< PreviousLas noches en Mortefontaine Carlos Pintado Noches de amantes breves como cirios ardiendo, y cetros y fortunas y reyes y palacios. Noches de espejos hondos, aguas de un río mágico. Noches de altas torres perdiéndose en la noche, y sonoras tinieblas retumbando en lo oscuro. Noches de laberintos como hojas cayendo sobre el pozo abismal donde mi sed enjoya en música sus cantos, sus noches tan eternas. Noches de verjas altas y jardines y estatuas. Noches en donde todo parece que se escapa a domeñar la forma terrible de mi sombra. Noches en que me pierdo sin saberlo en la noche, bajo gotas finísimas como cristal soñado, por senderos de nieblas, por bosques de unicornios. Noches en que las cosas que amamos se despiden agitando en el aire una espantosa mano. Noches para soñarnos la mano que retira la nieve de la espada, la espada de la piedra, y el mágico rocío sobre el agua del lago, agua lustral fluyendo, agua de plata y luna. Noches de hondos espejos en sombras desvelados, y rostros que se asoman hacia un fondo de sombras. Noches que son el sueño del cuerno y del marfil. Noches de puertas altas, de interiores sagrados, y paisajes mostrando el nácar de algún rostro. Noches para olvidar quién por mi sombra avanza, bajo qué estrellas quedo sosteniendo mi cuerpo insomne y solitario, como una luz temblando. Noches de islas lejanas, de bajeles sombríos y puertos ideales para agitar pañuelos. Noches para sentarnos a hablar junto a la noche. Noches de torvos pájaros y tigres en penumbras, y dedos sobre el vidrio, y cítaras tocando. Noches en que no somos sino la noche misma, reconociendo el paso ruinoso de sus muertos. POESÍA 18 encuentroDOSSIER CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA¿Qué papel podría asumir Cuba en la nueva geopolítica? La toma de posesión de un presidente negro en Estados Unidos, el levantamiento por Barack Obama de las restricciones a viajes y remesas hacia Cuba impuestas por la Administración de Bush, y los posibles ofrecimientos estadounidenses enca- minados a la normalización de las relaciones entre ambos países; estos son algunos de los mayores retos a los que ha tenido que enfrentarse la dirigencia cubana recientemente. Como nunca antes en la historia de la Revolución, los presidentes de Latinoamérica hacen gestos de acercamiento al Gobierno cubano: las visitas a La Habana de mandatarios latinoamericanos (que, casi sin excepción, han solicitado a Estados Unidos la derogación del embargo) se suceden a un ritmo sin precedentes; Cuba ingresa en el Grupo de Río, y se baraja su posible readmisión en la Organización de Estados Americanos (OEA). En consonancia con la tendencia regional, es notable también el aumento de relaciones con China, Rusia e Irán, cada vez con mayores intereses, no sólo en la Isla, sino en todo el continente. Lo cual se conjuga con la campaña por la diversificación de sus relaciones internacionales emprendida por el Gobierno cubano durante los últimos años, una estrategia de reacomodo dentro de un mundo multi- polar que permitiría conjurar los peligros de la excesiva dependencia de un solo socio internacional (Estados Unidos, la Unión Soviética, Venezuela). A diferencia de la política interna, que ha incumplido las promesas de cambios estructurales hechas por Raúl Castro al inicio de su mandato, las relacio- nes internacionales cubanas no han sufrido estancamiento. A la luz de estos cambios, y en medio de una crisis económica de proporciones globales que obliga a la formulación de un nuevo orden internacional, el presente dossier analiza desde distintas pers- pectivas las reinserciones cubanas en la nueva geopolítica. Eusebio Mujal-León coloca el presente y el futuro de la Isla en ese puzzle internacional. Carmelo Mesa-Lago analiza el estado y las perspecti- vas de la economía cubana que, sin reponerse de una devastadora temporada ciclónica, se encuen- tra a prueba en medio de la crisis internacional. Haroldo Dilla explica cómo cualquier pensamiento de izquierda dentro de Cuba tendrá que resolver su distanciamiento de la ideología oficial y de la dirigen- cia tradicional. Alejandro Armengol desentraña los cambios en los resultados electorales de la Flori- da, un nuevo mapa sociopolítico del exilio que abre perspectivas inéditas en las relaciones Miami- Washington-La Habana. Y Arturo López-Levy demuestra que el mantenimiento del embargo es un particular problema de derechos humanos a resolver por la nueva Administración de Estados Unidos. Coinciden todos ellos en que Cuba está obligada a reformularse en un mundo donde se están rein- ventando el orden económico y financiero, las relaciones internacionales, el alcance de la globaliza- ción, los modelos de desarrollo, y las políticas sociales, energéticas y militares. 20 encuentro21 Inamovible e inmutable son palabras que a menudo vienen a la mente cuan- do se habla de Cuba y su Revolución. Después de 50 años, tras diez presi- dentes norteamericanos (la decimoprimera Administración con Barack Obama acaba de comenzar) y del colapso de la Unión Soviética, la Revolu- ción se muestra inquebrantable. Como para confirmarlo, ahí estaba Raúl Castro el primero de enero de 2009 celebrando el quincuagésimo aniversa- rio, prometiendo que la Revolución resistiría 50 años más. Pero inamovible e inmutable son adjetivos que describen solamente a los monumentos, no a proyectos humanos ni a procesos políticos. Sí, la Revolu- ción o, más exactamente, las elites que llegaron al poder en 1959 , todavía gobiernan, pero la Cuba de 2009 ya no es la de 1989 , ni la de 1959 . La caída del Muro de Berlín y la posterior desintegración de la Unión Soviética pro- vocaron un maremoto que transformó a la Revolución y a Cuba. El fin de los subsidios soviéticos trajo consigo la caída del 35-40 por ciento del Pro- ducto Interno Bruto ( pib ) y marcó el comienzo del llamado Período Especial en Tiempos de Paz. Este cataclismo marcó el punto final del experimento autárquico cubano y obligó al régimen a embarcarse en un proceso lento, irregular y todavía incompleto, que dejó atrás las pretensiones de erigir una sociedad comunista y se encaminó hacia la restauración del capitalismo y la reintegración en la economía mundial de la mano de empresas multinaciona- les y bajo la tutela del Estado y del liderazgo de una tecnocracia militar pro- tocapitalista 1 . Acompañados por la dolarización, estos cambios han genera- do incipientes clases sociales, severas desigualdades sociales y regionales, han propiciado fuertes flujos de población dentro y hacia fuera de la Isla, y han debilitado significativamente los logros sociales de la Revolución, espe- cialmente en la educación y la salud pública. Los años 90 también estuvieron marcados por el inicio de una transición generacional dentro de la cúpula de poder. Tanto Fidel como Raúl Castro impulsaron la incorporación de nuevas generaciones a las más altas instan- cias del Partido Comunista ( pcc ) y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias ( far ). Allí coexistieron en aparente armonía veteranos de la Sierra y jóvenes dirigentes, los más significativos de ellos egresados del Equipo de Coordina- ción y Apoyo al Comandante en Jefe. Por fin, en noviembre de 2005 , el pro- pio Fidel Castro planteó directamente el tema de su mortalidad e insistió en que la supervivencia de su Revolución dependería de las jóvenes generacio- nes. A escasos seis meses de este discurso, a finales de julio de 2006 , un Fidel Castro gravemente enfermo cedió el poder a su hermano menor. encuentro Cuba ante un mundo cambiante EUSEBIO MUJAL-LEÓNLa sucesión se produjo dentro de un marco de gran estabilidad, pero no cabe duda de que los cambios no han hecho más que comenzar. A sus 77 años, Raúl Castro es una figura transitoria cuyo destino es presidir el fin del castrismo y abrirle paso a una nueva época. Su desafío está en poner la casa en orden para el día en que tanto su hermano como él hayan desapare- cido. Para conseguirlo, Raúl necesita revitalizar una economía moribunda donde la mano muerta del Estado y la correspondiente falta de incentivos a la producción han provocado una severa y permanente crisis. Con aparente voluntad de enfrentar esos problemas, en su discurso del 26 de julio de 2007 , Raúl anunció que iba a introducir «cambios estructurales y de con- cepto» respecto a la economía. Efectivamente, se han producido algunos cambios durante los últimos dos años, pero estos han sido tibios y distan mucho de ser estructurales. Desde mediados de 2008 , y probablemente por variadas razones —desde los huracanes que azotaron la Isla en agosto y septiembre de 2008 , hasta posibles discrepancias dentro de la cúpula gober- nante—, ha habido una notable desaceleración en el ritmo de las reformas. Esto no ha impedido la progresiva consolidación de Raúl Castro en el poder, ni la incorporación de sus más cercanos colaboradores dentro de las far y de los veteranos de la Sierra a la cúpula del Consejo de Estado y del Buró Político. En este proceso, han perdido espacio político tanto los «tecnócra- tas» como los «talibanes». La destitución de Carlos Lage y Felipe Pérez Roque ha cortado el paso a representantes de las nuevas generaciones que se perfilaban dentro y fuera del país como sucesores potenciales. Estos cam- bios de personal y el paralelo reforzamiento de los veteranos confirman la progresiva consolidación de Raúl y auguran un VI Congreso del pcc (convo- cado para finales de este año) carente de sorpresas. Este reforzamiento de Raúl también se puede entender en clave de política exterior, como un golpe de timón previo al posible inicio de negociaciones con la nueva Administra- ción de Barack Obama. Los cambios indican que Raúl refuerza su posición, pero, al mismo tiempo, confirman la transitoriedad de su liderazgo, cuya delicada tarea es presidir el final de la era castrista en Cuba. Así pues, lejos de inamovible e inmutable, la sociedad y la política cubana llevan tiempo dando pruebas de efervescencia y potencial de cambio. Se está gestando un nuevo régimen en Cuba. Lo que no sabemos es cuál será el alcan- ce de los cambios y cuáles serán las características del nuevo régimen después de que los Castro (y la generación de la Sierra) pasen a la Historia. En un tra- bajo anterior, he analizado algunos de los factores internos que condicionan este cambio 2 . Aquí, sin embargo, me gustaría examinar por qué ha disminui- do el aislamiento internacional de Cuba y cuales son las perspectivas para un cambio en su relación con ee.uu. después de la victoria de Barack Obama. Comenzamos con una paradoja evidente. Cuba continúa siendo la única dictadura ostensible de América Latina. Así fue mientras gobernó Fidel Cas- tro y, con algunos retoques y excepciones, continúa siéndolo con Raúl. Ha habido algunos cambios, entre ellos, una mayor disposición por parte de los medios de comunicación (especialmente Juventud Rebelde) de informar sobre agudos problemas sociales y económicos, pero se mantiene un régimen unipartidista con una extensa red de mecanismos de control ejercidos por el CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA DOSSIER 22 encuentro23 Estado sobre la sociedad. En Cuba no existe ni libertad de expresión, ni sis- tema judicial independiente, ni Estado de derecho; la sociedad es débil y está desorganizada, y los disidentes son presionados, reprimidos y/o encar- celados. La situación cubana contrasta visiblemente con la de otros países de la región. En casi toda Latinoamérica, incluso en aquellos países donde los movimientos populistas de izquierda han asumido el poder, se está dando un intenso debate político, se producen manifestaciones y contrama- nifestaciones, y la democracia, con todos sus problemas, vibra y se consoli- da. Sin embargo, estando la Cuba autocrática en un mar de democracias, ¿cómo es posible que esté menos aislada (política y económicamente) que en cualquier momento desde 1959 ? Diversos factores han contribuido a esta situación. El primero es el ago- tamiento de la política norteamericana hacia Cuba y la perspectiva de que ésta va a cambiar con la nueva Administración de Barack Obama. Muchos analistas han atribuido el mantenimiento de una política de hostigamiento al régimen cubano a la capacidad del exilio cubano, e interpretan los posibles cambios fundamentalmente en función del debilitamiento y/o evolución de este grupo. Evidentemente algo de eso hay, pero sin menospreciar la eviden- te importancia de la Florida en los cálculos electorales norteamericanos, existen otros factores de peso que explican la continuidad de la política nor- teamericana hacia Cuba. En primer lugar, es importante precisar que, a lo largo del tiempo, no ha habido una sola política de ee.uu. hacia Cuba, sino varias y solapadas. Aunque el objetivo central de esa política ha sido mer- mar el proyecto revolucionario de Fidel Castro, siempre han coexistido diversas estrategias y políticas al respecto. El propio embargo lo demuestra. Nunca ha sido total y, aun hoy, justo al haber terminado la Administración de George W. Bush, ee.uu. es el quinto socio comercial de Cuba y, en el últi- mo año, empresas norteamericanas vendieron más de us $ 700 millones en productos agrícolas a la Isla. El embargo ha tenido un impacto real sobre Cuba, poniéndole muchas trabas al comercio e impidiendo inversiones nor- teamericanas, a la vez que añade costos adicionales de transporte al comer- cio cubano. Pero su existencia no explica ni determina la falta de eficiencia y de productividad de la economía cubana. La culpa radica en el modelo estatista y el clientelismo que impera en Cuba. El conjunto político que se denomina «embargo norteamericano» es producto de la interacción de diversos grupos de presión y puntos de vista, algo muy propio de una socie- dad donde la política es producto de la transacción y la negociación. Para algunos, el embargo ha sido un instrumento para provocar cambios políticos en Cuba. Para otros, su objetivo ha sido más pasivo, la contención del cas- trismo. Y para otros, el propósito del embargo ha sido elevar el costo del proyecto revolucionario cubano —definido en su momento por la encomien- da del CheGuevara de «crear un, dos, tres, muchos Vietnam»— a tal punto que no resultara atractivo para el resto del Hemisferio ir por ese sendero. El embargo también ha sido un punto de confluencia entre los que propug- nan una política exterior «realista» y otros que insisten en la importancia de ser solidarios con los que luchan en pro de valores democráticos y derechos humanos. Con el fin de la Guerra Fría, la importancia estratégica de Cuba DOSSIER CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA encuentrodisminuyó significativamente y Cuba perdió mucha de su «peligrosidad». Ya no representaba un modelo «realizable» para el resto de Latinoamérica, ni tenía los apoyos para pretenderlo. Ni la guerrilla era relevante como instru- mento para llegar al poder, ni el Hombre Nuevo ni la realización del comunis- mo representaban una esperanza de futuro. Las propias políticas que el Gobierno cubano introdujo para asegurar su supervivencia (la reintroduc- ción del capitalismo, la normalización de sus relaciones exteriores, y su rein- tegración a la economía mundial) no hicieron más que confirmar el cambio de situación. Pero aquí reside la otra cara de la moneda. Si bien Cuba tuvo que asumir las consecuencias de su error al atar su destino al comunismo y a la urss , ese desacierto no logró desbancar a la cúpula dirigente. Bajo estas cir- cunstancias, no le ha sido fácil a sucesivos Gobiernos norteamericanos con- vencer a sus aliados y amigos de que una estrategia de aislamiento y presión externa fuera la mejor opción para lograr una apertura en Cuba. A estas con- sideraciones se debería agregar que la influencia norteamericana en muchas partes del mundo (incluyendo Latinoamérica) se ha visto reducida en los últi- mos años, no solamente, ni quizás primordialmente, por un incremento del antiamericanismo, sino porque el mundo que ha surgido es mucho más multi- polar y globalizado. El segundo factor reside en la disminuida importancia de la Unión Europea ( ue ) como actor de peso en el tema cubano. Estados Unidos y la ue siempre tuvieron documentadas diferencias respecto a Cuba, pero nunca se consideró fuera de lo posible que al final los aliados transatlánti- cos lograran alguna fórmula de coordinación y colaboración, una especie de distribución de tareas entre policía malo y policía bueno en su política hacia La Habana. El cenit del compromiso y la influencia de Europa res- pecto a Cuba probablemente ocurrió a mediados de los 90 , cuando el Gobierno de Felipe González intentó convencer a Fidel Castro de que, ante la debacle económica provocada por la desintegración de la Unión Soviéti- ca, debería realizar profundas reformas económicas y políticas. Las distin- tas visitas de Carlos Solchaga y Manuel Marín no tuvieron el deseado efecto y el ciclo de aproximación se cerró cuando el líder cubano dio la orden de derribar los aviones de Hermanos al Rescate en abril de 1996 , hecho que coincidió con el arresto en La Habana de los participantes en Concilio Cubano y la aprobación de la Ley Helms-Burton poco después. Llegado este punto, tras haber superado lo peor de la crisis, Castro se atrincheró de nuevo y desde entonces mostró poco interés en lo que decían u opinaban España o la Unión Europea. Ya en marzo-abril de 2003 , rechazó de pleno la solicitud de clemencia del papa Juan Pablo II para los tres hombres que habían secuestrado una embarcación y fueron sentenciados a la pena de muerte, y se mantuvo impasible frente a las críticas sobre los arrestos y las largas sentencias dictadas contra los 75 disidentes y periodistas indepen- dientes. En los últimos años se ha desarrollado la «Posición Común» de la ue 3 , pero lo más notable es la falta de unidad que ésta refleja. Con las pal- pables divisiones internas y con cada país haciendo más bien lo que le con- viene, no sorprende que la postura europea haya tenido poco efecto sobre las autoridades cubanas. CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA DOSSIER 24 encuentro25 Existe una tercera razón que explica por qué ha disminuido el aislamien- to internacional de Cuba. Ya hemos insistido respecto al impacto de la mer- mada influencia norteamericana y la disminuida capacidad de la Unión Europea. Estos factores han coincidido con el surgimiento de un mundo mucho más multipolar 4 . Este fenómeno es palpable en América Latina, donde potencias extrarregionales y regionales han elevado su perfil y pro- fundizado sus vínculos con Cuba. Hay tres actores extrarregionales —China, Rusia y, en menor grado, Irán— que han pisado Latinoamérica en los últimos años. Quizás el menos importante de ellos sea Irán. Su entrada en el hemisferio refleja la verdad eterna del viejo adagio «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». A pesar de los obstáculos culturales y lingüísticos, Irán ha desarrollado vínculos creciente- mente estrechos con Venezuela y Cuba. Las relaciones con La Habana se intensificaron después de la elección de Mahmoud Ahmadineyad como presi- dente de Irán en 2005 . A partir de esa fecha, Cuba ha recibido más de us $ 1.000 millones en créditos iraníes y ha ampliado su comercio con este país a más de us $ 300 millones en 2007 . Los dos países también han anunciado su intención de desarrollar un puente marítimo que sirva de base para la amplia- ción del comercio. Dentro del Movimiento de los No Alineados, cuya presiden- cia Cuba ostentó en 2007 , La Habana ha sido un fiel aliado de Irán, criticando fuertemente la política norteamericana hacia ese país islámico y apoyando el derecho de Irán a desarrollar «con fines pacíficos» su programa nuclear. Como si intentara recuperar tiempos pasados, Rusia está de regreso. Las visitas del presidente Dimitri Medvédev a Cuba, Venezuela y otros paí- ses en noviembre de 2008 , así como los acuerdos alcanzados con Venezuela en materia de petróleo y armamento, demuestran su voluntad de restable- cer su posición. No quedan claros cuáles son los objetivos de los rusos en su reentrada. Probablemente, no tienen ni la capacidad ni la voluntad de con- vertirse en auténticos rivales de ee.uu. La vertiginosa caída de los precios del petróleo y la crisis financiera mundial limitan su capacidad de acción. También es probable que el Kremlin haya tenido una exagerada percepción de cuánto molestaría a ee.uu. el envío de sus flotillas navales y la realiza- ción de maniobras conjuntas con Venezuela en el Caribe. Más probable- mente, Rusia esté enfocando su retorno a Latinoamérica y la renovación de su relación con Cuba (Raúl Castro también visitó Moscú en enero de 2009 buscando créditos y la ampliación del intercambio comercial) desde la perspectiva de una «gran potencia», procurando un mayor equilibrio con ee.uu. , para negociar tanto la presencia del sistema antimisiles en Europa Oriental como los vínculos de los norteamericanos con las antiguas repúbli- cas soviéticas. Cuba apoyó a Rusia durante su breve conflicto con Georgia en agosto de 2008 , aunque no llegó tan lejos como Nicaragua, que recono- ció diplomáticamente a Osetia del Sur y a Abjasia. En todo caso, no deberí- amos sorprendernos si, en un futuro próximo, Cuba permite a los rusos que sus bombarderos de largo alcance aterricen en la Isla, que reinstalen una nueva base de vigilancia electrónica para captar las telecomunicacio- nes en ee.uu. , o que se concedan a Moscú importantes zonas de explotación de petróleo en las costas cubanas. DOSSIER CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA encuentroChina ha sido la potencia extrarregional de más peso que haya entrado en América Latina en los últimos años, y su presencia ha desempeñado un papel importante la reducción del aislamiento de Cuba. Ya es rutinario subrayar el ascenso de China, uno de los motores de la economía mundial, en la arena internacional. Su comercio exterior ha aumentado cien veces desde 1978 , hasta alcanzar us $ 55.780.825 millones entre enero y octubre de 2008 . Su fuerte nivel de integración en la economía mundial se refleja en el hecho de que el comercio representa casi la mitad de su pib . China es la ter- cera economía del mundo (por encima de Alemania, y por debajo de ee.uu. y Japón), el segundo exportador del mundo (sólo superado por Alemania), y el tercer importador (tras ee.uu. y Alemania). En su voraz búsqueda de productos primarios, especialmente granos y metales, China se ha converti- do en el socio más importante de muchos países latinoamericanos, y su comercio con la región superó los us $ 100.000 millones en 2007 . China ocupa un lugar especial en las relaciones con Cuba. Constituye su segundo socio comercial (detrás de Venezuela), con un comercio bilateral de cerca de us $ 2.600 millones en 2007 , e importa unas 400.000 toneladas de azúcar al año, así como cerca de la mitad de la producción de níquel cuba- no 5 . También ha efectuado importantes inversiones en la minería (níquel), la exploración de petróleo en el mar, y la biotecnología. Las relaciones polí- ticas entre ambos países han sufrido muchos altibajos desde 1959 , pero han mejorado significativamente en la última década. Fidel Castro realizó una visita en 2003 , durante la cual expresó una mezcla de sorpresa y desilusión por lo que consideraba la restauración del capitalismo en China. Raúl Cas- tro siempre ha manifestado mucho mayor interés por las reformas chinas y se pasó allí todo el mes de noviembre de 1997 recopilando información y estudiando las reformas en ese país. No obstante, desde que asumió el poder, Raúl ha sido muy cauteloso y las reformas que ha implementado son una tímida copia de lo hecho en China. Entre los motivos de su reticencia podría estar el miedo a emprender cambios que podrían llevarle a perder el control de la situación, al estilo de Tiananmen ( 1989 ), pero en clave cubana. Evidentemente, China goza de una situación geopolítica distinta y más favorable que la cubana. No solamente está lejos de ee.uu. , sino que cuenta con una civilización y cultura propia y diferente, quizás menos sus- ceptible a la penetración cultural y política. A pesar de 50 años de Revolu- ción, Cuba nunca ha dejado de pertenecer al espacio cultural y social (y también político) de Occidente, como bien lo reflejan los patrones cubanos de migración y consumo. En cualquier caso, Cuba y China mantienen intensas relaciones de comercio y colaboración en múltiples áreas, inclu- yendo el desarrollo de mecanismos para controlar la Internet. Poco a poco, sin desafiar directamente a ee.uu. , principal comprador de sus exportacio- nes, China ha intensificado sus vínculos con Cuba. El presidente Jiang Zemin visitó la Isla en abril de 2001 , y el presidente Hu Jintao hizo lo mismo en noviembre de 2004 y en noviembre 20086 . Durante su última visi- ta, Jintao subrayó el carácter político e ideológico de las relaciones al ofre- cer «sinceros votos por que el pueblo cubano consiga nuevos avances en la construcción del socialismo» 7 . CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA DOSSIER 26 encuentro27 Probablemente, es en Latinoamérica donde se hace más visible el reduci- do aislamiento de Cuba. Hasta cierto punto, esto no debería sorprender. Por un lado, Cuba lleva ya mucho tiempo intentando normalizar las relacio- nes con sus vecinos y siempre se ha beneficiado, más allá de la llamada izquierda progresista, de la simpatía de aquellos para quienes Cuba es un David criollo luchando contra el Goliat del Norte. Otros sectores, incluso Gobiernos, han apoyado a Cuba, bien sea para lucir sus credenciales nacio- nalistas o para ahorrarse problemas con sectores más radicales dentro de sus propios países. Estos patrones históricos siguen vigentes, pero no expli- can completamente la situación actual y la oleada de visitas presidenciales a La Habana en el último año. ¿Qué ha ocurrido? Hay diversas explicaciones. En primer lugar, ni la guerrilla como estrategia para llegar al poder, ni el comunismo y la construcción del Hombre Nuevo tienen relevancia alguna hoy. El modelo cubano ya no es «realizable» y, desde la desintegración de la urss , Cuba ya no representa una amenaza para la estabilidad de los países hemisféricos. No obstante, todavía existe el simbolismo de la Revolución, y un peregrinaje a La Habana (con la correspondiente fotografía con Fidel Castro) forma parte de un imaginario nostálgico. Otro factor que ha promovido la normalización de relaciones con Cuba ha sido la expectativa de que una nueva Administración norteamericana pronto haría lo mismo. Ante tal even- tualidad, sería preferible anticipar la acción norteamericana que ir a remol- que de ella. Por último, están los Gobiernos e inversores de varios países que, previendo posibles cambios en la Isla, se están posicionando ante la perspecti- va de que Cuba se convierta en una plataforma de exportación a ee.uu. Los tres grandes países de la región (Brasil, Venezuela y México) han promovido un acercamiento con La Habana. Tanto Brasil como Venezuela poseen fuertes ambiciones de liderazgo regional, y sus políticas hacia Cuba se ubican dentro de ese imperativo. Para Chávez, Fidel Castro y la Revolu- ción Cubana son su norte, y su ambición es convertirse en el «máximo líder» de ese proyecto revolucionario que él denomina el Socialismo del Siglo xxi . Chávez y Venezuela le ofrecen a Cuba el marco protector de la Alianza Boli- variana de las Américas ( alba ) y se han convertido en el nuevo salvavidas de la Revolución Cubana. Venezuela es el principal socio comercial de Cuba, suministrándole un subsidio neto anual que algunos expertos calcu- lan en unos us $ 1.000 millones 8 . Cuba recibe de Venezuela más de 90.000 barriles de crudo al día, lo cual representó entre us $ 3.000 -$ 4.000 millones en 20079 , y esto sólo en petróleo y productos derivados. El Gobierno cubano ha firmado más de 300 acuerdos de cooperación con bancos venezolanos para financiar proyectos de agricultura y manufactura. El flujo comercial entre los dos países es elevado. Aunque resulta difícil dar con las cifras rea- les, guardadas celosamente, ya en 2006 Fidel Castro calculaba que estos vínculos equivalían aproximadamente a us $ 7.000 millones 10 , cifra que indu- dablemente se ha incrementado. Cuba no posee efectivo para pagar estas inyecciones de ayudas, inversiones y comercio, y por lo tanto compensa la generosidad venezolana suministrando más de 30.000 médicos y otros profe- sionales. Además, Cuba le proporciona entrenamiento tanto a las fuerzas armadas como a los cuerpos de seguridad venezolanos. Cuba también le DOSSIER CUBA EN LA NUEVA GEOPOLÍTICA encuentroNext >