El Museo Picasso de París ha revolucionado su diseño interior por el cincuenta aniversario de la muerte de Pablo Picasso, ocurrida a los 91 años del pintor malagueño, un 8 de abril de 1973. La exposición Célébration Picasso. La collection prend des couleurs (Celebración de Picasso. La colección toma color) pone a dialogar la obra de Picasso albergada en esta institución con arte contemporáneo y diseño. Se abrió en marzo y estará disponible al público hasta el 27 de agosto.
La muestra se despliega por un espacio rediseñado globalmente por Paul Smith, diseñador de moda británico, conocido sobre todo por su ropa colorida y vivaz. Smith ha pintado las salas del museo a veces rosa, a veces azul y a veces con motivos que extrajo de las obras de Picasso.
El archivo personal del pintor español, compuesto por unos 200 mil objetos, fue revisado por Smith, por primera vez, antes de la pandemia, cuando fue invitado a llevar adelante la actual remodelación por el entonces presidente del museo, Laurent Le Bon (actual presidente del Centro Pompidou).
Por estos días, el director del Museo Picasso de París es Cécile Debray, quien decidió que la remodelación del espacio no era suficiente para recordar a uno de los padres del cubismo. Debray quiso poner en diálogo a Picasso con artistas contemporáneos y modernos. De ahí nació la exposición actual que cuenta con la participación de al menos doce creadores.
Uno de ellos es la artista afroestadounidense Mickalene Thomas. En una sala dedicada a la oscura representación de la guerra por Picasso, cuelgan obras de Thomas relacionadas con el racismo y la represión de las minorías en Estados Unidos.
La muestra también incluye al artista congoleño Chéri Samba, quien se ha pintado junto a Picasso a modo de crítica. “Estos cuadros en los que me represento con Picasso son una forma de rendir homenaje a todos los artistas africanos supuestamente anónimos que hicieron nuestras máscaras tradicionales y que inspiraron el cubismo”, dice Samba en una entrevista incluida en el catálogo, en la que recuerda que Europa no quiso reconocer, hasta muy tarde, las máscaras africanas como arte.
“Un museo, especialmente uno monográfico, no debe estar petrificado, sino conectado con su tiempo, abierto al debate, a la crítica. Nuestra misión es mantener vivo el legado de Picasso y verlo en el siglo XXI”, dijo Debray a ARTnews.
Otra sala recuerda al Picasso de 13 años. A esa edad comenzó a editar sus propias revistas satíricas, que nunca más abandonaría. En esta sala, Smith usó un garabato pintado por el joven Picasso sobre el número de mayo de Vogue (1952) para crear un tapiz de fondo hecho con portadas de la icónica publicación.
Hay otra sala donde pueden verse los collages y ensamblajes del español, otra pintada de rojo intenso dedicada a la tauromaquia (una de las pasiones de Picasso), otra colmada con las obras del Periodo Azul, otra con piezas cubistas y otra con su serie de variaciones sobre Déjeuner sur l’herbe de Manet, esta última con las paredes pintadas de verde.
Durante todo el año 2023 se estarán festejando por todo el mundo muestras y coloquios internacionales para recordar los cincuenta años de la desaparición de uno de los artistas más grandes del siglo XX.
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