El artista cubano José Bedia sugiere ‘Poner el universo en orden otra vez’

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‘Deidad de las casas’ (acrílico sobre lienzo), José Bedia, 2022.
‘Deidad de las casas’ (acrílico sobre lienzo), José Bedia, 2022. FREDRIC SNITZER GALLERY.

José Bedia muestra su producción de los dos últimos años, a partir de este 20 de febrero, en la Fredric Snitzer Gallery, uno de los espacios líderes en el mercado del arte del sur de Florida, ubicada en el vecindario conocido como The Arts & Entertainment District, en el centro de Miami.

La exposición se nombra Poner el universo en orden otra vez y continúa las investigaciones creativas de Bedia en torno a las culturas indígenas y las tradiciones de los pueblos originarios frente a la imposición de los saberes y costumbres llevada adelante por la modernidad occidental.

Poner el universo en orden otra vez es un título perfecto para una exposición de José Bedia en el contexto de caos mundial vivido en los últimos dos años a causa de la pandemia. Ese titular recuerda una definición del artista que escribiera el crítico de arte Orlando Hernández: “aunque su obra se dirige velozmente al futuro, lo cierto es que José Bedia se ha pasado la vida mirando hacia atrás, hacia el pasado, hacia tradiciones tan viejas como el mundo, tradiciones que aún tienen mucho que aportar a nuestra desequilibrada e incompleta contemporaneidad”.

El artista incluye en esta muestra un grupo de trabajos inspirados en sus más recientes viajes a esa otra temporalidad que se experimenta en Malí y Burkina Faso, en África Occidental. El artista intervino allí un grupo de textiles hechos a mano, a medida que se realizaban en un centro comunitario de Segú (Malí). Un viaje vital y creativo que expande la curiosidad que ha movido a Bedia a rendirle tributo a culturas premodernas de muy diversas regiones durante toda su trayectoria.

‘Poste frontiére’ (‘Poste fronterizo’), acrílico sobre tejido artesanal, 2021.
‘Poste frontiére’ (‘Poste fronterizo’), acrílico sobre tejido artesanal, 2021. FREDRIC SNITZER GALLERY.

“Bedia ha estudiado el arte ritual de las culturas tribales del mundo en la creencia de que existe un lenguaje universal del cosmos y la existencia. […] El ciclo eterno de la vida y la muerte, la naturaleza sagrada de las plantas y los animales, y los rituales chamánicos de transformación son temas comunes en su obra”, anota la galería.

El trazo sencillo, claro, sin estridencias o subrayados, vuelve a ser un rasgo característico de Bedia en esta muestra. Poner el universo en orden otra vez ratifica su vocación por la simplicidad: “Los materiales deben ser sencillos como las ideas. No me gustan las decoraciones innecesarias ni los barroquismos”, ha dicho el artista.

En la exposición actual, la única excepción a esta regla, donde el trazo se hace menos limpio, es el de las pinturas a gran escala que dominan la galería principal, en las cuales el artista deslizó sus manos por la superficie de la pintura barriendo parte de esta y dejando sus huellas. “La figuración y la iconografía espiritual se mantienen, pero ahora se combinan con nuevos tonos vibrantes de amarillo, rosa, turquesa, naranja y azul”, agrega la nota de presentación de la Fredric Snitzer Gallery.

Bedia ha trabajado también en ocasiones anteriores con grupos indígenas de México. Es el caso de su intercambio con una comunidad que todavía conoce las técnicas precolombinas para hacer a mano el papel amate, material que ha usado el artista cubano para enmarcar algunos de sus dibujos.

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La inclinación artística de Bedia por los rituales y tradiciones premodernos tienen asidero en su experiencia de vida. Desde muy joven es sacerdote de la Regla del Palo, religión afrocubana de profunda raíz conga, además de ser miembro de la Native American Church, de origen indígena.

El artista es considerado hoy una de las figuras más relevantes del arte cubano contemporáneo y entró a la escena pública de las artes visuales en Cuba cuando con poco más de veinte años participó en Volumen Uno (1981), en el Centro Internacional de Arte de La Habana, exhibición que es considerada como el punto de inicio de la revolución estética de los años ochenta en la isla. Entre otros datos que avalan su amplio reconocimiento público se encuentran que fue elegido para representar a Cuba en la Bienal de Venecia de 1990 y que obtuvo una beca Guggenheim en Nueva York dos años más tarde.

Actualmente, sus obras forman parte de colecciones como la del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana; el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York; el Museo Fogg de la Universidad de Harvard, en Cambridge (Massachusetts); el Museo Guggenheim de Nueva York; el Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington, DC; el Whitney Museum of American Art de Nueva York; el Philadelphia Museum of Art de Filadelfia, Pensilvania; el Ludwig Forum für Internationale Kunst de Aquisgrán, Alemania, y el Perez Art Museum de Miami, Florida.

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