Johannes Robert Becher: poemas

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La nueva sintaxis

Las adjetivas mariposas bengalíes
Envuelven en sus sones el sublime edificio del nombre.
Un participio-puente hade vibrar. ¡Vibrar!
Mientras el verbo, audaz, ruidoso avión, se lanza a lo alto en espiral.

Baile-artículo agita grácil las cortas patas bamboleantes.
Con riente ritmo un parqué se balancea.
Y entonces con sonido metálico una limpia
estrofa se suelta del trapecio. La cadena

de faroles urbanos estalla en sucesión.
Pese a tan garrida dama y su sagrado vocativo,
un joven poeta está encolando sujetos.
Barrena el túnel del complemento… El imperativo

se eleva raudo en vertical. Saca la lengua al fantástico paisaje de frases.
Sopla siete tubas de hidra. Las nubes caen
y se escurre el azul. Montañas acorazadas avanzan.
Así florecemos a la luz de mayo de un sobremundo.

El poeta evita los acordes brillantes

El poeta evita los acordes brillantes.
Sopla en las tubas, azota el tambor destempladamente.
Conquista al pueblo con cortantes frases.
Aprendo. Me preparo. Me ejercito.
¿Cómo trabajo yo? Pues lo hago con pasión.
Apoyando en mi cara que aún no es escultórica
aliso arrugas.
El Mundo Nuevo
(ese que va a borrar el mundo místico, el mundo viejo del tormento)
lo dibujo allí, tan exactamente como puedo,
me imagino un paisaje soleado, muy organizado,
un paisaje pulido.
Una isla para una humanidad bienaventurada.
Se necesita mucho. (Esto él lo sabe bien desde hace tiempo.)

Oh, trinidad de la obra: vivencia, plan, acción.

Aprendo. Preparo. Me ejercito.

…pronto las ondas impetuosas de mis oraciones se trasladarán hacia una figura inaudita.
Discursos. Manifiestos. Parlamento. El bullente escenario político. La novela experimental.
Entonar cánticos en las tribunas.

- Anuncio -Maestría Anfibia

Predíquese el nuevo, el sagrado estado,
inocúlesele sangre de los pueblos,
sangre de su sangre.
Que sea perfeccionado por completo.
Comenzará el paraíso.
—¡Propaguemos la atmósfera de tempestad!—
¡Aprended! ¡Preparaos! ¡Ejercitaos!

Decadencia

Nuestros cuerpos se deshacen,
nos sepultan cantando:
somos ebrios atardeceres,
enterrados por tormenta y mar.
Sangre ardiente coagulada,
purulenta herida que supura.
Boca, oído y ojo velan
reposo, sueño, Tierra y viento.

Andar lento, tortuoso
de gusanos amarillentos.
Retumbar de tormentas.
Largas pestañas encarnadas.
…«¿Soy muro que se desmorona,
silente columna al borde del camino,
o árbol de la tristeza
inclinado sobre el abismo?»
Dulce olor a podrido
que llena cuarto, casa y cabeza.
Flores, hierbas meciéndose,
pájaros, canciones, brotando.

«Sí: tronco putrefacto… »
Moho. Lamento. Gemido.
Bajo la fuga de agitado cielo
resuenan terribles sones.
Atabal. Retumbar de tubas.
Trueno. Luz de salvaje llama.
Címbalo. Percusiones.
Destemplado tambor. Destrucción.

Yo que a ti, ancho mundo,
me entregué, confiado, irreflexivo,
mira, el pobre cuerpo se deshace
pero mi espíritu contempla la patria.
Noche, tu sueño me consuela,
reposan boca y brazo.
Claro día, me devuelves
al pesar, a la inquietud.

¡Que no encuentre salida,
ay, tan dolorosamente dividido!
Anteojera, ciego, venda.
¡Que ningún beso me sane!
Que no encuentre una salida
pues solo hay culpas en mí:
río salvaje, sangre y viento de fuego,
ignominia, impaciencia.

¡Día, áspera amargura!
¡Noche, dame sueños y consejos!
Mugre, fealdad, herida y grieta,
última morada, fría…
Todo tiene que estar lejos,
lejos, muy lejos de mí.
¡Florece en el esplendor de los astros,
patria, sobre mi cabeza!

Un día me detendré al borde del camino,
pensativo, ante una gran ciudad.
Rodeado por dorados vientos.
Las nubes en su paso suavizarán la luz.
Siluetas extáticas, en blancas vestiduras…
Mis manos tocarán los cielos
que, repletos de oro,
se abrirán como puertas de maravilla.

Se acercan prados y bosques.
Las aguas se agitan. Puentes.
Cúpulas. Ríos interminables.
Lomos de grises montañas.
Rojo tronar se alza horrible.
Dragones escupiendo tierra.
Fauces abiertas, el sol ruge.
Revuelta. Risa. Griterío.

Eclipse. Sabor a tierra y sangre.
Multitud. Inmensa masacre…
…«¿Cuándo aparecerás, eterno día?
¿O queda tiempo aún?
¿Cuándo te oiremos, cuerno resonante,
grave clamor de las mareas?.
Desde selvas y páramos, desde tumbas y espinas,
llamando a los dormidos?»…


* Sobre la traducción: ver créditos.

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