< PreviousLa verdad que hace a los hombres libres es la que la mayoría prefiere no oír. Herbert Agar , sexólogo norteamericano E ntre muchos cubanos, aceptar ciertas expresiones de la diversidad social sigue siendo un trago difícil. A pesar de la sucesión generacional y de importantes rupturas con el moralismo machista que tuvieron lugar en los últimos 40 años dentro de la Isla, todavía pesan prejuicios y tabúes. La homosexualidad, por ejemplo, continúa valorándose generalmente (con más o menos refinamiento) desde las trincheras del rechazo y la condena, a pesar de que cada vez son más las personas que deciden no mantener oculta su orientación homosexual. Aún así, no son pocos los que coinciden en decir que, a partir de los 90, la sociedad cubana ganó en tolerancia con respecto al homosexualismo, y se ha llegado a hablar incluso de un «destape», concepto que —al decir de los especialistas— encierra en sí mismo una alta dosis de prejuicio, a la vez que expresa una relativa apertura social al tema. Sin embargo, la más benévola y quizá frecuente reacción social ante las expresiones de la homosexualidad, parece ser la indiferencia. «Yo no estoy en contra, pero tampoco estoy a favor; mientras no se metan conmigo...», decía un entrevistado, sin percibir probablemente cuán bien graficaban sus palabras la «apatía» social alrede- dor del asunto. «No creo que en realidad se trate de indiferencia», comentaba otra per- sona consultada que prefirió no dar a conocer su nombre. «Tras esa apatía se esconde el temor a aceptar la diferencia, el miedo a que te confundan tan sólo por hablar un poco más a fondo del tema. Desentenderse me parece un poco cobarde, y es una fórmula para no parecer cromagnon, pero también para que nadie pueda pensar que estás defendiendo a los homosexuales, aceptándolos». A través de ese rechazo vestido de «no me importa», podrían explicarse reacciones como la de la primera persona de orientación homosexual que entrevistó Alma Materdigital: «¿Para qué hablar de eso? ¿A quién diablos le interesa? ¿Qué vas a resolver con eso?». 98 DOSSIER / literatura homoerótica encuentro Elpreciodeladiferencia Equipo de Investigaciones de Alma Mater99 d ibújate un plano de tu deseo y vive en él Otros criterios menos airados, reflejaron conformidad, descontento, resig- nación. Pedro Rojas es un hombre de 44 años que gusta de hacer vida hoga- reña, y que tiene un trabajo donde se siente útil, responsable y celebrado, pero prefiere que lo traten y respeten en vez de por su «buen carácter» y su «sensibilidad», por su conducta como ser humano y como profesional. Es muy común que las cualidades más reconocidas en los homosexuales sean: «son muy serviciales», «tienen buen gusto», «son gente fina», «no están en nada»... Por eso, Rojas quisiera que lo midan más por su capacidad, por su entrega a la profesión, por su ética de vida, y no por valores más externos, clichés que tienden a banalizar el papel. «El de nosotros —comenta Pedro Rojas— es un mundo de cortinas, a menudo descorridas por uno mismo o por los demás. Entonces lo mejor es, como decía Lorca, dibujar un plano de tu deseo y vivir en él dentro de una norma de belleza», dijo con serena resignación. Son muchos los gays y lesbianas que eligen esconder su identidad sexual no sólo por el conflicto familiar que la reafirmación de su homosexualidad provocaría. Su prosperidad profesional podría estancarse o llegar a una bancarrota insuperable, si en sus centros laborales conocieran del asunto personas con prejuicios y poder. «Cuando en mi centro conocieron que yo era gay, acabó mi expansión profesional —recuerda el ingeniero Raúl Izquierdo—. De pronto, dejé de viajar, se limitaron mis posibilidades de ascenso. Incluso, algunos compañe- ros míos llegaron a decirme que por el problemita mío ya el jefe no me con- sideraba confiable. Sin embargo, cuando tenía problemas o necesitaba resolver urgente y con eficiencia cualquier asunto de la empresa, me salía a buscar a mí, al menos confiable. Por eso, entre otras cosas, preferí reorien- tar mi mundo hacia la cerámica». salir del closet Aunque no se les quisiera reconocer a plenitud, personas con preferencia por el mismo sexo siempre han existido y, a su modo, han ido reclamando espacios que el prejuicio sociocultural les tiene negados o limitados. Hasta los años 90, el homosexualismo parecía una expresión muy minoritaria. La apertura del país al mundo en términos económicos, y el consiguiente boomdel turismo, junto a cierta comprensión y tolerancia por parte de la familia y las instituciones públicas, posibilitaron que a los homosexuales se les comenzara a reconocer —aunque de manera aún tímida, según coinci- den especialistas— como segmento poblacional a atender. El «fenómeno» era mucho más notorio que lo creído. Aun así, no existen estudios rigurosos, verdaderamente abarcadores, sobre el tema, y mientras los homosexuales prefieren reprimirse y esconder su orientación, la sociedad percibe que «cada vez hay más»; o mejor, cada vez son más los que deciden «salir del closet». Se nota en calles, en escuelas, El precio de la diferencia DOSSIER / literatura homoerótica encuentrocentros laborales. Lo escuchan en sus consultas médicos y sicólogos escogidos como confidentes para compartir el «secreto». «Cuando tienes confianza o empatía con estos pacientes, a veces confiesan su orientación sexual, aunque no haga falta para evaluar el diagnóstico. Es como una forma de liberación espiritual», expresa la doctora Beatriz Alfonso, especialista en medicina gene- ral integral en una comunidad del municipio capitalino de Playa. En el mismo mundo de la salud pública, curiosamente, hay mucho desco- nocimiento en torno a la homosexualidad, lo mismo por profesionales que por estudiantes, según corroboran estudios realizados, sobre todo, para diploma- dos y maestrías en sexualidad. Por cuestiones como esa, el mito de la homose- xualidad puede resultar insospechadamente discriminatorio desde el sector del que más humanidad y ayuda se espera recibir. En una investigación reali- zada con alumnos de la Facultad de Ciencias Médicas Finlay-Albarrán, de Ciudad de La Habana, estos rechazaron en un 97 por ciento a los homosexua- les, si eran cubanos, y en un 46 por ciento, si eran extranjeros. Mayra Rodríguez, psicóloga y Master en Sexualidad del Centro Nacional de Educación Sexual, dice que los homosexuales son, simplemente, gente necesitada de reconocimiento como seres humanos, sin que se les rechace, pero, también, sin lástima. «La sociedad ha tenido un cambio de actitud hacia estas personas, y podríamos decir que se les tolera. Pero no se les acepta, por- que no existe una implicación sociológica para pensar que quienes difieren de nosotros por sus preferencias sexuales, son iguales por su condición de indivi- duos. De todas formas, considero que el Gobierno hace bastante por cambiar esta situación, imposible de manifestarse distinta de un día para otro». yo sé que es un sueño esto que digo La Constitución de la República de Cuba establece que todos los ciudadanos son iguales ante la ley, con los mismos derechos y obligaciones, sin discrimi- nación de raza, sexo, edad u origen social. Pero homosexuales, travestis y transexuales quisieran sentirse más defendidos por la ley. «No se trata de exigir reivindicaciones lingüísticas dentro de los textos lega- les», aclara Roxana Trieste, estudiante de una carrera humanística en la Uni- versidad de La Habana, quien decidió hace dos años llevar públicamente y con toda dignidad su condición homosexual, a pesar de la «hecatombe familiar» que, en efecto, provocó su noticia. «Con palabras no se cambian las realidades —comenta Roxana mientras toma de la mano a Yuliet, su pareja—, pero que la ley representara de alguna manera nuestro derecho a existir en sociedad de modo pleno, sería un gran adelanto. Yo sé que es un sueño esto que digo. Estoy fantaseando casi, pero si eso llegara a ser realidad, habría que luchar mucho para que esas reformas en la ley no se convirtieran en letra muerta. Haría falta, además, un deseo real y acciones concretas para acorralar la discrimina- ción de que somos objeto por la sociedad y por nuestras familias». Las únicas modificaciones introducidas en el Código Penal vinculadas al tema del homosexualismo son relativamente recientes, comenta Yamila Equipo de Investigaciones de Alma Mater 100 DOSSIER / literatura homoerótica encuentro101 González, especialista jurídica de la Federación de Mujeres Cubanas ( fmc ). Dos artículos, referido, uno, al ultraje sexual y, otro, a la corrupción de menores, hacían referencia explícita al castigo que merecerían los homose- xuales de caer en delitos como esos. Afortunadamente, se decidió omitir de los textos aquellas alusiones directas a las personas de orientación homose- xual por considerarlas ofensivas. Quedaba muy claro que el tabú machista había permeado —como a otras tantas cosas— el Código Penal. Yamila González considera que esas rectificaciones, aunque demoradas, significan cierto avance. «Ahora hay condiciones para dar pasos más acele- rados», opina. «Ni para mal, ni para bien, somos los invisibles», comenta una joven profesora de la Universidad de La Habana que prefirió no hacer público su nombre. «Resulta que a las lesbianas y a los gays ya no se nos trata de forma peyorativa en las leyes. Eso está bien. Aplausos. Pero ahora, sencillamente, hemos desaparecido, y no existe una sola palabra que nos reconozca. O sea, no se nos ofende, pero tampoco se nos tiene en cuenta como comunidad urgida de protección en sus derechos, al igual que las mujeres. El no reconocimiento, la invisibilidad, no es menos irrespetuoso». La fiscal del Departamento de Procesos Penales de la Fiscalía Provincial de Ciudad de La Habana, Daysi Aguilera, explica que, ciertamente, el país no tiene regulaciones o leyes que perjudiquen, pero tampoco que beneficien a los homosexuales. «Tampoco se vislumbra que las tengamos pronto. En esto influye mucho la resistencia que hace una sociedad culturalmente machista como la nuestra a esos cambios, sobre todo si les parecen muy dinámicos». La jurista Daysi Aguilera añade que las leyes siempre van más lentas que el desarrollo social, y «si la costumbre demora en generar derecho, también demora cualquier iniciativa, propuesta o proyecto en convertirse en ley». La licenciada especifica que los homosexuales cubanos no han cuestionado abierta- mente los derechos que tienen, ni han exigido otros, a diferencia de algunos paí- ses donde los ciudadanos han sido parte de movimientos sociales imposibles de ignorar institucionalmente, y que han conducido a conquistas como el matrimo- nio, el derecho a la pensión y la adopción de hijos por parejas del mismo sexo. La gran esperanza de los homosexuales cubanos es que el respeto a su orientación sexual se convierta en sentido común, en obviedad feliz. En oca- siones, por desesperación, creen que su dibujo de vida en vez de luz, gana sombra; en vez de apoyo, retroceso. A su favor, pareciera estar el hecho de que transitan un camino labrado en buena medida por ellos mismos, sin mucho ruido, pero ya con suficiente resonancia en la sensibilidad de una parte creciente, aunque todavía minoritaria, de la sociedad. (Alma Mater; nº. 403, La Habana, agosto de 2003) pon tu pensamiento en mí El reportaje «El precio de la diferencia», publicado en la edición de agosto pasado, ha generado polémica entre los universitarios y en otros ambientes intelectuales del país. Eso demuestra que la homosexualidad en Cuba es un El precio de la diferencia DOSSIER / literatura homoerótica encuentroasunto de mucha actualidad, y también es espinoso y molesto debido a la fuerza de tabúes y prejuicios. En este asunto, la sociedad cubana se mantie- ne en el terreno de la intolerancia, aunque en los últimos tiempos está más relajada, en opinión de la directora del Centro Nacional de Educación Sexual, Mariela Castro Espín, entrevistada por Alma Mater. Luis Garcés García-Espinosa, estudiante del Instituto de Farmacia y Ali- mentos, de la Universidad de La Habana, pone su pensamiento en los demás y expone aquí sus criterios con el ánimo de que ustedes pongan también su mente en él y en un asunto tan sensible. Pon tu pensamiento en mí los invita a la polémica. Ciudad de La Habana, 23 de septiembre de 2003 Hola, compañeros de Alma Mater. Soy estudiante de la Universidad de La Habana, exactamente del Instituto de Farmacia y Alimentos, en estos momentos curso el segundo año de la especia- lidad de Ciencias Alimentarias. Me dirijo a ustedes porque me gustaría hacer algunos comentarios sobre el artículo «El precio de la diferencia», sobre la homosexualidad en Cuba. Es cierto que estos son tiempos muy apropiados para dar pasos de avance en este tema tan polémico, pero con el respeto de todas las personas que fueron entrevistadas, que ofrecieron criterios ciertos y válidos, considero que el tema homosexual, desde el punto de vista legislativo, no debe ser tratado así tan explícitamente, pienso que el ser homosexual no pasa más allá del carácter sexual, puesto que es una decisión o elección personal, que no debe llevar repercusión en la personalidad de los individuos homosexuales, y cuando hablo de personalidad entiéndase por orientación profesional, intelecto, virtu- des, defectos, etcétera. Este carácter individual de una variante de la sexuali- dad, excluye el hacer causa común. Destacar los derechos homosexuales nos retornaría a los inicios de la República, cuando surgió el Partido los Indepen- dientes de Color, que sólo aceptaba en sus filas a personas con la piel negra. Es muy cierto que la discriminación de la homosexualidad debe cesar, y que se deben dar pasos y acciones a favor de eso, pero más que el respeto a la persona homosexual, se deben promover acciones en pro del respeto a la libertad indi- vidual. Y que no se tome esta libertad individual como individualismo, ni como una puerta al libertinaje. La libertad es una medida de la responsabilidad. Aunque no estoy de acuerdo con la tendencia de los homosexuales a aislarse de la sociedad, hecho al que son obligados por los tabúes machistas, es bien cierto que este fenómeno continuará mientras tales tabúes predominen. Sobre estos dos problemas sí debiera trabajarse de forma explícita, cambian- do las normativas de los clubes o centros nocturnos donde se especifica que la entrada es por parejas, donde la pareja ha quedado establecida como el dúo de un hombre y una mujer, por tan sólo citar un ejemplo clásico, limi- tando así derechos ciudadanos presentes en la Constitución, sobre la cual quisiera aclarar que en el artículo 42, en el que se manifiesta la ilegalidad de Equipo de Investigaciones de Alma Mater 102 DOSSIER / literatura homoerótica encuentro103 las discriminaciones, está presente una etcétera, y es que también es ilegal cualquier medida lesiva contra la dignidad humana, de aquí que discriminar a una persona por elementos concernientes única y exclusivamente a la indi- vidualidad, como la homosexualidad, es lesivo contra la dignidad humana. Puede que existan discrepancias con mis planteamientos, y las respeto, y me gustaría mucho sentir una contraparte. Quisiera agregar que me parece buena la apertura de este tema dentro de la Universidad, pues nosotros somos los llamados a continuar la obra de la Revolución, e, indiscutiblemen- te, éste es un problema para resolver lo más rápido posible. Luis Garcés García-Espinosa Tomado de Alma Mater; n.º 404, La Habana, septiembre de 2003 El precio de la diferencia DOSSIER / literatura homoerótica encuentro Sin título (Ilusión). Acrílico sobre lienzo, 30 x 36 pulg., 1993.L os libros de temática gay o lesbiana destinados a jóvenes lectores han dejado de ser una rareza en la actualidad. Los países nórdicos fue- ron pioneros —como en tantas otras cosas relacionadas con el sexo— en dar a conocer historias en las que los protagonistas adolescentes descubren o asumen su condición de homosexuales, y han continuado abordando esa temática con ángulos y premisas novedosos. Un título paradigmático dentro esa producción es Jim en el espejo, excelente Bildungsromande la autora sueca Inger Edelfeldt, dirigida a los adolescentes. También la literatura juve- nil anglosajona (con especial atención la estadounidense) se ha ocupado, con distintos grados de profundidad, de la temática de las «minorías sexuales». Si Audabe(1957), del británico Kenneth Martin, resultó polémica en el momento de su aparición, por la sinceridad con que reflejaba la compleja relación homoerótica de dos adolescentes, un cuarto de siglo más tarde la lírica y refle- xiva Annie on My Mind(1982), de Nancy Garden, en que se narra cómo dos chicas de diecisiete años se conocen en el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York y se enamoran una de la otra, no tuvo problemas para ser elegida por la American Library Association de Estados Unidos como una de las mejores novelas para jóvenes editadas en el período 1970-1982. Pero la homosexualidad no ha estado circunscrita al terreno de la narra- tiva juvenil, sino que también ha sido abordada, de distintas maneras, en los álbumes ilustrados dirigidos a los lectores más pequeños. Un precursor de esta vertiente fue Oliver Button Is a Sissy(1979), del renombrado autor e ilustrador gay estadounidense Tommy de Paola, en que el héroe es un niño que prefiere danzar y pintar, a los juegos rudos que sus condiscípulos prac- tican. Y, más recientemente, el desenfadado y explícito Rey y rey(2000), de las holandesas Linda de Haan y Stern Nijland, ha recibido montañas de elo- gios por la forma en que actualiza un viejo motivo de los cuentos maravillo- sos: un príncipe heredero deambula de reino en reino buscando una prince- sa para casarse y desdeñando a cuantas encuentra, hasta que al final elige a otro apuesto príncipe como esposo. (Existe una secuela que aborda la pro- blemática de la adopción de niños por parejas gays: Rey y Rey y familia). Lamentablemente, en el ámbito hispano de América Latina el homosexua- lismo aún continúa siendo un tópico, por lo general incómodo y difícil de abor- dar, tanto en hogares como en escuelas y, por lo tanto, una suerte de tabú que 104 DOSSIER / literatura homoerótica encuentro Ito:el«raro»enlaliteratura infantilcubana Antonio Orlando Rodríguez105 ni los escritores ni los editores de libros para niños y jóvenes parecen demasia- do interesados en trasgredir. Son contadas las excepciones en que, dentro de un relato, aparece un personaje con esa filiación sexual. No es mucho lo que se ha avanzado desde que la argentina Alma Maritano incluyera a un tío gay entre los personajes de su novela juvenil En el Sur(1988). De ahí la importan- cia que reviste, en este contexto, Ito, una singular narración publicada en Cuba, en 1996, por el autor Luis Cabrera Delgado (Jarahueca, 1945). Imbricando armoniosamente el relato introspectivo, el realismo socioló- gico, fantasía, onirismo y alguna que otra pincelada kitsch, Cabrera aborda de forma concisa, pero con hondura, las circunstancias (el despiadado infierno cotidiano) que vive un niño al que, por su sensibilidad, sus gustos y su comportamiento peculiares, quienes le rodean etiquetan como distintoy, en la mayoría de los casos, hacen víctima de un tratamiento discriminatorio como resultado de sus prejuicios. El «delicado y fino» Ito, quien estudia en un internado que lleva el para- dójico nombre de La Infancia Feliz, sobrevive en una tierra de nadie, en un entorno hostil donde los varones lo mandan a jugar con las hembras, pero las niñas lo ahuyentan argumentando que él es varón. («Juanito, Juanita. Ito, mariquita», le cantan algunos, para burlarse, con esa crueldad tan pro- pia de los más chicos). Por suerte, Ito tiene una caja de fotos de sus cantan- tes preferidas y puede entretenerse «recortándoles vestidos en papel de regalo o de brillo». Los fines de semana, cuando regresa a la casa de su abuela, puede peinarla y hacerle moños y bucles. Y siempre le queda el con- suelo de mirar las nubes y buscarles parecido con cosas. Si bien, después de oírlo comparar una nube con «una muñeca china con un traje de seda y un abanico en la mano» a pocos lectores les cabrá la menor duda de que este niño (como se dice en Cuba) «lleva en su alma la bayamesa», lo cierto es que todavía la sexualidad no ocupa un espacio significativo entre las preocupa- ciones del protagonista. Ito es obligado a purgar un «pecado» mucho antes de haberlo cometido. Esa orientación sexual germinal, en ciernes, que se adivina en su modo de hablar, de moverse y de ver el mundo, en su fascina- ción por las telas y los colores, es fustigada y reprimida sin piedad, incluso antes de aflorar explícitamente y de realizarse, lo cual hace doblemente vejatorio e injusto el tratamiento que el niño recibe. Lo curioso es que, aunque su amaneramiento induzca a suponer que cuan- do madure sexualmente se sentirá atraído por otros varones, Ito aún se mueve en una especie de limbo, en ese ambiguo período en que no se posee, de forma consciente, una identidad sexual. Como para ratificar esa ausencia de malicia, en sus ensoñaciones el niño imagina «que ya está casado y que vive con su mujer y sus hijos en una casa muy bonita». Se ve transformado en un prolífico papá que, fiel a la esencia de Ito, pone a sus hijitas lazos de diferen- tes colores en la cabeza: «A Rosa, rojo; a Azucena, blanco; a Violeta, azul; a Margarita, amarillo; y a Jazmín, que será la más pequeñita de todas, verde». Ito es víctima de la intolerancia de unos niños que reproducen los esquemas dogmáticos que les inculcan sus adultos; de un padre que le niega el apellido y Ito: el «raro» en la literatura infantil cubana DOSSIER / literatura homoerótica encuentroque, cuando lo tiene frente a él, le da la espalda porque no camina como se espera que lo haga un hombre; de Severo, el tío alcohólico que se avergüenza de él y lo agrede verbalmente, y, para completar el cuadro, de Miriam Malan- dringa, la directora de La Infancia Feliz, una «educadora» empeñada en transformarlo apelando a todo tipo de castigos y a la crueldad más sofisticada. Más que un libro sobre el despertar sexual de un niño (que no lo es, en modo alguno), Luis Cabrera Delgado ha escrito una obra sobre la margina- ción de que es víctima un niño por ser distinto, potencialmente homosexual. Su relato pone de relieve una situación frecuente en los centros educativos, que todos conocemos —unos, por haberla sufrido; otros, por haber sido eje- cutores de la infamia o testigos indolentes de ella—, pero que se suele pasar por alto, como si estar obligados a padecer durante la infancia esa suerte de dolorosa y enajenante marginación fuera parte intrínseca del proceso de cre- cimiento de los gays y las lesbianas, una forma de expiar su culpa. Itoes también, y sobre todo, una reflexión sobre los castrantes mecanismos de autocensura y autoagresión que el comportamiento de un entorno hostil desencadena. En las páginas finales de esta breve e intensa narración, cuando Ito, ya cerca de la pubertad, termina sus estudios primarios en el internado, el personaje se hace el firme propósito de «cambiar». Cuando comience en la secundaria, donde nadie lo conoce, se convertirá en otro, renunciará a su naturaleza. Se peinará hacia atrás, como un hombrecito; aprenderá a sentar- se con las piernas abiertas; renunciará a «pensar en las musarañas». Apren- derá a mentir, a comportarse de acuerdo con lo que se espera de él, a nadar en las peligrosas aguas de la doble moral. El final, sarcástico y desesperanza- dor, echa por tierra las esperanzas del niño de iniciar una nueva vida en la que pueda ser aceptado como parte de los otros, aun a costa de una calculada autocastración. Zoilo Malachicha, el director de su nueva escuela, ha sido advertido, por la malévola y caricaturesca Miriam Malandringa, de la condi- ción de diferente, de apestado, de «Ito», y el lector intuye que una nueva etapa de encono, de represión y marginación se inicia para él. En manos de un autor de menor talento, estos personajes y conflictos hubieran podido quedar plasmados en un relato melodramático y lacrimóge- no o en un panfleto a favor de la tolerancia y el respeto a las diferencias, bien intencionado, pero de escaso vuelo artístico. Por fortuna, el resultado fue un texto sobrio, de inteligente construcción y gran poder comunicativo. Proba- blemente, el autor echó mano a su experiencia como psicólogo infantil (profe- sión que ejerció durante mucho tiempo) para recrear de modo verosímil el mundo interior y las circunstancias en que vive su protagonista. Esta inquie- tante narración, escrita sin ánimo didáctico, pero con una perceptible solida- ridad y simpatía por los «humillados y ofendidos», se suma a títulos tan signi- ficativos como Tía Julita(1988), Carlos el titiritero(1993) y ¿Dónde está la Princesa?(2000), que han hecho de Luis Cabrera Delgado uno de los más talentosos y originales creadores de la literatura infantil de Cuba. Antonio Orlando Rodríguez 106 DOSSIER / literatura homoerótica encuentro107 A) NOVELA, CUENTO, POESÍA, TEATRO Y TESTIMONIO Acosta-Pérez, Alberto ; Éramos tan puros; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1991. Alabau, Magali ; Electra, Clitemnestra; Ediciones del Maitén, Concepción, 1986. Arango, Arturo; En la hoja de un árbol ; Ediciones Vigía, Matanzas, 1994. —; «Juana de Arco», en La vida es una semana; Ediciones Unión, La Habana, 1989. 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