< Previouses la fidelidad o infidelidad, sino la confrontación directa con el performanceen el espacio social en que la hipocresía es regla. Para solucionar esta crisis, Calcag- no convierte el travestismo en el instrumento para el desarrollo ético moral de los guajiros. O sea, el matrimonio con el travesti es el castigo de Juana por haberse casado por dinero. Al mismo tiempo, la idea de que su marido le per- mitirá ser infiel es una afrenta a su sentido de honor. Dice el narrador que «ignorantes y a veces intratables nuestras guajiras, tienen perfectamente des- arrollada la noción del honor y el deber». Añade luego que ellas «transigen con los trabajos más humildes, pero no con la deshonra: en cada una hay una heroí- na que pasa ignorada porque falta ocasión de la prueba» (p. 141). De este modo, Juana puede casarse teatralmente con un hombre que no quiere, pero no puede vivir con un esposo que la autoriza a tener relaciones extramatrimo- niales. Así que vuelve a vestirse con su traje de sitiera y abandona la casa del médico no como guajira, sino como una «reina ultrajada» (p. 141). Mientras, Catibo sufre las desdichas del amor no correspondido, aprende a leer, a escribir y a pensar, con la ayuda del cura del pueblo. Al final de la novela, él también se ha transformado en una «joya resplandeciente» (p. 131). La novela termina con el matrimonio de los guajiros y el castigo de la cul- pable. Faber se convierte en lo que Jacques Derrida llama el pharmakos, una especie de chivo expiatorio 23 , víctima colectiva utilizada en momentos de cri- sis, hambre o pestilencia. Al final de la novela, el travesti termina exiliado y, como resultado, el orden simbólico insular cobra su significado. No obstante, como ha observado Derrida, el pharmakosmarca desde el principio la anula- ción de las fronteras que dividen adentro de afuera porque el mal, encarnado en el sacrificio, siempre se encuentra en el mero corazón de la ciudad. El sacrificio, el exilio, y el castigo sirven, por ende, para marcar una frontera sim- bólica que Calcagno volverá a trazar constantemente en su libro. El desconoci- miento del travestismo no es sólo cuestión de homofobia, sino que se vincula con las categorías más amplias de simulación, máscara y artificio: temas que siempre han formado parte del debate sobre la cultura cubana. Ya hemos visto esta temática en las cartas de José Agustín Caballero, al final del siglo xviii. Estará presente también en las páginas de El Habanero, del padre Félix Varela, quien escribe de las «máscaras políticas» y los «cambia colores» para referirse a los que encubrían sus verdaderas intenciones. Según él, estos «presentaban con un semblante político muy distinto del que realmente tendría si se mani- festase abiertamente» 24 . Surge también en la poesía de José Martí, donde abun- dan las referencias a lo sincero, el honor, y el decoro. Y es, precisamente, sobre la base de este rechazo del fingimiento que surge el canon cubano, centrado en los valores de lo autóctono, lo propio, lo sincero, y lo telúrico. Los represen- tantes más conocidos de esta tendencia son Manuel de Zequeira, Juan Francis- co Manzano, José Martí, Regino Boti, Emilio Ballagas y Cintio Vitier 25 . Aparece también una fuerte contracorriente centrada en la ingravidez, el nihilismo, la artificialidad y la rareza, tendencia que cuestiona el idealismo, la presencia de la palabra y el mesianismo del canon. Y quienes mejor la represen- tan son Manuel Justo de Rubalcava, Gabriel de la Concepción Valdés ( Plácido ), James J. Pancrazio 238 miradas polémicas encuentro239 Julián del Casal, José Manuel Poveda, Eugenio Florit y Virgilio Piñera. Sin embargo, respecto al concepto del sujeto creativo, canon y contra-canon pos- tulan estructuras muy parecidas en la medida en que la ausencia, la lejanía o el sacrificio son condiciones de la representación. Para ilustrar esta semejanza en ambos modelos, puede compararse el «sujeto metafórico» de Lezama Lima con el travesti de Sarduy. Ambos desaparecen en su trasfondo textual con la espera de conservarse, y los dos postulan una ausencia como condición del acto creativo. El travesti de Sarduy es la apariencia de un ser que no es, y el poeta de Lezama es una ausencia que se vuelve una presencia. Lezama introduce el concepto del «sujeto metafórico» en el ensayo «Mitos y cansancio clásico» 26 . Se trata de la figura que participa en lo incondiciona- do. Según él, la creación poética e histórica se debe a «la intervención del sujeto metafórico, que por su fuerza revulsiva» pone todo el lienzo en marcha 27 . Este sujeto es el que actúa para producir la metamorfosis hacia la nueva visión del espacio. Como el travesti, el sujeto metafórico también asimi- la elementos disparejos, los reduce a fragmentos, y los incorpora. El proceso continuo de apropiación desprende el signo para, una vez desconectado del cuerpo original, injertarlo en otro. Lezama describe su hermenéutica como un reciclaje en que «el original [la creación nueva] se invenciona sus citas, haciendo que tengan más sentido en el nuevo cuerpo en que se les injerta, que aquel que tenía en el cuerpo del cual fueron extraídas» 28 . Al establecer estos enlaces nuevos, el sujeto metafórico desaparece en el objeto que produce. Por caridad y simpatía, el poeta se acerca a estos signos y se disuelve en el objeto, convirtiéndose en un potenso posibilidad en la nada que espera la resurrección. Al decir de Lezama, «pues nosotros, cuando sentimos, evaporamos» 29 . Esta noción de la resurrección no se refiere a la reanimación del cuerpo, sino más bien a la conversión en una causalidad, una presencia, que se sumerge en lo incondicionado, una causa sin causa. El resultado es lo que Lezama refiere como el «monstruocillo, la poesía», testimonio del « ser causal para la resurrec- ción » que espera la posibilidad de actuar en la historia y formular un signo que da forma a una época entera 30 . Mientras que Lezama postula el sujeto como la apoteosis del poeta/mártir que busca participar en la historia como imagen, el travesti de Sarduy es tam- bién una imagen que se sabe imagen. Esta figura emerge en respuesta a la carencia original y encarna el conocimiento del lenguaje como un sistema que excluye al sujeto, convirtiéndolo en signo, en el mismo lenguaje que lo representa. El sujeto gramatical, en este sentido, es marca de la ausencia, el impostor o travesti que toma el lugar de un original imaginario. Tal conoci- miento se constituye como una presencia, un cuerpo. Por eso, Sarduy escribe que «el saber en sí mismo es un estado de cuerpo, es decir, un ser compuesto, una simulación de ser —de ser esesaber—, que no hace más que recordar el carácter de simulación de todo ser —al manifestarse como ese ser» 31 . El propó- sito de la escritura es desconocer la ausencia. El ejemplo de Sarduy es el del sadú de la India, para quien su escritura corporal (los tatuajes, la cosmética, y el travestismo) pone en manifiesto el cuerpo que busca perdurarse como El travestismo y la tradición... miradas polémicas encuentrotexto. En el caso de los sadús, los que inscriben los versos del libro sagrado en su piel, Sarduy observa que ellos «van a dar cuerpo al texto» 32 . Es decir, que las letras de los antiguos manuscritos se pintan directamente en la topología del cuerpo entero: la calvicie, las orejas, los párpados, la boca y los labios, y el sexo. Este ejercicio, al decir de Sarduy, «trata de salvar el cuerpo, no mediante el sacrificio o el don, no en su ‘caída’, sino por su inserción en el orden textual —el de las Vedas—, al cual el cuerpo del sadú viene a anudarse, preso en la red de la escritura» (p. 63). El cuerpo se disuelve en el trasfondo del texto. Tanto en Lezama como en Sarduy, el énfasis en la desaparición recuerda a las palabras funestas de José Martí, en su última carta a Manuel Mercado: «Sé desaparecer. Pero no desaparecerá mi pensamiento, ni me agriaría mi oscuridad» 33 . Hayden White 34 observa que la etimología de discursoderiva de la palabra latina discurrere , la cual sugiere un movimiento, un ir y venir entre dos puntos. Este movimiento no sólo marca el espacio entre la convención y la novedad que huye de la incorporación, sino que también marca el espacio entre las formas alternativas de codificar la realidad (p. 4). Lezama, en una carta a Cin- tio Vitier, se refiere a este movimiento como la confrontación con «un cuerpo que se constituye en enemigo y desde allí nos mira» 35 . Un enfrentamiento con el artificio mismo que el pensamiento canónico desconoce en su búsqueda de la fijeza. No ha de sorprender entonces que el travestismo sea considerado como un elemento peligroso para el orden simbólico que niega el movimien- to, el ir y venir inherente en cada discurso cultural. Al mismo tiempo, esta figura es la marca de la representación, el punto en que hace posible la cultu- ra. Tal potencialidad es algo que va más allá del binario de lo verdadero y lo falso porque es, al decir de Lezama, «mentira que es la poética verdad realiza- da y aprovecha un potencial verificable que se libera de la verificación» 36 . James J. Pancrazio 240 miradas polémicas encuentro 1Sarduy, Severo;La simulación; Monte Ávila, Caracas, 1982, p. 61. 2 Sin embargo, sería un descuido enorme, por mi parte, no mencionar la represión social, política y cultural que han sufrido los gays, lesbianas, y travestis bajo los términos de «conducta impropia» en Cuba. Se debe consultar los siguientes textos para un análisis detallado sobre el dis- curso homofóbico en la Isla: Gay Cuban Nation, de Emilio Bejel; La nación sexuada,de Abel Sierra Madero, y el ensa- yo «Ronda nocturna», de Pedro Marqués de Armas. 3Claro está que me refiero a las famosas polémicas entre Jorge Mañach y José Lezama Lima; la de Lunes de Revolución con Lezama, y la de Heberto Padilla con Leo- poldo Ávila. 4 Lezama Lima, José; El reino de la imagen ; (ed. Julio Orte- ga); Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1981, p. 218. 5 Dor, Joël; Introduction to the Reading of Lacan: the Unconscious Structured Like a Language; (ed. Judith Feher Gurewich; trans. Susan Fairfield); Aronson, North- vale y Londres, 1997, p. 136 (la traducción es mía). 6Garber, Marjorie; Vested Interests: Cross-dressing and Cultural Anxiety; Routledge, Londres y Nueva York, 1992, p. 34. 7García Marruz, Fina; «Amistad funesta»; en Temas mar- tianos ; Biblioteca Nacional, La Habana, 1969, p. 282. 8 Martí, José; Lucía Jerez [Amistad funesta]; (ed. Manuel Pedro González); Editorial Gredos, Madrid, 1969, p. 36. 9 Piñera, Virgilio; «LaAmistad Funesta»; en Poesía y crí- tica; (prólogo Antón Arrufat); Cien del mundo, México, 1994, p. 236. 10 Leante, César; «Confesiones sencillas de un escritor barroco»; en Recopilación de textos sobre Alejo Carpen- tier; (ed. Salvador Arias); Casa de las Américas, La Haba- na, 1974, pp. 59-60. 11 En cuanto al uso de los adjetivos en la descripción de Faber, alternaré entre el masculino y el femenino, de acuerdo a la apariencia del travesti en esa instancia. Aunque parece confuso, esa confusión es precisamente el punto en el travestismo. NOTAS241 El travestismo y la tradición... miradas polémicas encuentro 12Carpentier, Alejo; Guerra del tiempo, El acoso y otros relatos; en Obras completas; vol. 3; Siglo XXI, México, 1989, p. 227. 13Clemente Vázquez, Andrés; Enriqueta Faber. Ensayo de novela histórica ; La Universal, La Habana, 1894. p. 59. 14 Cabe mencionar que dicha defensa nunca tuvo lugar. Clemente Vázquez se sirve de algunos de los textos del célebre peruano para inventar una ficción legal. Aunque Vidaurre vivió en Cuba en ese entonces, no participó en el juicio de Faber. 15Caughie, Pamela L.; Passing and Pedagogy, the Dyna- mics of Responsibility; The University of Illinois Press, Urbana y Chicago, 1999, p. 30. 16Lacan, Jacques; Écrits. A Selection; (trad. Alan Sheridan); Norton, Nueva York, 1977, p. 289; (la traducción es mía). 17 Guillén, Nicolás; Summa poética, (ed. Luis Íñigo Madrigal); Cátedra, Madrid, 1990, p. 103. 18 «Causa célebre»; en La Administración, periódico jurí- dico, administrativo y rentístico; (ed. Laureano Fernán- dez de Cuevas); Imprenta ‘La Cubana’, La Habana, 1860, pp. 172-175; 218-221; 297-302; 344-350. 19 Garber; ob. cit., p. 105. 20 Vitier, Cintio; (eds. Fina García-Marruz y Roberto Friol); La literatura en el Papel Periódico de la Havana 1790-1805; Editorial Letras Cubanas, La Habana, 1990, pp. 59-60. 21 Calcagno, Francisco; Don Enriquito; novela histórica cubana; El Pilar, Havana, 1895, p. 6. 22 Sarduy, Severo; Written on a Body ; (trad. Carol Maier); Lumen Books, Nueva York, 1989, p. 37. 23 Derrida, Jacques; Dissemination; (trad. Barbara Johnson); The University of Chicago Press, Chicago, 1981. pp. 128-134. 24Varela, Félix; El Habanero, Papel Político, Científico y Literario; Ediciones Universal, Miami, 1997, p. 3. 25 Para una lúcida discusión de las dos vertientes del canon cubano, ver Rojas, Rafael; Un banquete canónico; Fondo de Cultura Económica, México, 2000, pp. 60-61. 26 Para un acercamiento a la obra de José Lezama Lima, se debe consultar el ensayo «The Strut of the Centipede: José Lezama Lima and New World Exceptionalism» , de Gustavo Pérez-Firmat, en Do the Americas Have a Com- mon Literatura; Duke University Press, Durham y Lon- dres, 1990, pp. 316-332. Y el ensayo «Lezama y Vitier: crítica de la razón reminiscente», de Enrico Mario Santí; en Bienes del siglo; Fondo de Cultura Económica, Méxi- co, 2002, pp. 151-165. 27 Lezama Lima, José; El reino de la imagen ; p. 371. 28 Lezama Lima, José; La cantidad hechizada; Ediciones Unión, La Habana, 1970, p. 62. 29 Lezama Lima, José; El reino de la imagen ; p. 374. 30 Lezama Lima, José; La cantidad hechizada; p. 20. 31 Sarduy, Severo;La simulación; p. 19. 32Íd., p. 63. 33 Martí, José; «Carta a Manuel Mercado»; en Obras completas: Epistolario; Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1992, p. 163, vol. 20. 34 White, Hayden; Tropics of Discourse ; Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1978. 35 Estos comentarios aparecen en el ensayo de Cintio Vitier «De las cartas que me escribió Lezama»; en Casa de las Américas; nº 137, La Habana, 1983, pp. 106 113. 36Lezama Lima, José; El reino de la imagen; p. 224. Finding the Self 02. Acrílico sobre papel, 24 x 66 pulg., 2006.243 encuentro E n busca de información para mi libro sobrefilosofía cubana, encontré en el catálogo del Instituto de Lite- ratura y Lingüística una tarjeta que registraba buena canti- dad de números de la Revista Cubana de Filosofíadel perío- do 1947-1957. Pero había allí otra ficha con un solitario número que supuse, erróneamente, incluido en la más sustanciosa antes mencionada. Y, como copiara de ésta la clasificación (para no perder el tiempo hurgando en el catálogo durante mis visitas posteriores), aquel dato aisla- do –que reflejaba nada menos que la virtual existencia del número de apertura de la Revista - no pudo ser descubierto en lo adelante. Hasta cierto punto, yo me fui adaptando a la idea de que no existía. Por increíble que parezca —cosa que no dejó de condicionar mi investigación posterior—, Hum- berto Piñera Llera (director de la Revista Cubana de Filosofíaa partir de 1952 y hasta su cierre) desconocía, al parecer, que la publicación se había fundado en 1946, lo que hace pensar que desconocía también —u olvidó temporalmente—la existencia de este fantasmagórico número inicial y único de ese año, correspondiente a junio-julio. Pero eso no es todo. Pablo Guadarrama, quien encabeza los estudios marxistas del pensamiento filosófico cubano en la Isla, sostiene que la Revistase fundó en 1948 1 . Piñera, por su parte, desliza la idea que fue en 1949 2 . Miralys Sánchez Pupo —también desde coordenadas marxistas— aventura la fecha de 1947 3 . Por mi parte, fui arrastrado al imperdonable descuido antes aludido en todas las sesiones de trabajo. Finalmente, mi libro —que titulé Filosofía cubana in nuce. Ensayo de historia intelectual— vio la luz bajo el sello editorial Colibrí 4 . Seducido por el hallazgo de la falta de un criterio unánime sobre el año de fundación de la Revis- ta—y habiendo olvidado ya totalmente aquel n°1 de 1946— terminé arriesgando también una fecha, apoyán- dome en conclusiones obviamente apresuradas. Alexis Jardines Losnúmeros«fantasmas» delaRevistaCubana deFilosofíaPor alguna razón, Filosofía cubana in nuce, que concluí a comienzos de 2004, no se publicó hasta finales del 2005. Con el tiempo —ya ocupado en mi siguiente libro — el interés por el tema de la Revista languideció, y no fue hasta una reciente lectura de «Filosofía y República» (un trabajo de Emilio Ichikawa que yo desconocía) que se avivó de nuevo.En ese texto, el autor sostiene con acierto que la Revis- ta Cubana de Filosofía se fundó en 1946. Sin embargo, comete una imprecisión relativa a la fecha de fundación de la Sociedad Cubana de Filosofía. En la página cuatro señala, entre paréntesis, el año de 1946, mientras que en la página nueve anota la fecha correcta 5 , a saber: 1948. Para mí, está claro que en el primer caso se trata de un simple lapsus : Emilio debe de haber tenido en mente a la Sociedad Cubana de Filosofía cuando escribió la fecha de fundación de la Revista.Y, dado que su competencia en este campo está fuera de dudas, lo que me resultaba inquie- tante era el por qué de tantos deslices alrededor de un asunto tan trivial. ¿Qué nos pasaba a todos con esto de las fechas de fundación y clausura de las instituciones filosóficas republicanas? Volví al Instituto de Literatura y Lingüística con el propósito expreso de verificar la situación de las dos fichas: ¡allí estaba aquel número inicial! Para mi sorpresa, el ejemplar permanecía virgen. Es decir, su estado delataba no haber sido manipulado antes, le tomé fotos que acompañan al presente texto, poniendo fin, de este modo, al desconcierto producido por el número de apertura de la Revista Cubana de Filosofía. Cerrado el capítulo del número inicial, se abrió el del número final de la Revista . Ichikawa —quien, como vimos, había acertado con la fecha de funda- ción— hablaba de un número de clausura, correspondiente a 1959. «La revis- ta, con pretensiones bimestrales, logró salir con cierta regularidad, y su último número correspondió a enero de 1959, edición en que saluda a la revolución triunfante» 6 . El Diccionario de Literatura Cubanase refiere, en cambio, a un número 18 —que considera el último conservado— correspondiente a enero- diciembre de 1958. No es difícil encontrar otras opiniones divergentes. Igna- cio Delgado 7 , desde España, sostiene que la Revistacirculó hasta 1957. La misma opinión tiene, en Cuba, Miralys Sánchez. Alexis Jardines 244 encuentro Portada del n.º 1 de la Revista Cubana de Filosofía.245 En la biblioteca del Instituto de Literatura y Lingüística, el último número conservado es el 17, de 1957. Se trata de la primera entrega de una Edición Extraordinaria. La segunda es el número 18, de 1958, aludido en el Diccionario de Literatura Cubana. Con toda seguridad, se trata del mismo número al que se refiere Ichikawa. También, Félix Valdés arriesga la fecha de 1959. La razón de ello la veo en que el número 18 cubre un perío- do que cierra en diciembre de 1958. A punto de concluir el presente artículo, visité la hemeroteca de Casa de las Américas. Allí encontré sin difi- cultad el tan controvertido último número de la Revista Cubana de Filoso- fía, correspondiente al año 1958, segu- ramente el único ejemplar conserva- do al que puede acceder el público. En efecto, el número 18 —y últi- mo— corresponde a enero-diciem- bre de 1958, y es en él donde Hum- berto Piñera Llera saluda a la Revolución triunfante, como había afirmado Ichikawa. Esto explica también por qué se adelanta la fecha de 1959. El misterio lo esclarece el pro- pio Piñera en un escrito —con fecha del 20 de enero de 1959— que sigue al editorial de este número 18, y que tituló «A nuestros lectores». Según puntua- liza el director de la Revista, el triunfo de la Revolución (o lo que él llamo la «liquidación de la feroz tiranía de Batista» y que calificó de «feliz aconteci- miento») se produjo «unos días antes de entrar en prensa este número». En Filosofía cubana in nuce yo había especulado sobre la poca probabilidad de existencia de un número correspondiente a 1958, dada la situación políti- ca tan convulsa que vivía el país 8 . Llegué en aquel texto a conclusiones más precipitadas que erróneas con respecto a dicho número 18, cosa que de algún modo corrobora Piñera: No es para nadie un secreto que la brutal represión de estos últimos años afectó con- siderablemente el proceso de la cultura […] Por eso nos vimos obligados a reducir gradualmente nuestras actividades hasta darlas completamente por terminadas desde hace casi dos años. La Revista Cubana de Filosofía dejó de aparecer regularmente como venía haciéndolo desde su aparición, al extremo de que —como podrán adver- tir nuestros lectores— este número cubre todo el año 1958, aunque el material que Los números «fantasmas»... encuentro Portada del n.º 18 de la Revista Cubana de Filosofía.contiene corresponde a actividades desarrolladas por la Sociedad Cubana de Filoso- fía dos años atrás. Pudimos haber editado este número hace ya casi un año, pero nuestro explicable estado de ánimo, frente a la desoladora situación nacional, nos decidió a posponerlo, en espera de una ocasión mejor. Como ésta es ahora una feliz realidad, podemos darle salida con el ánimo gozoso y la mejor de las esperanzas 9 . En suma, aquella segunda entrega de la Edición Extraordinaria que tanto eché de menos en Filosofía cubana in nucese conserva en la hemeroteca de Casa de las Américas que, por razones inexplicables no llegué a visitar. Esto significa que el capítulo dedicado a mostrar la presencia de sistemas filosófi- cos en cierne en el pensamiento cubano pudo haber sido más documentado. Sin embargo, no contiene este número 18 los esbozos de sistema de Medardo Vitier y de Humberto Piñera Llera, como había prometido el número ante- rior, es decir, el 17, de 1957. Al respecto, Piñera escribe: Solo faltan la del doctor Medardo Vitier y la mía, que no se incluyen aquí, porque la del notable pensador cubano ya ha sido publicada como apéndice al último libro suyo, dedicado a glosar el pensamiento de Kant; en tanto que la mía ya ha visto la luz, primero en el Anuario Filosófico de la Universidad Nacional Autóno- ma de México y después en el volumen titulado Apuntes de una Filosofía[…] 10 . De manera que el número salió con las propuestas de Pedro Vicente Aja, Guillermo Francovich (boliviano) y Miguel Márquez de la Cerra. Sólo en la hemeroteca de Casa de las Américas existe una colección comple- ta de los números de la Revista Cubana de Filosofíaque pudieron ver la luz. A pesar de la dedicación de su amable bibliotecaria, semejante patrimonio amena- za con perderse irremediablemente dado su precario estado de conservación. Alexis Jardines 246 encuentro 1 Ver: Guadarrama, P.; Rojas, M.; El pensamiento filosó- fico en Cuba en el siglo XX: 1900-1960; «Felix Varela», La Habana, 1998. 2 Ver: Piñera Llera, H.; La enseñanza de la filosofía en Cuba. Una encuesta internacional organizada por la UNES- CO; Comisión Nacional Cubana de la UNESCO, La Habana, Cuadernos de Divulgación, 1954, p. 25. 3 Ver: Sánchez Pupo, M.; «Aristas de la reflexión filosófica cubana»; en Filosofía, Teología,Literatura: Aportes cuba- nos en los últimos 50 años ; Concordia Serie Monografía, Aachen, Mainz, 1999, t. 25, p. 22. 4La revista Encuentro de la cultura cubana—con el título «Rescate de la filosofía republicana»— ya había avanzado un fragmento del libro en su número 34/35, correspondien- te al otoño/invierno de 2004-2005. Justamente, el frag- mento seleccionado contenía el error que intento enmendar en el presente artículo. 5 Ver: Ichikawa, Emilio; «Filosofía y República»; en www.eichikawa.com 6 Ichikawa, Emilio; ob. cit., p. 9. 7Ver: Delgado, Ignacio; «La filosofía cubana en vísperas de la Revolución de 1959»; en Filosofía, Teología, Litera- tura: Aportes cubanos en los últimos 50 años;ed. cit., p. 41. Este autor señala el año de 1946 —y no el de 1948— como fecha de fundación de la Sociedad Cubana de Filosofía. Se advierten otras imprecisiones en su tex- to. Por ejemplo, sostiene que García Bárcena fue el fun- dador de la Sociedad Cubana de Filosofía, y que Humber- to Piñera fue su sucesor en la dirección de dicha institu- ción. Piñera, en cambio, sustituyó en la dirección a José María Velázquez, quien fuera el verdadero fundador de la Sociedad. 8 Ver: Jardines, A.; ob. cit., p. 157. 9 Piñera Llera, H.; «A nuestros lectores»; en Revista Cubana de Filosofía, n.°18, enero-diciembre de 1958. 10 Íd. NOTAS247 consuelo castañeda encuentro Consuelo Castañeda (La Habana, 1958) pertenece a esa generación, hoy legendaria, surgida a fines de los 70 y desarrollada plenamente durante los 80, que legó términos inscritos ya en la historia del arte cubano: Volumen I, Artecalle, el Grupo Puré, el Castillo de la Fuerza. El arte generaba, por primera vez dentro de Cuba, un discurso estético que retaba directamente al poder, y creaba y difundía su propio aparato simbólico, hasta entonces coto privado del líder. Años más tarde, en una entrevista, Lázaro Saavedra recordaría una conferencia sobre arte y sexo realizada en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba ( UNEAC ), donde la intervención de Consuelo Castañeda y Humberto Castro consistió en entrar cubiertos con un disfraz fálico y «eyacular» hacia el público chorritos de agua. Por entonces, Consuelo era profesora en el Instituto Superior de Arte, donde ejerció una inestimable labor, no sólo en la mera instrucción técnica, sino en la educación artística de quie- nes renovarían la plástica cubana. En Una historia en setenta páginas, libro publicado en 1989, la artista presentó todas las variaciones sobre una imagen particular: el cuerpo desnudo de su madre al cumplir los 70 años. Eran imágenes no posadas, en las que no se añadían al cuerpo otros significantes ges- tuales o escenográficos, de modo que podía leerse a través de esas fotos el decursar de una vida gracias a sus huellas: cicatrices, arrugas. Esas fotos, que subvertían el concepto de ide- alización del cuerpo desde la tradición helenística hasta el hedonismo contemporáneo, no busca- ban una estetización sino una revelación: la vida son sus huellas, sus estragos, sus pequeños naufragios. Como la mayor parte de los integrantes de su generación, a los que el Ministerio de Cultura ofreció «puentes de plata» para convertirlos en «enemigos que huyen», Consuelo Castañeda salió de Cuba en 1991 hacia México, D.F. Allí expuso su obra en Ninart Centro de Cultura, y tres años más tarde se trasladó a Miami. En el ensayo «Profetas por conocer» ( Encuentro en la Red , 22 de septiembre de 2005), Ileana Fuentes nos recuerda que desde 1982, con la inauguración de la sede permanente en Miami del Museo Cubano de Arte y Cultura, se produjo un progresivo lanzamiento internacional de los artistas plásticos exiliados. Más de 200 de estos artistas vivían ya fuera de la Isla, y muchos de ellos participaron en la primera gran retrospectiva, Outside Cuba /Fuera de Cuba, en el Museo Zimmerli de Nueva Jersey (1987). Dentro de ese nuevo impulso divulgador, en Arte Cubana(1993), una de las exposiciones colectivas más importantes organizadas por el Museo Cubano, coordinada por Cristina Nosti, apareció Consuelo Castañeda, entre las doce artistas invitadas, con obras que no han perdido su inquietante capacidad de releer la realidad desde diferentes ángulos: sus naturalezas muertas «Poison», «Ocio» y «Manhattan». Ya en septiembre de 2001, en Hit and Miss at MAM, expuesta en el Miami Art Exchange, su instalación Cybernetic Information Centerse adentraba en las nuevas tecnologías abriendo una pantalla donde la navegación por Internet se incorporaba a la acción plástica. El calendario alre- dedor de la habitación, con imágenes alusivas, o elusivas, a los meses del año, cerraba un cír- culo, esta vez de tiempo. Un tiempo poblado de colágeno y liftings, logos publicitarios que ya Consuelo Castañeda: la relectura de la imagen Luis Manuel GarcíaNext >