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Hamlet Homeless

Este texto teatral fue escrito por su autor para homenajear a los miles de cubanos que el 11 de julio de 2021 se lanzaron dentro y fuera de Cuba a pedir libertad y el fin del gobierno de La Habana.

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Maleconazo de Elsinor

Yo
no
seré
H
A
mlet.

Me pararé en el muro del malecón y contemplaré
el mar. Una ola vendrá a mi encuentro
y me invitará a decir
mi recitación,
a hablar conmigo mismo
y en voz baja,
a preguntarme y a dudar.

Callaré.
No diré nada.

Náusea me dará la mentirosa
y prefabricada reflexión, el falso debate
del problema, la ilusa búsqueda de una solución.
Asco el doble libreto de la capital: uno para uno,
La Habana 1994 y otro para ellos, Alí Babá,
entre individuo y libertad
la soledad de un abismo.

No seré Hamlet pero
me llegará
el maleconazo de Elsinor
y aprenderé
la primera protesta.
Allí gritaré por mi derecho a fuga:
––Claudio, ya que te has tomado el trabajo de bajar
hasta aquí desde tu altísima torre
y que vestido de militar
nos preguntas a todos
qué pasa y qué es lo que queremos
yo te digo en nombre mío
y el de toda esta
gente.
Abre esta Isla
que nos queremos ir de aquí.
No dejes que esta bahía nos trague
que esta bahía nos sepulte
ante la mirada impune
de todas tus glorias, de todos tus dones, de todas
tus medallas. Danos al menos un horizonte
de locura, un horizonte de sal,
porque en este lugar ya no tenemos casa
ni país y cualquier cosa
es mejor que una tierra sin techo,
una tierra con amo,
sin ilusión.

Me montaré en una balsa
y llegaré a Cayo Hueso. Haré mía una tierra
extranjera, pero no pararé de pensar
el resto de mis días en lo que ya saben.

Esa ansia, ese anhelo.
Esa Cuba nuestra que no sale.

Esa ansia, ese anhelo.
Esa Cuba nuestra que no sale.

Esa ansia, ese anhelo.
Esa Cuba nuestra que no sale.

Al día siguiente de mi partida, de mi exclusiva ausencia, la roca fortificada recuperará su tino, la masa de agua volverá a su marco, el océano a su límite. Seré olvidado lentamente con la misma suavidad conque se pule a una roca, con que se hunde un cuchillo en el corazón de un cerdo animal para el banquete del cochino.

Toda mi historia será fuertemente sujetada
hasta que el último de mis recuerdos   
pare de chillar
y de latir.

Me tocará desaparecer
pero donde quiera que esté
sabré qué pasa y estaré al tanto.
Estaré lejos pero siempre cerca. Afuera pero siempre adentro.
Pasarán veinte o treinta años, qué importa. Cuando llegue el momento como un perro sabueso sabré orientarme en dirección al mar. Y en un abrir y cerrar de ojos
me encontraré parado
en el mismo intento de cambio,
en el mismo punto,
en el mismo corte,
y otra vez no seré Hamlet.

Correré
en la dirección correcta
y me toparé con un agente de la Seguridad.
Me dirá: ––Apúrate Hamlet! Está a punto de comenzar
tu escena. Considera esta Isla tu Teatro Oficial.
––¡Qué cheo!, me pondrá encima del muro,
frente a la marea
y me alentará a decir mi soliloquio, pero
me daré vuelta y me dirigiré a los hombres
de paso: ––Yo no tengo
preguntas, ni monólogo interior.

––Nosotros tampoco –me dirá uno con un cartel en alto.
Un cartel escrito con odio, “Diaz Canel singao”, escrito con ganas, “Diaz Canel singao”, escrito sin miedo, “Diaz Canel singao”.

––¿A dónde vas buen hombre? –le diré.
––Donde me coja la libertad. Estoy harto –me responderá.
––Voy contigo –añadiré–, pero te advierto
que no seré Hamlet.

––Entonces sígueme, repatriado, o como quiera que te hagas llamar, que a la junta militar fascista no se le tumba con nombres, ni con cuentos chinos, ni con palabras, sino con gente.
Nos hace falta coro, unidad.

11-J. Julio de Lesa Humanidad

Será 11 de julio.
A la tarde se le abrirá una vieja herida.
Volverá a sangrar el mismo lado del crepúsculo.
Todo mi reino por una huelga Ricardo Tercero,
por una huelga general.

No seré Hamlet. Seré uno más del montón. Iré junto al cuerpo escuálido del acere, junto a la señora de las viandas, junto al niño de la cara limpia, junto al viejo de la bicicleta, el hombre de calle y de la chusma, me mancharé de turba, de muchedumbre. Me levantaré junto a los de la Güinera, Santa Clara, Las Tunas, Mayabeque. Me caerán a palos, a empujones y cuando corra la sangre un demonio asesino me gritará a la cara. “Hamlet, ¿qué esperas? Tú eres el príncipe de las tinieblas, saca tu espada y muéstranos quién es el verdadero carnicero”.

Lo pensaré tres veces.
Respiraré hondo y me aferraré al suelo.
Aguantaré los impulsos violentos de mi instinto sanguinario, isabelino, anglosajón.
Me quedaré quieto. Dejaré que me esposen
y que me lleven preso. Cuando esté seguramente atado en una celda de castigo veré a mi verdugo y le diré:
––Conozco mi pasado.
Sé lo que quieres.

Entonces
se me aparecerá la sangre misma en persona
y me increpará al oído.
––Qué pasa, príncipe mata-reyes,
vengo a buscar mi cuota.
No se tiene
un pasado matarife
por nada.

Una voz no deseada me sacará
de mi delirio místico.

––El Teatro está lleno
caro príncipe
repleto
de generales y condecoraciones
–me dirá el subteniente
a cargo de mis interrogatorios.

15N

––No deberías arriesgar tu buena suerte.
Solo queremos verte ser Hamlet.
Manchar de sangre toda la isla.
Jugar al número 15N. Perder la rosa blanca.
Pero si no te animas, tengo algo para ti.
Mira, esto es sangre en polvo, la raspé del suelo con una hoja de afeitar. Se la debes a uno de tus compinches. El muy puerco la olerá.
––Es para que te entones –tendrá la desvergüenza de decirme.
––Lo creas o no, es un narcótico de primera línea. Mi aporte a la sociedad psicodélica.
––¿Así le llama al totalitarismo?
Por último, como si fuera poco, pasará su nariz de elefante marino como una aspiradora por el borde de la mesa, tratando de absorber hasta el último grano.
Completamente drogado escuchará exactamente todo lo que nunca dije.

––Vaya, hombre, al fin vuelves en ti. Mira
que te has hecho de rogar.
––Usted se hace ilusiones. Yo no he dicho nada.
––Claro que has dicho.
––No, para nada.
––Has dicho que serás Hamlet.
––Más bien le he dicho una y otra vez
que no. No y mil veces no seré Hamlet.
Me mirará a los ojos
y me dirá colérico, a gritos.
––No puedes
decir sí y no al mismo tiempo.
––SÍ y no, sÍ y no, sÍ y no –le repetiré desafiante.
Será demasiado. Sacará su arma y me apuntará a la cabeza. ­
––Se acabó mi paciencia, si
no quieres ser Hamlet tienes que morir.

Escucharé un disparo largo
interminable
estirado en el tiempo,
pero no será
el mío. 
La cabeza del subteniente Matías caerá
a mis pies.
Veré a la libertad deseando
al pueblo.
Saldré a la calle. Correré en medio del júbilo
y de la multitud. Llegaré por fin a casa.
La puerta estará abierta.
Me sentaré a la mesa con toda
mi familia. Brindaremos.
Beberé un prolongado sorbo de vino tinto.

Sentiré un golpe lacerante en la sien. Veré una luz blanquecina que me cegará. Entonces todo habrá acabado. Estaré muerto.
Todo mi escape no habrá sido más
que una pasajera ensoñación
adoptada en los dos o tres segundos
previos a la caída.

                 Marzo 14, 2022, New York


* En el título “Hamlet Homeless”, ha de entenderse “homeless” con el significado de sin país.

VÍCTOR VARELA
VÍCTOR VARELA
Víctor Varela. Dramaturgo, ensayista y pintor. A lo largo de los años ha escrito, montado y dirigido obras teatrales en distintos escenarios del mundo, como en La MaMa Experimental Theatre Club y el Symphony Space, ambos en Nueva York. Como pintor, ha participado en Art Basell Miami con sus performances en varias ocasiones y en Art New York con la exhibición individual El arte como visión. En 1985 creó en La Habana Teatro Obstáculo, grupo con el que aún trabaja en Estados Unidos. Reside en Nueva York.

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