juan carlos quintero herencia
Manifestación en Puerto Rico en 2021

De la queda (era). Imagen, tiempo y detención Puerto Rico (La Criba Editorial, San Juan, 2022) del crítico puertorriqueño Juan Carlos Quintero Herencia (Santurce, 1963), es un texto abierto que apuesta a pensar desde la literatura y la imaginación la crisis del Puerto Rico neoliberal del presente. La queda (era) como estado de suspensión dinámica no supone una inercia, sino que ofrece un nuevo modo de entender las redes de afectos que conforman el ahora, un ahora que ya no es lo que (era), y que se elabora como pregunta, preocupación, y esperanza. Estas preguntas parten de un sensorium diverso de imágenes –voz, cuerpo, materia y médium– que piensan sobre este ahora al tocar, de un modo inevitable, aquello que persiste aún dentro de la suspensión misma, aquello que traza y revela la memoria afectiva del lenguaje creativo. De la queda (era), es una serie de veintinueve textos –ensayos, crónicas, entradas de blog, y meditaciones– sobre la crisis puertorriqueña de las últimas dos décadas. Si bien algunos de los ensayos ya han sido publicados en revistas locales del espacio virtual en Puerto Rico como Cruce, 80 grados, o el blog del autor, Boca de cangrejo: Manglaria, el volumen contiene nuevos ensayos que tocan la realidad puertorriqueña post-María.

La colección se organiza a partir del ensayo principal “( ) Asedios a la quedaera: ahora, esperanza y paradoja,” y el tríptico “De la queda (era) I, II y III” que le da el título al volumen. ¿Qué es la queda (era)? ¿Qué tipo de dinámicas supone? Para Quintero Herencia la queda(era) es un estado que no se define por la geografía insular, sino que articula las relaciones complejas entre espacio, tiempo y lugar y la posibilidad de la imaginación. “La queda (era) es un imaginario que insiste en un estar inalterable a pesar de los desplazamientos que son ya más que reales o metafóricos […] trafica con el oxímoron de una experiencia productiva por ser, de todo rigor, una experiencia negativa: una experiencia del no y la negación.”[1]

La voz que observa, entiende, se conecta y siente el país desde la diáspora produce un afecto crítico particular: el del amor y el de la negación misma que confluyen para entender con una mirada crítica la realidad puertorriqueña contemporánea. La distancia es clave para orientar subjetivamente los giros de ese afecto. La orientación va desde el debate periodístico, la opinión personal en las redes, acompañado de lecturas críticas que van desde Walter Benjamin, Friedrich Nietzsche, Jean-Luc Nancy, Alberto Moreiras y Carlos Pabón, hasta voces literarias como Luis Palés Matos, Tomás Blanco, Antonio S. Pedreira y Manuel Ramos Otero, entre otros. Muchos de los debates y discusiones críticas incluidas en el texto, parten precisamente de esa interacción de la crítica y el pensamiento con el flujo de las discusiones diarias sobre el presente puertorriqueño en críticos como Miguel Rodríguez Casellas y Juan C. Rivera Juanqui en su programa de radio-virtual Puerto Crítico (Bonita Radio, San Juan) y muchas voces de la escena cultural e intelectual en el archipiélago. Luego de la cancelación de Puerto Crítico, Quintero Herencia comenzó un nuevo proyecto A la escucha (Bonita Radio, San Juan) transmitido por las redes donde se discuten temas, publicaciones y trabajos artístico-culturales e intelectuales de interés.

De ahí que la escucha o la imposibilidad de la misma, pero también la apertura de espacios que la hagan posible, sea un hilo compartido en muchos de los ensayos De la queda (era). Lo que Quintero Herencia ve como cierre discursivo o imposibilidad de diálogo en el Puerto Rico contemporáneo corresponde a lo que entiende como un momento álgido de la crisis económica, consenso neoliberal y acomodo cultural de ciertos grupos. ¿Es “el quedao” aquel o aquella que niega la condición de movimiento? ¿O es la que se queda inscrita(o) en las contradicciones del lenguaje emocional del país? ¿Es “la quedaera” esa misma condición centrífuga del que todavía está estático(a) aunque se mueva? La condición “de la queda (era)” no apunta a “la brega” positiva de Arcadio Díaz Quiñones en su ensayo El arte de bregar (2000), asociada con las dinámicas del Estado Libre Asociado y el populismo culturalista, sino que se sitúa críticamente frente a ellas para reflexionar sobre su imposibilidad en nuestro presente. Asimismo, el autor no busca en su texto filiaciones o dinámicas familiares pero hace de ese imago, Puerto Rico, una obsesión (“me obsede,” a lo Luis Palés Matos) al tocar, sentir, oír, palpar y evaluar críticamente varios temas que le preocupan: desde la creación literaria hasta el vacío del debate crítico, el antiintelectualismo, el culturalismo identitario y la moda decolonial, la corrupción bipartidista y la huelga universitaria del 2010, la hipocresía de la izquierda frente a la crisis y frente a Cuba, la crisis fiscal antes y después de los huracanes Irma y María (2017), entre muchos otros. Sin embargo, la pregunta principal sigue siendo siempre por la lengua y el discurso y la necesidad de imaginar posibilidades para el espacio democrático en un Puerto Rico de cierres autoritarios, consenso intelectual, silenciamiento y corrupción bipartidista.

De la queda (era) desecha el sentimentalismo nostálgico y se ubica en la literatura y la imaginación como propuestas. El gesto es infrapolítico y poshegemónico. Busca deconstruir aspectos de la realidad puertorriqueña y las estructuras que lo componen particularmente en el terreno sociopolítico y cultural. Al mismo tiempo, produce, en su interpelación y acción constante, una serie de ejes que apuestan a la apertura de espacios de diálogo democrático (demos) como posibilidad. De ese modo, De la queda(era) parte del descontento con el cierre de ese diálogo, pero al mismo tiempo busca posibilitar y examinar otros. Por ejemplo, la crítica a la identidad como fórmula ya sea de “lo puertorriqueño” como sacrificio, cifra emblema cultural o lugar patriótico de homenajes y discurso moral, se extiende al uso de la identidad o identidad(es) en los llamados discursos de género, raza o sexualidad y sus movimientos (LGBTQ, feminista, trans). Y si bien, estoy de acuerdo que existe un momento profundamente didáctico en la producción de este lenguaje que puede crear en ciertas instancias nuevas jerarquías, Quintero Herencia los lee como lugares “estáticos”, “mercadeables” o “cerrados” ante la posibilidad de la imaginación política.

Juan Carlos Quintero Herencia
‘De la queda (era). Imagen, tiempo y detención Puerto Rico’ (La Criba Editorial, San Juan, 2022)

Esto resulta más interesante aun cuando muchos de los ensayos, como mencioné anteriormente, parten de reflexiones y diálogos en las redes sociales con esa misma crítica culturalista. Si el fin común, por ejemplo, es dinamizar la imaginación política de varios frentes ya sea antirracista o el de equidad de género, centrar la complejidad de estas luchas bajo la sombrilla de “identidad” sin entrar de lleno a la función social que ejercen tanto en el espacio social del archipiélago puertorriqueño como en la diáspora, parecería ser una contradicción. Esta tensión productiva se ve de un modo claro en “Radical-izarse”, ensayo pensado luego de las elecciones del 2016, en específico, cuando el autor hace clara la necesidad de un diálogo productivo con esa izquierda “que deje fuera acusaciones y obstinación” pero que rechace nuevos autoritarismos.[2] La escucha debe ser mutua, concluye Quintero Herencia, pero sobre todo abierta, para poder crear lenguajes de posibilidad democrática en un mundo consensuado, moralista y cerrado a toda diferencia.

Es así como el lenguaje crítico De la queda (era) revela una serie de preocupaciones que van desde la crisis económica del 2000 hasta la llegada de PROMESA (2016), y también a una crisis discursiva que retrata una melancolía por lo que permanece pero que se ha perdido específicamente para muchas generaciones que crecimos en los años setenta y ochenta en Puerto Rico; el desmantelamiento de la universidad pública, el neoliberalismo y la deuda, el litoral playero, la familia, el amor y la amistad, aquellas y aquellos que se van, hasta tocar el presente pos-María.

Otro tema que cruza los ensayos críticos y crónicas De la queda(era) es el de la temporalidad, en sus tres tipos, la subjetiva, la histórica y la de la imagen. El tiempo subjetivo es el que hace el inconsciente y puede o no en su deseo y circulación producir la sensación de la quedaera –que, como señala Quintero Herencia, siguiendo a Nietzsche y a Benjamin el umbral presencial del ahora, el tiempo que se detiene en una imagen traumática (como la caída de las Torres Gemelas del 9/11) o el que la historia (la de Puerto Rico) trata de imponer como ideología o discurso cultural–. El tiempo pasa y se detiene y son las sensaciones y los encuentros fuera del espacio político –el del sabor que no se olvida, el de la familia, el de la amistad, la meditación o el amor– los que hacen la experiencia humana. La experiencia que coloca frente a la vida y la muerte, y que provoca la conversación con los muertos familiares, cercanos, a los que se les pide la bendición y con quienes se establecen también conversaciones diversas desde el yo y su otro o desde el yo hacia los/las otras. Caminar y dialogar es el eje de este pensamiento y esta temporalidad creativa, que se hace también de silencios. “¿Es la visión cosmética o performativa de la muerte la última quedaera?”, pregunta Quintero-Herencia, “¿es el Muerto Parao una visión del duelo que continua y no quiere cerrarse o es una burla/parodia de este?” ¿Se ríe la condición puertorriqueña frente a la muerte o elabora su relación con ella al crear un cuerpo incólume, sin marca?

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Otro acierto de De la queda (era) es precisamente mostrar cómo el lugar de la escritura continúa siendo un refugio que se figura desde su movilidad elaborando un lenguaje claro, descentrado, lleno de humor. Un lenguaje que apuesta por la imaginación literaria y la creatividad. La insistencia en el acto de escuchar y transcribir mientras se camina, el llamado a un posible ethos comunitario, que vaya más allá del cierre de los lenguajes de la corrupción política y el culturalismo de la izquierda es la nota vital que cruza el texto (“En-notado por el parque”). Como la cabeza del perro de piedra que una vez fue heraldo de un horizonte y que el mar fue cavando hasta hacerla desaparecer, los ensayos de De la queda(era) de Juan Carlos Quintero Herencia erosionan y transmutan las conversaciones con ese objeto querido en dinámicas posibles de desplazamiento, deseo, unión y pertenencia. Quizás ese es uno de los propósitos de la queda (era): el de mostrar modos de amar un pasado que ya no existe e imaginar un presente por venir.


Notas:

[1] Juan Carlos Quintero Herencia: De la queda (era). Imagen, tiempo y detención Puerto Rico, La Criba Editorial, San Juan, 2022, pp. 88-89.

[2] Ibídem, p. 311.

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JOSSIANNA ARROYO
Jossianna Arroyo (San Juan, 1967). Catedrática de literatura caribeña y latinoamericana y estudios de la diáspora africana en la Universidad de Texas, Austin. Es autora de Travestismos culturales: literatura y etnografía en Cuba y Brasil (Iberoamericana, 2003) y Writing Secrecy in Caribbean Freemasonry (Palgrave, 2013). Ha publicado ensayos en Encuentro de la cultura cubanaCENTRO Journal, Revista de Estudios HispánicosRevista IberoamericanaJournal of Latin American Cultural Studies. Su nuevo libro Caribes 2.0. New Media and the Afterlives of Disaster (Rutgers, 2023) discute el rol de los medios en la formación de las subjetividades caribeñas contemporáneas.

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