'La línea de la vida no es solo flores', Nadia García Graverán
'La línea de la vida no es solo flores', Nadia Díaz Graverán

Una línea fina el discurso de Nadia Díaz Graverán. Una línea roja y fina se espesa a medida que se suceden las semanas de vida de un feto: la vida del feto en una pared blanquirroja sangre. De la línea fina cuelgan hilos rojos a los que se adhieren carnosidades: cuentas de cristal, bolitas, bultos tejidos a crochet rellenos de pelo humano. Toda una pared transita desde la blanquitud en punto jazmín de la no vida a la densidad sangrante del nonato.

Línea de la vida, muestra expositiva de la artista Nadia Díaz Graverán, con la asistencia curatorial de Elizabeth Llanes, estuvo en una sala del Centro Hispanoamericano de Cultura aproximadamente ocho semanas. Siete piezas llegaron a la galería después de casi dos años de investigación, creación y experimentación de la artista. Dos años de consolidación de una línea conceptual rastreable en sus redes sociales, y de la cual extrajo siete piezas para pensar y exponer el aborto “como una experiencia del cuerpo” y de la mente que le “abre la posibilidad de contemplar la relación vida-muerte, los sucesos de dolor, pérdida, nacimiento, conflictos sociales e internos”, así como para “sanar mediante la aceptación de esta experiencia, y su liberación a través del proceso creativo” según explica en su statement.

'circulatio', Nadia Díaz Graverán
‘circulatio’, Nadia Díaz Graverán

Una muchacha al fondo y centro de la galería. Una mujer en posición fetal envuelta en hilo rojo se encoje cada vez que leo las palabras alrededor de su vida como mujer. Varias veces las leo, en círculos, intentando que ella me explique. Pero cierra cada vez más los ojos, recoge las manos, los pies, contra su pecho. Me abandona a recorrer la muestra cargando las palabras en Circulatio. Materia, culpa, mal, odio, plomo, crimen, carne, piel, uñas, muerte, tierra, creación, encarnación, luna, mujer, enojo, calcinatio, mortificatio, conîunctio, solutio. La cera de algunas se queda pegada a mi cuerpo. Me acurruco al centro de la galería a ver si siento más, a ver si me alejo de la línea fina que me hace dudar y entiendo a profundidad el discurso de la muestra. ¿Qué quiere mostrar Nadia? ¿Con qué quiere reconciliarse?

Una línea fina borda el discurso de Nadia Díaz Graverán: visibiliza y problematiza el aborto; busca y brinda herramientas para la sanación del cuerpo que ha decidido abortar; entiende la experiencia del aborto como un derecho de las personas con la capacidad de gestar ‒sabiendo que puede ser traumática debido a protocolos inadecuados, falta de comunicación intrafamiliar, insuficiente cultura menstrual y anticonceptiva, ausencia de condiciones sociales y materiales para prevenir tanto embarazos como abortos involuntarios, así como para abortar de forma segura, etc.‒; presta atención al proceso menstrual y a las conexiones que va generando ciclo tras ciclo; aprende del proceso creativo, propone tejer lo desgarrado, recomponiendo con hilos, nudo a nudo, en comunicación con ancestras y personas menstruantes de nuestro linaje y presente. La pieza Luna roja hace esas conexiones: una red tejida en macramé anuda mi menstruación de hoy con la del mes pasado, con la del anterior, con la que faltó y, con la de Nadia.

'feto', Nadia Díaz Graverán
‘feto’, Nadia Díaz Graverán

Una línea fina separa el discurso de la artista de una enunciación que desentiende el aborto por ver en el feto alma, conciencia, dolor, y trauma; como mismo lo hace Nadia. Crea sobre la idea de que los fetos abortados siguen formando parte de la línea de nuestra vida. Ella ha necesitado reconciliarse con su “hijo no nacido”. Ha tejido ‒en dimensiones aproximadas a las reales‒ fetos abortados en distintas etapas de gestación. Ha realizado una arriesgada representación material, dolorosa, que siento cercana a las acciones de movimientos en contra del aborto para culpabilizar a quien ha decidido no continuar un embarazo.

Sin embargo, atendiendo las siete piezas escogidas para la exposición, noto el resultado depurado del proceso de aprendizaje por el cual ha transitado la artista y mujer; junto a un agudo trabajo curatorial. Es necesario atender su reiterado llamado de atención sobre la creación artística como una vía para el autoconocimiento y sanación individual; hacer un alejamiento hacia otras muestras que explicitan en ella una sensibilidad cercana a culturas de pueblos originarios con una concepción de la vida que trasciende la encarnación y, de la muerte, como un devenir natural de la vida. Así podemos llegar al tejido interno de la propuesta expositiva: una meditación sobre el aborto que comience individualmente, deconstruya, impacte el tejido social y lo despoje de tabúes, dolores, injusticias y traumas.

'menarca', Nadia Díaz Graverán
‘menarca’, Nadia Díaz Graverán

Unas puntadas finas sobre pañal blanco antiséptico bordan Menarca, Placenta y Feto. La placenta parece un árbol, una línea fina separa una de otro. El feto es ya grande y formado, una línea fina lo separa del mundo ‒este ya no es como el de la pared blanquirroja, este seguramente nacerá–. Menarca fue mi pieza preferida. Sencilla, detallada, una vulva que por primera vez sangra. Me hubiera gustado que mis amigas y yo le hubiésemos llamado menarquia a nuestra primera menstruación. Quizás le hubiese brindado a esos días la ligereza de lo que comienza y es posible descubrir. Y no, de pronto, como la mancha, el desconcierto sobre qué puede significar “volverse señorita”, los ademanes del ocultamiento, la bruma ante la burla mezclada con preocupación que puede generar una mancha de sangre menstrual en el patio de una secundaria básica cubana.

El aborto es un derecho, es la primera sentencia de Nadia Díaz Graverán. Pero no se olvida, esa es otra. Uno, dos, tres abortos duelen, física y emocionalmente. Debemos hablar de ello. Muchas personas menstruamos cada ciclo y también debemos hablar más de ello. Nadia invita a experimentar los procesos de autoconocimiento, toma de decisiones y sanación, hilando, tejiendo redes de apoyo y comunicación, para educar, acompañar y experimentar los posibles duelos.

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'placenta', Nadia Díaz Graverán
‘placenta’, Nadia Díaz Graverán

La línea de la vida no es solo flores. Una placenta es semejante a un árbol. Una semilla puede, o no, convertirse en feto. Un feto puede, o no, convertirse en hijo vivo, en hijo muerto. Menstruar no es solamente sangrar todos los meses. Una mujer puede ser semejante a un feto en el vientre del mundo envuelta en violencias y traumas. Una mujer puede tejerse, envolverse en una tira hecha en punto jazmín e intentar sanarse, e intentar sanar consigo a más mujeres, a más personas menstruantes y gestantes. Una artista puede exponer en una galería y que todavía lata lo procesual, en cada pieza, en el discurso, en el aprendizaje.

Nadia Díaz Graverán siempre me regala un momento muy intenso en sus muestras, una experiencia raigal sobre la existencia humana y las posibilidades de sanación consciente e inconsciente. Esta, atravesada por un polémico contenido social y una marcada intención política, vuelve: con su arte riguroso, delicado, minucioso, perfeccionado, para llenar la galería de arte de sangre menstrual y tejidos humanos, de un feto no nacido, de otro que nacerá, de meditaciones necesarias, de una mujer al centro, limándole los bordes al peligro.

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