III
Estando solo mientras los botes regresaban lentamente al celuloide
Pensé que morir era también esa hora pequeña frente al muro
Mientras los pescadores iban y venían
Apuñalando por turnos a una raya pequeña que coleteaba ruinosa
y que nadie comería

V
Esporas, pensó, pequeñas cosas que se parecen
entre sí: lo que dudando escribí asomado a mi cuaderno,
lo que no tendrá efectos (la entropía, la rugosa esponja
que un albañil dejó en mi casa). Y así las definiciones,
los fulgores del petróleo en los desagües, la comida podrida
de mi plato.

VII
Tu padre, oscuro pescador, también fue cambiante
superficie, refracto de luz y espasmos violentos
cuando perdido entre los atributos del tránsito
–las briznas de los muertos: la foto, el agua podrida
del florero– y los evaporados conceptos
de la casa, se aferró ya viejo a la ventana
para evitar caer.

IX
Cuando salí de su casa, sólo el miedo
para detener el tiempo, y muy pequeñas
las turbulencias, las imágenes, el insignificante ejercicio
del trastorno –también pequeño su cuerpo
y su blanco sentido, como toda felicidad,
perecedero.

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