Carlos Pabón Ortega
Un manifestante durante las protestas masiva en Puerto Rico en 2019

El último libro del historiador puertorriqueño Carlos Pabón Ortega, Después del “fin de la historia (Ediciones Laberinto, San Juan, 2020), constituye una publicación relevante que es digna de celebrar. Por un lado, lo es porque aborda temas muy urgentes como la fragilidad de los derechos humanos, los populismos emergentes, el recrudecimiento de los nacionalismos y las xenofobias, los recientes estallidos sociales, la crisis medioambiental y la hegemonía neoliberal frente a la cual resulta difícil replantear la posibilidad de concebir algún socialismo democrático. En efecto, este libro parte del diagnóstico de que vivimos en una suerte de presentismo, inmersos en una época que parece haber cancelado la posibilidad de un futuro emancipador. Sobre ese diagnóstico, Pabón ofrece ciertas pistas para intentar entrever lo que él llama “lo común”, retomando el término de otros autores como Negri, Hardt y Subirats. Por otro lado, esta publicación también es relevante no sólo por su contenido urgente y propositivo, sino también por su singularidad en relación al lugar de enunciación desde dónde se inscriben estas reflexiones en torno a las relaciones entre historia, lo político y el presente.

La propuesta de Pabón se enuncia desde una noción de lo contemporáneo sugerida por Agamben en un conocido ensayo de 2008. A partir de un poema de Mandelstam, el filósofo italiano aboga por la necesidad de percibir nuestro tiempo como un entrever en la oscuridad. Su idea es apelar por un desfase temporal que nos distancie de nuestro propio tiempo y evite alumbrarnos demasiado por las dinámicas en las que estamos inmersos. Considero que es precisamente esa fisura distanciadora en la que se sitúa Pabón, lo que origina varios rasgos de su reflexión. Una de ellas es que no da por sentado varios términos de uso común. El autor le devuelve el peso a palabras como fascismo, neoliberalismo, soberanía, nacionalismo y socialismo que han sido muy manidas tanto en los discursos académicos como en espacios más mediáticos. Como bien señala, son términos que han terminado por convertirse en meros signos moralizantes, vaciados de contenido y de historicidad.

Vinculado a la necesidad de rehuir del vaciamiento de ciertas palabras hay un deslastrarse de la autoridad sancionadora. Estamos ante un libro que no busca aleccionarnos con certidumbres sino ofrecernos más preguntas que respuestas. La puesta en causa de dogmas se expresa en una variedad de paradojas que terminan desenraizando los lugares comunes. Por ejemplo, Pabón impugna la equivalencia entre neoliberalismo y globalización, y entre fascismo y posfacismo ,al tiempo que problematiza las bondades de la autogestión comunitaria y filantrópica y cuestiona la supuesta antinomia entre Estado y neoliberalismo. Todas estas problematizaciones tienen el efecto de colocar las reflexiones del libro en un lugar difícil y singular que intenta, por un lado, no perder de vista la experiencia directa en el propio contexto y, por el otro, franquear los límites ombliguistas hacia una reflexión transversal que comprenda otros espacios. La combinación entre las discusiones sobre experiencias históricas como la del liberalismo, el keynesianismo y el socialismo realmente existente, y las de momentos clave recientes en Puerto Rico –como lo fueron el paso de los huracanes María e Irma en el 2017, y las manifestaciones masivas del 2019–, resulta sumamente productiva. Este diálogo entre la propia experiencia, y la reflexión histórica y filosófica, evita el posicionamiento desde una atalaya aséptica, emisora de los grandes relatos totalizadores tan comunes en la academia universitaria y evade también la encerrona del yo tan rentable para los nichos identitarios, incluido el ideológico.

Todas estas peculiaridades hacen que nos encontremos frente a un libro que no es estrictamente académico ni está dirigido a un lector erudito. Sin embargo, tampoco busca un proselitismo partidista, aun cuando es claro que hay una propuesta y un compromiso con una izquierda democrática. Compromiso, no significa aquí reduccionismo ni propaganda, sino una necesidad de problematización estratégica que tienda puentes con un campo más ancho de lectores porque, a fin de cuentas, cualquier imaginación de un futuro alterno pasa por la mayor inclusión posible.

El historiador puertorriqueño Carlos Pabón Ortega
El historiador puertorriqueño Carlos Pabón Ortega

Ahora bien, como mencioné líneas más arriba, este es un libro que abre muchas interrogantes. En ese sentido, abre la discusión sobre temas de los cuales podríamos seguir tirando del hilo. Menciono apenas tres: el papel del Estado y las nociones de memoria e imperialismo.

Tal como sugiere el título del libro, las reflexiones se concentran en un presente que vendría ocurriendo después del fin de la historia anunciado por Fukuyama a finales de siglo pasado, o de lo que Pabón prefiere llamar, como Traverso, poshistoria. A partir de 1989, se habría producido un nuevo tiempo poshistórico que canceló la posibilidad de pensar proyectos alternativos al capitalismo. Sin embargo, es clarísimo que hay una historia que se continúa. No se trata tanto de un final, sino de continuidades no resueltas. Hay un hilo conductor que está pendiente al menos desde los autores que se revisan a partir del siglo XIX y que tiene que ver con la incógnita de qué hacemos con el Estado. El Estado es ese gran elefante irresuelto en nuestra sala de lo contemporáneo. Así, el último capítulo  del libro, “De Marx a lo común”, resulta un nudo en el que entrelazan todas las demás cuestiones abordadas: ¿En qué términos y con qué tipo de Estado deberían interactuar los recientes movimientos sociales, ¿sigue siendo deseable un Estado fuerte o un Estado sostenido sobre el principio de soberanía?, ¿es posible deslastrar al Estado de los nacionalismos y de otros ismos identitarios?, ¿cómo reenfocar los derechos humanos por fuera de las instancias de las ciudadanías rubricadas por los Estados nacionales?, ¿de qué manera imaginar un Estado que no se vea restringido por las cortapisas del capitalismo global, pero que no dicte el espacio de lo común?

En relación al tema de la memoria, el libro alude a la construcción de relatos históricos para asegurar la hegemonía presente. Sin embargo, se podría afirmar que, a partir del fin de la Guerra Fría, más que la conformidad con un discurso meramente presentista, lo que se está produciendo es una gran ansiedad por volver a un marco binario cognitivo que devuelva cierta legibilidad sobre las dinámicas de poder y geopolítica. La Guerra Fría acabó, pero parece que seguimos entrampados entre una izquierda estatista autoritaria (o más francamente, un capitalismo de Estado), y una derecha neoliberal y/o populista igualmente autoritaria. Para ponerlo en términos latinoamericanos, parece que tenemos que decantarnos entre Bolsonaro o Maduro, o entre solidarizarnos con las víctimas del uribismo o las de Díaz-Canel, porque unas simplemente sirven para silenciar a las otras.

A lo largo de la obra de Pabón, es claro que lo que busca abonar es una discusión en la que no haya que alinearse con este tipo de binarismos. En este libro, de hecho, vuelve sobre la necesidad de rehuir de ciertos maniqueísmos abrazando algo que incluso, a mi juicio, Traverso no logró sortear del todo en su libro sobre la melancolía de izquierda. Me refiero al poder mirar hacia atrás sin dejarse capturar por la nostalgia. Uno de los méritos de Después del “fin de la historia” es que se hace cargo de la experiencia autoritaria y excluyente no solo del liberalismo y el fascismo sino también de la izquierda. En ese sentido, la revisión que elabora de las tradiciones invisibilizadas dentro de la izquierda es sumamente sugerente. Particularmente, las voces y movimientos sociales disidentes que quedaron cancelados por partida doble –primero por una mentalidad estalinista y luego por el consenso neoliberal–, resultarían muy ricos y sugerentes para pensar “lo común” sin pasar por ese binarismo cognitivo que la nostalgia busca restituir. El libro de Pabón deja, así, la puerta abierta para una futura exploración de experiencias como las de los movimientos democráticos del 56 en Hungría y del 68 en la otrora Checoslovaquia. A este debate habría que agregar también la experiencia de la marea rosada latinoamericana. A diferencia de la ausencia generalizada de expectativas sobre el futuro, buena parte de nuestra región, sobre todo en la primera década del siglo XXI, sí tenía un horizonte de expectativas desde la izquierda. Hacer un ejercicio analítico sobre los daños y contribuciones de ciertas experiencias de la izquierda más recientes y que puedan ponerse a dialogar con otras durante el siglo XX –tal como Pabón hace entre el fascismo y el posfacismo, por ejemplo– , serviría para potenciar la imaginación de proyectos que no estén atados a lo meramente reactivo, o a la mera dependencia por oposición a un núcleo epistémico neoliberal o capitalista. Es decir, aquí la tarea sería la de una reconstrucción de la memoria de la propia izquierda, apartada de cualquier nostalgia romantizada o meramente restauradora.

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Cubierta de ‘Después del “fin de la historia”’ , de Carlos Pabón Ortega (Ediciones Laberinto, San Juan, 2021)
Cubierta de ‘Después del “fin de la historia”’, de Carlos Pabón Ortega (Ediciones Laberinto, San Juan, 2021)

Por último, queda también abierta la posibilidad de revisar las nociones de imperialismo y antimperialismo. ¿Sería deseable continuar sosteniendo una subjetividad antimperialista en un hipotético socialismo democrático? El antimperialismo es uno de esos términos que tampoco hay que dar por sentado. Es necesario desenraizarlo del sentido común y restituirle su historicidad fuera de los abstraccionismos universalizantes. Cabría problematizar su captura soberanista, su relación con el poder del Estado, y con una izquierda que no ha podido articular respuestas a largo plazo frente a la crisis actual. Pabón asoma esta cuestión en relación a la izquierda independentista puertorriqueña y su reacción, por ejemplo, frente al movimiento de Bernie Sanders, pero sería también sugerente extender esta relación a otras izquierdas latinoamericanas e incluso la española con partidos como Podemos. La discusión sobre el lastre autoritario del antimperialismo, fuertemente vinculado a una mentalidad binaria guerrerista, militarista, verticalista, identitarista y de instrumentalización del estado de excepción, es uno de los tantos elementos que se conectarían a las reflexiones de este libro. Sin duda, Después del “fin de la historia” es una contribución abierta y plural que nos permitirá seguir pensando cómo imaginar un futuro mejor.

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MAGDALENA LÓPEZ
Magdalena López. Doctora por la University of Pittsburgh, es investigadora del Centro de Estudios Internacionales del Instituto Universitario de Lisboa (ISCTE-IUL, Portugal) y del Instituto Kellogg para Estudios Internacionales (Universidad de Notre Dame, Estados Unidos). Escribe sobre las relaciones entre poder, cultura y literatura en el Caribe hispano. Es autora de los libros El Otro de Nuestra América: imaginarios frente a Estados Unidos en la República Dominicana y Cuba (Instituto Internacional de Literatura Iberoamericana, 2011), Desde el fracaso: narrativas del Caribe Insular Hispano en el siglo XXI (Verbum, 2015) y de la novela Penínsulas rotas (La Moderna, 2020). Ha publicado diversos artículos en revistas académicas y de divulgación y ha sido profesora invitada en la Universidad de Salamanca (España), la Universidad Católica de Córdoba (Argentina) y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (México).

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