El martes 20 de agosto de 2019 y, como es costumbre en la Casa de la Bombilla Verde que abriga a jóvenes trovadores, se presentó en concierto desde las 9:30 p.m. Enrique (Kike) Téllez (Las Tunas, 1992), al que muchos conocen por el retumbar de su oración al Ánima sola.
Situado en la calle 11 n. 905, entre 6 y 8, El Vedado, La Habana (teléfono: +53 58481331), este bar de tapas –de nombre, bien se sabe, evocador– es un espacio al que concurren, ya para departir o ya para mostrar lo último que se traen, cantautores de todo el país, cuyos retratos a lápiz han ido poblando las paredes del lugar. Entre las opciones que ofrece la programación: arte, literatura, audiovisuales y la música como trago fuerte.
Dejando atrás las aulas de Electricidad industrial y Sociología, escritor devenido trovador –como se suele decir–, la referencia a la poesía o a los mitos sobrevuela varios de los temas que Enrique Téllez interpretó la pasada noche. Así, por ejemplo, en “Trilce”, “La canción del mar”, “Cuando te vas”, “Corazón” o en su musicalización de las estrofas conocidas como “La bailarina española” –el X, entre los Versos sencillos–, un reto al que confiesa haberse visto impulsado por la versión de “Los dos príncipes” de José Martí, en manos de Oscar Sánchez, el incendiario.
Este martes reinaba un público en parte asiduo y en general entrenado en la escucha, que aplaudía más efusivo ante las canciones en que Kike –haciendo a un lado su timidez, exacerbada por el tour de force que significa tocar en un bar– lograba conciliar mejor voz y fuerza expresiva. Lástima que esos titubeos interpretativos impidieran apreciar la solidez y las sutilezas de algunas composiciones.
Entre los asistentes al concierto se hallaban músicos como el autor de “El pegapega” y otros trovadictos: Fernando Bécquer, Wendy Martínez y el matancero Carlos Fidel Taboada –quien integra con Jessika Zequeira y Noslen Porrúa ese Atemporal Trío que ya lleva dando de qué hablar en la canción cubana–. Algunos de ellos cantarán muy probablemente en septiembre bajo la verdeante luz de este escenario.
Moviéndose entre festivales y eventos de varias ciudades del país, desde 2016, Enrique Téllez ha conjugado entre otros, en su obra –según cuenta en entrevista exclusiva para Rialta Noticias–, la samba argentina, el candomblé, el changüí, los ritmos afrocubanos y el son oriental, que dice mezclar con el occidental, pero “con su punto de sal”. Con Amaury del Río, Julio César González y Daniel Velázquez (El Gato), Kike es parte de una ola de músicos que –junto al sempiterno (p)ulular de la décima– caracteriza hoy el panorama de su ciudad, y que han elegido volvérselas a ver con la canción de autor, como evidencia el sitio de Tunas Visión. De ahí que el sello Colibrí haya producido recientemente Controvando…, grabación en la que, junto a “Ánima sola” y “Secreto”, se escuchan las piezas de Iraida William, Freddy Laffita, El Gato, Carlos Dragoní, Richard Gómez y Amaury, quienes colaboraron en conjunto, en las voces y los arreglos de un disco que aúna dos canciones percápita.
Como parte de su entrevista con Yaima Orozco y Rey Montalvo, para el programa Entremanos, es posible hallar en YouTube la música de este joven que no consta aún en cancioneros, y en cuyas piezas presumo pasión semejante a aquella con que vivió y cantó Santiago Feliú (“La música de la vida canta en mi pecho” –dice Kike en “Lamento…”).
Amén de las tutelas literarias o compositivas: de los entreveros de la poesía de Martí en una zona l/patente de su obra, de su resonar con la vieja trova y con la herencia melódica de Silvio Rodríguez y Pedro Luis Ferrer, lo singularizan los ritmos que engarza en una guitarra que a ratos percute. Sus textos exhiben también recursos expresivos de los que se vale, por ejemplo, la décima (las rimas internas, las variaciones con las rimas encadenadas), una experimentación que no es ajena al cultivo de tal forma estrófica en el país. Pervive en esas letras un dueto temático que marca a algunos de sus héroes y suele venir matrimoniado: Eros y Thánatos.
Su rogación al “Ánima sola” –disponible online gracias a los chilenos de La Ronda, que han abierto una página para difundir materiales del género– abrió el concierto y es para mí la canción que lo identifica. Hilvana la rumba, el guaguancó, toques del Palo Monte y surca el tema de la muerte. Tal constante se plasma igualmente en letras como “Premonición”, que abraza la experiencia del exilio: “Cierran la puerta y la muerte vive dentro, cuando el devorador despierte el muro caerá, en la promesa de otro salvador ya se arrodillan los que pagarán con todo lo vivido”. Y vuelve el tema, custodiado por los espíritus, en “Lamento”: “vienen bajando […] las almas que están cansadas, en el desierto, ya tienen rota la lengua… […] la muerte baila desnuda, girando lento, ya desvestida de sombras, canta en su hueso […] Un mundo lleno de voces puebla mi cuerpo”. “Ánima…” se halla dedicada a esa potencia o “espíritu errante” que se sincretiza con Lucero mundo y con Elegguá, que tantos cubanos invocan, según él, para el mal –lo cual quiso revertir en su oración–. Esa ánima solitaria le es cercana por los centros espirituales que visita de vez en vez junto a su familia, para “liberarse” y cantar, en busca de esa raíz donde se mistifican de antaño magia y música.
Con “Ay amor” –interpretada también como homenaje, a Bola de Nieve– Kike marcó el territorio que ha dedicado al romance, y a cuyo llamado gira otro puñado de textos: “Celosa” (el único entre los humorísticos –según declaró–), “Para renacer”, “Trilce” o “Cuando te vas”, donde amor y muerte se trenzan en dulce-amargo trago de veneno en la puerta de la noche, y alguien pasa “como una estrella fugaz que viene por el agua [confundiendo] el cielo […] con el mar”, pidiendo amparo contra la soledad…