¡Pégame tu catarro!: Residencia de creación Inservi este octubre en La Habana

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Cartel promocional de la Residencia de creación Inservi 2019 (detalle)

Del 10 al 20 de octubre se contaminará más y a sabiendas La Habana, vía Inservi. Como Residencia de creación, Inservi nació en/desde el Laboratorio Ibsen, hoy Laboratorio Escénico de Experimentación Social (LEES), que a su vez proviene de “la movida generacional” del proyecto Tubo de Ensayo, “un espacio de promoción, confrontación y desarrollo de jóvenes teatristas en Cuba” –en palabras de Yohayna Hernández, una de sus fundadoras.

Quienes animan el LEES hoy rehúsan a abandonar las nunca quiméricas ganas de “movilizar el catatónico escenario cultural” de la isla, y –como sugiere el cartel de Fulanaletal para la convocatoria de la Residencia este año– no son de aguantarse los estornudos ni de morderse la lengua. Me refiero a las coordinadoras Marta María Borrás, la propia Yohayna Hernández, Dianelis Diéguez, Martha Luisa Hernández Cadenas, y también a las colaboradoras Maité Hernández-Lorenzo y Mercedes Ruiz, y otras “alianzas multiespecies” que han invadido y se han quedado gravitando en los aires del Laboratorio.

LEES copula en 2019 con el Colectivo Universitario de Disidencia Sexual (CUDS). Dos activistas chilenos, el creador Ernesto Orellana G., de Teatro Sur, y el biólogo Jorge Díaz, impartirán un taller que quiere vertebrar, descoyuntándola, disidiendo siempre, la Residencia. Allí desmontarán investigaciones-creaciones-pensamientos-imaginarios, “suyos” y “ajenos”, donde se involucran visiones sobre cuerpos-ciencias-libertades.

Inservi abre por cuarta vez su espacio de producción a creadores emergentes tentados por lo escénico en sus procesos creativos y de investigación. Este año serán cuatro los artistas residentes, quienes gravitan en el mundo de la danza y el teatro, fundamentalmente. América Medina, Edgar Ariel, Marien Fernández Castillo y Mai Nguyen (La Serre Art Vivans/Cooperación Cuba-Québec) serán tutorados por Saeed Pezeshki y Francisco Arrieta, ambos de México, y por el chileno Ernesto Orellana G., cuyas prácticas se avienen con las “artes vivas” que preconiza (y problematiza) el Laboratorio Escénico de Experimentación Social. Hablamos de proyectos sangrados y “sudados”, manchados, inseminados y promiscuos, “que ponen en crisis tanto lo disciplinar como la fuerza política y poética de una idea”.

En el llamado de la Residencia, que esta vez trae por título y tema “Las impuras. Unidad de contagio”, hay de todo como en boticas, si bien esto que nos recetó Inservi no es para salvarse cortando por lo sano, sino para enfermarse más, porque el que no se embarra no goza, porque lo que no mata engorda.

Pululan aquí feminismos: desde la boliviana Maria Galindo, “con su proyecto Mujeres Creando, su radio comunitaria Radio Deseo, su activismo en disidencias sexuales, su deconstrucción del gobierno de Evo Morales y sus políticas patriarcales, su lucha contra el Estado y los partidos políticos”, hasta la brasileña Suely Rolnik, con “lo que ha reflexionado y escrito sobre el inconsciente colonial y las micropolíticas del deseo”, pasando por la argentina Rita Segato, con “sus pedagogías de la crueldad” y “sus políticas de la desobediencia”. Y pululan pulsiones de las teorías (y las prácticas) de género y queer, así como “lecturas impuras” (Pedro Lemebel, Nelly Richards y Paul B. Preciado, con ese libro-grafiti Un apartamento en Urano. Crónicas del cruce) y luchas y “voces del sur”, como las de Valeria Flores, “maestra tortillera”, activista, escritora.

Emergen y se yerguen en Inservi maneras de contagios que buscan el desborde y no los bordes, que hacen máquina con gestos de irreverencia y exploran “las posibilidades de ser otro, otra, otrx”, tomando las disciplinas indisciplinadamente, como vivas y cambiantes, proteicas. Porque –como se pregunta y se responde la Minipunto–: ¿“qué es ser impuras” sino “aniquilar cualquier representación chea y manida de lo que somxs”, “desvirtuar paradigmas”, pensar las impurezas “desde el arte, el género y la práctica del LEES”, practicar “la flexibilidad de los procesos y los laboratorios”, más allá de producir y hacer obras?

Lo “improducible”, en término de obra de arte incompleta e imperfecta, incómoda, en su durando –para decirlo con Alberto Garrandés– invade Inservi, porque encandila a LEES, “como un lugar de resistencia”, de descolonizar desde el cuerpo, des(en)marcándose de lo identitario, ac/rtivando la imaginación, el collage y el bricolaje. Lo imposible no. Por eso el espacio físico de esta residencia de creación abarca el colaborar con tres escaleras de un proyecto comunitario emergente que se halla en el corazón del Vedado, cerca del parque de Mariana Grajales, en Calle C entre 23 y 21. Allí LEES metió mano, puso el cuerpo y ambientó, haciendo más que vivible el patio interior del lugar, y volvió transitables las escaleras para acceder a él, como remanso y punto de encuentro y actividad.

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En términos contextuales, esta “Unidad de Contagio” (que quiere disidir sexual, política, científica, artísticamente, aunque se sabe a medio empollar) se empezó a gestar en un momento álgido: alrededor de las discusiones de la reforma constitucional cubana y tras la manifestación LGBTI por el Prado habanero el 11 de mayo, donde “las Martas” pusieron grito y presencia; y en fecha donde se respira la incomodidad ante el eterno aplazamiento del Código de familia, sin hablar de que sesionarán en pleno “período coyuntural” cubensis –ese colapso de órganos inenarrable–. Quienes gestan LEES e Inservi están más que en mood para “contagiar y crear alianzas impuras entre artistas, activistas, investigadores, vecinos en Cuba… y militancia” que vienen del Sur y van a todos los puntos cardinales.

En Inservi 2019, que cuenta con el apoyo del Consejo Nacional de las Artes Escénicas, se ha soñado mucho más. Habrá un espacio de diálogo para compartir proyectos/activismos con Lidia Romero (El Atelier de la libreta, Afrodiverso) y se ha abierto la convocatoria para participar en el taller Isla. Paisaje escénico, proyecto que conducirán Saeed Pezeshki y Francisco Arrieta.

Por si fuera poco, estará su fanzine Las Impuras, que se corporaliza como taller, como entramado y sesión de rasgado y encolado a lo art attack, manufacturado, artesanal, y del que ya salió el número 1 y saldrá por estos días el número 2. En sus páginas se me antoja que podrían ir bien aquellas consideraciones donde Calvert Casey, que era fan de la maja desnuda como de Las impuras de Miguel de Carrión, se burlaba en Memorias de una isla de la pacatería del patio y le cantaba a esta novela de este modo:

Su denuncia de la hipocresía y la mojigatería es, por contraste, elocuente y altamente efectiva, y es el motivo reiterado de su obra, como si hubiera querido hacer caer por un extraño placer reiterado entre nosotros, el delgado tabique a ambos lados del cual conviven extrañamente en Cuba […] una rancia mentalidad provinciana, que atraviesa todas las clases, y la más libertina y relajada actitud ante la vida.

No sé tú, pero yo “quedo abierta al contagio”. ¡Patologías que haya, que salud se sobra!

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JAMILA MEDINA RÍOS
Jamila Medina Ríos en poesía: Huecos de araña (Premio David, 2008), Primaveras cortadas (México D. F., 2011), Del corazón de la col y otras mentiras (La Habana, 2013), Anémona (Santa Clara, 2013; Madrid, 2016), País de la siguaraya (Premio Nicolás Guillén, 2017), y las antologías Traffic Jam (San Juan, 2015), Para empinar un papalote (San José, 2015) y JamSession (Querétaro, 2017). Jamila Medina en narrativa: Ratas en la alta noche (México D.F., 2011) y Escritos en servilletas de papel (Holguín, 2011). Jamila M. Ríos (Holguín, 1981) en ensayo: Diseminaciones de Calvert Casey (Premio Alejo Carpentier, 2012), cuyos títulos ha reditado, compilado y prologado para Cuba y Argentina. J. Medina Ríos como editora y JMR para Rialta Magazine. Máster en Lingüística Aplicada con un estudio sobre la retórica revolucionaria en la obra de Nara Mansur; proyecta su doctorado sobre el ideario mambí en las artes y las letras cubanas. Nadadora, filóloga, ciclista, cometa viajera; aunque se preferiría paracaidista o espeleóloga. Integra el staff del proyecto Rialta.

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