Manet y Degas, expuestos en París a la luz de sus contrastes

La obra de Édouard Manet y Edgar Degas, dos de los pintores que renovaron los cánones pictóricos en la segunda mitad del siglo XIX, es revisada bajo nueva luz en una exposición en el Museo de Orsay (París) hasta el 23 de julio.

Manet / Degas se inauguró desde finales de marzo con curaduría de Stéphane Guégan e Isolde Pludermacher. La curaduría ha querido destacar los contrastes que existen entre el trabajo de los dos artistas con obras nunca reunidas en una misma exposición hasta la fecha y “nos obliga a echar una nueva mirada sobre el vínculo efímero y la rivalidad duradera de dos gigantes”, asegura el texto de presentación.

Muchas exhibiciones han remarcado las semejanzas entre la pintura de Manet y Degas, de ahí que la iniciativa en el Museo de Orsay quiera salirse del camino fácil y se centre en todos aquellos aspectos que separaron a dos de los pintores franceses más importantes de la tradición pictórica europea.

“Es cierto que no faltan analogías entre estos protagonistas de la nueva pintura de los años 1860-80 en cuanto a los temas que impusieron (de las carreras de caballos a las escenas de café, de la prostitución a la bañera), los géneros que reinventaron, el realismo que abrieron a otras potencialidades formales y narrativas, el mercado y los coleccionistas que consiguieron domesticar, y los lugares (cafés, teatros) y los círculos, familiares (Berthe Morisot) o de amigos, en los que se cruzaron”, reconocen los curadores.

Sin embargo, lo que los oponía “es aún más sorprendente”. Por ejemplo, Manet siempre buscó el reconocimiento y Degas se negaba a utilizar cualquier canal oficial de legitimación. La curaduría destaca otro dato significativo relacionado con el vínculo que ambos desarrollaron con el impresionismo. “Manet se negó a unirse a Degas en el círculo impresionista. Y Degas, aunque creía en el poder del grupo, se cuidó igualmente de no pintar como Monet”, señala el texto.

Sobre el acercamiento de ambos a las figuras femeninas, la exposición destaca que Manet, como buen apasionado de la moda, “generalmente pintaba a sus modelos con cierta majestuosidad, en poses y atuendos que resaltan su individualidad, mientras que Degas buscaba sobre todo capturarlas en actitudes familiares y típicas, estudiando tanto la fuerza expresiva de sus cuerpos como la de sus rostros”.

Al mostrar a Manet y Degas a la luz de sus contrastes, “esta exposición intenta lanzar una nueva mirada a la complicidad y la rivalidad ineludibles de estas dos singulares fuerzas creativas, únicas en tantos aspectos”.