Estreno de Publicación Escénica, un espacio de lecturas en la Casona de Línea

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Vista exterior del Centro Cultural Vicente Revuelta

El viernes 4 de octubre comenzó un fin de semana largo de los más agitados de La Habana, desde que la “coyuntura” echó a andar. Como si la Isla boqueante se resistiera de todas-todas a dejarse caer. Como si aquella frase de la profesora Ana Cairo, definiendo al cubano no ya por el choteo o el relajo, ni por la gozadera o la superstición, ni siquiera por las contradicciones viscerales y la escisión en bandos que se resisten a todo diálogo –como sugiere una novela reciente de Pedro Marqués de Armas–, sino por la continua búsqueda de alternativas, fuera una verdad incontestable.

Entre algún que otro concierto suspendido por falta de logística, las opciones llovieron, desde y por diversos rumbos, artes, tesituras. El viernes a las 6:00 pm se presentó el libro La experiencia Dupp, en el Taller Chullima, sito en Miramar, entre las 4 y las 6 de la tarde. Hubo quien eligió ir a ArteHotel, en el #210A, entre Línea y 11, para asistir a la proyección comentada del trabajo fotográfico en Cuba del también escritor James Abbe, allá por el año 1929, ofrecida nada menos que por su nieta, la californiana Jenny Abbe. Y para los fanes de la trova, estuvo la actuación de Jessica Zequeira y Noslen Porrúa, en el Crêperie Oasis Nelva, que se halla en Muralla y Habana, en el casco histórico capitalino. El sábado, a las 6:30 pm se abrió en Párraga la exposición El octavo círculo, en el espacio del Chino Novo, donde la curadora Magela Garcés reunió a “pecadores” y “fraudulentos” –al decir de Katherine Bisquet–. En Fábrica de Arte Cubano, donde el viernes se habían inaugurado, entre otras, la exposición de una no-revista de arquitectura, con la curaduría de Nguyen Rodríguez Barrera y Diego Funes-Álvarez, se dieron cita el sábado a las 7:00 pm un puñado de jóvenes diseñadoras de modas, bajo la divisa Tela por donde cortar.

Así las cosas, en la tarde del viernes 4, un grupo de apasionados (apasionadas sobre todo, hay que decirlo), provenientes en su mayoría del teatro o la literatura, echaron a andar un nuevo proyecto en la Casona de Línea. Aunque más conocida así, la otrora fastuosa residencia lleva el nombre del director y actor de teatro Vicente Revuelta, y ha devenido un lugar en ruinas que se proyecta, como tantos, reconstruir. Se cuenta que esta casa fue construida entre 1892 y 1901 por y para la familia Blanco Herrera, dueña de la Cervecería Cristal, con lo que resulta una de las primeras de la época en que El Vedado comenzó a ser tenido en estima como terreno propicio para el asentamiento de los pobladores habaneros.

Publicación Escénica se ha pensado como la convergencia de lectura y representación de textos (cuentos, fragmentos de novelas, poemas), por lo general del patio, leídos en vivo con proyección teatral. Al decir de Yudarkis Veloz Sarduy, editora de la revista Tablas, y de la teatróloga Ámbar Carralero Díaz, el dueto de soñadoras de este “espacio híbrido de literatura y teatro”, el viernes a las 5:00 pm se llenó la salita, y fueron intensos “el proceso y el resultado”.

Alexis Díaz de Villegas, director y actor de Impulso Teatro, leyó, del escritor, editor y traductor camagüeyano Jesús David Curbelo, los poemas “Plaza de San Juan de Dios” y “Viudas y huérfanas”. La actriz Linda Soriano leyó narrativa de Ámbar Carralero –profesora, asesora y editora del ámbito teatral, entre el ISA, el grupo La Proa y Tablas–. Se escucharon los cuentos suyos “Reparación capital” y “Homo edípico”, de un libro que obtuvo mención en el concurso Pinos Nuevos en 2018. La actuación de Jennifer Flechoso dio voz a fragmentos de una novela de la propia Yudarkis, “Plegaria” e “Inexorable”, del libro inédito Síndrome de Estocolmo.

Esta plataforma inclusiva –según la plantea el proyecto– sólo cuenta hasta ahora con el patrocinio de Los Portales S.A., y se ha pensado con una periodicidad mensual, si bien la próxima cita aún no ha sido definida. Como su nombre lo indica, entiende “la interpretación actoral como soporte de impresión”, siendo, por demás, que los textos que se lanzarán a la palestra serán inéditos.

De modo que en esas tardes asistiremos a un triple estreno –que guarda en lo efímero parte de su movilización–: el de los textos, el de su representación en público y el de la propia actuación, que ya se sabe (que es) única cada vez. Como expresan con razón sus hacedoras, tanto el escritor podría así dar a conocer sus textos, esos detenidos entre gavetas, correcciones –muchas veces del propio creador–, concursos y procesos editoriales o de imprenta con marca de tortuosa infinitud, como el actor podría probarse y promover sus modos de representación en un ejercicio de autodirección que se intensifica y gana espesor escénico en contacto con las posibilidades de lo que leerá.

La oportunidad de hacer visible y abrir al público la soledad del acto de escritura, empoderando al actor y empoderando con él a narradores o poetas cubanos de distintos estilos, coordenadas y generaciones, es otra de las propuestas de Publicación Escénica. Así como la de que estas piezas sigan su camino hacia festivales literarios, plásticos o teatrales. La reconexión entre terrenos que se han distanciado tal vez más en los últimos años, por el paraván genérico y por los hervideros domésticos y profesionales, por el estatuto de la página y el escenario, es otro de los ofrecimientos de sus coordinadoras. Entre sus deseos, este espacio aspira a trasvasarse a las redes sociales, donde se difundirían los textos representados y los acercamientos o los análisis críticos de las obras, vistos en el parteaguas de lo literario y de las artes escénicas.

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El día de su estreno los actores implicados apelaron a algunos recursos dramatúrgicos en sus quince minutos de despliegue. Aconteció la asunción, por ejemplo, de los roles de personajes como las huérfanas y las viudas, al encarnar algunos textos, ya que se espera que cada actor –en diálogo co/inspirativo, acaso, con el escritor– se desenvuelva al interpretar su pieza empleando algún elemento escenográfico “mínimo o accesorio”, sea de vestuario o sea que traiga consigo a la salita algunos objetos, u otra “iniciativa”. La idea es que la avalancha y la imbricación sigan su rumbo, y dar vida –mientras le llega su momento de reparación y esplendor– a esta Casona que no pocos tuvimos el salto en el estómago de conocer activa, mientras sorteábamos el peligro de sus escaleras, tras el misterio de asistir a las funciones que allí se gestaron.

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JAMILA MEDINA RÍOS
Jamila Medina Ríos en poesía: Huecos de araña (Premio David, 2008), Primaveras cortadas (México D. F., 2011), Del corazón de la col y otras mentiras (La Habana, 2013), Anémona (Santa Clara, 2013; Madrid, 2016), País de la siguaraya (Premio Nicolás Guillén, 2017), y las antologías Traffic Jam (San Juan, 2015), Para empinar un papalote (San José, 2015) y JamSession (Querétaro, 2017). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (México D.F., 2011) y Escritos en servilletas de papel (Holguín, 2011). Jamila M. Ríos (Holguín, 1981) en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier, 2012), cuyos títulos ha reditado, compilado y prologado para Cuba y Argentina. J. Medina Ríos como editora y JMR para Rialta Magazine. Máster en Lingüística Aplicada con un estudio sobre la retórica revolucionaria en la obra de Nara Mansur; proyecta su doctorado sobre el ideario mambí en las artes y las letras cubanas. Nadadora, filóloga, ciclista, cometa viajera; aunque se preferiría paracaidista o espeleóloga. Integra el staff del proyecto Rialta.

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