< PreviousLo inesperado de la eventual carcajada que tratan de provocar las diferen- tes historias de Casey en las que aparece el tema de la muerte, no es de carác- ter vulgarmente macabro, pero se revela efectivamente cercano al que moti- van las ficciones de Kafka, donde el choque entre lo siniestro y lo banal, entre la pesadilla y la realidad, deviene risible, porque se produce un regreso de lo reprimido. No obstante, si los juegos de la ficción y del simulacro conjuran a la muerte, la puesta en escena de la relación con el otro, que pasa por el deseo de identificación o de fusión en las ficciones de Casey, no protegió al autor de la tentación suicida. «Piazza Margana», su último texto conocido, escrito en inglés, como sus primeros cuentos, vuelve sobre el fantasma del narrador de «El regreso»: dejar de ser él para convertirse en su amante, y lo desarrolla, no ya con una ironía desengañada con respecto al personaje, sino con una ironía muy diferente, que tiene algo del desafío y de la embriaguez erótica. Esta identificación del narrador de «Piazza Margana» con el objeto del deseo hasta la fusión letal, parece ser muestra de un lirismo que saca parti- do de la irrisión echando mano a imágenes de vampirismo, pero que deja poco lugar a un verdadero distanciamiento irónico. Si la muerte es invocada como comunión, debido a que el uno habita el cuerpo del otro; si este cuerpo deviene infierno y paraíso inexpugnables, la disolución del «yo» parásito es inevitable. Ya no hay simulacro, ni distancia del otro, ni límite; ya no hay nada ni nadie más a quien imitar. Esta hazaña de la ficción entre erotismo y vampirismo suscita un comenta- rio elocuente de Guillermo Cabrera Infante, que dedica a Casey un capítulo de Vidas para leerlastitulado: «¿Quién mató a Calvert Casey?»: Ese destino está en ese texto único, último, escrito en Roma en implacable inglés en que recobra su lengua paterna, la autoridad, después que muere su madre, transmisora de las voces de la tribu y señala con signos insólitos que para él vivir significa morir, que solamente podía estar vivo como un homúnculo erótico, increíblemente reducido a su ínfima potencia, que ya no cree en el dios del amor más que dentro de su amante, virus venéreo, que vive en la anatomía amada como en su misma mente, que su muerte ha sido resucitar en la propia literatura 12 . Trad.: Xavier Ricardo Florence Olivier 218 la mirada del otro encuentro 1 Casey, Calvert; Notas de un simulador, selección y prólogo de Mario Merlino; Montesinos, Barcelona, 1997, 281 pp. Esta antología reúne relatos de El regreso y otros relatos (Seix Barral, 1967) y de Notas de un simulador(Seix Barral, 1969), completados por un poema publicado originalmente en 1965 en La Gaceta de Cuba y por artículos del libro Memorias de una isla(Ediciones R, La Habana, 1964), sobre obras de José Martí, Franz Kafka, Henry Miller, D. H. Lawrence. 2A continuación, lo escribe Guillermo Cabrera Infante en un ensayo dedicado a Casey: «Calvert Casey nació en Baltimore y se crió en La Habana. Calvert Casey nació en La Habana y se crió en Baltimore. Americano, cubano: es lo mismo. No se puede decir con exactitud qué era Cal- vert, ya que siempre escapaba a las clasificaciones y a las fechas. ¿Nació realmente en USA en 1924? No se sabe. Lo que es irreductible es que era un escritor. (...) La incerteza biográfica (¿cuándo regresó realmente a Cuba?) permite sin embargo algunas certezas». (Cf. Cabrera Infante, Guillermo; «¿Quién mató a Calvert Casey?»; en Vidas para leerlas; Alfaguara, Madrid, 1992, NOTAS219 Entre la vida y la muerte la mirada del otro encuentro pp. 59-96). Por su parte, Ilan Stavans, editor de una anto- logía de relatos de Casey en inglés, resume las tribulacio- nes del escritor de la manera siguiente: «Casey was born in Baltimore, Maryland, in 1924. He was thrown by birth in a verbally mixed habitat, for his father was American and his mother Cuban. Conflicting biographical reports abound: apparently, he grew up in Havana but in 1948 he moved back to the United States. However, when his first published story appeared, he identified himself as having lived and gone to school «in his native Cuba» until 1946. A deliberate mistake? Elsewhere he added than he worked in Canada and Switzerland until 1950, when he had been a translator for the United Nations, first in New York City and then in Rome. This sense of dislocation, of an itinerant life, permeated his worldview: home was nowhere and everywhere — neither in space nor in words». («Casey nació en Baltimore, Maryland, en 1924. Creció en un hábi- tat lingüísticamente mixto, dado que su padre era nortea- mericano, y su madre, cubana. Abundan en su biografía los datos contradictorios: aparentemente, creció en La Haba- na, pero en 1948 regresó a Estados Unidos. No obstante, cuando apareció publicado su primer cuento, se identifica- ba a sí mismo como alguien que había vivido y asistido a la escuela «en su Cuba natal» hasta 1946. ¿Un error deli- berado? En otra parte, añadía que había trabajado en Canadá y Suiza hasta 1950, cuando se convirtió en traduc- tor para Naciones Unidas, primero en Nueva York y luego en Roma. Ese sentido de dislocación, de una vida itineran- te, permeó su visión del mundo: su hogar estaba en ningu- na parte y en todas partes —ni en el espacio ni en las palabras»). (Cf. Ilan Stavans; «Introduction»;en Casey, Cal- vert; The collected stories; Duke University Press, Durham and London, 1998, pp. vii-xx). 3A propósito de la estética de los relatos de Calvert Casey, Sarduy hace el siguiente comentario: «Noticias de Roma: en una carta contradice o reprocha —como lo hizo Lezama cuando aventuré una similitud entre Paradisoy la obra de Gadda— la influencia, que perci- bo en sus últimas narraciones, de Virgilio Piñera: teclas de un piano que no se levantan al ser hundidas por los dedos, signos de abandono, humedad, miseria o hastío. Un aire a la vez denso y helado, gestos ortogonales y mecánicos, Gombrowicz a través de Piñera, van ganan- do los decorados vetustos, las habitaciones hoscas y manchadas, el perfil feroz y kafkiano de los simulado- res». (Cf. Sarduy, Severo; «El Cristo de la rue Jacob»; en Guerrero, Gustavo y Wahl, François (coord.); Obra com- pleta(edición crítica); Colección ALLCA XX, t. I, Madrid, 1999, p. 85). 4Casey, Calvert; Notas de un simulador; ob. cit., p.227. 5 Íd., p. 228. 6 Sobre este punto, como, por otra parte, sobre la culpa- bilidad del narrador, no deja de tener interés señalar que el título del relato en su traducción inglesa es « The master of live and death». (Cf. Casey, Calvert; The collected stories; Duke University Press, Durham and London, 1998). 7Cf. Sibony, Daniel; Perversiones; Siglo XXI, México, 1990, p. 55. «Así pues por un lado el perverso forcejea con la Ley, la voltea, la pisotea, la desenmascara con pasión, y, por el otro, se erige en hacedor de Ley, en aquel que ins- cribe una Ley verdadera, ideal pero real (...)». 8 Íd., p. 57: «Lo que está en juego es capturar al Otro en Sí, fijarlo como fetiche, manipularse y servirse de él para inscribir la Ley de la que pueda uno creerse autor, y que por eso será «verdadera» (...)» 9 Casey, Calvert; ob. cit., pp. 210-211. 10Cf. Casey, Calvert; «Diálogos de vida y muerte»; en Notas de un simulador; ob. cit., p. 250. 11 Casey, Calvert; «Kafka»; en Notas de un simulador; ob. cit., pp. 253 y 255. 12 Cabrera Infante, Guillermo; Vidas para leerlas; Alfa- guara, Madrid, 1998, p. 94.221 encuentro E l primer sentimiento que surge al enfrentarnos con Les quatre parties du monde-Histoire d’une mondialisa- tion,de Serge Gruzinski (Éditions de La Martinière, Paris, 2004. 479 pp. isbn: 2-84675-104-8) es el placer ante su cali- dad estética, al punto de recordar las cuidadas ediciones de otros tiempos, por su profusión de imágenes y la luminosi- dad de sus colores. Parecería que el editor hubiese querido rendirle homenaje al empeño de este fiel estudioso de la his- toria del Nuevo Mundo, pues se puede considerar Les quatre parties du monde- Histoire d’une mondialisation como una coro- nación o síntesis de un trayecto de cuyas etapas ya habíamos tenido las premisas en las obras anteriores de este autor. Pero esta vez, pese a permanecerle fiel a la Nueva España — espacio privilegiado de su deambular por la historia—, la mirada del autor se proyecta a escala mundial. El Nuevo Mundo aparece aquí conectado a una historia-mundo debi- do al fenómeno de orden planetario que generó la Monar- quía Católica en otros escenarios simultáneos y cuyas conse- cuencias son el objeto, precisamente, de esta obra: los procesos de mestizaje, la occidentalización y la globalización. La magnitud de esta obra merece que nos detengamos un poco a examinar, aunque sea someramente, la relación poco convencional que Serge Gruzinski mantiene con la his- toria y señalar que una de las claves de este autor es su des- dén por el universalismo etnocentrista, dándole preferencia a la singularidad que posee, sin excepción, toda producción humana, sea cual sea su sello de pertenencia o de origen. Inclasificable en el panorama académico, Gruzinski no profesa credo alguno, parece serle más fiel a su intuición que a presupuestos teóricos. No obstante, reconoce pistas de inspiración en la obra de ciertos pensadores a los cuales siempre haexpresado su reconocimiento. Los análisis acer- ca de los procesos de aculturación, del mexicano Gonzalo Elizabeth Burgos Unamundialización ibéricaenelsiglo XVII La monarquía católicaAguirre Beltrán, le abrieron pistas de comprensión esenciales; Georges Deve- reux y su noción de inconsciente étnico y de inconsciente ideosincrásico, seguramente le indujeron a tomar en cuenta la etérea y sutil presencia de la psiquis en los comportamientos humanos; la «movilización infinita» del filóso- fo alemán Peter Sloterdijk, y la noción primordial de connected histories de San- jay Subrahmanyan, secundado por la imagen, como soporte nodal, también están presentes en su obra. Serge Gruzinski inaugura un campo investigativo histórico, que no sería extemporáneo calificar de una historia de raíces estéti- cas, pues lo imperceptible, la levedad de la movilidad y de la psiquis ¿cómo expresarlo de otra manera sino mediante el hecho artístico? Seguramente Gruzinski atisbó en esos autores la familiaridad de su propia búsqueda y su efecto revelador devino un gesto de asimilación creativa por haber reconoci- do lo que subyacía como intuición. Pero la singularidad que se percibe en su práctica de la historia es un mantenerse en estado de alerta constante para no dejar escapar el eco que excitará sus antenas y poder percibir la fugaz reso- nancia emitida cuando se operan las conexiones entre unicidades disímiles. La primera originalidad en la obra de Serge Gruzinski consiste en su auda- cia para acercarse a las fuentes; para husmear la capacidad de permeabilidad entre visiones diferentes del mundo. Su proceder lo conduce a incurrir tam- bién en un proceso de mestizaje al operar la factura de su propia obra, al reali- zar una aleación de métodos y de fuentes entre los cuales su sensibilidad estéti- ca es primordial. Su pensamiento, al igual que en los procesos de mestizaje, se deja sorprender por la irrupción de imágenes y modos de pensar inéditos y el resultado que arroja ese proceso no es una síntesis de lo uno o de lo otro: al igual que en el mestizaje, se va trazando una nueva forma de expresión. El poder casi mágico que ejerce sobre él la imagen es la esencia del uni- verso de Gruzinski y acompaña toda su obra: tanto que la imagen podría con- siderarse como la fuente primigenia que le otorga la legitimidad a la historia. El predominio de la imagen vendría a ser el potencial, fuente y símbolo, de la fábrica de la historia. La recreación de imágenes gobierna su intuición, pues su experiencia está atada a la visión, pero también por considerar la imagen como el medio de expresión por excelencia de las representaciones en todas sus acepciones, incluso económicas, pues el comercio del arte fue uno de los medios de intercambio más fructíferos gracias a la dinámica de intercambios surgida entre Europa y los nuevos mundos a partir del siglo xvi; el siglo de la primera mundialización. No es entonces un azar la profusión de imágenes que ilustran las diferentes etapas de su investigación: la imagen como fuente de archivo es una de las peculiaridades sobresalientes de esta obra. Les quatre parties du monde- Histoire d’une mondialisationnos descubre las modificaciones de las representaciones mentales, la revolución en los modos de expresión, los puentes que se construyeron con el trasiego de conocimientos salvando distancias y océanos, los límites impuestos por el poder imperial cuan- do de lengua y de filosofía se trata. El conjunto de estos fenómenos constituye, lo que, a falta de término más apropiado, el autor define como el surgimiento de un pensamiento mestizo a escala planetaria. Elizabeth Burgos 222 encuentro223 Si bien el autor desde su más temprana obra fijó su punto de observación en la Nueva España, desde la Pensée métisse(1999) —pues el fenómeno mismo del mestizaje lo requiere— expande el objetivo para explicar las relaciones entre la mundialización y la mezcla generalizada de los diversos estratos que conforman las sociedades humanas. En Les quatre parties du monde- Histoire d’une mondialisation , la perspectiva se dilata hasta adquirir los contornos planeta- rios de la primera mundialización: la que surgió tras la expansión ibérica y que activó una concordancia de tiempos entre Europa, Asia, África, y América, abar- cando un espacio planetario que ocupó la configuración que los contemporá- neos llamaron Monarquía Católica 1 , por lo que el ángulo de observación es for- zosamente «el Mundo» y su propósito en esta obra es decodificar esta primera mundialización, que fue ibérica, y cuyo radio de acción fue global. Una teoría de la «movilización católica» fue intentada por Tomaso Campane- lla, quien reflexionó sobre el fenómeno atribuyéndole rasgos mesiánicos y mile- naristas. Hoy Gruzinski, inspirado en la noción de las connected histories —según el término acuñado por el historiador, especialista de la historia colonial de la India, Sanjay Subrahmanyam, y que autoriza a desdeñar los límites estrechos de las historias nacionales—, realiza el amplio proyecto de una historia que abar- ca los territorios que configuraron las ambiciones universalistas del cristianis- mo, respaldado por el expansionismo ibérico, e impulsado por su lucha con- tra el islam. Conectar las historias significa poder desbloquear o restablecer las conexiones entre la diversidad de mundos y la multiplicidad de sociedades humanas «a la manera de un electricista que vendría a reparar lo que los his- toriadores han desconectado». Les quatre parties du mondeconsta de cuatro partes : La primera transita por la mundialización ibérica pero, en contraste con el ángulo europeo y latinoamericano, Gruzinski coloca su objetivo desde una perspectiva que en Europa sería considerada como lejana, o no considerada del todo. Mientras que el latinoamericano, por su lado, trataría o accedería a adaptarse al ángulo europeo o norteamericano, él sitúa su ángulo de observa- ción en los confines de Occidente. Y no duda en colocarse en el ámbito de la historia inmediata, como comenzó a hacerlo desde Blade Runner; La Guerre des images de Christophe Colomb à Blade Runner, 1492-2019(1990), y en La Pensée métisse (1999), donde recurre a la producción cinematográfica como fuente más representativa de la época actual. Ante el comentario de un célebre filósofo en París sobre que los atentados a las Torres Gemelas no suscitaron en Occidente la reacción masiva que hubiésemos esperado, replica el autor que nada es menos cierto. En Belém do Pará, en los confines del Occidente, él mismo fue testigo de la mayor manifestación jamás realizada contra los atentados de Nueva York. Dos millo- nes de personas participaron en la peregrinación anual en honor a la Virgen de Nazareth, en la que también expresaron su repudio a esos hechos e hicie- ron ruegos por la paz. «Los arcaísmos de la América Latina, encarnación viviente del mestizaje y de la primera mundialización ocurrida hace varios siglos, son también una manera de pensar el mundo», puntualiza Gruzinski al Una mundialización ibérica en el siglo xvii encuentroconsiderar como igualmente válida la observación desde un punto de Occi- dente que no sea ni Europa ni Estados Unidos, pues al incorporar un aconte- cimiento planetario a una liturgia local, lo local se funde con lo global: son ajustes posibles gracias al proceso del mestizaje y a una manera de mirar la historia como un producto de «historias conectadas» ( connected histories ). Esa visión desde «el otro lado» le permite tomar distancia para hacerse también otra visión de la historia de Europa. Ese «otro lado» serían las piezas que falta- ban para armar el rompecabezas europeo. «Por lo que las periferias no son tan periféricas y lo pretendidamente auténtico suele ser un engaño». Estas escenas que utiliza como elemento evocativo y demostrativo de sus aserciones, realizan las «conexiones» entre los acontecimientos y su simulta- neidad planetaria, y éstas por obra suya se convierten en escenas fundaciona- les : la procesión en Belém do Pará o el papel simbólico de la película Matrix en el mecanismo de globalización contemporáneo, como veremos ulterior- mente, son algunas de las tantas que aparecen diseminadas en la obra. Entre «vientos del Este y vientos del Oeste» cabe preguntarse si un indí- gena puede ser moderno, apunta el autor. En ese descentrar de enfoques, el diario del indígena Chimalpahín, escrito en lengua náhuatl, es ejemplar de la representación que puede hacerse del mundo un indígena cristianizado que mezcla en su prisma de observador varias tradiciones: la amerindia, la de Europa Occidental, la japonesa y hasta la africana. En el papel de cronis- ta de su época que se adjudicó, igual consigna el asesinato del rey Enrique IV de Francia en 1610, la ejecución de los mártires de Nagasaki (1597), que la llegada de una embajada japonesa a México. También se permite disentir de las explicaciones que provienen de su tradición, así como de las europeas cuando considera que son falsas. Si Chimalpahín se informa acerca de acon- tecimientos que tienen lugar en el otro extremo del Atlántico, es porque tiene conciencia de pertenecer a un mundo que ignora la existencia de fronteras: que ignora tanto las fronteras de México como las de las Indias Occidentales; un mundo que se abre a las cuatro partes del mundo. Desde su ámbito remoto tiene plena conciencia de pertenecer a la Monarquía Católica: un poder planetario integrado por un sistema político que reúne las posesiones de España, que tiene una capital que es Roma y un monarca universal —Felipe II, rey de España, a quien designa como Cemanahuac Tlahtohuani, señor universal. La movilización ibérica hace retroceder los horizontes conocidos, relativi- za el saber de los Ancianos y planetariza la Antigüedad. Nada sale indemne de este nivel de confrontación. La China milenaria para los portugueses Garcia da Orta y Gaspar da Cruz o el español González de Mendoza, se singulariza frente a la Grecia antigua o Roma. «¿Puede un indígena ser moderno?», pre- gunta el autor, quien considera que el diario de Chimalpahín puede ser emblemático de un tipo de modernidad por la doble distancia que antepone en relación a la ignorancia de los ancianos de su cultura y a los errores de los europeos a propósito de las explicaciones de los unos y los otros acerca del eclipse acaecido el 10 de junio de 1611, sobre el cual ambos se equivocaron. Elizabeth Burgos 224 encuentro225 Hombres y mujeres se desplazan de un continente al otro, igualmente libros, obras de arte y mercancías de lujo, con los cuales se van horadando imperceptiblemente los estratos estéticos y anatómicos de aquellos que sirven de baquianos y gracias a los cuales, como por descuido, aparecen los mestiza- jes. También la circulación de lo espiritual y hasta de lo místico, penetra en ese mismo territorio. A México llegaron los restos de los mártires y también los cuadros pintados en Macao que representan el martirio de Nagasaki: todo ello queda consignado en el diario de Chimalpahín. La segunda parte, La cadena de los mundos,gira en torno a los mundos pro- ducto de las conexiones y los desplazamientos de hombres y mujeres a través de la inmensidad de los espacios imperiales. La movilidad y la complejidad del tejido social que va emergiendo de las «vías tortuosas del mestizaje», coin- cidiendo con la formación de ciudades en donde convergen toda clase de influencias y de procedencias, producto de las relaciones mundiales de la monarquía. Así van configurándose espacios urbanos, intercambio de conoci- mientos, mestizajes lingüísticos, crisis políticas, rebeliones de los naturales, como el motín de 1624 en México contra la burocracia imperial. La tercera parte, o Las cosas del mundo, pone en escena a los expertos, esas élites mundializadas encargadas de la expansión política, religiosa, científica, económica y artística del proyecto ibérico. Estudiosos y científicos, cosmógrafos e ingenieros encargados de distribuir el conocimiento entre las nuevas pobla- ciones cristianizadas, al mismo tiempo que son receptivos hacia los conocimien- tos que los nuevos mundos descubiertos les brindan. Como la encuesta del por- tugués Gaspar da Cruz en Cantón en 1556 sobre las «cosas de la China». En la misma época, el monje español Bernardino de Sahagún realiza su encuesta sobre las «cosas de la Nueva España». Al mismo tiempo en Goa, el médico Gar- cia da Orta enriquece su estudio sobre las plantas de aquella región. Alonso de Molina escribe un diccionario castellano/náhuatl, náhuatl/castellano conside- rado aún hoy como el mejor instrumento en la materia. Como expertos reali- zan un trabajo de terreno; apasionados por desentrañar conocimientos inéditos que, por supuesto, ponen al servicio de un proyecto político monárquico. Para realizar la conquista espiritual de las poblaciones que se incorporan al imperio, es necesario el conocimiento y familiarizarse con los mundos indígenas, de allí que muchos conocimientos científicos del Nuevo Mundo llegan a Europa. La cuarta parte o La esfera de cristal: figura metafórica que le permite demostrar que existen territorios en donde el mestizaje no tiene lugar pues existen espacios vedados por el poder imperial. La globalización del corpus teórico y del pensamiento abstracto, sobre los cuales se sustenta el imperio, no admite brechas. Esos conocimientos permanecen protegidos dentro de una campana de cristal, impermeables al contacto con el pensamiento local; refractarios al mestizaje. El corpus teórico y la lengua, procedentes de Europa en América, no admitieron el mestizaje. La planetarización del Renacimiento europeo admitió el uso de ciertas técnicas locales, pero el resultado debe ser impecablemente occidental. Existe un mestizaje de las imágenes en iglesias y conventos, pero el mestizaje se atenúa, o desaparece, ante las exigencias de las Una mundialización ibérica en el siglo xvii encuentroélites urbanas que piden sean aplicadas las convenciones europeas en sus encar- gos destinados a la ornamentación. La globalización del pensamiento ilustrado bajo la forma del aristotelismo, los grandes principios del razonamiento, las categorías fundamentales, la idea de naturaleza y del alma, la escolástica, impregnan los espíritus y moldean el pensamiento. El pensamiento europeo no considera ningún otro sistema de pensamiento y su fuerza radica, precisamen- te, en que llegó a reproducirse también fuera de Europa. Una demostración es que en México y en Lima se produce y se exporta filosofía, prueba de que la globalización intelectual no es un fenómeno hecho en Europa; al contrario, es una manera de reafirmar y de demostrar la universalidad del aristotelismo y de la escolástica. De igual manera, las lenguas practicadas por la Monarquía: el latín, el castellano, el italiano, el portugués, son vectores indisociables de la glo- balización intelectual, y pese a admitir términos indígenas, la estructura de la lengua permanece intacta. Para el autor, la globalización concierne los instru- mentos intelectuales, los códigos de comunicación y los medios de expresión. Se distingue de la occidentalización, que es más una empresa de dominación de otros mundos a través de la colonización, de la aculturación y del mestizaje. En los primeros tiempos de la conquista, la occidentalización precedió a la globalización, pero ambas son simultáneamente puestas a la obra en el seno de la mundialización ibérica, e indisociables la una de la otra, pese a desple- garse en dimensiones diferentes y a escalas distintas. «Globalización y occiden- talización son las dos cabezas del águila ibérica». La fundación del colegio de Santa Cruz de Tlatelolco fue una empresa que se inscribía en la dinámica de la occidentalización, destinado a las élites indígenas. En cambio, las universi- dades, destinadas a los europeos y criollos, se regían por las normas de la glo- balización intelectual en donde no tenía cabida ningún elemento tomado del mundo americano. La globalización sincroniza diferentes partes del mundo, pero lo hace, difunde el conocimiento en una bola de cristal, sin contacto con las temporalidades locales. Lo que se aparte del modelo globalizado, es envia- do a la categoría de exótico o pseudo-primitivo. Globalización y occidentalización operan de conjunto y comparten los objetivos. Y si se les puede sacar provecho a los híbridos, no se les rechaza: Hollywood puede imponerle a los cineastas asiáticos, que adquiere a precio de oro, reglas para que su producción se adapte o no se disocie de las normas universales establecidas por el imperio. Las experiencias realizadas por los jesuitas para acercarse al pensamiento chino en el siglo xvii fue uno de los intentos que llegó más lejos en el trasie- go y el intercambio intelectual realizado por europeos, que terminó fracasan- do. Entre otros inconvenientes, se enfrentó a la hostilidad de Roma y al etno- centrismo chino. En cambio, los frescos de los claustros de México demuestran que los pinto- res indígenas lograron realizar asociaciones intelectuales de una gran audacia y calidad. Demostraron la realización de un pensamiento mestizo fuera de la esfera de la globalización, en los confines de la occidentalización y de la evange- lización; pero fuera de la bola de cristal occidental, no existe mundialización, Elizabeth Burgos 226 encuentro227 por ello esas obras no son reconocidas como parte integrante del acervo artís- tico de Occidente, y no han sido incorporados a la historia del arte En ese sentido, la globalización del pensamiento realizado por la península ibérica en América se impuso de manera rotunda. El libro se cierra con un epílogo que viene a ser la continuidad de la intro- ducción: entre ambos transcurrieron, cual paréntesis, las cuatrocientas páginas que someramente hemos reseñado. La narración que se abre con la escena de la procesión en Belém do Pará, concluye asociando el mesianismo y el milena- rismo que se diseminaron en las cuatro partes del mundo durante la Monar- quía, con el film Matrix, que al igual que la misa que se celebraba cada media hora a cualquier hora del día o de la noche durante el reino de la Monarquía, en donde el sol tampoco se ponía, fue visto el mismo día y a la misma hora simultáneamente en tres continentes. En Estados Unidos, fue proyectado en 3.500 salas el mismo día: y los realizadores optaron por dar la primicia de su presencia, asistiendo a la primera presentación mundial en el Japón. Matrix, pese a integrar algunos rasgos locales como para dar ciertas conce- siones al mestizaje, es en el fondo un ardid destinado a transmitir de manera más certera la idea central de la trama: la dependencia que hoy tenemos de las máquinas y la imposibilidad de prescindir de ellas. La esfera metafísica del aristotelismo del siglo xvisigue vigente y es tan hermética como las nuevas tecnologías del xxi que avanzan bajo el manto de la mayor modernidad al servicio del mesianismo arcaico, como instrumento de la globalización contemporánea. Quienes más se sirven de las nuevas tec- nologías son los «altermundialistas» a los que sin Internet ni teléfonos celula- res les sería imposible la realización de esos masivos foros y manifestaciones que organizan en las «cuatro partes» del globo. Les quatre parties du mondees una obra que abre horizontes de investigación inéditos, pues es un aporte que incita al abandono de los márgenes estrechos de las historias nacionales, a ir más allá de la visión del genocidio de los vencidos y de la noción del «Nosotros» y de el «Otro» : nociones que son un producto de la mente de ciertos intelectuales y académicos lanzadores de modas efímeras. Entre las conclusiones que esta obra nos brinda, debemos puntualizar la idea del mestizaje, que lejos de constituir una configuración simple, se trata de un proceso de honda sutileza y ambivalencia. Al igual que en el siglo xvi, el ritmo de la mundialización prosigue su mar- cha inexorable, sometiéndonos a la sincronización de tiempos, de espacios y de historias. Una mundialización ibérica en el siglo xvii encuentro 1 Hasta 1640, bajo la autoridad de los reyes Felipe II, III y IV estuvieron España y Portugal con sus posesiones de ultramar (desde 1580); reinos tan distantes como Nápoles, Nueva España, Perú, los Países Bajos meridionales, las Américas, de California a Tierra del Fuego, las costas de África occidental, regiones de la India y Japón; ciudades desde Goa a Manila, Salvador de Bahía, Lima, Potosí, Amberes, Madrid y Milán. Un proyecto de hegemonía mundial que se gestó contra un adversario claro y único, el Islam. NOTASNext >