sweet emotion
Sin título (Desnudo en el desierto), Salvador Dalí, 1948

Hemos perdido mucho en las carreras
de camellos virtuales. El desierto
es una falsedad, si bien es cierto
que hay caravanas bajo las palmeras.
Frutos deformes. Esculturas blandas.
Ilusiones que brotan del pantano.
Incandescencias de segunda mano.
Protocolos. Promesas. Propagandas.
Vuelos no tripulados. Alquileres
que son inevitables y prefieres
mantener en silencio. Hombres que fuman
en las trincheras. Sordas parafilias.
Monstruos alimentados por familias
que debajo del trópico se esfuman.
Los prevaricadores han abierto
unos locales donde el populacho
ejercita sus fobias. El borracho
de la pierna inflamada ha descubierto
varios micrófonos. Diapositivas
de los años felices. J.P. Morgan
y sus viejos compinches nos otorgan
una penuria sin alternativas.
Las autenticaciones se abaratan.
Fondos de cobertura que rescatan
a los mismos de siempre. Poco a poco
nos sacan del bolsillo la cartera.
Caballos muertos en la carretera.
Formas instrumentales del barroco.
Otra contradicción en el suburbio.
Otra azitromicina. Otro peldaño.
Uniones retocadas con estaño.
Musiquitas que anuncian el disturbio.
Los muertos han metido la cuchara
en nuestra sopa. Férulas. Disneas.
Celos retrospectivos. No te creas
que calculamos todo esto para
solicitar una limosna. ¿Cómo
atravesar la noche sobre el lomo
de un camello simbólico? Presunta
correlación de fuerzas. Proteínas
recombinantes. Prácticas mezquinas.
La pistola de Chéjov nos apunta.
Uno se va creyendo cosas. Uno
va fabricando el pulcro calabozo.
Tuve un amor en Paraguay. Un trozo
de ambigüedad en cada desayuno.
Los que saben repiten la artimaña.
Los que no saben entran al concierto.
Lenin baila en la nieve. ¿Me hago el muerto
para ver quién me llora, quién me extraña?
La burguesía roja necesita
nuevos discursos y deshabilita
algunos tópicos del plan macabro.
Himnos recalentados nos marean.
Fidelidades que se tambalean
entre la pulcritud y el descalabro.
Máscaras de bondad en el congreso.
Prerrogativas y condicionantes.
Fracturas espontáneas. Militantes
metidos en la mierda hasta el pescuezo.
Hechos que escapan del organigrama.
Recompensas variables. Mediaciones.
¿Te comieron la lengua los ratones?
¿Hay demonios debajo de tu cama?
Cerebros chamuscados por la absenta.
Nos vemos en la próxima tormenta.
Almas muertas. Actores de segunda.
Charlatanes. Obsesos. Resentidos.
Las articulaciones del olvido.
El rencor de una noche furibunda.
¿De qué manera son elaborados
estos axiomas? ¿Quién cambió el fusible?
Un amor más o menos imposible.
Un alcoholismo mal cicatrizado.
Ofrendas arbitrarias que socavan
la integridad del sufrimiento. Androides
que depositan espermatozoides
en el tubo de ensayo. Demoraban
demasiado tus piernas. Fraudulentas
intervenciones. Todo lo que inventas
funciona. La verdad es corrosiva
y altera los sabores, el contorno,
de los cuerpos negados al retorno.
Flexibilización cuantitativa.
Hay notificaciones silenciosas.
Muertes que ocurren en segundo plano.
Objetos rechazados de antemano.
El orden perentorio de las cosas.
Bongoseros famélicos. Inciertas
trepanaciones del futuro. Transas
con la mediocridad y te abalanzas
sobre estructuras líquidas. Despierta.
Estás al borde del abismo. Finge.
El cuchillo desgarra la meninge.
Los sentimientos te descalifican.
Hay una terquedad. Hay un perfume.
La deuda marginal que nos consume.
Ficciones que de pronto se complican.

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JOSÉ LUIS SERRANO
José Luis Serrano (Holguín, Cuba, 1971). Poeta. Es un destacado cultivador de la décima. En 1995 se graduó de Ingeniero Electroenergético en el Instituto Superior Minero Metalúrgico de Moa. Había escrito en 1994, a dos manos con Ronel González, El mundo tiene la razón, Premio Nacional Cucalambé y publicado en 1996 por Editorial Sanlope. Con Bufón de Dios (1997) recibió el premio del Concurso Nacional Fiesta de la Joven Décima; y con Aneurisma (1998) conquistó el Premio Fundación de la Ciudad de Santa Clara y resultó Primer Finalista en el Segundo Certamen Internacional de Poesía de la revista Carta Lírica (Miami, Estados Unidos). Luego mereció el Premio del II Concurso Iberoamericano Cucalambé 2002 con Examen de fe; y en 2012 publicó Tráfico de influencias con Ediciones Unión. 2015 fue el año en que Geometría de Lobachevski se alzó con el Premio Adelaida de Mármol. Con Los perros de Amundsen obtendría el Premio Nicolás Guillén 2018 y Premio de la Crítica en Cuba, 2019.

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