53 54 OLGAGUILLOT ENPERSONA LORENZOGARCÍAVEGA Maestroporpenúltimavez ARIELPÉREZLAZO LacrisisdelaenseñanzadelafilosofíaenCuba DUANELDÍAZ Lesocialismequivenaitduchaud DOSSIER RAZA Y RACISMO EN CUBA ALEJANDRODELAFUENTE / PEDROALEXANDERCUBAS TOMÁSFERNÁNDEZROBAINA / MARÍAI.FAGUAGUAIGLESIAS ALANWEST-DURÁN / ODETTECASAMAYOR-CISNEROS / VÍCTORFOWLERCALZADA Enestenúmero ROBERTOIGNACIODÍAZElespíritudeCubayelespectrodelaópera ALEJANDROGONZÁLEZDÍAZProducciónestéticaypolíticacultural DAYLETDOMÍNGUEZAntiintelectualismoygéneropolicialenCuba WALDOFERNÁNDEZCUENCAAnatomíadeunenfrentamiento ANKEBIRKENMAIERCabreraInfanteyla(nueva)novelaurbana CARLOSUXÓElpersonajedelnegroenlanarrativabrevedelosNovísimos ENTREVISTA YOLANDAMOLINA-GAVILÁN DaínaChaviano:unpanoramadelacienciaficcióncubana EN PROCESO FÉLIXLUISVIERAElcorazóndelrey DANIELIGLESIASKENNEDYLaleyendadeMaribelMontero POESÍA DOLANMOR / MARÍAELENABLANCO ORLANDOLUISPARDOLAZO / JOSÉPÉREZOLIVARES CUENTOS ATILIOCABALLERO / RONALDOMENÉNDEZ PLÁSTICA AGUSTÍNFERNÁNDEZ 53 54 verano otoño 2009 15 † 53 54Editorial ■ 3 Maestro por penúltima vez LORENZO GARCÍA VEGA ■ 5 Le socialisme qui venait du chaud DUANEL DÍAZ ■ 25 DOSSIER RAZA Y RACISMO EN CUBA Buscando a Taita Facundo ALEJANDRO DE LA FUENTE ■ 41 Entre ademanes de lo posible y ardides de lo permitido PEDRO ALEXANDER CUBAS HERNÁNDEZ ■ 44 Un balance necesario TOMÁS FERNÁNDEZ ROBAINA ■ 57 El lado oculto del 27 de noviembre MARÍA I. FAGUAGUA IGLESIAS ■ 63 Colores sin Benetton, pero a ritmo de reguetón ALAN WEST-DURÁN ■ 68 Todos los negros finos hemos decidido ODETTE CASAMAYOR-CISNEROS ■ 74 Contra el argumento racista VÍCTOR FOWLER CALZADA ■ 82 EN PROCESO El corazón del rey FÉLIX LUIS VIERA ■ 117 PLÁSTICA AGUSTÍN FERNÁNDEZ Otra narración de los hechos MITCHELL ALGUS ■ 125 La crisis de la enseñanza de la Filosofía en Cuba ARIEL PÉREZ LAZO ■ 137 POESÍA DOLAN MOR ■ 145 MARÍA ELENA BLANCO ■ 150 ENTREVISTA Daína Chaviano: un panorama de la ciencia ficción cubana YOLANDA MOLINA-GAVILÁN ■ 155 DIRECTOR FUNDADOR Jesús Díaz † DIRECTOR Manuel Díaz Martínez CONSEJO DE REDACCIÓN Elizabeth Burgos Josefina de Diego Carlos Espinosa Pío E. Serrano JEFE DE REDACCIÓN Luis Manuel García COMITÉ EDITORIAL Eliseo Alberto Rafael Alcides Víctor Batista Beatriz Bernal Velia Cecilia Bobes Manuel Desdín Cristóbal Díaz-Ayala Damián Fernández Roberto González Echevarría Carmelo Mesa-Lago Enrique Patterson Gustavo Pérez Firmat Marifeli Pérez-Stable Rafael Rojas DIRECCCIÓN EJECUTIVA Annabelle Rodríguez DIRECCCIÓN ARTÍSTICA Y DISEÑO GRÁFICO Carlos Caso verano / otoño 2009 53/54El espíritu de Cuba y el espectro de la ópera ROBERTO IGNACIO DÍAZ ■ 162 Producción estética y política cultural ALEJANDRO GONZÁLEZ DÍAZ ■ 172 CUENTO Anillo de mármol ATILIO CABALLERO ■ 181 La caza de las moscas RONALDO MENÉNDEZ ■ 186 EN PERSONA OLGA GUILLOT Olga Guillot en carne propia OLGA GUILLOT ENTREVISTA POR ARMANDO LÓPEZ ■ 191 Discografía recomendada de Olga Guillot CRISTÓBAL DÍAZ-AYALA ■ 199 La Habana sin Olga Guillot ARMANDO LÓPEZ ■ 201 Antiintelectualismo y género policial en Cuba DAYLET DOMÍNGUEZ ■ 205 POESÍA ORLANDO LUIS PARDO LAZO ■ 213 JOSÉ PÉREZ OLIVARES ■ 219 Anatomía de un enfrentamiento WALDO FERNÁNDEZ CUENCA ■ 223 Cabrera Infante y la (nueva) novela urbana ANKE BIRKENMAIER ■ 230 EN PROCESO La leyenda de Maribel Montero DANIEL IGLESIAS KENNEDY ■ 237 El personaje del negro en la narrativa breve de los Novísimos (1985-2000) CARLOS UXÓ ■ 247 BUENA LETRA ■ 257 LA ISLA EN PESO ■ 271 CORRECCIÓN DE TEXTOS Xavier Ricardo IMPRESIÓN Gráficas Monterreina, S.A. Madrid EJEMPLAR: 7,50 e EJEMPLAR DOBLE: 15 e PRECIO DE SUSCRIPCIÓN ANUAL ESPAÑA: 30 e EUROPA Y ÁFRICA: 45 e AMÉRICA, ASIA Y OCEANÍA:US$ 88.00/67 e No se aceptan domiciliaciones bancarias. D.L.: M-21412-1996 ISSN: 1136-6389 PLÁSTICA EN ESTE NÚMERO: Agustín Fernández PORTADA Untitled Óleo sobre tela, 25 1/2 x 19 pulg., 2002. Colección privada. CONTRAPORTADA Untitled Óleo sobre tela, 94 x 128 pulg., 2000. Colección privada. EDITA Asociación Encuentro de la Cultura Cubana Infanta Mercedes 43, 1º A ■ 28020 ■ Madrid Tel: 914250404 ■ Fax: 915717316 E-mail: asociacion@encuentro.net www.cubaencuentro.com Encuentro de la Cultura Cubana es una publicación trimestral independiente que no representa ni está vinculada a ningún partido u organización política dentro ni fuera de Cuba. La producción de este número ha sido posible gracias a la generosa contribución de la Consejería de Cultura de la Juntade Andalucía y de la Agencia Española de Cooperación Internacional. Esta revista ha recibido una subvención de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España, para la totalidad de los números editados en el año 2009. AECIUnhastaluego 3 La Asociación Encuentro de la Cultura Cubana, fundada en 1995 con el propósito inicial de publicar esta revista, se ha visto forzada a suspender todas sus actividades. Debido a la crisis financiera internacional, tanto agencias gubernamentales como fundaciones han perdido capacidad de financiación y han suspendido o recorta- do sustancialmente sus subvenciones. En octubre de 2009, la Asociación, por razones de liquidez, se vio obligada a despedir a casi todo su personal. Tras varios meses de incertidumbre sobre la posibilidad de reactivar el proyecto, la reali- dad ha sido más poderosa que los deseos. De modo que este núme- ro 53/54será el último de una larga etapa. Cerramos este ciclo tocando temas medulares, como el problema racial en Cuba, a través de un excelente dossier preparado por Ale- jandro de la Fuente. Se rinde homenaje a una voz que es ya parte de las esencias de lo cubano: Olga Guillot. Además, tenemos el privile- gio de contar con inéditos de clásicos como Lorenzo García Vega, y jóvenes como Duanel Díaz, textos sobre la manipulación de la novela policial, la enseñanza de la Filosofía en Cuba, la producción estética y la política cultural, el turismo revolucionario, así como anticipos de novelas, dos cuentos inéditos y los textos de cuatro excelentes poetas, entre otros. El gran pintor Agustín Fernández completa esta entrega. Lo milagroso no es que Encuentro cierre sus puertas, sino que haya durado 54números y casi catorce años con una calidad sostenida. Sobrevivir sin apoyos institucionales del país de origen es un depor- te de riesgo para cualquier revista cultural. La Revista de Avance publicó el 15de septiembre de 1930su último número, el 50, a los tres años de su nacimiento. Orígenesalcanzó los 40números entre 1944y 1956. (Más los dos números apócrifos, el 35y el 36, que publicó en paralelo José Rodríguez Feo). Ciclóncirculó entre 1955 y 1957, con un número epigonal aparecido en 1959, tras lo cual «dejó de existir […] muerta de cansancio», como diría en Lunes de RevoluciónVirgilio Piñera. Y se trataba de revistas hechas en la Isla, cerca de su público natural. Desde su nacimiento, Encuentroha sido una revista sin territorio, o destinada a ese país virtual que es la diáspora y al país real que le cierra sus puertas y donde casi la mitad de su tirada ha debido circular por vías informales durante todos estos años. Era natural que así encuentroocurriera. Encuentronació y creció con una voluntad de diálogo entre la Cuba insular y la diaspórica, entre diversas generaciones, estéticas, tendencias políticas, entre poetas, narradores y ensayistas, entre la academia y la creación. Y el gobierno cubano ha insistido durante medio siglo en el monólogo, según la noción de que cual- quier diálogo es perverso, salvo que sea monitoreado desde la Plaza de la Revolución. Mediante el viejo sistema del palo y la zanahoria ese gobierno ha intentado que los creadores de la Isla y algunos del exilio eviten nuestras páginas. No contaron con que muchos de sus súbditos se proclamarían ciudadanos. Basta recorrer nuestra nómi- na de colaboradores. La diáspora cubana ha visto nacer y extinguirse a decenas, cientos de proyectos, muchos de los cuales habrían merecido mejor suerte. La revista Encuentroha sido muy afortunada al contar con medios procedentes de instituciones políticas y culturales del más diverso signo, interesadas en apoyar una iniciativa basada en el debate democrático y el respeto al otro y no en la descalificación y el enfrentamiento sistemáticos. Si los patrocinadores han persistido en su apoyo ha sido gracias, no sólo al empeño de sus fundadores y del reducido grupo editorial, sino, y sobre todo, gracias a la maes- tría y la generosidad de cientos de colaboradores que han alimenta- do el proyecto de más largo aliento durante estos cincuenta años de exilio, un espacio de referencia de la cultura cubana, y a la fideli- dad de los lectores cubanos y no cubanos que nos han acompaña- do. A ambos debe Encuentrosu gratitud. Decir adiós es siempre difícil. Preferimos decir «hasta luego». Hoy, como siempre, y quizás más que antes, los cubanos necesitamos no uno, sino muchos encuentros. Sean bienvenidos. UN HASTA LUEGOEDITORIAL 4 encuentro5 ¿ L a experiencia con un maestro pudo asemejarse a la experiencia que tuvimos al ver por primera vez, una película de los hermanos Marx? Me temo que no. Esa experiencia (la del Maestro) fue demasia- do seria. Demasiado seria. Fue, entonces, de lamentar que el Maestro no se pare- ciera a Groucho. No, no hubo parecido con Groucho, ni con Harpo, ni con nada de esos cómicos. La experiencia con un Maestro fue demasiado seria. El comienzo fue en los parques, en los parques de una Habana de la década del 40, siglo xx. ¿Cómo fue aquello? Yo ya no puedo ni decir ni cómo fue aquello. A aquello, sí, le zumbó el mango. En los bancos de los parques. El Maestro, como un actor, dijo que existía una «primera mentira», y que eso era la imagen, y que la imagen nos hacía entrar en la verdad. ¿Cómo yo, que acababa de salir de la adolescencia, y además estaba en plena crisis psíquica, pude aguantar aquello? No lo sé. «Si no habría tradición entre nosotros, lo mejor era que la poesía ocupara ese sitio, y así habría la posibilidad de que en lo sucesivo mostráramos un estilo de vida». Decía el Maestro, el gordísimo Maestro, sentado en el banco del par- que, y yo, enfermo, y sin poder encontrar aquel espacio —no un espacio gnósti- co, por supuesto— que una vez había encontrado al ver las películas de los her- manos Marx. Y aquello hubiese podido ser un gran fiestongo, pero como se trataba de la seriedad de un Maestro, y un Maestro no podía ser Groucho Marx, había que oir todo aquello bajo especie de terror sagrado. Y es que el Maestro hablaba desde la total locura, pero desde una locura bajo la cual uno, que había soñado antes con Groucho Marx, no se podía, del todo, sentir a gusto. Y eso, a veces, estaba muy bien. Y es que el Maestro, basándose en el Diariode Pedro Mártir de Anglería, transigió con el delirio de la clasifica- ción y de la catalogación, y eso desde un banco de parque habanero estaba muy bien. Pero, lamentablemente, Lezama, repito, no podía dejarse llevar, hasta el final, por el delirio de plena locura que a uno le podía gustar, y eso sí estuvo mal, ya que él se dejó conducir por la fea pedagogía de la fundamentación católica El Maestro lamentablemente, como todos los Maestros, llegó un momento en que dejó de ser consecuente. con el gran patafísico que pudiera haber llegado a ser, y que a uno le hubiese gustado. Se olvidó de haber dicho, como efectivamen- te él dijo, sobre alguien que se comía un ferrocarril de mamey, y esto mientras metía a José Martí dentro del vacío del espejo de paciencia. encuentro Maestro por penúltima vez LORENZO GARCÍA VEGA¿Entienden? Repito, lamentablemente, yo no pude seguir metiéndome en ese vacío que eran las películas de los hermanos Marx, ya que el Maestro que había conocido, como todos los Maestros, quiso terminar fundamentando, y ¡con qué clase de fundamentación!. No pude, no pude entonces, desde el Maestro, meterme en lo bueno del kitsch, y esto a pesar de que él dijo que «Lo desconocido es casi nuestra única tradición». Pero, veo que desde ahora, desde este primer momento en que estoy comen- zando a hablar, quizás ya esté desvariando. ¿Desvariando? Pero, no, no voy a rectificar, no voy a empezar de nuevo. Sigo. Voy a seguir, a como sea, a ver cómo se puede aclarar la relación con un Maestro. Hay que tratar de averiguar lo que puede ser un Maestro. Habría que tratar de averiguar lo que yo quise encontrar en un Maestro ¿Lo podré saber ya? Yo sí pude entrever lo que los hermanos Marx podrían entregarme. Pude entrever que podrían entregarme el modo de desbarajuste más apropiado para adaptarlo a mi vida. Pero el asunto, como todos los asuntos importantes de la vida, no resultó. Pero dejemos a los hermanos Marx. Yo puedo contribuir con un granito de arena, ya que yo tuve un Maestro. Así que me tiro al agua, dispuesto a ayudar. No faltaba más. Esto, por supuesto, no va a ser un mini-taller, ya que yo nunca asistí a un taller literario, y no sé cómo se maneja eso. Así como cuando se termine lo que voy a decir, no estimularé ninguna discusión; primero, porque no me gustan las discusiones literarias, ni de ningún tipo, y después, porque creo que la relación con un Maestro se la puede quizás narrar, pero no hay por qué entrar en disputas sobre cómo pudo ser o cómo no pudo ser. Acertó uno, escogiendo a un Maestro, o puede que metió la pata, pero el asunto no es para meterse en peleas sobre eso y más, cómo es el caso mío, cuando ya han pasado unos cincuenta años de haber conocido a una gran figura literaria, y padecido su influencia. ¿Cómo voy a hablar sobre un Maestro? Voy a hablar a como pueda, a pedazos. Voy a ir pegando las tiras que se me ocurran, para ir componiendo como un collage. Pero ¿no es una charla, una conferencia, o lo que sea, lo que voy a dar? ¿Una charla con la penúltima vez sobre un Maestro? Entonces, ¿cómo se me ocurre que pueda pegar tiras, y como coger una tijera para recortar un collage? ¿Qué es lo que quiero hacer? No sé bien lo que quiero hacer, pero sí sé que algo me impulsa a dar una charla, o una conferencia, o lo que sea, sin ninguna continuidad. O sea, quiero decir, a lo que venga, a lo que sea. Pero ¿es válido esto? ¿Es válido que me deje llevar por el impulso de decir sin ningún orden, a como sea? ¿Es válido? ¿Es válido comenzar una conferencia, o lo que sea, sobre un Maestro por penúltima vez, diciendo como si uno estuviera metido en el solipsismo de un diá- logo autista, o en el salsipuedes de un monólogo? Y…, ahora lo confieso, lo que me gustaría aquí, ante ustedes, sería poder meter- me en el solipsismo de un diálogo autista, o en el salsipuedes de un monólogo. ENSAYO 6 encuentro7 Pero…, sé que no puedo. O, quizás no me atrevo. Pues aunque ya, por tener ochenta y dos años, me estoy atreviendo bastante, yo no puedo olvidar que antes fui un joven tímido y bastante enfermo que tuvo un Maestro, y los Maestros, mientras no les acabamos de cortar la cabeza, nunca dejan de meternos miedo, un miedo que puede ser que nunca se nos quite. La tarde, la tarde fría, cuando comencé estas páginas que ahora estoy leyen- do. Una tarde rarísima, pues en la Playa Albina donde vivo nunca hay tardes con frío. Se mueven las hojas, se mueven nubes grises, se mueve lo que no se sabe bien qué pueda ser, aunque sí se sabe que se mueve. Raro asunto. Estoy en el comienzo de lo que debe ser una conferencia, y como que choca mi frente, sin saber bien cómo, contra las hojas que un día de Playa Albina mueve. Pero… Pero…, ¿qué es lo que yo quiero decir? Pues algo, siempre, aunque uno no sepa, algo es lo que uno quiere decir, o lo que uno está impulsado a decir. Algo, aunque parezca un desorden. Algo, aunque esto sea absolutamente inapropiado para empezar a hablar, en un lugar madrileño, sobre un Maestro que ya hace años que desapareció Pero ¿no es cómico todo esto? Me estoy sospechando que es cómico, y esto a pesar de que no insistiré sobre Groucho y sus hermanos encantadores Es cómico, me está pareciendo, hablar sobre un Maestro. Repito, y repito, siempre repito, yo vivo en una Playa Albina, en un lugar donde sólo cuento con el sueño de una catalogación, y de una clasificación. O sólo cuento con una colchoneta tirada sobre un solar yermo, una experiencia a la que le di vuel- ta durante tiempo y tiempo. O sólo cuento con lo que fue el doctor Fantasma, aquel personaje que soñé cuando estuve en Venezuela, absurdamente trabajando en un conicit, y al cual después le compuse un libro con juego, y sólo con juego. O, después, he tenido mis años como bag boy, en un supermercado llamado Publix. Repito, siempre repito, siempre —toda la vida— me la he pasado repitiendo. Hablar a pedazos, hablar pegando tiras. Hablar, comenzando en una tarde fría donde todo se puede volver tiras, o pedazos de un collage. ¡Qué raro! Y hablar, repito, sobre todo, de un Maestro que ya hace años desapareció. Pero, pensándolo bien, ¿cómo, si no es con tiras, cómo si no es pegando pedazos, puedo yo, ahora, hablar de un Maestro desaparecido? Pues, yo tuve un Maestro, efectivamente, en una década del 50de la que no quiero acordarme, tuve un Maestro, y tuve un grupo —un grupo que, como todos los que se consagran a la literatura, tienen su manera especial de vivir un rol enloquecido. Un grupo, pues, con su rol enloquecido. Un Maestro, por supuesto, con su rol enloquecido, también. Y yo creía que ya había hablado, por última vez, sobre el Maestro desapareci- do. Lo creí que hablaba por última vez, cuando escribí mi autobiografía El oficio de perder, pues allí, en uno de los capítulos, metí —¿los metí como se meten gatos dentro de un saco?— al Maestro, y a todos los componentes del grupo Orígenes, ENSAYO encuentroNext >