Detalle de 'La adoración del Cordero Místico', Jan van Eyck, 1432

Cuando en 1653 Johann Schaffler (1624-1677) se convirtió al catolicismo, adoptó el seudónimo de Angelus Silesius, bajo el que publicaría sus poemas, y que indica la región (Silesia) donde nació. El singular panteísmo místico de su poesía hace pensar en la filosofía taoísta y el budismo zen –que no conoció–, en Jakob Böhme –a quien leyó con fervor–, en Spinoza –su contemporáneo: ambos murieron en el mismo año–, y en Blake y Novalis –a los que prefigura en sus versos–. Sus himnos, que gozan del favor de protestantes y católicos, son líricas piezas desbordantes de amor a Jesús, pero son sobre todo sus epigramas –a los que puso el título El peregrino querubínico— los que lo sitúan entre los grandes místicos de todos los tiempos: plenos de antítesis y alejados de lo confesional, expresan el deseo de fundirse con la esencia divina. Angelus Silesius creía que Dios –cuya naturaleza es amor– debe salirse de sí mismo para amarse, y por lo tanto hacerse finito, convertirse en hombre: Dios y el hombre, entonces, son esencialmente uno. Practicante del pietismo, interpretó el cristianismo de una manera personal y buscó en Dios la abolición de los apetitos, la perfecta quietud donde deseo, conocimiento y tiempo no existen.

Jorge Yglesias

No sabemos qué somos

No sé qué soy; no soy lo que sé:
Una cosa y ninguna, un puntico y un círculo.

Sin mí, Dios no vive

Sé que sin mi Dios no puede vivir un instante.
Si yo me aniquilara, de pesar él abandonaría el alma.

Soy como Dios y Dios es como yo

Soy tan grande como Dios, él es tan pequeño como yo;
Él no puede ser superior a mí, yo no soy inferior a él.

El Hombre es eternidad

Cuando al tiempo abandono, yo mismo soy eternidad
Y Dios en mí y yo en Dios una sola substancia.

La imperfecta quietud

Quien en el infierno no puede sin infierno vivir,
No se ha entregado del todo a lo supremo.

¿Cómo se funda Dios?

¡Dios se funda sin fundamento y se mide sin medida!
Si eres un solo espíritu con él, hombre, así lo entenderás.

- Anuncio -Maestría Anfibia

Un abismo llama al otro

El abismo de mi espíritu siempre llama a gritos
Al abismo de Dios; dime, ¿cuál es más profundo?

El cielo está en ti

Detente, ¿adónde corres? El cielo está en ti;
Si buscas a Dios en otra parte, sin cesar lo pierdes.

La rosa

La rosa que aquí tu ojo externo ve,
En la eternidad de Dios ha florecido.

La anchura del alma

El mundo me es muy estrecho; el cielo, muy pequeño;
¿Dónde habrá aún un sitio para mi alma?

Azar y esencia

Hombre, tórnate esencial, porque cuando perece el mundo
También caduca el azar, pero la esencia perdura.

Tú mismo eres tu prisión

El mundo no te retiene; tú mismo eres el mundo
Que a ti en ti contigo tan firme te aprisiona.

En Dios todo es Dios

En Dios todo es Dios: un simple gusanillo
Es en Dios tan numeroso como mil Dioses.

Dios se contempla a sí mismo

¿Cómo está formado mi Dios? Ve, contémplate a ti mismo.
Quien en Dios se mira, en verdad contempla a Dios.

Ahora has de florecer

Florece, Cristo helado, que ante la puerta está Mayo.
Por siempre sigues muerto, ni ahora ni aquí floreces.

El amor ha muerto

¡Ay, ay, el amor ha muerto! ¿Cómo murió?
De frío, porque nadie lo apreció, se ha consumido.

La figura es pasajera

Hombre, la figura del mundo se deshace con el tiempo,
¿Por qué entonces te aferras tanto a su esplendor?

El llamado de las criaturas

Hombre, todo te grita y te predica acerca de Dios.
No oyes que se clama: ¡amadlo! y por eso estás muerto.

La majestad del Hombre

Soy (¡oh majestad!) un hijo de la eternidad,
Un rey por naturaleza, un trono del esplendor.

El tiempo, que no es veloz

Dicen que el tiempo es veloz; ¿quién lo ha visto volar?
Inmóvil permanece, y en la idea del mundo yace.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].
JORGE YGLESIAS
Jorge Yglesias (La Habana, 1951). Poeta, narrador, crítico de cine y traductor. Jefe de la Cátedra de Humanidades y Profesor de Historia del Cine e Historia y Estética del Documental en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños. Ha impartido cursos de cine en universidades y centros culturales de Canadá, Austria, Colombia, Venezuela, Portugal, República Checa, Suiza y Francia. Obtuvo el Premio de la UNESCO a la mejor traducción de Pushkin (1999), el Premio de Traducción Literaria de la República de Austria (2000), el Premio del Colegio de Traductores de Arles (2002). Es autor de los textos Un extraño en el Paraíso (crítica de cine), Buñuel, el americano (crítica de cine), Atravesar el espejo (crítica de cine), Campos de elogio (poesía), Octavio Smith en su reino (ensayo literario) y Sombras para Artaud (poesía).

1 comentario

  1. No leer es siempre y para siempre un pecado de omisión. Menos cuando realmente no podemos.Leer, el mejor don.

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí