Miguel Coyula

Miguel Coyula fue el primer director a quien se dedicó la Muestra Cine Independiente-Cine Pendiente de INSTAR. Como es mi compañero, y ningún crítico de los tres a quienes convoqué al espacio, aceptó la propuesta de moderar, es el único al que no entrevisté, porque me parecía ridículo. De modo que haré un resumen de lo que aconteció durante el último fin de semana de mayo de 2019, en Tejadillo 214, entre Aguacate y Compostela, en La Habana Vieja, durante las presentaciones de Cucarachas rojas (2003), Memorias del desarrollo (2010), y Corazón azul (beta) (2019). Al igual que con la de Fausto Canel, esta entrevista aparecerá en tres partes, que corresponden, en este caso, a cada una de las películas proyectadas. En esta primera parte, se presentan las preguntas de los espectadores –entre los que se encontraban los artistas visuales Lester Álvarez, Camila Lobón, Julio Llópiz-Casal, o la estudiante de Letras Juliana Rabelo–, respondidas por Coyula, respecto a Cucarachas rojas (2003).

Lynn Cruz

¿El guion de esta película lo fuiste haciendo durante el año que duró el rodaje?

No, de hecho esta ha sido la única película en donde escribí el guion y después empecé a filmar en orden cronológico, porque en mis otras películas si he ido improvisando sobre la marcha constantemente, pero esta ha sido la más cercana a una producción tradicional en el sentido de que las tres etapas de producción que son escribir el guion, filmar, y editar, fueron lineales. En mis otras películas, a veces yo estoy editando, se me ocurre una escena, la escribo y vuelvo a filmar. En ese sentido sí fue bastante tradicional. También, como pensaba que iba a estar un solo año en Nueva York, dije: “bueno no voy a poder volver”. Había que hacerlo todo corrido, no había tiempo de editar y seguir filmando. La película se hizo con dos mil dólares, fue el presupuesto que tenía para filmar. Ni los actores, ni yo, por supuesto, cobramos. Lo hicimos para probar que podíamos hacer un largometraje. Era el primero de todos nosotros, o sea, incluyo a los protagonistas. La primera experiencia para mí trabajando y editando en formato digital, porque antes yo había filmado con una cámara VHS y tenía que editar en la cámara, o sea, tenía que filmar la película entera cronológicamente y, en este caso, pude empezar a pensar en un montaje. De hecho, eso es lo que más me gusta de la película, el montaje, y creo que es por eso, porque fue mi primera experiencia larga con el digital.

¿Cómo fue el trabajo con los actores, independientemente de que tú hablas inglés, cómo es dirigir a un actor que habla otra lengua?

Yo tenía una beca de actuación en el Instituto Lee Strasberg en ese momento. Me fue muy fácil, de hecho en la misma academia daban clases de cómo perfeccionar la pronunciación en inglés. Los actores eran gente de mi edad, teníamos todos entre veintiún y veintitrés años cuando empezamos y había una afinidad, o sea, estábamos trabajando por amor al arte, de modo que se entregaron mucho, porque después eso es mucho más difícil mantenerlo. En Nueva York casi todo el mundo, entre los veinte y los treinta años, quiere ser actor, pero después que la maquinaria los coge y se dan cuenta de que no pueden ganarse la vida, pues ya se hace más difícil, pero esa es una etapa donde todo el mundo quiere hacer algo. El inglés no fue una dificultad para mí, lo que la película, la historia era tan rara, que a veces tenía que pasar tiempo explicando. La escena de sexo por ejemplo, fue complicada, porque Adam Plotch, el protagonista, es judío ortodoxo, o sea, técnicamente él no podía besar a una mujer, a no ser que fuera su esposa y no se había casado todavía, entonces fue complicado en ese sentido, esa fue también la escena más difícil para la actriz.

¿Tú también estudiaste en la EICTV de San Antonio de los Baños, eso fue antes o después?

Fue justo después de graduarme de San Antonio, cuando me dieron la beca, y lo que quería sobre todo en esta película era probar durante una escena, no repetir el mismo plano, un principio que viene de la literatura. Yo estoy muy influenciado por el cómic y por el anime: cada vez que tienes un panel en el cómic o en el manga, ese panel está expresando una idea, y cuando cortas a otro encuadre, debe expresar una idea distinta; lo mismo que una oración en literatura, por ejemplo, cuando pones punto y seguido, la siguiente oración ya está dando una idea distinta. Es una manera también de hacer crecer la tensión respecto al montaje de la película, porque a mí me molesta cuando empieza este ping pong en las conversaciones, de plano contra plano, y era una cosa que quería evitar. Elegí entonces un montaje lo más cercano a este tipo de animación, sobre todo al anime, como mencioné antes, porque era lo que quería explorar.

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En la película no sólo tratas sobre temas de experimentación genética, me parece que sugieres además algo desde la comida. Hablas no sólo de la experimentación con seres humanos, sino de la manipulación genética en muchos otros niveles. ¿Este tema era parte de la conversación en los Estados Unidos en ese momento?

Sí, existían ya películas como Gattaca. Desde los noventa y hasta principios de los dos mil, todo el tema de la ingeniería genética era muy popular, pero la idea de la película era plantear más preguntas que dar respuestas. O sea, hay muchos indicios en la película para cosas que se van a desarrollar después en Corazón azul, o incluso algunas no se contestan. La idea era crear falsas expectativas en la narración constantemente para que no supieras qué suelo estabas pisando. Para mí es muy importante en el cine crear la sensación de incomodidad. Hay una opresión constante. Claro, esa fue mi primera película y hay muchas cosas que no me gustan, por supuesto, pero sí rescato el intento de crear una atmósfera distinta. Yo siempre he sido enemigo del realismo. El realismo no me interesa, para nada.

¿Abrir muchos temas y dejarlos al espectador es también un propósito?

Para mí Cucarachas rojas es una película que sobre todo juega con los elementos del melodrama, la ciencia ficción está más como elemento para crear estas atmósferas, que para ser explicada. Es decir, me interesa más la ficción que la ciencia en ese sentido.

¿Y el escenario este, en Nueva York, también podría ser cualquiera, me da la impresión de que va más sobre el tema de las megalópolis?

Sí, aprovechando que estaba en Nueva York, me dije, bueno, esta es una historia que tiene que suceder en un país del primer mundo, ya cuando regresara a Cuba no iba a poder hacerlo, pues ya, vamos a hacer una historia que se pueda contar aquí.

¿Desde entonces todo el trabajo de posproducción de tus películas lo has hecho tú?

En este caso, para el bichito que sale del diente, me ayudaron unos amigos de Cuba, Fernando Morlans y José Manuel Cruz, pero el resto de los efectos especiales los hice, fue mi primera vez en un largometraje, porque lo había hecho en mis cortos. Yo no sé usar el 3D, yo lo que hago es la animación en dos dimensiones, que es algo que viene también del anime, de mover capas. Pero sí fue la primera vez que hice corrección de colores, fue mi primera experiencia intensa con el digital, con el Final Cut 3.

¿En cuánto al título, aunque es Cucarachas rojas, la cucaracha no es lo central?

Bueno, mucha gente ve el título y, por supuesto, en lo que piensa es que se trata de una película sobre el comunismo, porque soy cubano, pero es que a mí las cucarachas siempre me han fascinado, porque son animales que pueden sobrevivir hasta a hecatombes nucleares y además son despreciadas por la gente, un poco como los protagonistas que causan asco, repulsión. Pero me interesa también que cada cual lo interprete como quiera.

¿Con qué cámara filmaste?

Con una Canon GL-1 en Mini DV.

¿Y qué luz usaste?

La luz fue una que compré en el Barrio Chino de Nueva York, era muy barata, costó 10 dólares, es prácticamente una palangana con un bombillo. Todavía la estoy usando por cierto, hasta en Corazón azul la estoy usando, a veces para rebotar, todavía la tengo.

¿Y no te interesaba en Nueva York tocar un tema cubano?

No, porque yo llegué a Nueva York y no conocía a casi nadie realmente. Entonces dije: “pues voy a aprovechar precisamente el hecho de que estoy completamente desconectado de Cuba y voy a hacer algo aquí que no tenga nada que ver con Cuba”.

Pero realmente hay algún guiño, una alusión a Cuba en el nombre, ¿tal vez inconscientemente?

Reamente no pensé en eso, es que a mí los colores primarios siempre me han llamado la atención, el azul, el rojo, realmente no pensé para nada en política con esta película, más allá de que por supuesto siempre me han interesado los personajes inadaptados, y ya de por sí eso es una posición política. El hecho del incesto hace que los personajes se distingan de la masa, entonces también me llamó la atención contar la historia por eso. Siempre de una manera u otra, por razones políticas o por cualquier razón, los personajes de mis películas son personas que no encajan.

Tu trilogía incluirá Cucarachas rojas, Corazón azul, ¿y cuál sería la tercera?

La tercera está en forma de novela, se titula Mar rojo, mal azul, esa no sé cuándo la pueda hacer. No es una trilogía que continúe la narrativa, pero el personaje Nick que interpreta Jeff Pucillo, el amigo de Adam, que empieza a trabajar en DNA21, es un personaje importante en Corazón azul.

Fotograma de Cucarachas rojas 2003 de Miguel Coyula | Rialta
Fotograma de ‘Cucarachas rojas’ (2003), de Miguel Coyula

¿Y la película se exhibió en Cuba?

La película se estrena en Nueva York, se escribe una crítica en Variety, y empieza a dar vueltas por festivales fuera de Cuba, ganó varios premios en festivales de películas de microcinema, esa era la época en que todo el mundo estaba haciendo películas con Mini DV, y hubo una explosión de películas hechas en casa, así prácticamente sin presupuesto. Un año después se pone en la Muestra de Jóvenes Realizadores, en 2004. Pero no, curioso, espera, ahora me acordé de un detalle, en realidad la primera vez que se exhibe la película fue en Cuba, en el Almacén de la Imagen en Camagüey, en octubre de 2003, antes de ponerse en ningún otro lugar fuera de Cuba. Un poco después se puso en Nueva York, pero ese fue realmente el estreno.

¿Y Memorias del desarrollo, no está conectada desde ningún punto de vista con esta trilogía?

No, para nada, yo pensaba seguir con Corazón azul, que se llamaba Camino azul en aquel momento, para la que ya tenía escrito el guion, la primera versión, que ha sufrido no sé cuántas mutaciones desde entonces, pero conocí a Edmundo Desnoes y me concentré en el mundo de Memorias del Desarrollo, y dejé el otro proyecto paralizado hasta que terminé Memorias y me puse a trabajar. Lo que a mí no me gusta de Cucarachas rojas es que es una narración demasiado lineal. Después de hacer Memorias me di cuenta de que había otras maneras de contar que no estaban tan atadas a la linealidad, aunque la película es extraña por otras razones. Pero sí, la forma de contar fragmentada me llamó mucho más la atención después de hacer esta película, y descarté esa manera más tradicional de contar. En realidad mis cortos anteriores a Cucarachas también eran fragmentados, sobre todo El tenedor plástico.

¿Hubo alguna crítica aquí?

Sí, se escribieron críticas, de Frank Padrón, de Dean Luis Reyes, y le dieron el Premio Especial del Jurado en la Muestra ese año, 2004. Pero bueno, como sucede con todas mis películas en Cuba, no se estrenó en ningún cine de manera normal, fueron más bien proyecciones aisladas. Es mi única película, por otro lado, que tuvo distribución comercial en Estados Unidos, siendo la película que menos me interesa de las que he hecho. También coincidió con el último boom del DVD, o sea, salió en Tower Records que era la tienda más grande de DVD en ese momento, se distribuyó, y está en Netflix también, por discos, no está en streaming, pero todavía está en Netflix. Es curioso cómo Memorias no tiene distribución y sin embargo esta sí, quizás por tratarse de una historia más universal, pero te da una idea de que realmente lo que interesa fuera de Cuba es que no haya un anclaje demasiado fuerte sobre el contexto cubano, realmente tu obra deja de existir en cuanto a las posibilidades de mercado internacional, tradicional por supuesto, porque ha estado en las universidades, en festivales por el mundo, museos, pero la distribución tradicional, repito, es mucho más difícil de esta forma, por medio de un cine crítico respecto a la realidad cubana.

No quiero ser crítica de tu película, pero has hecho otras, esto de hacer cine independiente es algo que trata sobre la búsqueda de cada realizador para encontrar sus propias pautas, en tú caso parece que lo tienes todo en contra. El presupuesto, el estar en un país extranjero, hacer casi todo tú mismo.

En ese sentido sí fue una locura, porque en Memorias trabajé con un productor, David Leitner, éramos dos personas. En Corazón azul, ahora con Lynn Cruz, pero aquí si estaba completamente solo, aunque, claro, era mi primera película y tenía una energía desbordada, que después empieza a desaparecer, porque es difícil enfrentarse a una cosa así y después de veinte años seguir con la misma energía. Realmente, como nunca conocí otra manera de trabajar, incluso mis cortos los había hecho de la misma forma, me enfrenté a eso de manera natural, no había otra, sino la película no se iba a hacer, a mí nunca se me ha dado eso de aplicar a fondos. No sé poner en la planilla lo que quieren ver los inversores, en fin, yo soy una persona de acción. Salgo a filmar porque necesito sentir que la película avanza cada día, para mí, esto es lo fundamental.

¿Se podría decir que tu sistema es prácticamente la negación de que el cine es una industria, o tiene que hacerse únicamente de manera industrial o con muchos mayores recursos?

Sí, lo que fue mi primera experiencia con luces artificiales, entonces hay cosas con las que no quedé conforme. Cada película para mí ha sido un aprendizaje en cuanto a perfeccionar técnicas. En esta película hay muchas cosas en la imagen que hoy no me gustan, pero bueno, era necesaria esa primera zambullida, para después ir mejorando algunas cosas en las próximas películas. Este método de trabajo surge por necesidad.

¿Entonces todo esto implica correr un gran riesgo cuando asumes todo tú solo?

Sí, lo que pasa es que uno no se lo pregunta, uno empieza con esa energía y va saliendo. Lo importante es que les voy enseñando las escenas a los actores, como voy en orden cronológico, y eso también los mantiene interesados en el proyecto. Cuando no estás pagando, o como es el caso, ahora en Cuba, el salario que pagamos es mínimo, sencillamente porque la vida es más barata que en Nueva York. Es también difícil exigir a otros la misma disciplina que uno se impone a sí mismo, es duro. En Nueva York, en esa producción, no había ni dinero para pagarles los almuerzos a los actores, cada uno se pagaba lo suyo. En ese sentido fue bastante extremo.

¿Y ellos han continuado su carrera como actores?

El único que siguió fue Jeff Pucillo, que interpreta a Nick, trabajó en otras películas, y ahora repite el personaje en Corazón, los demás terminaron haciendo otras cosas. Jeff también trabajó en Memorias del desarrollo. Pero el resto, alrededor de a los treinta años, paró. Es que allá existe una maquinaria terrible. Lo que espera la industria de los físicos, por ejemplo, es brutal. Talia, la actriz, decía: “En los Ángeles no voy a poder encajar”, porque a ella no le gustaba su nariz. Recuerdo haberle dicho que su nariz era lo que la hacía ser única, esa es una virtud, pero es que esa es una sociedad y, sobre todo la industria del cine, en donde tienes que tener un rostro que parezca salido de una fábrica de muñecos, en el caso de los protagonistas. Eso para mí es terrible, o sea, realmente para el cine independiente uno debe buscar físicos y personalidades con mundos interiores que no estén en unas caras más tradicionales, digamos, más televisivas, pero lamentablemente no funciona así.

¿Y en el caso de la distribución, ahora desde Cuba, cómo te las arreglas?

Si, ese es otro problema, hablamos de cómo hacer la película, pero está ese otro problema, dónde la pones. Es una suerte que hayamos podido hacer este evento aquí, fuera de Cuba en festivales sí puedo ponerlas, pero aquí, después de haber hecho el documental Nadie, en 2017, ya no puedo proyectar ni siquiera de manera aislada, como fue antes, una película en un cine, por eso sí, surgen estos espacios, por suerte, repito.

¿Qué buscas en tus películas a nivel de contenido?

Sí, el cine que me interesa es un cine incómodo, no tiene sentido hacer un cine independiente, en el sentido de que lo financias de tu bolsillo, pero que responda a fórmulas narrativas o a un cine complaciente, más cercano a la industria, o sea, el propósito es que sea independiente en contenido y en forma, ese es el sentido del cine independiente para mí.

Disculpen esta pregunta, no quiero desviar la atención, pero me gustaría saber tu opinión respecto al nuevo decreto ley que dicen, por fin, autorizará la producción independiente en Cuba, que al mismo tiempo depende del ICAIC.

Lo más perturbador para mí es que dice que toda esa nueva producción deberá hacerse bajo los principios de la revolución, además que te den un carné lo veo completamente incompatible con el hecho de ser independiente. ¿Cómo vas a serlo si te están creando un carné? Jamás he pedido un permiso para filmar, ni en Cuba, ni fuera de Cuba, pero claro tengo la ventaja de tener un pequeño equipo, lo que hago es estudiar los lugares, las locaciones, para hacer todo lo más rápido posible, para mí esa es la mejor manera de hacer lo que quiero, seguir fuera del radar, porque la verdad es que la burocracia es así en todas partes. En Nueva York también tienes que pedirlo con varios días de antelación, y pagar, y si es como en mi caso, películas que no serán nunca éxitos de taquilla, no tiene sentido tampoco.

¿Te quería preguntar sobre cómo haces todo de una manera tan distinta, cuando te has enfrentado a otras audiencias, cómo ves que perciben tu cine, o más bien, tu práctica, porque imagino seas un caso muy extraño también para tus colegas, teniendo en cuenta cómo se organiza una producción audiovisual tradicional?

Bueno, hace poco un colega le comentó a Lynn que yo me demoro mucho y que la gente no está para pasar ese trabajo. La verdad, te iba a comentar también que, en Cucarachas rojas, el momento en que salen los carros de policía, fue real, venían persiguiendo a alguien y entonces lo filmé. Comencé a pensar, bueno, cómo se resuelve la falta de presupuesto, sencillamente tienes que aprovechar los accidentes que sucedan. De hecho, en Memorias del desarrollo, sí lo hice mucho más. Cuando la vean les pondré los planos, antes y después de la manipulación digital, o de situaciones, que a partir de ellas se construye una escena, porque encuentro algo que tiene posibilidades dramatúrgicas, y entonces construyo una escena a partir de eso, que aquí lo hice en algunos momentos pero estaba más amarrado por el guion. Y en cuanto a qué piensan, no sé qué piensan, no tengo muchos contactos, casi todos los colegas del medio se han alejado después de la censura. Estamos bastante aislados, bueno aquí está Sheyla Pool, pero realmente no sé.

A Lily, la protagonista, uno la asocia más con el cine francés, por ejemplo, ¿te interesó este enfoque por tus influencias del cine internacional?

Sí, el cine europeo en general, a mí me gustan mucho las películas de Godard, Bertolucci también, que filmó en Francia. El cine italiano de la misma manera me ha interesado mucho, Antonioni sobre todo por el manejo de la imagen. Yo busco siempre una profundidad e intensidad en la mirada, es algo que veía en los animados japoneses, esa estética, gran parte de esa estética femenina de los anime, es algo que busco cuando hago casting a las actrices, incluso looks que quizás no sean los de la heroína, sino más bien de la villana, las caras largas, las narices pronunciadas, siempre me han llamado la atención. Por ejemplo, en el caso de Cucarachas rojas, cuando estuve en Japón con la película, los japoneses se enamoraron de Talia, estaban fascinados con ella, también por las narices largas, que son menos frecuentes allá, pero yo creo que va más allá de eso, y fue una confirmación tremenda de que estaba en sintonía, en cuanto a la atmósfera que quería transmitir y la estética. Como esa fue gran parte de mis influencias, fue increíble poderlo ver en Japón, un país que culturalmente me había influenciado tanto, a través de la animación, en la infancia y la adolescencia. La mujer fatal es un personaje también que esconde sus sentimientos, y entonces eso la hace más interesante, porque muchas veces no dice lo que está pensando. Hay que descifrarla o interpretarla, a través de sus acciones, de una manera colateral, más que frontal.

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LYNN CRUZ
Lynn Cruz (La Habana, 1977). Licenciada en Pedagogía en la Universidad de Matanzas (2000). Graduada de Actriz de Teatro Dramático en la Escuela de Teatro para Actores Profesionales (2004-2006). Tras cinco años como actriz de teatro en Cuba, Colombia, Alemania, debutó en el cine con el filme Larga distancia (2010); rol aclamado por la crítica, y que le valió asimismo la nominación a los premios Caricato y Llauradó. Protagonista del largo experimental Corazón azul, que se filma desde 2013. Actuó igualmente en La pared (2006), Próceres (2011), Nadie (2017) y ¿Eres tú, papá? (2018). Mejor Actriz en el Festival Le Cayenne de Nueva York, por su desempeño en el filme venezolano El niño (2015). Desde 2015 colabora con Havana Times, donde tiene una columna de opinión. Su novela Terminal fue Mención en el Premio Gaveta 2018, que concede la República Checa. Actualmente coordina la Muestra de Cine Independiente-Cine Pendiente y organiza el primer Festival Internacional de Cine Alternativo en el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR), que dirige la artista visual Tania Bruguera.

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