La revista Teoría y Práctica hace algo más de tres años que vio la luz.

Al comienzo, Teoría y Práctica fue un modesto boletín; luego, una revista informativa y de intercambio de experiencias; más tarde, expresión de las inquietudes políticas y teóricas de los cuadros; y, desde la XIV Reunión Nacional de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria [EIR] del PCC [Partido Comunista de Cuba], efectuada en noviembre del año pasado, órgano de las Comisiones de Estudios e Investigaciones Sociales de las EIR del PCC.

La revista Teoría y Práctica no se ha concebido como un órgano teórico y político representante de una línea ortodoxa en economía, filosofía, historia, pedagogía, sociología, etc., si no, como una publicación, a la vez que informativa sobre temas de las ciencias sociales, proclive al debate de algunas ideas científicas concernientes a estas ciencias en el marco de la Revolución cubana y de la Revolución mundial.

La línea directriz de las EIR del PCC puedo encontrarse con mucha nitidez en el número 32 –el número anterior– tanto en los fragmentos del informe rendido por el director nacional de EIR del PCC, como en el texto del comunicado de la XIV Reunión Nacional que allí se publican. Ambos documentos fueron impresos en el órgano oficial del Comité Central del PCC en diciembre de 1966 –el primero, parcialmente, y el comunicado, íntegramente–, lo que nos exime de algunas explicaciones.

A los lectores mal informados sobre el carácter de la revista, les recordamos que la línea política de las EIR del PCC es la que ha trazado nuestro compañero Fidel para el Partido y para el pueblo. Queremos subrayar, una vez más, que pensamos de la siguiente manera:

  • “Lo importante es que desarrollemos nuestro camino”.
  • Debemos construir el socialismo y el comunismo, simultáneamente, tal como brota de nuestras realidades y de nuestra política.
  • Creemos en la formación del hombre y mujer comunistas, por eso, estimamos decisivo situar como estímulos fundamentales de la conducta a los estímulos morales; la solución histórica de la disputa sobre los estímulos morales y materiales la vemos –como Fidel– en el dominio de la técnica, como factor que preside el verdadero desarrollo económico.
  • Estamos de acuerdo al 100 % con la política económica de la Revolución de hacer énfasis fundamental en la agricultura; y de abrir el camino a la industrialización, tal como esbozara Fidel en su discurso ante los obreros de Cubana de Acero.
  • Luchamos denodadamente contra todas las formas de burocratismo; contra todas las concepciones y prácticas burocráticas en el Partido y en el Estado.
  • Creemos que la juventud deberá forjarse en el espíritu de ser “todos estudiantes, todos trabajadores, todos soldados”, y que de nuestras altas instituciones docentes deberán salir técnicos revolucionarios y no burguesitos.
  • Debemos desterrar el espíritu pequeñoburgués que todo lo corroe; que vive del laborantismo, de la maledicencia y del arribismo.
  • Debemos arrancar de nuestro medio al intelectualismo abstracto de los pequeñoburgueses que se pasan todo el tiempo como budas que se miran el ombligo, y que llegan a creerse seres supraterrenales e intangibles.
  • Estamos totalmente en favor de la lucha armada como medio idóneo para la conquista del poder, y no tenemos ninguna fe ilusoria en los caminos de la denominada “transición pacífica”. El marxismo revolucionario de Marx, Engels y Lenin; de las Revoluciones rusa de 1917 y china; de Ho Chi Min y la Revolución vietnamita; de Fidel Castro y la Revolución cubana, nos enseñan, históricamente, que a la burguesía y a los terratenientes hay que arrebatarles el poder a sangre y fuego, con el uso del fusil y la metralla y no con arengas bien intencionadas. Por eso, apoyamos las luchas armadas de los revolucionarios de Venezuela, Colombia y Guatemala; por eso, creemos que los Andes se convertirán un día en la Sierra Maestra de la América del Sur.
  • Creemos con Fidel y el Che que no hay que esperar a que todas las condiciones subjetivas estén dadas para hacer la Revolución y que el foco guerrillero precipita a aquellas; y que como dice la II Declaración de La Habana: “El deber de todo revolucionario es hacer la Revolución. Se sabe que en América y en el mundo la Revolución vencerá, pero no es de revolucionarios sentarse en la puerta de su casa para ver pasar el cadáver del imperialismo. El papel de Job no cuadra con el de un revolucionario”.
  • Con Fidel, opinamos:

Lo interesante de un proceso revolucionario es que en la medida que lucha, que avanza, interpretando realmente las leyes de la sociedad humana, interpretando las necesidades y los anhelos de las masas, va creando la conciencia revolucionaria.

Pero siempre y cuando haya hombres con esas convicciones –aunque sea un puñado de hombres– allí donde se dan las condiciones objetivas para la Revolución, habrá revoluciones. Porque las condiciones objetivas las hace la historia; pero las condiciones subjetivas las crea el hombre. (Discurso del 26 de julio de 1966).

  • Creemos que es necesario desarrollar las subdesarrolladas ciencias sociales.

En el campo de la economía del socialismo es preciso formular sus principios, leyes, categorías y hasta la nomenclatura general de acuerdo con el espíritu y la realidad, tanto de la construcción de la sociedad comunista como del internacionalismo proletario verdadero.

- Anuncio -Maestría Anfibia

El uso y abuso de terminologías y conceptos de la economía burguesa en aspectos tales como la ley del valor, las relaciones monetario-mercantiles, y otras, deberían ser profundamente analizados y, al final, desterrados, mediante la justa formulación de una teoría consecuentemente comunista en el campo económico.

En el terreno de la filosofía deberemos examinar sin tabús, ni complejos, ni pujos, los atisbos de desarrollo o, por lo menos, las nuevas realidades sociales y científico-naturales abiertas ante la humanidad.

  • Estamos contra los malos, deficientes, incompletos o abstractos manuales –todos los que conocemos y que hemos utilizado por fuerza mayor en la enseñanza elemental– y por el estudio de los clásicos y de todo lo nuevo que es respetable. Estamos por la producción de nuestros propios libros y a todos los niveles. Por el desarrollo de nuestras ideas.
  • Estamos por el debate en el campo de las ciencias: no le tememos a ningún criterio dogmático o pequeñoburgués, porque creemos en la educación revolucionaria que no puede ser otra que la libertad de pensar “con nuestras cabezas”, a la hora de construir nuestra sociedad revolucionaria.
  • No estamos por la “libertad” de pensamiento para los burgueses y pequeñoburgueses, sino por la libertad de pensar y juzgar para los revolucionarios. Si un revolucionario tiene una idea que consideramos incorrecta, y esa idea éste la expresa con seriedad y honradez, entendemos que debemos rebatirla con hechos y argumentos y no sellando la boca de nadie. Esto nos lo ha enseñado el marxismo leninismo; la dialéctica de la historia y la experiencia política.
  • Entendemos el internacionalismo proletario como la unión efectiva y combatiente de los comunistas y de los revolucionarios del pueblo para derrotar al imperialismo yanqui y sus secuaces en todos los terrenos. Por eso, estamos porque al tan mencionado campo socialista se juegue su destino histórico en lucha frontal contra el imperialismo en Viet Nam y donde sea, y que llegue, con las armas de sus ejércitos, el aplastamiento de la agresión brutal de nuestro principal enemigo. Esto quiere decir que si hay que ir a una guerra total para defender al Viet Nam revolucionarlo, deberemos ir a esa guerra.
  • Estamos contra todos los esquemas y dogmas, por el desarrollo creador del pensamiento que se base en la práctica de la Revolución. Estamos contra los viejos dogmas y contra los nuevos dogmas que se disfrazan con un revolucionario de pacotilla.

Esto es, brevemente expuesto, lo que pensamos sobre algunas cuestiones escogidas de entre los comentarios y chismes de los corre-ve-y-dile, que bien quisiéramos verles la cara si la Revolución les mandara coger un fusil e ir a Viet Nam o América Latina a pelear o si se los designara, pura y simplemente, para hacer algunas zafras, mocha o machetes en mano.

De palabra, mucha gente es valiente. Pero a los revolucionarios, a los hombres, se les conoce frente a la muerte; frente al enemigo en sierras y salas de torturas; frente a la miseria escogida para no sacrificar la dignidad ni el ideal; frente a las heroicas acciones que precisa, en todo momento, una sociedad fiel al espíritu revolucionario de las inmortales ideas de Marx, Engels y Lenin.


Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí