JOSÉ KOZER
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José Kozer (La Habana, 1940). Es uno de los poetas más prolíficos del mundo contemporáneo. El conjunto de su obra suma cerca del centenar de libros de los cuales el más reciente, Nulla dies sine línea (2016), intenta recogerla en su integridad. Ha ejercido la docencia en algunas universidades y traducido al español a poetas de las tradiciones inglesa y japonesa. A la par de un indiscriminado ejercicio de la lectura, ha llevado una reflexión crítica sobre antiguos y modernos, canónicos y emergentes, de la que dan fe los fragmentos de sus diarios, las entrevistas concedidas y los ejercicios en prosa en parte concitados en volúmenes como La voracidad grafómana: José Kozer (2002) y De donde son los poemas (2007). En 2013 fue galardonado con el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.
Cuba a qué si se va a morir.
Terminar oyendo música, plectro en el samisén,
la mandolina en el
balcón que mira al
jardín, la mujer de
la mandolina en el
jardín: Julieta de
plácemes a
medianoche,
descanse el siervo
de la escritura (esa
sevicia) mientras se
duerme, la calandria
no canta todavía,
un último momento
en el fondo banal.
Derviches, canciones turcas, sistros, albogues,
cuecas...
Conversamos sobre el enigma que una vez representa algo
(al parecer) o recibir
al nacer un nombre
que identifica qué:
nos íbamos a
caminar todas las
tardes por las afueras
de otro país, él habló
una vez más de una
pequeña ciudad de
provincias donde
crecen una cierta
flor y un cierto árbol,
habló de pasada
sobre la literatura
de Madame de Staël
y que...
En la popa de la embarcación sentada en un taburete
de poca altura una joven
(edad aproximada dieciséis
años) de piernas abiertas
repitiendo unas tonadas
infantiles para engatusar
a los rodaballos, hacerlos
saltar del fondo del mar,
morder los anzuelos de
los palangres (entre
dieciocho y veinte) ocho
lanchas...
Alzadlo. Roce su mano su descomposición, tras
el barandal beatos
y vestales, y las
arrepentidas mirando
la escena, se les nuble
la vista: vean el coro
de espaldas, capas
pluviales, en un
callejón sin salida.
Se retire, y aún no entienda. Todavía no balan en el
redil los corderos, no
se oye mugir, gañir,
gamitar, qué se hizo
de la curruca y...
Bienestar, ésa es la realidad, y no la idea demasiado
abstracta de la felicidad.
Sentarme al atardecer al pie del Espantapájaros, a
lo lejos deje de dar
vueltas el catavientos,
haya amistad
(distributiva) entre
semillas de cebada
(actividad razonada)
y los gorriones.
Y tener un vientre equino (rumiante) poder digerir
el heno y la fajina.
El rascón a...
En estos versos, Kozer deja hablar a esos personajes vagabundos, que se resisten a ser encasillados.
Kozer habla aquí de su actitud ante la escritura, de poesía latinoamericana actual, de Cuba, Sarduy y el neobarroco, de sus obsesiones.