El artista cubano Hamlet Lavastida relata su experiencia de detención, prisión y destierro para ‘El Estornudo’

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Hamlet Lavastida
Hamlet Lavastida (foto: KÜNSTLERHAUS BETHANIEN)

A apenas tres días de su salida de prisión, el artista cubano Hamlet Lavastida conversó, este 28 de septiembre, con el escritor y periodista Carlos Manuel Álvarez sobre su experiencia de detención y reclusión en Cuba, y su posterior destierro a Polonia, donde se encuentra desde el pasado 25.

La entrevista es parte de un grupo de diálogos promovidos por la revista El Estornudo bajo el título “Exilio, destierro y migración en el totalitarismo cubano”, con escritores, artistas visuales e intelectuales que han protagonizado algunos de los eventos más significativos de los últimos meses en el marco de las protestas y confrontaciones experimentadas entre el poder político y la sociedad civil de la isla.

Hamlet Lavastida es uno de los artífices más destacados del paisaje artístico insular contemporáneo. Su obra se configura como un antídoto contra la violencia de la ideología totalitaria. Por medio de una apropiación de la iconografía y el imaginario de la política cultural de la Revolución, y de la intervención en el archivo histórico que dicha política ha ordenado, el creador ha procurado mostrar el habla de un poder que controla los cuerpos y las mentalidades.

En junio pasado, a su regreso de una residencia creativa en Berlín, y después de cumplir con el protocolo sanitario de aislamiento impuesto por la pandemia del coronavirus, Lavastida fue forzosamente trasladado a la Unidad de Instrucción de la Seguridad del Estado Villa Marista, acusado, en un primer instante, de incitación a la rebelión.

La conversación entre el artista y el escritor cubano Carlos Manuel Álvarez abordó la estancia de Lavastida durante 87 días en la prisión Villa Marista, y luego en una casa de protocolo de la propia Seguridad del Estado; su relación psíquica y corporal con el espacio prisión; la rutina de los procesos de interrogación, así como el resto de las dinámicas coercitivas desplegadas contra él por la policía política; y las condiciones bajo las cuales se produjo al final su destierro a Polonia.

Lavastida revela, por ejemplo, las condiciones físicas de la celda donde estuvo recluido, los términos en que se dieron sus sucesivos (y cada vez más intensos) interrogatorios, la incitación a autoinculparse sufrida continuamente…, en su intento por exponer la performance que soporta el terror totalitario velado a los ojos de la ciudadanía.

De manera que el testimonio de Lavastida trata de explicar la dramaturgia orquestada por el poder y el propósito de este de anular a los individuos que desafían la identidad (política, ideológica, civil…) instaurada por el Estado en el país. La revisión que realiza el artista de su caso se extiende a un análisis de los protocolos de vigilancia ejecutados por el Gobierno sobre los cuerpos y las subjetividades del individuo, y los mecanismos ejemplarizantes desplegados por el poder político a nivel penal.

Cuando en la charla repasa las experiencias arrastradas durante esos tres meses, el artista muestra la cara interior de un gobierno que insiste en privar a sus propios ciudadanos de los derechos y la libertad que les pertenecen. Con todo, entre los momentos más relevantes del diálogo, destacan esos en que Lavastida explica las estrategias de resistencia que encontró para escapar a la violentación, fundamentalmente psicológica, que sufrió todo el tiempo de su reclusión.

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Incitados por los testimonios del artista, varios participantes de la charla en Facebook, dejaron sugestivos comentarios a propósito del caso de Hamlet Lavastida y el debate suscitado alrededor del mismo. La crítica de arte cubana Janet Batet apuntó: “Ya desde febrero [el periodista oficialista] Humberto López había fabulado en entrevista con un fiscal que podría juzgarse a los residentes fuera de Cuba. El caso de Hamlet, creo que fue justo para disuadir a otros residentes en el extranjero, especialmente artistas, de pronunciarse en contra del régimen y después tratar de entrar a Cuba. Uno de esos castigos ejemplarizantes típicos de las sociedades totalitarias”. En otro instante, el poeta de la isla Javier L. Mora comenta, a raíz de la desestabilización psicológica experimentada por Lavastida en prisión: “El ponerle un número al reo o detenido despersonaliza al individuo y le hace creer psíquicamente que no vale nada. Es un golpe muy duro para la estabilidad mental del sujeto”.

La charla con Hamlet Lavastida, que permanece en el perfil de Facebook de El estornudo, es un excelente recurso para recobrar conciencia e influir en la Historia reciente del país. Exponer la composición verdadera del Estado, su economía de dominación es esencial para desmontar el terror político en que viven los cubanos.

Según anunciaron desde El estornudo, “Exilio, destierro y migración en el totalitarismo cubano” continúa este 29 de septiembre con la poeta y activista Katherine Bisquet, también expulsada del país.

         

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