Ficción y realidad muchas veces se dan la mano y, como bien sabía nuestro admirado escritor, no siempre la segunda supera a la primera, pero ahí andan, encabalgándose.
Quizá inspirados en el sueño fílmico de Spielberg, unos científicos de Harvard se han propuesto revivir al mamut lanudo. No faltará mucho para que otros científicos, envalentonados, emprendan la ardua tarea de revivir, pongamos por caso, al velociraptor. Para hacer carrera, quizá. O para organizar carreras, vaya una a saber.
Y un buen día la bestia prehistórica abrirá los ojos por primera vez en siglos, y no sorprenderá a nadie enterarnos de que cuando el dinosaurio despertó, Tito Monterroso todavía estaba ahí.
La explicación es simple. Más allá de cualquier manipulación genética o aberración parecida, Tito Monterroso estará siempre ahí, acá y acullá, en el corazón de quienes con fervor seguirán leyéndolo por los siglos de los siglos.