La Habana, 16 de diciembre de 1961.

Querido Florit:

Un profesor de la Universidad Central de Las Villas, el doctor Gastón Anidó Meulener, me pide que le pregunte a usted cuáles son las posibilidades de obtener trabajo en Columbia o en alguna otra institución de Estados Unidos, ya que se dirige con su familia a ese país en fecha próxima. El doctor Anido es profesor por oposición, en dicha Universidad, de Literatura española y de Teoría de la literatura desde 1952. También ha explicado, en distintos cursos, por sustitución, Historia antigua y media, Literatura italiana, Literatura hispanoamericana, Literatura cubana, Historia de la filosofía y Estética. Es graduado en Filosofía y Letras y Abogado. También me pide que le remita la copia fotostática de un artículo de mi padre sobre él y que le ruegue a usted me conteste lo antes posible, aunque sea con una simple orientación.

A raíz de mi regreso de México recibí una delicada carta suya, que en seguida le contesté con profunda gratitud, copiándole además dos poemitas, uno de Fina y otro mío. Nunca supe si recibió esta carta, pues cuando le escribió a Eliseo a mi dirección, no decía nada de mi respuesta ni de nuestros versos, que sólo valían por el cariño con que se los mandamos. Eliseo sigue en sus gestiones y no sería nada raro que pronto lo tengan por allá con toda su tribu, lo que para nosotros, como usted comprenderá, significa una verdadera tragedia. Si es así, ayúdelo y acompáñelo: es lo más que puedo decirle, y sé que usted lo hará.

Otro favor que quisiera pedirle es el siguiente. Tengo noticias de una antología de literatura hispanoamericana realizada por Anderson Imbert y usted. Aquí desde luego es inencontrable y por desgracia no puedo girar el importe a causa de las disposiciones vigentes. ¿Podría usted hacérmela llegar en alguna forma? Piense en el aislamiento en que vivimos. Y a propósito, ¿recibió mi Poética? Ángel del Río me acusó recibo. Quizás haya ido sin dedicatoria, porque Fina las mandó cuando yo estaba en México, pero todo lo mío le está dedicado con el mismo cariño, con la misma gratitud y admiración de siempre.

No deje de escribirme pronto y de hacerme enviar todas las publicaciones que pueda –incluso, si es posible, la Revista. El correo de la ami[s]tad es uno de los pocos asideros que nos quedan. Fina y yo le deseamos unas Pascuas felices, un año nuevo de paz al amparo indefenso, invencible, de las manecitas del Niño. Lo quiere siempre su amigo

Cintio Vitier.


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