De noche
Entre las chimeneas de una casa acribillada
se sienta la luna y mira fijamente al pueblo envuelto en llamas
y aúlla.
Sus lágrimas se arrastran como velos por los tejados.
A veces ladra un fusil
y una bala atraviesa voraz la madera o las astillas.
A veces desafina un cañón
y entonces revolotean como murciélagos por todas partes
jirones que cantan,
en algún lugar un grito corre por las callejas.
Ante la cruz de Cristo lanza claros destellos una calavera.
Morgue
Saliendo de las hojas secas y la paja roja crecen sus cuerpos muertos.
se alzan piernas quebradas, manos hendidas se contraen,
gritan a la luna,
la luna errante que palidece, crucificada en la ventana.
Una estrella quiere atrapar el rubí negro,
que lanza oscuras llamas en el suelo,
y retrocede bruscamente entre temblores.
Los pasos del centinela frente a la puerta
martillan el pavimento como estallido de hierro.
En las paredes que lo oprimen va contando
(descoloridos como el asfalto mojado por la lluvia)
los segundos
hasta que lo reemplacen.
A su alrededor, revolotean maldiciones y plegarias.
Loretto
Para Hermann Kasack
¡Un día entero hundirse en el silencio!
Un día entero refrescar la cabeza entre flores
y dejar caer las manos
y soñar: este sueño de terciopelo negro que canta:
un día entero no matar.
Loretto II: Sacrificio
Ir a un bosque
sobre el cual estallan soles de fuego que gritan,
los árboles se ponen de rodillas
como si un dios hablara.
Los hombres alzan los brazos hacia el cielo
—boca desencajada, en los ojos una búsqueda
que no encuentra camino—
y se lanzan al suelo y mastican la tierra
fervorosamente, como si les presentaran la hostia.
Humeante, tiembla el rojo.
Hierbas incendiadas, azules llamas de sacrificio que arden lentamente.
* Sobre la traducción: ver créditos.