< Previous¿Cómo? A través de una sucesión incesante de acontecimientos, que procede, decíamos, por sustracción; en esto, que es lo que formalmente sostiene el libro entero, conviene detenerse. A diferencia de textos donde la representación de un entorno alienado se persigue mediante la suma de elementos narrativos, a través de la puesta en acuerdo de muchas y pequeñas histo- rias que configuran por acumulación el conjun- to, en Las bestias se opta por evitar todo aquello que no sea de estricta pertinencia narrativa. Máquina de prescindir de todo lo que no sea su propio cuerpo narrativo, no hay, si no me equi- voco, un solo personaje casual en el libro, situa- ción alguna cuya presencia no esté en función de lo que se está contando, esto es, de las peripecias de Claudio una vez enterado del asunto: una trama mínima pero capaz de incorporar, a través de un ejercicio del relato tan concentrado como directo, todo un universo del embrutecimiento mucho más elocuente que cualquier enumera- ción de desolada circunstancia. A esa austeridad de la historia, de lo que se cuenta, la acompaña una prosa sin meandros, donde el juego con la repetición de algunas frases, la incorporación del diálogo y una sintaxis de ejemplar economía expresiva resultan en un ritmo narrativo rapidísi- mo, casi diríamos vertiginoso (esa mala costum- bre de la realidad, a veces, cuando se desboca), en el que cada cosa lleva a la otra y todas se leen como las escenas de una pesadilla o como una película sin pausas, con muy pocos personajes y acción trepidante. O como un juego, un ágil rompecabezas de ficción donde nada es grave ni pesa, y cuando salimos del cine o cerramos la caja todo vuelve, entre risas, a su sitio. Ahora bien, no nos llamemos a engaño: como el de otras novelas cubanas de la última década, el tema de fondo de Las bestias, a pesar de su tono ligero, a pesar de ese ritmo tan lograda- mente amable y de su humor negro o caústico que nos deja tratar lo intratable, es el del Mal. El de la facilidad del mal, el de la trivialidad o la banalidad o la dócil oportunidad del mal, tanto da cómo queramos llamarlo. En una novela reciente y de estilo muy distinto, Juli Zeh refiere una historia también plena de violencia y sordi- deces. No transcurre en La Habana sino en un instituto de Bonn, pero a pesar de ámbitos tan ajenos, la intención del texto y su tratamiento son, si no me equivoco, similares; no ya en cuanto a estilo, pero sí en la ambigüedad del registro que las refiere, y de aquello que refieren, que es de lo que se trata ahora. «Si todo esto es un juego» — apunta en alguna parte Zeh, y creo que bien vale para el caso que nos ocupa— «estamos perdi- dos. Y si no lo es, pues peor». Pues eso: peor, entonces. Las bestias es una de esas novelas descarnadamente perfectas donde el acoplamiento entre lo que se cuenta y la estruc- tura de lo contado no deja lugar a ninguna inge- nuidad, a ninguna fisura, a consuelo alguno. Que sea, con diferencia, el mejor texto de su autor es anecdótico. Que maneras de asumir la escritura tan distintas como las de Ena Lucía Portela (La sombra del caminante, Cien botellas en una pared), Arturo Arango (El libro de la realidad, Muerte de nadie), Gerardo Fernández Fe (La falacia) o Antonio José Ponte (Las comidas pro- fundas, Contrabando de sombras), terminen confluyendo en la voluntad narrativa de dar cuer- po literario a la sordidez cotidiana de una reali- dad secuestrada, probablemente también lo sea, mera anécdota; algo —el impulso externo: lo que lleva a ese intento— que tiene mucho más que ver con la historia de la literatura, o con la histo- ria a secas, que con lo propiamente literario. El sentido común haría sospechar que no es saluda- ble (para los textos, se entiende) escribir contra algo, que no puede hacerse de la utilidad virtud y que pretenderlo es ilusorio. Pero lo cierto es que, más allá de oscuridades históricas, las de esos pocos libros vienen siendo las páginas más plenas literariamente hablando, las de mayor alcance de sentido de la última literatura cubana.■ El español global Francisco Moreno Fernández Humberto López Morales La globalización del léxico hispánico, Espasa Calpe, Madrid, 2006 203 pp. ISBN: 8467020997 E L FENÓMENO DE LA GLOBALIZACIÓN HA SIDO protagonista singular en los debates intelec- tuales del cambio de siglo. No hay duda de que 308 buena letra buena letra encuentro309 los avances tecnológicos y la flexibilidad de los mercados de capitales, por un lado, y la exten- sión mundial de las transacciones de bienes y servicios, por otro, han sido los elementos sobre los que se ha asentado este proceso de globaliza- ción o mundialización, un proceso que afecta principalmente al ámbito de la economía y las finanzas, pero que también alcanza otros cam- pos, como el del intercambio de información, dando lugar a lo que el sociólogo Manuel Cas- tells llama la «sociedad red». Esa nueva sociedad se articula entretejiendo canales de información y comunicación que se sustentan en la tecnología de los medios audiovisuales y en Internet. Hum- berto López Morales, intelectual siempre atento al mundo que lo rodea y lingüista preocupado por el uso social del lenguaje, ha sabido ver la trascendencia que una globalización de estas características tiene para la lengua, código fun- damental de comunicación en la sociedad red, y se ha puesto manos a la obra para conocer y explicar cómo es la globalización que está expe- rimentando una de las grandes lenguas mundia- les de cultura: la lengua española. Así nació La globalización del léxico hispánico. El último libro de López Morales, investiga- dor, profesor y académico, ofrece numerosos datos de interés relativos a la situación actual de la lengua española, tanto en Europa como en América. Nos habla de su diversidad dialectal y sociolingüística, nos describe su riqueza léxica y nos dice cómo funcionan algunas de las entida- des que velan por el adecuado uso de la lengua. En este libro, se nos explican los entresijos y peculiaridades del uso del léxico en los medios de comunicación social del mundo hispánico: en la prensa, impresa y digital, en las radios, locales y nacionales, y en la televisión, nacional o inter- nacional; en el cine, las telenovelas y en la litera- tura. Sin embargo, el autor no se conforma con dar fe de una realidad, rica y dinámica, sino que nos ofrece un libro de tesis. Las consecuencias del proceso globalizador en el terreno de la cul- tura y la comunicación no tienen por qué llevar, como a veces se afirma, a un empobrecimiento de nuestro acervo lingüístico ni ser forzosamente negativas para el mundo hispanohablante: la situación actual de la lengua española, en su uso por los canales internacionales de la moderna comunicación, no sólo no es deplorable, sino que ha de permitir una mejor comprensión entre todos los que la hablamos. Éste es el hilo argu- mental del ensayo de López Morales. Es evidente que la realidad lingüística del mundo hispanohablante se manifiesta de una forma muy variada, con voces y acentos diferen- tes, pero ello no es un obstáculo para que la glo- balización esté facilitando y reforzando la función del español como lengua de comunicación inter- nacional. Los contactos entre los países hispáni- cos y el intercambio de bienes y servicios entre ellos se han multiplicado y diversificado del tal manera que se ha evidenciado la necesidad de internacionalizar el uso de la lengua, especial- mente su vocabulario; es más, esa internacionali- zación, donde no se ha favorecido voluntaria- mente, ha surgido pujante, como signo de los tiempos e instrumento del comercio y del con- tacto cultural. Hay quien ve en la internacionali- zación de la lengua un detrimento para la diver- sidad geolingüística del mundo hispánico: si sustituimos los vocablos de cada lugar por pala- bras de uso más general, ¿perderemos gran parte de nuestras identidades locales? Hay quien pien- sa que un español más neutro e igualado aboca sin remisión al empobrecimiento y a la simplifi- cación lingüística. Hay quien dice que el lenguaje neutro, simplista y artificial de los medios de comunicación internacionales del ámbito hispa- nohablante acabará matando la lengua o convir- tiéndola en un artificio para robotizar audiencias. Existen, sin embargo, quienes piensan que las barreras idiomáticas facilitan el control de los poderes más funestos y que las grandes lenguas de cultura pueden ser el mejor medio para que sus muchos hablantes defiendan sus intereses, sus derechos y su bienestar. Humberto López Morales participa de esta opinión y la defiende. El estilo de la obra sabe aunar el rigor y la amenidad. El autor pretende hacerla accesible para los lectores no especializados en materia lingüística y lo consigue con brillantez. Son muy numerosos los ejemplos que ilustran la argumentación y están muy bien elegidos los textos que revelan el contraste entre los léxicos regionales o locales y el léxico hispánico más internacional. Como antes se apuntaba, López Morales ofrece descripciones de lo que está ocurriendo con la lengua española en los medios de comunicación social y demuestra un excelente conocimiento del terreno: nos explica qué hace la Agencia EFE para alcanzar un uso buena letra buena letra encuentroEDITORIAL V erbum Eguilaz,6,2º,Dcha.28010 Madrid.Tel.:91-446 88 41 - Fax:91-594 45 59 E-mail:verbum@telefonica.net• www.verbumeditorial.com Novedades Los pies sobre la tierra L os pies en la tierra ORLANDO ROSSARDI Los pies en la tierra EDITORIAL V erbum Cupido en el monte de Afrodita Poesía erótico- picaresca y humorística EVELIO DOMÍNGUEZ Cupido en el monte de Afrodita Poesía erótico-picaresca y humorística EDITORIAL V erbum311 más homogéneo e internacional del español en sus notas de prensa, cómo la radio —desde Radio Mambí, de Miami, a Radio Vaticana— conserva su capacidad de influencia lingüística, qué estrategia comunicativa despliega la CNN en español para asegurar su cuota de negocio o hasta qué punto las telenovelas o «culebrones» son fiel reflejo de la globalización del léxico his- pánico, todo ello detallado con nombres pro- pios, obras, fechas y anécdotas verídicas. Lo dicho: un libro informativo, ameno y riguroso. Laglobalización del léxico hispánicono es el primer trabajo que López Morales dedica a este asunto de tan rabiosa actualidad. Tampo- co el autor es el único que ha expresado su interés por las consecuencias lingüísticas y sociolingüísticas de la globalización hispánica: ahí están las publicaciones de estudiosos como el mexicano Raúl Ávila o la hispano-argentina Violeta Demonte. Sin embargo, puede afirmar- se, sin titubeos, que López Morales es quien mayor esfuerzo ha realizado por conocer el fenómeno desde dentro y quien más kilómetros ha recorrido, por España y las Américas, para conocer in situla evolución de la internacio- nalización del léxico del español. López Mora- les ha querido ser notario de la globalización del español y este libro es el acta que da fe de ello; difícil será, por tanto, hallar una obra más fidedigna y mejor documentada sobre un pro- ceso fundamental para el presente y, sobre todo, para el futuro de nuestra lengua. ■ Nos quedamos Con la boca abierta Ena Columbié Odette Alonso Con la boca abierta Odisea Editorial, Madrid, 2006 174 pp. ISBN: 84-95470-60-8 «¡E S DESGARRADOR!», PENSÉ AL TERMINAR LA última página de ese primer título de narrativa de la ya reconocida poeta cubana Odette Alonso. Son cuentos de desilusión y des- pedida, de amor y desamor, de encuentros y desencuentros, pero, sobre todo, de amor, donde el sexo es parte importante, pero no principal. El dolor, la ternura, lo erótico y la desesperanza derrotan al sexo como prioridad. A pesar de que la mayoría de las historias son tratadas con cierto humor, lo que permite equi- librar la trama, es un libro donde no existe el happy end. Triste, tristísimo. Los cuentos reunidos en Con la boca abiertase narran con identidad independiente. Odette es la carcelera de sus personajes, los controla para que no se escapen por otros derroteros; en muchas ocasiones, el lector cree que el rumbo será diferente, pero ella, sádica- mente, los ata y, a latigazos, los obliga a ir por los linderos que les tiene preparados. «Intensidad» es una de las palabras de orden para lograr un buen cuento; ese recurso debe magnificarse desde el primer párrafo, las primeras palabras, los personajes; de esa forma, no debe haber tropiezos con la estruc- tura. Pero, lograr el control de los personajes rara vez es posible sin la autovigilancia del escritor, sin un hábito de escribir y de leer a aquellos maestros de la cuentística universal: Chéjov, Maupassant, Onetti, Bocaccio, Quiroga, Poe, Cortázar, Kipling, Borges, Gogol, Kafka, Somerset Maugham, Piñera... «Tema» es otra de las palabras mágicas. Un libro de cuentos puede concebirse juntando varios de ellos y, siendo independientes, estos puedan tener un asunto común o no. Con la boca abiertatiene como tema central el lesbia- nismo, pero cada uno de los nueve cuentos posee un asunto único y, a veces, insólito. Su diferencia consiste en cómo la autora logra consolidarlos, condensarlos, para, con sus otras hierbas, encen- der y mantener la atención del lector. En conversaciones con Odette, le dije que uno de esos cuentos —«Un puñado de ceni- zas»— me dejó en silencio, reflexionando por varios minutos; la autora me respondió: «así me deja también a mí cada vez que lo leo». Es un cuento severo, implacable y cruel; logra, con límites muy bien marcados para no caer en excesos, el clima propio de un gran cuento. La acción se presenta como un círculo concéntri- co, con ciclo perfecto, intenso desde el primer momento; la tensión es tal que no admite pausa buena letra buena letra encuentroalguna en su lectura. Intenso es también el esti- lo: conciso, claro, límpido, con un inicio de hechizo y un final tan sorprendente como ines- perado. Confieso que es uno de los mejores cuentos contemporáneos que he leído. Cuando se logra un buen comienzo —que, por lo general, es la acción psicológica o física del protagonista— y se capta absolutamente la atención del lector, todo será fácil para el narrador; con los mismos amarres con que fueron atados los personajes, el escritor ata y dirige a los lectores, los obliga a no separarse de las historias hasta el final. Eso logra Odette Alonso en cada una de sus narraciones, sus ini- cios son tan imprevistos como los finales: «¿Te duele?», así comienza el primer cuento que da nombre al libro y así: «Iba en pos del tercer orgasmo cuando sonó el teléfono», empieza «Las dos caras de la luna». Es evidente que la autora ha elegido su primera frase para encen- der la alerta de atención en el lector y, partien- do de ese presupuesto, envolver la historia en una tensión constante y un ritmoque encuen- tra su certeza con cada frase, cada palabra exacta, sin desviarse con floreos, sin dejar caer la tensión, para llegar así a esos finales de asombro, de estupor, raros, sorpresivos pero, sobre todo, admirables y tristes. Con la boca abiertairrumpe por la puerta ancha de la narrativa contemporánea. Para sor- presa de muchos —a pesar de lo atrevido de sus temas y de lo controversial de su núcleo central, el lesbianismo—, es un libro bien recibido por lectores, escritores, investigadores y académicos; ese logro es respuesta a los cuidados que Odette Alonso puso en él. En ningún momento, hace de sus cuentos una tribuna contra homofóbicos y machistas, ni los convierte en bandera con colo- res de arcoiris. Sólo muestra los prejuicios y tabúes que sobreviven en las sociedades latinoa- mericanas, específicamente en dos países que conoce bien, porque entre ellos divide su vida y sus sentimientos: Cuba y México. Su estilo limpio de excesos se granjea el reconocimiento de los más exigentes. Por ello Odisea Editorialdecidió incluir el libro en su Colección Safoy, de este modo, llega a España la realidad del combatido mundo lésbico lati- noamericano. Odette da luz a situaciones que, si bien son más repetidas de lo que el lector pueda imaginar, también son herméticamente calladas. Es un libro confesional y de exorcismo, es escritura de intimidad que acalla el rechazo y el desprecio en un entorno que sostiene que «¡la mujer es para usarla!». Su planteamiento del res- peto por la variedad de preferencias se alcanza mediante personajes fuertes, que se adentran física y psicológicamente en el terreno sexual y social, que enfrentan con entereza el racismo al que son relegados y defienden el yoverdadero despojados de hipocresía y dobleces. Son muje- res que, además, rebasan el estrecho círculo a que podrían confinarlas sus preferencias sexua- les y están totalmente insertadas en núcleos mayores: la familia, el ambiente laboral, la socie- dad en general. Si bien alguna de ellas bordea la marginalidad, la mayoría son mujeres «norma- les», de las que nos topamos en la calle cada día, con los mismos problemas, inquietudes o satis- facciones que el resto de sus contemporáneos. Y este reflejo de los sentimientos femeninos y sus valores no se limita a los personajes lésbicos, sino que incluye a aquellos heterosexuales que muestran amistad verdadera e incondicional: «Vine por ti. Pensé que me necesitarías», le dice Marina a Andrea en un momento crucial de «Las dos caras de la luna». Odette Alonso plantea con valentía los térmi- nos de su erótica personal. Sin alardes, deja sen- tado que si bien el cuerpo femenino es comple- mentario del masculino, también lo es de otro cuerpo femenino, aspecto que siempre ha sido cuestionado en el contorno eternamente aldea- no de nuestros países y sus capitales, llenas de lastre, hipocresía y corrupción, submundo bien delineado en varios cuentos. La autora despliega una serie de críticas sobre varios aspectos no admitidos socialmente, dejando clara la necesi- dad del respeto por la dimensión erótica múlti- ple del ser humano. Sus textos son fuertes, como trancazos que despiertan una parte insos- layable de la condición humana. La voz de las mujeres ha estado presa durante siglos, regida por una lógica epocal siempre con- traria y lastrante; este libro crispará los nervios de fundamentalistas y dogmáticos porque expresa parte del deseo acumulado, escondido, de esas mujeres. Libera la voz que estuvo callada y la con- vierte en eco, muestra el deseo femenino en gene- ral, y el lésbico en particular, enfrenta los tabúes establecidos. Las mujeres estamos cambiando el mundo; el poder patriarcal, hegemónico, 312 buena letra buena letra encuentro313 ejercido por los hombres sobre la literatura se va reduciendo con libros como éste, capaz de moverse magistralmente entre la imaginación y el humor para adentrarnos en la lectura de temas serios, muy serios. Con la boca abiertaposee un alto nivel estilístico que lo hace diferente de la mayoría de los libros de ficción que abordan este tema. El trabajo del lenguaje resulta impecable, man- tiene un castellano neutro, y utiliza modismos cubanos y mexicanos en los cuentos que lo requieren para su localización, intensidad y/o denuncia. Usa todos los recursos narrativos del género para tocar fondo en los sentimientos, viajando desde el yohasta el nosotros, pasan- do por todos los laberintos de luces y sombras de la psiquis femenina. La poesía está presente en todos los textos, incluso cuando la narra- ción es más cruda, y eso logra que la transgre- sión moral-religiosa, la irreverencia y la icono- clastia no se hagan notar como arma de guerra, sino como derecho propio. Entre los grupos homosexuales, frecuente- mente, existe una lucha encarnizada por ser reconocidos como tales e insertarse así en el mundo de todos; sin embargo, para lograr esa integración social es necesario desechar los estereotipos y la autoconceptualización segre- gativa. Cuando terminé de leer Con la boca abierta, le comenté a una amiga acerca de la calidad de los cuentos y se los recomendé; «mi familia me deshereda si llevo a casa un libro con dos mujeres besándose en la portada», expresó entre risas, pero muy en serio. En las últimas décadas, han surgido editoria- les dedicadas a publicar solamente literatura gay o lesbiana; la mayoría utiliza en sus portadas imágenes muy explícitas pero generalmente frías, de besos y abrazos posados que no alcan- zan a sintetizar la pasión de los textos y ponen en entredicho cualquier intento artístico. El arte es provocación, pero también sugerencia. ¿No creen los directivos y editores de literatura homosexual que, en su preeminente interés por el aspecto mercadotécnico y comercial,pierden ese sector de los lectores potenciales que, como mi referida amiga, sólo se atreve a echar mira- das de soslayo, incluso cuando les interesara el tema? ¿Por qué no conquistar con el buen gusto, con la auténtica creación artística, sin provoca- ciones ni distinciones separatistas? Cuando gays y lesbianas superen sus propios guetos y dejen de sentirse diferentes; cuando enfrenten el mundo con la naturalidad con que Odette Alonso lo aborda en sus relatos, sin auto- censura, sin autoexclusión, comenzará entonces su verdadera conquista. En ese sentido, Con la boca abiertaes un libro conquistador.■ ¿Cómo será la era pos-Fidel? Miguel Rivero Brian Latell After Fidel – The inside story of Castro’s regime and Cuba’s next leader Palgrave MacMillan Nueva York, 2005, 249 pp. ISBN 1-4039-6943-4 «B RIAN LATELL COMBINA MÁS DE TREINTA AÑOS en la CIA con el rigor y una prosa viva», afirmó sobre este libro el ex ministro de Relacio- nes Exteriores de México, Jorge Castañeda. Por su parte, George J. Tenet, ex director de la CIA , estimó que Latell es «uno de los más destacados analistas estadounidenses acerca de los asuntos de Cuba. La obra refleja un perfil psicológico fas- cinante de Fidel Castro y del hombre que des- pués de más de 40 años en la sombra, podría, pronto, ser el sucesor, su hermano Raúl». El autor es, quizás, la única persona en el mundo que no sólo leyó atentamente, sino que estudió durante décadas los discursos del man- datario cubano y trató de ponerse en el difícil papel de adivinar sus próximos pasos. Ha inda- gado en la personalidad de Fidel Castro en fun- ción de lo que sucederá después de él, y en el complejo perfil de Raúl, su posible sucesor. Pero se trata de una valoración pragmática, no de un intento de promover la transición enca- bezada por Raúl. Alcibíades Hidalgo, jefe de despacho de Raúl Castro durante varios años y miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, fue una de las fuentes consultadas por Latell. buena letra buena letra encuentroEntrevistado por Encuentro, Hidalgo opinó: «Latell conoce como pocos los intereses estraté- gicos de Estados Unidos hacia la Isla, dibuja un escenario de posibles ofrecimientos que un régi- men pos-Fidel pudiera ofrecer a EE.UU. , como piezas de cambio para una mejoría de relacio- nes, o, al menos, un período de descansada hos- tilidad. El control de la migración desordenada, la cooperación contra el narcotráfico y el terro- rismo son las principales bazas en esa canasta, y son ofrecimientos posibles y tentadores. Aunque el actual Gobierno norteamericano asegura que su compromiso con la democracia en el futuro de Cuba está por encima de estas opciones, es algo que está por demostrarse». Al referirse a la primera visita de Fidel Castro a Estados Unidos, en abril de 1959, Brian Latell asegura que Fidel se quejaba de que su hermano Raúl, quien había iniciado los primeros contac- tos con la Unión Soviética, provocara tensiones en el preciso momento en que él trataba de per- suadir al Gobierno norteamericano de sus bue- nas intenciones, de que él no era comunista y respetaría el juego democrático. Latell confiesa que, al principio, dio crédito a las intenciones de Fidel acerca de mejorar las relaciones con Estados Unidos, pero, «cuando más tarde cono- cí mejor a Fidel y comprendí los patrones y la doblez de su conducta llegué a la conclusión de que su primera intención era la de manipular a la opinión pública norteamericana. En realidad, Raúl no tenía razones para preocuparse». Al trazar los rasgos de ambos personajes, Latell señala que Fidel es caótico, impulsivo y centralizador, mientras que Raúl mantiene cier- ta «amistad con los subordinados, delega res- ponsabilidades, solicita opiniones, trata a sus hombres como intelectualmente iguales». Raúl es organizado y pragmático, un complemento esencial para las labores gubernamentales y, en especial, en lo que se refiere a las Fuerzas Armadas. Ambos hermanos forman, así, un binomio casi perfecto. Teresa Casuso, amiga de Fidel de la época en que éste vivió en México, lo recuerda repitiendo: «resulta esencial inculcar en la gente que tenga fe en una persona». Y K.S. Karol describe esa obsesión de Fidel por el control como «un senti- miento de que él resulta indispensable». Al comprender que Che Guevara podía hacerle sombra, Fidel lo envió en una larga misión al extranjero. Y cuando aquel regresó, ya sus tropas estaban dispersas; así no podría representar ningún peligro para los hermanos Castro. La desaparición de Camilo Cienfuegos sacó de la escena a un potencial rival de Fidel y Raúl. Latell relata que, según Huber Matos, «Raúl odiaba a Camilo por su carisma». La hermana, Juanita, considera que Raúl se convirtió en «duro e inescrupuloso» bajo la influencia de Fidel, y que su imagen pública como individuo feroz, terrible, no es la más adecuada pues el verdadero tirano es Fidel. Juanita relató que cuando salieron de la cárcel, después del asalto al Cuartel Moncada, Raúl fue a Birán para visitar a sus padres, mientras que Fidel se mantuvo en La Habana, en sus activida- des políticas y revolucionarias. Cuando ambos preparaban en México la expedición del Granma, conocieron la muerte del padre. Fidel se limitó a murmurar: «Qué pena», mientras que Raúl se encerró en el baño a llorar. Cuando Lina Ruz, la madre de ambos, estaba moribunda en la casa de Juanita en Mira- mar, era Raúl quien pasaba allí la mayor parte del tiempo, e incluso dormía con ella en el mismo cuarto. Fidel sólo apareció el día del fallecimiento de la madre «gritando órdenes», relató Juanita al autor de esta obra. Latell refiere también el lado siniestro de la personalidad de Raúl Castro: cuando Fidel sos- pechó en Ciudad México que uno de los expe- dicionarios podría ser un espía de Batista, fue Raúl el encargado de matar al joven colega, y cumplió la misión con mucha sangre fría. Latell considera también la formación marxista de Raúl, quien, ya en marzo de 1953, estuvo en Viena en una conferencia internacional juvenil patrocinada por el Kremlin, y realizó después una gira por tres países comunistas del Este europeo. El autor revela notas no publicadas de Herbert Matthews, periodista de The New York Times. Según tales notas, Carlos Rafael Rodrí- guez aseguró a Matthews que fue Fidel quien «deliberadamente hizo de Raúl un marxista, entregándole libros para que él los leyera y enviándolo en ese viaje a la conferencia de la juventud». Fue en el viaje de regreso a Cuba, cuando Raúl hizo amistad con el joven soviético Nikolai Leónov, quien más tarde sería el mayor especialista de la KGB en asuntos de América Latina. (En el libro My turbulent years, Leónov 314 buena letra buena letra encuentro315 reconoce que cuando conoció a Raúl, ya éste tenía «algunos conocimientos básicos» en los servicios de inteligencia). A finales de los años 50, los soviéticos con- sideraban a Raúl, según afirma Latell, como «el hombre de ellos en La Habana o, más pre- cisamente, el hombre que formaba parte del círculo íntimo de Fidel en la Sierra y después en el gobierno». Pero los soviéticos no se daban cuenta de que, probablemente, era Raúl el utilizado por Fidel, primero, para los con- tactos con los comunistas cubanos «y, des- pués, con sus amos en el Kremlin». El autor señala que, increíblemente, tal como cuenta en sus memorias, Jruschov estaba convencido de que Raúl «había mantenido sus verdaderas convicciones ocultas» y Fidel no sabía nada del asunto. Según Latell, la conversión de Fidel al comunismo fue una decisión clave, que adoptó al comprender que este sistema era «el que mejor servía a sus ambiciones». La falta de interés y afecto por la familia es otro rasgo de Fidel. El libro relata cómo Alejan- dro, el único hijo varón de Raúl y Vilma, estaba trabajando en un gimnasio para la elite de las Tropas Especiales y allí conoció a su primo, Antonio Castro Soto del Valle. Alejandro contó a su padre que deseaba conocer mejor a su primo; Raúl consultó con Fidel y éste fue termi- nante: es mejor que los muchachos estén sepa- rados. Esta negación patológica de la familia y de la vida privada es clave de la heroica imagen que Fidel proyecta y también refleja un elemen- to fundamental de su psicología. A juicio de Latell, toda su vida él ha demandado absoluta autonomía personal. Asimismo, el libro relata con detalles los esfuerzos efectuados por diferentes administra- ciones norteamericanas para procurar un acer- camiento con el régimen cubano, y cómo siste- máticamente Fidel ha buscado pretextos o creado situaciones de tensión con el fin de rom- per las negociaciones: envío de tropas a Angola, apoyo a grupos «terroristas» puertorriqueños que llevaron a cabo acciones en Estados Unidos. Han circulado, según sostiene Latell, muchas anécdotas acerca de la crueldad de Raúl, conta- das por personas que lo conocen bien. Pero Raúl sabe perdonar y ser generoso, incluso con personas a las cuales su hermano ha mandado a la cárcel o al exilio. «Cuando él reemplace a su hermano en el poder, estos lados opuestos de la personalidad de Raúl, sin duda alguna, continua- rán en conflicto, como siempre ha sido desde que llevó a cabo sus primeros actos brutales», agrega el autor, quien se pregunta cómo será la gestión de Raúl ante el vacío dejado por Fidel, cuál de sus lados opuestos predominará. «Los enigmáticos malabarismos de sus máscaras lle- garán al final y él estará en capacidad de expre- sarse sin los temores de desagradar a Fidel». En cambio, «si Raúl es el primero de los hermanos en morir, el plan de sucesión devie- ne un caos. Surgirá la inevitable lucha por el poder entre los líderes cubanos militares y civi- les y la habilidad de Fidel para controlar la situación resulta dudosa, si su salud y habilida- des cognitivas continúan deteriorándose». Al respecto, añade Latell: «Si Raúl muere prime- ro, todos aquellos en la Isla y fuera de ella que observan buscando síntomas de una transición a la democracia, quizá no tendrán que esperar mucho tiempo».■ Born to be free Anke Birkenmaier Pedro Juan Gutiérrez El nido de la serpiente. Memorias del hijo del heladero Anagrama, Colección Narrativas hispánicas Barcelona, 2006. ISBN: 84-339-7127-1 E N EL NIDO DE LA SERPIENTE, SEGUNDA NOVELA publicada después del ciclo sobre Centro Habana que lo hizo famoso, Pedro Juan Gutié- rrez se aleja por primera vez de La Habana y coloca su narración en Matanzas, ciudad donde nació. Como en la novela anterior, Nuestro GG en La Habana(2004), los eventos se ubican en el pasado, los años 50 en Nuestro GG…, la década de los 60 en El nido de la serpiente. La escritura de Gutiérrez siempre se ha des- tacado por su gesto autobiográfico. Salvo en El rey de La Habana, el protagonista de las nove- las del ciclo se llamaba Pedro Juan, tenía apro- ximadamente la edad del autor y vivía donde el buena letra buena letra encuentro317 autor. En la «Advertencia» de esta última nove- la, el autor insiste —tal vez para responder a diversos comentarios críticos que han surgido sobre su obra— sobre el hecho de que es obra de ficción y que los personajes son imagina- rios. ¿En qué medida debemos creerle al Pedro Juan Gutiérrez que suscribe esta afirmación? Lo cierto es que el gesto ha cambiado. Escrita, como las otras, en primera persona, la novela insiste sobre la determinación de Pedro Juan de hacerse un escritor «sin maestros», y relata los conflictos interiores del protagonista, y los que tiene con las autoridades. Para aumentar la confusión, El nido… lleva como subtítulo Memorias del hijo del heladero, y se presenta, por tanto, como una especie de Bildungsro- mandel escritor Pedro Juan desde la adoles- cencia hasta la edad de veintiún años, recuento que, además de narrar la educación sexual del protagonista, explica su formación como escri- tor. Así, el Pedro Juan de novelas anteriores, que se presentaba como sujeto marginalizado y periodista, subalterno y mediador testimonial a la vez, finalmente, se ha convertido en un escri- tor reconocido en esta novela. El autor también parece reaccionar a la dis- cusión crítica sobre su literatura al usar como epígrafe una cita de Charles Bukowski. En la prensa, Gutiérrez ha sido tildado de «Bukowski caribeño», influencia antes rechazada por él, quien ha dejado dicho en varias entrevistas que mucho más importantes que Bukowski han sido para él los narradores realistas norteamerica- nos tales como Erskine Caldwell y Truman Capote, y, luego, la generación más joven del «realismo sucio», de Raymond Carver y Richard Ford. En El nido de la serpiente, el protagonis- ta añade a esta lista a los escritores soviéticos del realismo socialista y a algunos filósofos como Sartre y Nietzsche. La presencia o ausen- cia de Bukowski en la ficción de Gutiérrez nos lleva, sin embargo, a preguntarnos sobre el papel de la pornografía. Bukowski se ha aso- ciado siempre con la descripción detallada y gráfica del sexo en un lenguaje descarnado y hasta obsceno, mientras que el resto de los narradores realistas se destacan, más bien, por su observación minuciosa de una cotidianidad aparentemente banal. La distinción es impor- tante, pues implica la diferencia entre literatura «comercial», destinada a satisfacer una demanda voyeurista, y literatura «seria», que se propone, en el caso de los practicantes del realismo sucio, escribir de forma original sobre esos sujetos marginales que se resisten a la narración por su poca individualidad. (En Estados Unidos estos últimos son, por ejemplo, los llamados white trash, gente de clase media baja con vidas aparentemente dirigidas por el consumo de masas y la tele; en América Latina, escritores como el colombiano Fernando Vallejo han escri- to de forma similar sobre los sicarios de los barrios marginales de Medellín.) La cita de Bukowski empleada por Gutiérrez nos indica que lo considera parte de una misma escritura «seria» de corte pesimista: «La esclavitud no ha sido abolida, solamente se ha expandido para incluir a nueve décimas partes de la población. En todas partes. Santa Mierda». En este libro, como en el anterior, Gutiérrez se inserta, así, en una tradición literaria de fuertes toques nortea- mericanos que acompaña el cuidado con el que se presenta como escritor cubano. Insiste (en esta novela más que en otras) en el individualismo radical de su protagonista, que luego asocia con la libertad del macho. La novela narra la vida de ganapán y el servicio militar deun adolescente en la década de los 60, cuando los cambios introducidos por el nuevo régimen político afectan la vida cotidiana. Y, aunque Pedro Juan se integra y somete a las órdenes que se le dan, insiste sobre su libertad espiritual y, sobre todo, sexual. Comienza el libro con el lema born to be free, y termina de igual modo, cuando Pedro Juan deja, sin razón alguna, a una de sus muchas novias y sale a caminar sin saber adónde. Esta falta de rumbo es característica del libro. La rebelión del pro- tagonista se articula contra todo lo que limite la realización del propio placer, no contra un sis- tema político determinado, y en eso la hace más humana que ideológica. Por otra parte, el machismo de sus novelas ha encontrado en El nido de la serpienteun matiz más profundo. Si en el ciclo de Centro Habana el sexo duro aparecía como el único placer disponible en medio del derrumbe material y económico de La Habana de los años 90, el machismo de los años 60 proviene de la ideología misma de la Revolución y se añade al machismo proveniente de la tradición hispáni- ca. El machismo desenfrenado de esos años buena letra buena letra encuentroNext >