Evelyn Sosa, necesidad de poseer. Una entrevista

Evelyn Sosa construye relatos a partir de la apropiación de las miradas de sus amigos. Una parte de su obra se pudiera asociar también a una generación de fotógrafos que realizaron registros visuales de espacios underground que marcaron el devenir nocturno de una generación de jóvenes en La Habana. Sus retratos femeninos conforman la mayor parte de su obra fotográfica, de ahí que la narrativa visual que construye está permeada de inquietudes, revelaciones y miradas que no requieren de un contexto o una historia determinada, más bien, evocan la construcción del otro desde lo que la artista ve a través de su cámara. Sostener la mirada es la enunciación de una verdad, de la que solo es partícipe la persona fotografiada y la persona que fotografía ante la producción de una nueva la realidad. Marcados por la cercanía, la suavidad del enfoque del plano fotográfico, y amplitud en las gamas de grises, en los retratos femeninos de Evelyn se puede observar una evolución técnica que subvierte la sutileza de lo visible para traducirse en un dominio visual de la búsqueda y crecimiento personal de la artista.

¿Qué motiva a Evelyn Sosa? Es decir, ¿cuál es la razón (estética, política, afectiva…) que la inclina a pasar de la observación al acto fotográfico?

Desde que comencé a fotografiar como a los 12 o 13 años la razón primera fue recordar, más adelante eso se convirtió en poseer, o más bien se incorporó porque la necesidad de documentar para no olvidar está en todo lo que hago. Con los años eso ha ido cobrando fuerza, no sé si fotografío por obsesión o compulsión. Es muy difícil para mí explicar lo que hago porque eso viene desde el deseo, la emoción. Fotografío lo que amo, lo que me atrae, lo que no quiero olvidar, lo que quiero poseer. Cuando es un trabajo que es por encargo, algo demasiado predeterminado, o algo que sucede y que debo documentar, me cuesta trabajo porque necesito inducir esa emoción sobre lo que estoy fotografiando, si no hay una emoción, un enamoramiento, aunque sea tan efímero como un disparo, entonces esa imagen estará vacía. Lo que pienso cuando veo una fotografía vacía: ahí no hay nada. Todo el trabajo que hice en Cuba durante diez años aproximadamente retratando personas en todas partes, que luego se tradujo en mi serie de retratos femeninos y en cientos de otros retratos en las noches, en espacios íntimos, en cualquier parte, eso fue una especie de diario. La cámara está siempre conmigo y retrato todo para llevármelo, tenerlo. Sí, hay mucha posesión, quizás un temor inconsciente de que las cosas sean olvidadas. Estéticamente me gusta que sea bello y que lo que estoy retratando sea el centro. Muchas personas me han dicho que necesito alejarme y dar contexto, que lo que estoy retratando se queda en el sujeto y eso como que de alguna manera no contiene historia, ni conceptos, pero cuando yo retrato a alguien o a algo no me interesa otra cosa que su esencia, su centro, su misterio; lo documento, lo colecciono y lo hago mío. Yo atesoro mis fotografías, las que hago en mi vida por placer, porque la sensación de crear algo que un segundo ante no existía y un segundo después existe y cuando existe es bello, no se compara con nada.

Creo que tienes una preferencia por los retratos femeninos y documentales. ¿Hay detrás de tus retratos algún tipo de sutil invitación al desdoblamiento o algún otro ejercicio de búsqueda particular?

Me vienen a la mente las personas a las que he retratado durante muchos años. Me interesa el cambio, que se aprecie. El tiempo. La distancia, pero en este caso no física, sino la que implica la relación entre el sujeto y yo (nunca me ha gustado llamarles sujeto, lo digo para que se entienda). Cuando retrato a una persona durante años, hay transformaciones físicas, la variedad de expresiones es infinita, las emociones de distintos momentos, pero también se siente en la imagen la variación de la relación de esa persona conmigo. Mientras más retrato a una persona creo que llego más lejos y descubro más, y en ese proceso de descubrimiento también estoy yo, eso es fascinante.

¿Cuáles son, en estos momentos, tus principales referentes en la escena fotográfica y del arte en general? Y, más aún, ¿cómo enfrentas la relación con estos a la hora de concebir tus series y fotografías?

Qué bueno que aclaras en estos momentos porque eso siempre va cambiando. Ahora mismo Félix González-Torres, Nan Goldin, Tracey Emin, Reinaldo Arenas y Peter Hujar. Son inspiración. Yo no trato de imitar lo que han hecho, pero cuando me siento apagada miro su obra o leo y son los que me ponen en ese estado de ebullición, de cambio de fase.

Recientemente realizaste una exposición en New York, You Are Everyone Who Tells a Story, donde hablas de “relatos nacidos de la experiencia y la memoria”. ¿Cómo asumes esa entrega, esos relatos, esas experiencias que tus sujetos fotografiados te confían mediante sus poses, miradas, cuerpos?

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Desde un punto de humildad me preparo para recibir de la mejor manera posible lo que cada uno esté dispuesto a darme. Yo siento que debo ser simple, reducirme o desaparecer porque no me interesa provocar un personaje, me interesa poder captar toda la verdad posible. Quiero que las personas se sientan libres frente a la cámara, que me miren, que lloren, que se sientan bellas.

¿Es la fotografía también un medio para contar tu historia?

Totalmente. Pero creo que mi historia no es demasiado interesante y quizás por eso he terminado contándola a través de los demás. Pero sí, yo estoy en todas mis fotografías.

Revisando tus fotos pienso ahora, como a menudo desde que yo misma emigré, en cuáles son las posibles diferencias entre ver y viajar, entre estar y entender. ¿Cómo influye tu experiencia como artista y migrante en la forma de asumir tu producción visual?

Han pasado solo diez meses desde que salí de Cuba, te puedo hablar de mi experiencia en este tiempo. Prácticamente la primera vez que experimento estar en otro lugar. En 2021 fui a España por una semana, pero eso fue turismo. Estoy en un lugar que aun no entiendo, que he tenido que aprender, sola y rápido. A la misma vez, estudiando en una escuela donde de alguna manera me he visto forzada a producir, lo cual ha sido bueno, sobre todo por la experiencia y el aprendizaje, pero no ha sido natural. La velocidad no ha sido natural. En Cuba yo me sentía digamos que como pez en el agua, mis series venían a mí, retrataba mi vida y lo disfrutaba. Aquí lo he hecho también, pero ha sido bastante forzado y no es igual, he tenido que buscar las ideas y ejecutarlas. Pero ya te digo, han sido diez meses de aprendizaje intensivo, de esfuerzo, trabajo, presión, yo creo que ahora es que voy a comenzar a procesar un poco toda esta experiencia.

Pareciera que, como en su día Geandy Pavón o, en otro contexto, Leandro Feal, estás trabajando en un registro fotográfico de la nueva migración cubana. Si esto fuera cierto, ¿este proyecto se reduce solo a New York o a EE. UU. de manera general?

Así es, comencé este trabajo cuando llegué a Miami en agosto de 2022 y lo desarrollé en New Jersey y New York. El proyecto está en progreso, todavía está en sus comienzos. Lo titulé momentáneamente Cuba, again. Eso podría cambiar. Es un registro fotográfico, pero no lo he delimitado aún porque lo más probable es que ocurra lo mismo que en La Habana y que todo ese registro esté acotado por mi experiencia o guiado de manera más personal, otra vez como un diario, pero está por ver. Pensando en esto, la mayoría de la gente que retraté en La Habana ya no está en Cuba.

¿Qué planes y proyectos tienes para el futuro?

Trabajar en este proyecto que te comenté sobre la migración cubana. Estoy invitada a varias exposiciones colectivas para este año y el próximo. Quiero publicar un segundo libro, estaré preparando eso también. Además, estoy trabajando en una serie de fotografías que hice en El Vedado, antes de venir, con película caducada. Estoy trabajando en el proyecto para hacer una exposición personal con la serie de retratos femeninos. Esta serie solo ha sido expuesta en colectivas y en la presentación de mi libro Havana Intimate aquí en New York, cuando se publicó en el 2019, para la cual se hizo una muestra con once fotografías. Tenía en proyecto una exposición más grande para el siguiente año, pero se suspendió todo cuando llegó la pandemia. Es algo que siento que tengo pendiente.