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El yo y el tú (Ben Lerner presenta a John Ashbery)

En homenaje al gran John Ashbery celebrado en Brooklyn el 8 de diciembre de 2015, el poeta y novelista Ben Lerner, una de las voces más lúcidas y estimulantes de las letras norteamericanas actuales, presentaba al recientemente fallecido autor de ʽAutorretrato en espejo convexoʼ con esta brillante evaluación poética que recogiera en su momento ʽThe Paris Reviewʼ.

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Buenas tardes.

Entre las palabras que se han escrito sobre John Ashbery, algunas de las que prefiero las escribió John Ashbery sobre Gertrude Stein. Al reseñar Stanzas in Meditation, en el número de julio de 1957 de Poetry, afirmaba:

Como la gente, las frases de Miss Stein son consoladoras o fastidiosas o brillantes o tediosas. Como la gente, a veces no tienen sentido y a veces tienen perfecto sentido; o se detienen en medio de una oración y se ponen a vagar, dejándonos solos por un rato en el mundo físico, ese elenco de pensamientos, flores, condiciones climáticas y nombres propios. Y, también como con la gente, no hay posible escapatoria ante ellas: uno siente que aunque cerrara el libro se volvería a topar al poco rato con estas estrofas en la vida real, bajo otro disfraz.

O, un poco más adelante en la misma reseña:

Stanzas in Meditation le deja a uno la sensación del transcurso del tiempo, del suceder de las cosas, de un “argumento”, aunque sería difícil decir precisamente de qué va. Unas veces la historia se rige por la lógica del sueño… mientras que en otras todo se vuelve asombrosamente nítido por un momento, como si un cambio del viento nos hubiera permitido de repente escuchar una conversación que ocurriera desde cierta lejanía…

O, finalmente:

Por lo general no son los hechos lo que interesa a la señorita Stein, sino más bien su “modo de ocurrencia”, y la historia de Stanzas in Meditation es un modelo general, apto para todo propósito, que cada lector puede ajustar al conjunto específico de sus circunstancias. El poema es un himno a la posibilidad, una celebración del hecho de que el mundo existe, de que las cosas pueden ocurrir.

Hagan el experimento de sustituir Stanzas in Meditation por cualquiera de los títulos de John…

Si hay una explicación más exacta de lo que es leer un poema de Ashbery, es la de los propios poemas. “Los mejores poemas de Ashbery”, dice el narrador de mi primera novela,

describen cómo es leer un poema de Ashbery; sus poemas se refieren a cómo en ellos se desvanece la referencia. Y cuando lees sobre el acto de tu lectura al mismo tiempo que tu lectura ocurre, la mediación se experimenta inmediatamente. Es como si el propio poema de Ashbery te fuera escamoteado, como si hubiera sido escrito al otro lado de una superficie reflectante, y tú alcanzaras a ver solo el reflejo de tu acto de leer. Pero, al reflejar el acto de tu lectura, los poemas de Ashbery te permiten prestar atención a tu acto de prestar atención, experimentar tu experiencia, y de este modo convocan una especie extraña de presencia. Pero se trata de una presencia que mantiene intacta las potencialidades virtuales de la poesía, porque el poema verdadero permanence más allá de ti, inscrito en el otro lado del espejo. “Lo tienes pero no lo tienes. / Te es extraño y le eres extraño. / Os extrañáis mutuamente”.

John tiene muchos estilos y modos, y mientras estamos hablando habrá sin dudas críticos rebanando su obra y distinguiendo entre períodos rosa y azul. Sus últimos libros (Breezeway –Pasaje techado– apareció el pasado verano) contienen poemas que son al mismo tiempo íntimos e inusitados: leer esos poemas equivale a abrir una cápsula del tiempo que nos hiciera olvidar la lógica de la inclusión pero sin dejar de sentir la fuerza de las conexiones. Reconozco esta palabra o giro de la frase, lo asocio con un sentimiento, pero soy simplemente incapaz de recordar exactamente cómo encaja en mi vida. O leer algunos de los poemas recientes es como espiar las conversaciones de un mundo alienígena que se parece mucho a este… como si un cambio en el viento intergaláctico nos permitiera sorprender el rumor de las telenovelas y la publicidad y el parloteo de una civilización hermana, de la cual la nuestra hubiera sido separada al nacer. Michael Clune ha advertido cuán frecuentemente los poemas recientes incluyen “expresiones arcaicas de nuestro propio pasado” o “los refranes de mundos imaginarios”: clichés de culturas que hemos olvidado o nunca hemos conocido. Y sin embargo podemos reconocerlos como clichés, como frases hechas. El efecto no consiste en volver extraño lo familiar, dice Clune, sino en hacer que lo extraño resulte familiar… como si pudiéramos presentir una gramática universal que sostiene el kitsch de todos los mundos posibles. (Nos los hace más cercanos.)

Entre las muchas maravillas de la poesía toda de John Ashbery está la manera en que sus pronombres, en particular yo y , llenan un vacío y lo van llenando una y otra vez en la medida en que se lee (como alguna criatura marítima o las cámaras del corazón humano). A veces significa todos ustedes que están aquí esta noche y a veces solo tú, a solas con tus pensamientos. La primera vez que me descubrí disolviéndome en la segunda persona de un poema de John Ashbery fue en una librería Barnes and Noble de Topeka, Kansas, en 1994, y no hay otra experiencia estética más responsable que esta de que yo terminara convertido en escritor. No puedo recordar la específica superficie reflectante con que me tropecé pero recuerdo que estaba en el volumen titulado A Wave (Una ola). Simulemos que era el siguiente poema, titulado “Introducción”, que leo ahora a modo de tal:

Introducción

Para ser escritor y escribir cosas
Tienes que tener experiencias sobre las que escribir.
No da con el mero vivir. Tengo una teoría
Sobre las obras maestras, cómo hacerlas
A muy bajo costo, y que sean tan
Buenas en todos los aspectos como las otras. Puedes
Usar los mismos materiales del sueño, por fin.

Es un tipo de juego sin perdedores y solo un
Ganador: tú. Primero, el dolor viene
Retrospectivamente en la historia y la historia
Sale del revés y con las costuras hacia afuera. ¡Esa es
La historia de nadie! Al menos piensan que
Por un tiempo la historia es arquitectura
Ahora, y luego Historia de una especie diversificada.
Un episodio vacante durante el que los ladrillos fueron
Rejuntados y aún más marrones. Y termina no siendo
De nadie, no hay nada para ninguno de nosotros
Salvo ese oscilar fastidioso alrededor de la pregunta
Central que nos vuelve más cercanos,
En las buenas y en las malas, para todo este tiempo.

Por favor, acompáñenme en darle la bienvenida a John Ashbery.

JUAN MANUEL TABÍO
JUAN MANUEL TABÍO
Juan Manuel Tabío (La Habana, 1983). Enseña lengua y literatura griegas y estudia temas relacionados con la recepción clásica. Integra el staff editorial de Rialta.

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