitivas e indelebles en la cultura cubana, lo que no puede afirmarse con respecto a la última. Más allá de sombras, contradicciones y tensiones cuentan los resultados. Y lo cierto es que la República partió de una realidad terrible en 1902 y que, como prueban varios de los trabajos que publicamos, en 1959 la Cuba republicana esta- ba situada no solo entre los primeros países de América Latina en muchos de los principales indicadores de desarrollo económico, social y cultural, sino que tam- bién superaba en algunos de ellos a países europeos como España, Portugal, Gre- cia o la propia Italia. La Cuba republicana era una nación que acogía inmigrantes —españoles, chinos, judíos, árabes, italianos, jamaiquinos, haitianos—; la Cuba actual, en cambio, es desde hace años y años una fuente inagotable de exiliados que emigran hacia los más diversos países con la esperanza de encontrar en ellos lo que el nuestro les niega. En el presente homenaje se combinan el análisis, el testimonio de diversos acto- res, la pintura, y el humor que nos define y defiende. En el provocador ensayo Inda- gación al choteo, Jorge Mañach fue muy crítico con este último aspecto de la expe- riencia republicana; sus argumentos son atendibles, sin duda, pero lo cierto es que el humor político público desapareció por decreto de la vida nacional desde hace más de cuarenta años y que esto no ha supuesto ninguna mejora en nuestra convi- vencia; más bien todo lo contrario. La falta de humor no ha hecho a la vida política nacional más seria sino simplemente más pesada. Nuestro homenaje no está concebido como una hagiografía sino como una reflexión crítica con diversos matices, destinada a que los lectores extraigan sus propias conclusiones, que ojalá sean útiles en el futuro. La Segunda República no será, no podrá ser, copia de la Primera, pero tampoco podremos construirla sin tomar muy en cuenta la experiencia acumulada durante los cincuenta y siete años de nuestro único experimento republicano. Para terminar podríamos decir, para- fraseando a Winston Churchill, que la República fue el peor período de conviven- cia democrática entre cubanos, si exceptuamos a todos los demás. 6 Jesús Díaz encuentro introducciónL os particulares pormenores en que surgió la República de Cuba a inicios del siglo xx han motiva- do, por lo regular, interpretaciones severas, por parte de historiadores y cronistas que han indagado en nuestros avatares. El virtual protectorado establecido por el consa- bido apéndice constitucional de 1901, a favor del gobier- no norteamericano, sobre los asuntos del nuevo estado antillano, ha sido interpretado con las apropiadas reser- vas que en nuestros tiempos despiertan semejantes con- ductas internacionales del pasado. Cierto es que la sobe- ranía cubana, como entidad política constituida, estuvo limitada por una influencia clara e indiscutible y condi- cionada por la sempiterna posibilidad de una interven- ción armada del poderoso vecino hemisférico, un vistazo a las circunstancias mundiales de la época pudiera, a la vez que ilustrarnos sobre la proliferación de semejantes prác- ticas en las relaciones interestatales, servir para que inten- temos interpretar nuestros procesos históricos con un tinte menos incriminativo, quizás. Si en ambas Américas podían celebrarse como mayoría aquellas naciones políticamente soberanas desde los Esta- dos Unidos hasta Chile, o con un grado ejemplar de auto- gobierno dentro de una entidad imperial (Canadá), y aunque no estuvieran ausentes reivindicaciones de corte cultural como la de las comunidades francófonas cana- dienses o los indígenas mayas del Yucatán oriental, este cuadro continental no era precisamente la norma, ni siquiera en el civilizado continente europeo. América era el único continente donde las grandes potencias imperiales 7 encuentro Una observación sobre el mundo al advenimiento de la República de Cuba ( 1902 ) Pablo J. HernándezNext >