< Previousen el contexto de información cualitativa y de otros factores socioeconómicos. Las estadísticas más confiables son las demográficas y las de educación, salud pública, comercio exterior y producción industrial, las cuales son compara- bles en términos de calidad con estadísticas similares en otros países de Amé- rica Latina, y las menos confiables, los agregados macroeconómicos. Carmelo ofrece en su trabajo una serie de observaciones y consejos sobre cómo usar las estadísticas cubanas correctamente que son tan pertinentes hoy como cuando el estudio fue publicado. estudios posteriores evaluando las estadísticas de cuba Además del mencionado trabajo sobre las estadísticas cubanas durante la pri- mera década de la Revolución, Carmelo ha evaluado periódicamente las esta- dísticas cubanas en notas publicadas en la revista Cuban Studies 2 . Por ejemplo, en 1979 informó a los lectores de dicha revista sobre su visita al Comité Estatal de Estadísticas y sus entrevistas con funcionarios de esa insti- tución a la sazón responsables de la elaboración y publicación de estadísticas socioeconómicas. Allí confirmó una serie de hechos y de hipótesis que había adelantado en su trabajo anterior, entre otros, que no existían las estadísticas macroeconómicas para 1959-61, que los frecuentes cambios de metodología habían resultado en cuatro subseries de agregados macroeconómicos (para 1962-66, 1967-70, 1970-76 y 1976 en adelante), que no eran compatibles y no se podían conectar, y que la gran mayoría de las estadísticas sobre el producto sectorial representaban al mismo tiempo valores a precios corrientes y a pre- cios constantes (con la excepción de comercio exterior y transporte), ya que los precios oficiales estaban congelados. En notas posteriores, Carmelo describió la ampliación de los indicadores globales en la edición de 1985 del Anuario Estadístico de Cubay la publicación por primera vez de series estadísticas sobre la composición del psg por sector de origen y luego la desaparición de la mayoría de las estadísticas y del Anua- rio estadísticohasta 1998, cuando reapareció el Anuario estadístico de Cuba 1996. Las nuevas series estadísticas publicadas a fines de los 90 ya reflejan muchos de los cambios estructurales ocurridos en Cuba durante la crisis económica conocida como el Período Especial en Tiempo de Paz. Vale la pena señalar que las incógnitas, contradicciones y tergiversaciones de las estadísticas cubanas continúan y hasta se multiplican. En un trabajo en que estoy colaborando con Carmelo analizando el desarrollo socioeconómico cubano desde la década de los 90, hemos encontrado varios ejemplos de lo que parecen ser manipulaciones de las estadísticas, entre ellas el cambio de Jorge Pérez-López 28 encuentro homenaje a carmelo mesa-lago 2 Mesa-Lago, Carmelo; «Cuban Statistics Revisited» [Revisitando las estadísticas cubanas], en: Cuban Studies, volumen 9, nº 2, julio, 1979; Mesa-Lago, Carmelo; «Cuban Statistics: One More Time» [Las estadísticas cubanas: Una vez más], en: Cuban Studies, volumen 18, 1998, y Mesa-Lago, Carmelo; «The Resurrection of Cuban Statistics» [La resurrección de las estadísticas cubanas], en: Cuban Stu- dies, volumen 31, 2000.29 año base de las estadísticas macroeconómicas (lo cual aumenta los estimados del piben un 60 por 100 y no permite comparaciones con las estadísticas anteriores al Período Especial), la manipulación de las cifras de desempleo (por ejemplo, se incluyen como empleados los que trabajan en la agricultura urbana y los que perdieron sus empleos en la industria azucarera y están reci- biendo cursos de capacitación) y una revisión retroactiva sin explicación de las cifras de matrícula en la educación superior (aumento entre 10 por 100 y 14 por 100 anual) del curso escolar 1996/97 a 2000/01. evaluación de estadísticas cubanas por organismos internacionales Otro aspecto importante de las actividades de Carmelo con respecto a las esta- dísticas cubanas, ha sido el de evaluar cómo las organizaciones internacionales usan éstas, lo que hacen incorrectamente a veces. En algunos casos, él ha logra- do que las organizaciones cambien su enfoque sobre las estadísticas cubanas, pero en otras, no ha obtenido éxito hasta el momento. A principios de los 80, tuve el honor y el placer de trabajar con Carmelo en una evaluación de las estadísticas macroeconómicas cubanas como parte de un equipo de expertos que el Banco Mundial reunió para que lo asesorara sobre las estadísticas macroeconómicas de los países socialistas. En aquellos tiempos, la urssy los países socialistas, incluyendo a Cuba, calculaban sus cuentas nacio- nales usando el llamado «sistema de producto material» (spm), mientras que el resto del mundo utilizaba el «sistema de las cuentas nacionales» (scn). El agre- gado macroeconómico más comúnmente utilizado bajo el spm es el producto social global (psg) y el producto interno bruto (pib) bajo el scn. El psgy el pibno son comparables, y tampoco lo son el spmy el scnpor varias razones, entre ellas: [1] el spmcuenta varias veces el valor de un producto en sus diversas etapas de procesamiento en vez de sumar solamente el valor agregado de cada etapa, como hace el scn 3 , y [2] el spmexcluye el valor de los servicios no relacionados directamente con la producción material, como son la educación, la salud, la seguridad social y la defensa. La primera diferencia tien- de a sobreestimar el valor de la producción total del país bajo el spm , mientras que la segunda tiende a subestimar dicho valor. El objetivo del equipo de exper- tos reunidos por el Banco Mundial era estudiar si para cada uno de los países socialistas era posible ajustar las estadísticas de los países socialistas bajo el spm para estimar las estadísticas correspondientes bajo el scn . Nuestro estudio de las cuentas nacionales cubanas concluyó que no era factible hacer dichas estimaciones en el caso de Cuba, ya que el gobierno de El rompecabezas de las estadísticas cubanas encuentro homenaje a carmelo mesa-lago 3 Por ejemplo, bajo el spmel indicador de la producción de la industria de las confecciones consisti- ría en la suma del valor de la producción de algodón en rama, de la producción de hilaza, de la pro- ducción de tela y de la confección de prendas de vestir; bajo el scn, se contabilizaría el valor de la producción de algodón en rama y el valor agregado en cada una de las etapas de procesamiento de dicha materia prima hasta la elaboración de la prenda de vestir que se vende al consumidor.la Isla no había publicado estadísticas intermedias (por ejemplo, estadísticas de las ventas y de los insumos de cada sector de la economía, para poder esti- mar el valor agregado, o estadísticas del valor de los servicios no productivos) que permitieran ajustar el psgpara eliminar el doble conteo del valor de la pro- ducción y tampoco había estimados del valor de los servicios no productivos 4 . Como resultado de este estudio, el Banco Mundial decidió eliminar a Cuba de su publicación World Bank Atlasdonde el Banco había estado reportando cifras de crecimiento económico que le eran muy favorables a la Isla. La publicación por el Banco Mundial de nuestro estudio y la consecuente exclu- sión de Cuba del Atlas, entre otras cosas, provocó la campaña del gobierno cubano, durante la segunda mitad de los 80, contra la «cubanología» en Esta- dos Unidos, la cual acarreó fuertes críticas de funcionarios cubanos a Carmelo 5 . Ya anteriormente nos había llevado a un acalorado debate en una revista pro- fesional con dos académicos que diferían de nuestras conclusiones 6 . En el mencionado artículo, publicado en 1969, Carmelo identificó nume- rosas instancias en las cuales la Comisión Económica para América Latina ( cepal ) había reportado como verídicas, en sus publicaciones oficiales, cier- tas cifras socioeconómicas cubanas que, en efecto, representaban proyeccio- nes o metas. Dado que Cuba no había logrado alcanzar las ambiciosas metas socioeconómicas que se había fijado a principios de los 60, el reportar metas planificadas en vez de resultados obtenidos, sobreestimó considerablemente el desempeño socioeconómico del país y presentó una visión incorrecta de la situación socioeconómica imperante en la Isla. Aunque la cepaladmitió pos- teriormente que había utilizado cifras inadecuadas y corrigió algunas series estadísticas, su falta de cuidado en usar las estadísticas cubanas creó la falsa impresión de que el modelo socialista en Cuba había tenido gran éxito. Posteriormente, Carmelo también ha criticado el hecho de que la cepalpor muchos años reportara en sus tablas estadísticas base de América Latina la tasa de crecimiento del producto social global ( psg : basado en el spm ) cubano en el mismo cuadro con la tasa de crecimiento del producto interno bruto (pib: basa- do en el scn) del resto del continente, con sólo una pequeña nota al pie que advertía que la cifra cubana se refería al psg, sin más explicación. Este mal uso de las estadísticas cubanas se ha resuelto por sí mismo, ya que desde mediados de los 90, Cuba abandonó el spmy adoptó el scnpara sus estadísticas macroeco- nómicas y desde entonces valoriza su producto nacional en base al pib. Jorge Pérez-López 30 encuentro homenaje a carmelo mesa-lago 4 Mesa-Lago, Carmelo y Pérez-López, Jorge; A Study of Cuba’s Material Product System, Its Conversion to the System of National Accounts, and Estimation of GDP per Capita and Growth Rates. [Un estudio del sistema de producto material de Cuba, su conversión al sistema de cuentas nacionales, y estima- dos del pibper cápita y su tasa de crecimiento.] Staff Working Paper No. 770. Banco Mundial, Washington, 1985. 5 Véase, por ejemplo: Rodríguez, José Luis; Crítica a nuestros críticos; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1988. 6 El debate con los académicos Claes Brundenius y Andrew Zimbalist se llevó a cabo en las pági- nas de la revista Comparative Economic Studiesen varios números de 1985.31 Carmelo también ha examinado en detalle el ordenamiento de Cuba en el Índice de Desarrollo Humano (idh), calculado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (pnud) y publicado en su reporte anual Informe del Desarrollo Humano 7 .El idhordena a 174 países del mundo a partir de indicado- res socioeconómicos. Se entiende que el idh es superior al pib para medir el desarrollo socioeconómico de un país, porque mientras que el segundo es sola- mente una medida de desarrollo económico, el idhtambién mide el desarrollo social. El idhse computa combinando un indicador económico (el pibper cápi- ta convertido a dólares utilizando tasas de cambio basadas en paridad de poder adquisitivo) y dos indicadores sociales (la esperanza de vida al nacer para medir el nivel de salud y una combinación de las tasas de alfabetización y de matrícula en los tres niveles de enseñanza para medir la educación). Los puntajes de los tres indicadores no pueden combinarse pues están en unidades distintas. Para resolver este problema, se estima un índice para cada uno de los tres indicado- res, que se deriva de todos los países incluidos y que fluctúa entre 1 para el mejor y 0 para el peor. Cada uno de los tres índices aporta un tercio al valor del idh , o sea, se le asigna a cada uno la misma ponderación en el cálculo del idh . Como el idhprivilegia el desarrollo social, ya que le asigna un peso doble a los indicadores sociales (salud y educación) con respecto al indicador económico, favorece a países como Cuba que han tenido un desarrollo social favorable. En particular, Carmelo ha analizado las razones para el milagroso ascenso de Cuba dentro del idhdurante la década de los 90, un período durante el cual la economía cubana encaró una grave crisis económica y los servicios sociales se deterioraron, y a pesar de ello Cuba ascendió del 86 lugar en el mundo y del 11 en América Latina en 1995, al 55 lugar en el mundo y al 6 dentro de América Latina en 2000. Su cuidadoso análisis concluye que el cálculo del idhde Cuba y su ordenamiento en el mundo y la región han sido inadecuados porque los indicadores sociales se basan en estadísticas erradas y el indicador económico se estimó sin tener las estadísticas esenciales, utilizando fuentes espurias o basán- dose en estimaciones inapropiadas. Finalmente, Carmelo concluye que un cam- bio metodológico introducido en 1997 para calcular el indicador económico, por sí solo, fue responsable de una gran parte del milagroso salto de Cuba en dicho ordenamiento. Carmelo le sugiere a los funcionarios del pnud que sean más conscientes de los problemas de las estadísticas cubanas y suspendan la inclusión de Cuba en el idhhasta que logren obtener cifras fidedignas y se pueda hacer un cálculo serio del indicador económico. dos anécdotas ilustrativas Quisiera terminar estas cuartillas con dos anécdotas que en mi opinión ilus- tran el reconocimiento universal de la seriedad del trabajo de Carmelo y la El rompecabezas de las estadísticas cubanas encuentro homenaje a carmelo mesa-lago 7 Véase Mesa-Lago, Carmelo; «Cuba en el Índice de Desarrollo Humano en los 90: caída, rebote milagroso, y exclusión», en: Encuentro de la Cultura Cubana, nº 23, invierno, 2001-2002.contribución que ha hecho al mejor entendimiento de las estadísticas cubanas, sus serias limitaciones y sus posibles usos. Me contó Carmelo que durante su primer viaje a Cuba en diciembre de 1978 planeaba una ronda de visitas a las agencias estadísticas cubanas. Sabiendo que su artículo publicado en 1969 había sido bastante crítico de esas estadísti- cas, Carmelo ignoraba cómo sería recibido y hasta qué punto los estadígrafos cubanos estaban al tanto de sus críticas. En una entrevista en la Isla con Manuel Moreno Fraginals, que por muchos años había estado empleado en la Cámara de Comercio del Ministerio de Comercio Exterior, donde trabajaba con las esta- dísticas azucareras cubanas, el autor de El ingeniolo felicitó por su artículo y le dijo que lo había mandado a traducir y circulado ampliamente entre las agen- cias estadísticas para que estuvieran al tanto de las críticas de Carmelo e intenta- ran corregir los problemas que él mencionaba 8 . De hecho, uno de los funciona- rios del Comité Estatal de Estadísticas con quien Carmelo se entrevistó, no sólo expresó conocimiento de su artículo sino que se refirió a él como «reflejando la realidad objetiva en aquel momento», añadiendo que había sido «útil para sen- sibilizar a los técnicos cubanos sobre las deficiencias del sistema estadístico y para ayudarlos en adoptar medidas para corregirlas» 9 . En su último viaje a Cuba en 1990, Carmelo y dos colegas se entrevistaron con Carlos Rafael Rodríguez, economista, vicepresidente y responsable por muchos años de las relaciones económicas entre Cuba y la urss y los países del came. Como siempre, en su afán de conseguir información estadística y análisis, Carmelo le preguntó a Rodríguez sobre las cambiantes relaciones económicas entre Cuba y la Unión Soviética y cómo las últimas estadísticas de comercio entre los dos países podrían indicar dichos cambios. Le contestó Rodríguez: «¿para qué me pregunta eso si usted es el que más sabe sobre las estadísticas cubanas?». No podía haber dicho una verdad mayor. Jorge Pérez-López 32 encuentro homenaje a carmelo mesa-lago 8 Durante su polémica con José Luis Rodríguez, Moreno Fraginals le envió una nota a Carmelo en la que le reiteraba que no todos los economistas cubanos pensaban de su trabajo como Rodríguez. 9 Mesa-Lago, Carmelo; «Cuban Statistics Revisited» [Revisitando las estadísticas cubanas], p. 59.33 L a primera vez que tuve el privilegio de encontrarme con carmelo Mesa-Lago fue en 1979, cuando preparaba un estudio comparativo de las políticas económicas y de crecimiento social de Brasil, Perú y Cuba. Acababa de comenzar mis investigaciones sobre Cuba y me encontré, tras haber visita- do la Isla en muchas ocasiones durante los años 70, con que la información estadística (en particular los indicadores económicos) eran, ciertamente, esca- sos en aquel momento. En las referencias de muchos libros (desafortunada- mente, la web no existía por aquel entonces) me topaba una y otra vez con el nombre de Carmelo. Conseguí, y me leí de principio a fin, su innovador análi- sis sobre laDisponibilidad y confiabilidad de las estadísticas en Cuba Socialista (1969), y quedé fascinado con un universo nuevo: cómo medía el rendimien- to económico en ausencia de datos confiables. De hecho, la obra de Carmelo sobre la economía cubana me sirvió de inspiración al redactar mi tesis docto- ral sobre el rendimiento económico de Cuba a partir de 1959. Mientras elaboraba la tesis, escribí algunos artículos sobre cómo medir la distribución de los ingresos en Cuba, que a Carmelo le gustaron y que publi- có en Cuban Studiesen 1979. Cuando más tarde me dispuse a defenderla, mi tutor me preguntó quién podría ser el oponente, y le respondí que sólo había un candidato posible: Carmelo Mesa-Lago. Y ciertamente, Carmelo vino a Lund, Suecia, un helado día de diciembre de 1981. Fue una defensa memorable, con ambos enzarzados en un diálogo sobre la trayectoria y las perspectivas de la economía cubana, diálogo que continuó a lo largo de todos los 80. ¿El resultado? Bueno, podría decir que, a corto plazo, yo tenía razón, mientras Carmelo resultó acertar a largo plazo. Él, con mucha más clarividen- cia que yo, percibió las dificultades del modelo cubano de equidad con creci- miento que en una perspectiva de futuro quedaría exhausto. No hay nada gra- tis, y después de cortarse los vínculos con la Unión Soviética, Cuba se vería obligada a reinventar su ciclo de acumulación, buscando la forma de reinser- tarse en la economía global, a fin de salvar la revolución social. He sostenido numerosas discusiones, incluso polémicas con Carmelo a lo largo de estos veinticinco años, aunque siempre en un espíritu amistoso. encuentro homenaje a carmelo mesa-lago Homenaje a Carmelo Mesa-Lago Claes BrundeniusPodemos diferir ocasionalmente sobre lo que pudieran parecer asuntos intrascendentes (cómo medir el crecimiento, por ejemplo), pero en la mayo- ría de los temas estamos de acuerdo y nos respetamos. Permítanme saludar a Carmelo por sus éxitos a lo largo de toda una vida como excelente latinoamericanista, brillante economista y generoso colega. ¡Los estudios sobre economía cubana no serían los mismos sin los aportes pio- neros de su obra! Claes Brundenius 34 encuentro homenaje a carmelo mesa-lago Conocimiento: Pinos, Acrílico sobre tela, 1989.35 E ncontré por primera vez el nombre de carmelo en el otoño de 1991, en el caótico estudio de mi amigo y maestro Manuel Moreno Fraginals, al fondo de su casa en Miramar. Allí nos sentábamos con frecuencia a meditar sobre el futuro de la Isla y, por lo tanto, a conspi- rar sobre nuestro propio futuro, inevitablemente ligado al del país en que vivíamos. «Tienes que escribirle a Carmelo Mesa-Lago», me dijo un día Moreno mientras discutíamos la posibilidad de que yo continuara mis estudios en Esta- dos Unidos. «¿Pero él es historiador?». «No», dijo Moreno, «no es historiador. Pero es una de las personas que más ha hecho por los estudios cubanos fuera de la Isla y alguien que estoy seguro te ayudará». Permítanme recordar que estoy hablando de un mundo en el que todavía había una Unión que, por muy reformista que se hubiera vuelto, seguía siendo aún soviética. Moreno sabía que comunicarse con Carmelo, o con cualquier otro autor de la entonces llamada «cubanología», tenía implica- ciones claras. Equivalía a moverse desde la estrechez ideoló- gica de las instituciones cubanas hacia el pluralismo de la academia norteamericana. En esa época no había espacio en Cuba para contactos de ese tipo. Mis deseos de realizar un doctorado en Estados Unidos equivalían a un acto de traición. Contactar con Carmelo era como un primer inten- to de venderle el alma al diablo. Un diablo al que no era fácil acceder. Intentar aplicar en una universidad norteamericana desde Cuba era entonces virtualmente imposible. Para empezar, había que establecer correspondencia con ellos, pero sin utilizar el correo cubano, que en lo que a privacidad concierne es totalmente fiable: todo lo leen. ¿Cómo lograr esto en ausencia del correo electrónico, que no existía aún? More- no me dio, como en muchas otras cosas, la respuesta: él encuentro homenaje a carmelo mesa-lago Todos los caminos conducen a Pittsburgh o «el agente Carmelo» Alejandro de la Fuentetenía acceso a la valija de la unesco y las autoridades cubanas no podían tocar esa correspondencia. De esta forma, Carmelo recibió una carta de un historia- dor cubano que no tenía intenciones de estudiar economía, sino historia y cuya dirección postal no estaba en el Municipio Plaza, sino en unas oficinas de París. Retrospectivamente, es un milagro que yo haya cursado estudios en Pitt. Mientras, intenté saber un poco más de la persona a la que había escrito. Esto también era difícil, pues aunque Carmelo ya había publicado una doce- na de libros, incluido su seminal Cuba in the 1970sy, a pesar de que al menos algunos existían en la Biblioteca Nacional José Martí, ver esos libros era entonces algo complicadísimo. Como es conocido, estos libros estaban en la llamada «reserva amarilla», una colección de acceso limitado a la que iban a parar las publicaciones de los llamados cubanólogos. Para verlos había que obtener un permiso especial de la dirección de la biblioteca. En principio, yo podía solicitar ese permiso, pero ¿cómo justificar mi interés en leer a Carmelo Mesa-Lago si lo que yo hacía era historia colonial, y peor aún, historia colonial temprana? Dos cosas ayudaron. Una, Cuban Studies. La revista, que entre los intelectuales jóvenes cubanos tenía el rango de mítica, publicaba trabajos histó- ricos y era por lo tanto legítimo el querer consultarla sin levantar demasiadas sospechas. Fundada por Carmelo en 1970, Cuban Studiesera universalmente reconocida como el órgano más serio de los estudios cubanos fuera de la Isla. El segundo elemento de ayuda no fue una revista, sino algunos de los biblioteca- rios de esa institución, gente como el desaparecido Israel Echevarría, quien siempre hizo mucho más que lo posible por facilitar nuestro acceso a los mate- riales de la biblioteca, cualquiera que fuera su contenido. Israel pertenecía a esa estirpe ilustre de bibliotecarios que, precisamente porque amaba a sus libros, le daba la bienvenida a los usuarios e investigadores. Mi autorización era para ver Cuban Studies, pero para algunos bibliotecarios como Israel eso era un tecnicis- mo. Súbitamente, tuve la oportunidad de leer a los demonios de la cubanolo- gía, muchos de los cuales, decían las autoridades cubanas, eran vasallos serviles y bien remunerados de la Agencia Central de Inteligencia. La carta que había enviado llegó a su destino, pues Carmelo, quien por origen y vocación estaba bien preparado para lidiar con el surrealismo cuba- no, se la pasó al departamento de historia, con el que a partir de ese momen- to estuve en contacto, cortesía de la unesco, de Carmelo y de Moreno. De Carmelo no supe más, seguramente porque a los agentes de la ciales estaba prohibido cartearse con bolcheviques de la Isla, aun con aquellos que como yo se iban distanciando, no sin dolor, del oficialismo cubano. Todo marchaba a pedir de boca, hasta que el gobierno norteamericano, cuyo manejo de Cuba y los cubanos constituye un verdadero tratado de imbe- cilidad política, me negó la visa. Todos los papeles estaban en regla, pero no había visa. Había llegado la hora de contactar al agente Carmelo, quien segu- ramente sólo tendría que levantar un teléfono. Una vez que él le hablara a Langley, esto sería coser y cantar. Puro trámite. La visa no apareció, desde luego, y para esto yo no tenía explicación. ¿Un súper-agente-que-no-puede-buscar-visa? ¿Qué clase de agente era éste? Creo Alejandro de la Fuente 36 encuentro homenaje a carmelo mesa-lago37 que empecé a entender mejor la situación unas semanas más tarde, cuando encontré a Carmelo en su oficina de la Universidad de Pittsburgh, adonde lle- gué finalmente a pesar del Departamento de Estado norteamericano. «Si este tipo es un espía, los servicios de espionaje americanos están muy jodidos», fue lo que pensé. Apenas unos minutos después de haberme conocido personal- mente, Carmelo desplegó sobre la mesa unas tablas enormes llenas de números incomprensibles e inconexos y me pidió ayuda para construir una serie. Yo había hecho alguna historia cuantitativa y como historiador estaba entrenado para trabajar con datos fragmentarios y deficientes. Pero lo que Carmelo pedía era un imposible: era hacer sentido de las cifras económicas cubanas para entender las oscilaciones reales de la economía de la Isla. De alguna manera, él ha logrado encontrarle sentido a esas cifras y estudiarlas seriamente. Resultó que las verdaderas obsesiones del «agente Carmelo» eran todas empresas académicas legítimas: el estudio comparado de modelos económi- cos, los sistemas de seguridad social y, por último, aunque no lo último, el estudio de la economía cubana. Lo que yo encontré a fines del verano de 1992 fue un académico dedicado y obsesivo, puntilloso y machacón, que podía pasar horas interminables construyendo una tabla. En las clases era igual. Sus cursos de economía latinoamericana se llenaban rápidamente, por- que éstos representaban una introducción magnífica a los retos de la región y a su fascinante historia económica. Carmelo se tomaba el trabajo de discutir los distintos modelos y enfoques económicos que se han implementado en América Latina y lo hacía con una objetividad despiadada y fría. Era fácil per- cibir que él simpatizaba con los modelos de economía mixta, en los que el sector privado convivía con un sector público más o menos robusto. Era tam- bién fácil percibir que los llamados modelos neoliberales, exportados por Washington tras la crisis económica y financiera de los 80, no contaban con su apoyo. Pero lo que quiero destacar es que Carmelo presentaba todos los modelos con similar pasión, cualquiera que fuera su preferencia personal, y permitía a los estudiantes debatir abiertamente sus ideas sobre los mismos. Esto puede que no parezca sorprendente. A fin de cuentas, el debate de ideas, sin cortapisas ni exclusiones, es la esencia misma de una educación liberal. Pero recuerden que yo llevaba en Pittsburgh sólo unas semanas y que estaba saboreando mis primeras experiencias educacionales de este tipo. Quizás lo más importante que aprendí en ese curso no tenga mucho que ver con la sus- titución de importaciones o con la tenaz inflación que afectó a una buena parte de América Latina en los 80, sino el hecho, elemental pero fundamen- tal al mismo tiempo, de que no hay educación sin debate y por lo tanto sin libertades y garantías mínimas. Ese curso fue el comienzo de una profunda amistad y de encuentros sema- nales en los que los temas cubanos han constituido el tópico inevitable. Desde la fascinante plástica producida en la Isla en los 80 y los 90, hasta las reformas implementadas por las autoridades cubanas durante el llamado Período Espe- cial, ningún tema cubano nos ha sido ajeno. Han pasado más de diez años y todavía nuestros encuentros giran sobre nuestra tierra, sobre su gente y sus Todos los caminos conducen a Pittsburgh... encuentro homenaje a carmelo mesa-lagoNext >