Retrato como eco
¿En qué escondrijo de ti gesticula la noche?
¿Quién te enseñó a crearte
disfraces y verdades como ropas de tu acontecer?
¿Por qué mano transcurres
al tacto azogado de la permanencia?
¿Qué ases que no sea quietud,
estruendo, quietud, estruendo?
Mazmorras de ignorarte,
mina de bajar a buscarte.
Cada vez más profundo descender
y hallar el estupor de tus huesos, de tus razones;
escalofrío del mundo que se vuelve bocanada,
ganas de saber, de entender.
El conocimiento como un hilillo de agua,
si eso fuera posible;
si el adiós no fuese siempre una hoguera
y la noche una terca madre que clama por sus hijos.
Si no hubiera que estar
cara a cara a la sangre, al misterio
de tener que jadear los mundos
ante cada forma que permanece.
Retrato para el solo
La huella de tu paso
es otro rostro,
y el ardor una lámpara
cautiva.
Rostro y lámpara arden
para el solo.
Retrato de lo que resta
Como un muñón de tiempo cuando resta
a tu ávida estancia;
como el cercén
de tus dilapidaciones y errancias,
tiempo enjuto, atajos
de lejanía
Él es tu casa, ahora.