La presente entrevista al cineasta cubano Eliecer Jiménez Almeida, que publicaremos en tres partes, tuvo lugar en 2019, en la muestra Cine Independiente-Cine Pendiente en su ciclo de directores, que organizó en La Habana el Instituto Internacional de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR). Esta segunda parte sucedió a la proyección del filme Entropía (2013).
Entropía se podría decir que es un parteaguas en tu cine.
Estaba trabajando Entropía al mismo tiempo que Persona. Me quedaba tres o cuatro horas editando Persona y lo mismo con Entropía. Así me salía de Persona, que me afecta mucho, y me metía en Entropía, me enajenaba y gozaba. Eran los principios de “el paquete” y empezaba a aparecer mucha información. Yo me decía, coño, cómo hay tantas cosas, cómo hay conocimientos aquí, y cómo hay ignorancia también en mí. Encontrarse con todo eso de momento… tú dices, bueno, vamos a ver si esto lo sabe alguien en algún momento, ¿no?
Lamentablemente este tipo de película no ha sido vista por mucha gente aquí en Cuba. Ha tenido más suerte afuera. Entropía, cuando la vio Roberto Smith, que era el presidente del ICAIC, se enfadó mucho porque él aparece ahí censurando una película en una grabación. Él, en vez de decir “bueno, estoy censurando una película, coño, qué mal hice”, ¿no?, o “no lo volveré a hacer”, que es lo que yo haría… en lugar de eso vino a meterme el pie a mí, así, guapo, bravo, y me dijo: “Tú sabes que te voy a denunciar por usar una grabación que me hicieron a mí sin consultarme, y tú la tienes ahí, además te vas a meter en tremendo problema y en Cuba tú no vas a hacer nada”.
¿Dónde habías presentado la película?
Entropía ganó un premio o dos, no me acuerdo, en un festival muy pequeño que se hace en Holguín, que se llama Por Primera Vez, y la embajada holandesa me dio una beca para hacerla. En Holguín pasó una cosa muy curiosa, me dieron el premio, y el día que se fue a poner no se veía. Yo no tenía otra copia, porque eso era en una época de DVD, no es como ahora. Cuando miro el DVD por abajo era como si lo hubieran puesto en el piso y lo hubieran rayado, estaba totalmente rayado. Y, bueno, todo el mundo ese día ahí, que era el de la premiación… y yo me había ganado un premio, provincianamente, como es en Cuba. No le quito ni el mérito al premio, ni al jurado, ni al festival, que hacían un esfuerzo por hacerlo, pero al mismo tiempo soy crítico y digo: “bueno, había cien personas allí, no es tampoco algo tan trascendental”. Yo odio el trascendentalismo. (Ya no sé para dónde cogió la conversación). La cosa es que no se pudo ver más nunca la obra…
¿Fue la segunda vez que se exhibió?
Sí, era la segunda, pero a la primera fueron solo como cinco personas…
¿Por qué la fecha de la película es 2013-2019?
Bueno, porque pasó una cosa: la universidad de Yale se interesó por todo mi trabajo. Entonces hice una colección que son veinte trabajos en Blu-ray. Cogí y mejoré todo, incluyéndoles subtítulos en inglés, porque en Estados Unidos, donde vivo, ese es el idioma, y a toda la gente que haga cine, ya sea en español, en chino o en checo, se le pone subtítulos en inglés para que quien se interese pueda ver la película.
Puede que la gente esté prejuiciada con Estados Unidos, con el gobierno, con Donald Trump, Hillary Clinton, lo que sea, pero es el país donde más se investiga, donde se sabe de cine, donde se hace un cine industrial, y donde también se hace un cine independiente. Se hace de todo, eso es inevitable, y, bueno, gracias a Dios, estamos en el proceso de que la universidad de Yale compre todos mis trabajos para tenerlos en su colección. Y eso para mí es muy importante, independientemente de que Roberto Smith se ponga bravo. Nadie lo mandó a interpretar tan triste papel.
¿Fue durante la censura de Despertar en la Muestra de Jóvenes Realizadores que Ricardo Figueredo grabó el audio de Roberto Smith?
Ricardo es una persona muy cercana a mí. Cuando tuvo el audio me dijo: “Mira lo que tengo aquí”. Y yo le dije: “Dámelo, que lo voy a meter en una cosa muy loca ahí que estoy haciendo”. La verdad que Entropía es una experiencia visual. Yo no creo que sea una película en sí, un videoarte o un documental, es una experiencia visual de un descubrimiento personal que va encaminando todas mis inquietudes políticas de esa época y mi manera de pensar. Es decir, es todas las cosas que yo fui en una época. Aunque me haya equivocado, no me voy a llevar recio ahora, no me lo merezco…
Usas a Fidel Castro al tiempo en que superpones imágenes de publicidades.
Bueno, yo como quiera que le pueda dar cocotazos a Fidel Castro, se los voy a estar dando. Y es que ha sido una persona tan lamentable para todos los cubanos, los de aquí, los de allá y los de acullá. A mí me parece el discurso de la Revolución cubana muy bien estructurado, me parece que funciona tan bien como el discurso de la Coca-Cola o de McDonald. Son cosas internacionalmente conocidas, y porque ha funcionado la maquinaria publicitaria detrás es que la Revolución cubana ha sido exitosa en eso. Aquí todo ha sido un fracaso y Fidel Castro lo ha convertido en victoria, es decir, Fidel Castro es un genio, un genio del mal, del egocentrismo, pero un genio. Y es la persona que engranó esa maquinaria publicitaria de la Revolución.
Tú y Miguel han estado en muchas universidades, y lo primero que les dicen cuando llegan allí es el discurso de la salud y la educación. Entonces tienes que empezar a hablar de que todo esto es una mierda… bueno, pero a mí siempre me saltan tres o cuatro puertorriqueños de turno que están allí con la bandera roja. Y yo soy muy apasionado y los mando pal carajo, y al final terminamos tomando ron, porque los puertorriqueños son muy cubanos y los cubanos muy puertorriqueños. Volviendo a Entropía, la cosa era mezclar el carácter publicitario de la Revolución con el carácter de la publicidad, el discurso más cheo de la Revolución, y sobre cómo hemos asimilado la ausencia de publicidad, que es lo que realmente mueve al mundo, sin demeritar otras cosas, pero darse a conocer es muy importante…
En Entropía se podría decir que cuentas también historia del cine: F for Fake, Citizen Kane, Potemkin… ¿Pudieras contar sobre la elección de fragmentos de estas películas?
Bueno, cuando uno tiene la edad que yo tenía ahí… Bueno, yo soy un adolescente tardío, yo soy una persona a veces inmadura. Yo era joven y estaba sorprendido con todas esas cosas que había visto: El ciudadano Kane y El acorazado Potemkin. Ahora que me recuerdas eso te quiero decir una cosa, que fue muy estructurada y pensada, sobre la secuencia que sale del Acorazado mezclada con Memorias del desarrollo. Me interesaba reflexionar que la violencia, ya sea revolucionaria o contrarrevolucionaria, era igual de violenta, y no tomar un partido sobre las cosas, pues para eso están los políticos, es decir, soy una persona. Me gusta que todo fluya en un buen ambiente y que cada cual tenga su idea de las cosas. Para mí es importante pensar que la violencia, independientemente del bando, es algo repudiable. Entonces vemos la secuencia del Acorazado cortada en mil pedazos con imágenes de Memorias del desarrollo cortadas también, que son la violencia revolucionaria y la contrarrevolucionaria siendo la misma violencia. Entropía está llena de muchas ideas, algunas inconclusas, algunas de sorpresa, que hasta yo mismo me sorprendo cuando las veo. No sé si te respondí…
¿Cuál es el cine cubano actual que te interesa?
A mí me encanta el cine que hace mi generación: Miguel Coyula, Ricardo Figueredo, Alejandro Alonso…
Por aquí llevamos ya cinco meses de muestra y en el público hay muchos más artistas visuales que cineastas.
No, no, yo creo en mi generosidad y en lo que yo pueda darle a mi gente: en eso yo creo absolutamente. Y no es que descrea de la generosidad de una persona, sencillamente si eres generoso conmigo te lo agradezco, pero no te lo exijo. Los que estamos aquí somos lo mejor del mundo y yo agradezco mucho eso. No me interesa si es una, veinte o cien personas, es decir, la persona que viene es muy especial para mí, porque me está dando su tiempo que es valioso, por venir aquí y estar conmigo…
El comentario sobre tu película me recuerda al Titón de Memorias del subdesarrollo que describe su película como un collage. ¿Cómo te surgió la idea?
Bueno, cómo funcionan los metarrelatos. Estoy aquí reciclando todo lo que me encontré y me gustó. También tiene que ver con cómo se construye desde el reciclaje y la perspectiva de a veces no frenarte. El acto creativo del cine pienso que no debe frenarse por condiciones económicas, o de censura, o miles de condiciones que se puedan presentar. Entropía no necesitaba nada más allá de reciclar imágenes y transformarlas, es decir, el acto creativo está aquí en el hecho de ir más allá, de que no hay nada, construimos con la nada, hacer algo con la nada. Ese es mi consejo para la gente, no sé si es un consejo o no, es el hecho de no apocarse, de decir: yo sí puedo.
Se siente también tu olfato de periodista. Por ejemplo, el momento en que Robertico Carcassés usa el escenario como tribuna para demandar derechos. Un acontecimiento importante entre los artistas críticos.
Me encanta eso, yo hubiera querido estar ahí, eso fue lo último que puse, ya después que estaba decidido a dar el corte final. Yo nunca digo que este es el corte final, quizás dentro de quince años esté aburrido en la casa y le meta otro poco de cosas ahí. Nunca hay un corte final para mí, me excedo, uno está haciendo la misma película. Uno hace la misma película desde el primer corto o el primer largo, es decir, es la película de tu pensamiento, de cómo es la memoria, de cómo la memoria olvida o recuerda selectivamente. A mí eso me entusiasma mucho.
Se podría decir que Entropía es también el retrato del lado oscuro de la Revolución ¿No temías que se viera como contrapropaganda?
Hay muchas cosas ahí con las cuales no estoy de acuerdo hoy. Eso es lo más normal del mundo, porque esa es la evolución de un ser humano. Eso es normal aquí, yo he estado en desacuerdo con cosas que hice en el pasado, pero tengo que sobreponerme a eso. Si es la contrapropaganda, no sé, yo prefiero equivocarme. Si fallé, fallé, lógico. Yo no tengo problema en ofrecerle disculpas a ninguna persona, no soy una persona orgullosa, y mucho menos vanidosa. Lo que hago en primer lugar es para divertirme yo, pasarla bien, no sufrir, porque yo soy un ser humano. Si me emociono, y esto lo he dicho un montón de veces toda mi vida, si me emociono, me rio, me pongo triste, sé que otra gente va a poder hacerlo, porque siempre hay gente que coincide conmigo en muchas cosas. No trato de hacer algo por tener miedo de otro algo, para mí eso es importante, por tener miedo a hacer un documental porque va a hacer la contrapropaganda de la propaganda, no. Yo voy y lo hago porque es la película que sentía en ese momento.
Aunque hoy te digo, yo estoy en desacuerdo con muchas cosas, yo hoy no tengo el mismo cariño que sentía por Titón en esa época y por gente política que está ahí metida en eso. Es decir, por gente que para mi primera época estaba muy bien, pero ya yo no soy una persona tan ingenua, aunque lo sigo siendo de alguna manera. Yo he roto un poco con esa gente, es decir, me he distanciado de ellos, me he distanciado emocionalmente, porque son gente que ni siquiera conozco, ni quiero conocer. No conocí a Titón, ni lo quiero conocer, bueno, en el infierno nos encontraremos, porque a mí no me toca el cielo, pero a él tampoco le tocó. Te digo a Titón por mencionarte a alguien, ya se murió, el pobre…
No podrá defenderse nunca más…
Es mejor hablar de los vivos, no vaya a ser que me pase como a Joel del Rio, que me den una galleta…
Haces referencia a Titón en tu obra, y no quieres saber más de él…
A mí Memorias del subdesarrollo me parece muy buena película, pero yo le quitaría una secuencia que odio, que es la de “el hambre está en América Latina…” ¿Por qué eso, viejo? Pero, bueno, eso es problema de él con su editor.
Pero una secuencia no hace la película…
A mí no me gusta Casablanca y la gente dice: “yo me derrito con eso”. A mí me parece una cosa aburridísima.
Reutilizas de alguna forma el agitprop de los años sesenta e, incluso, de más atrás, también de Eisenstein…
Eso uno no lo elige, eso lo elige a uno, el destino, las cosas, el juego de cubilete, o la cubanidad que es una cosa horrorosa, o lo que sea. A mí me gusta eso, trabajo editando deporte en Univisión en los Estados Unidos, me pagan tremendo sueldo y en el horario que tengo para dormir me pongo a hacer Now y esas cosas, porque es lo que me gusta a mí. Es decir, hay que distinguir la cosa profesional, por un lado, y la cosa que tiene que ver con tu vida, tu vocación. Yo no sé cómo explicarte, cómo elijo eso, a mí no me interesa nada industrial, repudio el ICAIC tanto como a Hollywood, o al Festival de Cannes o la Muestra de Venecia, todo eso me parece un poco postalita.
Tuve la posibilidad de estar en la Muestra de Venecia como espectador y salí de allí asqueado. Primero porque todo el mundo te aplasta: esa cantidad de masa de gente loca, histérica, y vestidos como mamarrachos ahí, aplastándote, y tú no sabes cómo entrar para el teatro ese, y terminas aplasta’o ahí. Yo fui un solo día, y me pasé todos esos días ahí, y fui con mi esposa a ver arquitectura, que es más interesante, un ambiente menos pretensioso, unas cosas extraordinarias en esa ciudad que se está hundiendo. Eso es una locura, a mí el cine ese de gente pretensiosa, intelectuales, me mata…
No… Ojalá hubiera más intelectuales en el cine …
O, bueno, la gente que se pasea con las bufandas y esas cosas…
¿Por qué elegiste el camino más difícil o cómo ese camino te eligió a ti?
Yo nací en un país complicado como todos los que estamos aquí, un país complejo; un poquito más complejo de lo que pensamos y menos complejo de lo que creemos. Tempranamente me di cuenta de que no encajaba en los cánones de esta sociedad y no es por ser avant garde ni nada de eso, sino porque yo tengo otro sentido de lo que es la libertad, y de defender mi libertad. A mí no me interesa si la gente de aquí no quiere pelear su libertad, yo quiero pelear la mía, y eso no encajaba ni con el ICAIC, ni con la Escuela de Cine, o el movimiento nacional de video, la UNEAC, la AHS, con nada de eso…
Entonces yo no tengo que ver con nada de eso, yo tengo que buscar mi camino, que me entusiasma mucho. Ni siquiera Vértov, ni Eisenstein, ni Bergman, ni nadie de esa gente. Hay dos o tres gentes de mi generación que yo los descubro (Miguel Coyula, Ricardo Figueredo, Alejandro Alonso), que no son ni una generación ni nada, que veo que estamos en un canal más o menos similar, y eso a mí me fascina. Me digo: “Coño, no estoy solo”. Hay un diálogo ahí, aunque no nos lo propongamos, y el diálogo es la defensa de la propia identidad, personalidad, individualidad, sobre todas las cosas. Eso me entusiasma a mi más que Memorias del subdesarrollo, que Titón, que el ICAIC, que Nicolasito, que Santiago Álvarez, que toda esa gente, que todo el ICAIC junto, y todo eso.
Claro, es tu momento.
Pero hay gente que venera esas cosas y sigue en el pasado, me parece muy bien… “Yo tampoco”, como decía Dalí…
¿Pero rechazas entonces los logros del cine cubano clásico? ¿No hay una contradicción en tus influencias iniciales?
Creo que a todas las personas que nos interesa el cine cubano y que estamos en el cine cubano de alguna manera partimos de ahí. No renuncio a eso, no quiero sentirme ahora como el tipo que se aparta de eso. Todo el mundo parte de ahí de alguna manera y empieza a ver esas cosas, y tú dices: “Está bien, qué bueno”. Te entusiasma en una época de tu vida, no es una época de tu vida a la que tú renuncias ni nada de eso, lo que tú ya no te sientes parte de eso…
Claro, estás construyendo tu obra…
Sí, ya esto es del 2013, lo que ahora en el 2019 se le puso un subtítulo más bonito, pero ya, no sé, bajanda con eso. Bajanda con Titón y toda esa gente. Ya… Tú sabes por qué me molesta tanto, porque hay una generación, que no se puede llamar generación, que es la generación de nosotros que tenemos entre veinte y cuarenta, y entonces los críticos nacionales y la gente que estudia el cine están ahí desenterrando muertos, desenterrando a Titón todos los días, desenterrando a Julio García Espinosa. No, mi hermano, usted no es un sepulturero, usted es un crítico de cine que, si se respeta, habla de la realidad que está ahí, de las películas de ahora.
En mi caso, he tenido la suerte de que escriban de mi obra en revistas en los Estados Unidos, pero tú debes ser reconocido en tu país. Yo he tenido la suerte de que me inviten a universidades en los Estados Unidos. He tenido otra suerte, otros caminos. Disfruto mis caminos, no me detengo en los fracasos, sino en las posibilidades que tengo de abrir caminos. Entonces, tú sabes, a mí esa gente que me rechaza, echando, no me interesa. Titón a mí me hubiera rechazado porque él era demasiado revolucionario y yo soy demasiado anárquico, y yo prefiero la soledad, detesto esa gente que quiere hacer cine con quince asistentes y veinte fotógrafos.
Es que no podrías porque no existía el digital en esa época…
Hay gente que la hubiera hecho en 8 mm en ese tiempo. A mí no me parece, no es que no quiero. Juan Carlos Alom hace películas en 16 mm todavía, tiene más o menos la misma edad que nosotros o quizás es un poquito mayor. Quizás se hubieran podido hacer en aquella época.
Algunas de tus películas se han exhibido en Cuba, al menos una vez. Sería bueno saber más sobre eso, porque has padecido censura más o menos solapada.
Usufructo se puso mucho, Entropía se puso dos veces. En Holguín, se rompió la copia, pero yo me divertía con eso. Tú estabas, ¿te acuerdas, Miguel, que yo me divertía? Tú estabas muerto de la risa, y nosotros metiendo cerveza y gozando. Es muy penoso porque tú quieres que las cosas se vean, tú no quieres estar censurado ni nada de eso…
En el documental que le hizo Manuel Herrera a Julio García Espinosa, él ahí habla…
Ya volviste a esa gente otra vez….
No, es que me gusta la historia… Y me gusta ver siempre las dos versiones. No me gusta simplificar la historia.
¡Ño!, me dio duro…
En ese documental él cuenta que cuando hicieron El mégano la policía llegó. O sea, hay similitudes con el presente. Para ellos la Revolución significó quizás la expectativa de un nuevo mundo.
Lo que pasa es que la dictadura de Batista duró del 52 al 59, y la de ahora lleva 60 años…
Con El mégano ellos querían incluso que la policía destruyera la película para crear un mito.
Pero no se lo hicieron, el tipo le fue a explicar al policía lo que era el neorrealismo italiano y el policía le dijo: “Tú lo que eres es un comemierda”. Vaya, que no estaba falto de razón…
¿Pero estás de parte del policía?
No, yo no estoy de parte del policía, lo que pasa que esa no era la respuesta…
Ellos respondieron desde su visión del mundo. Yo también me he enfrentado a la policía y he hablado desde la mía. ¿Tú crees, por ejemplo, que el muro de Berlín cayó solo para Alemania?
Cuando cayó el muro de Berlín yo tenía seis años, 1989. Yo nací en 1983, y por muchas razones no me enteré qué cosa era el muro de Berlín. Vine a enterarme en la universidad, no por la universidad, sino por curiosidad personal. Estoy fascinado de que se haya caído el muro, es decir, quisiera que se cayeran todos los muros posibles, y que se “cayera” el malecón también… No voy a decir Fidel, porque ya es una piedra, pero sí que se caiga Díaz-Canel, y que se caiga de culo, y se le parta una vértebra…
Pero a ver, te hago la pregunta…
Es inevitable, eso es un acontecimiento a nivel mundial que nos afecta y de vez en cuando uno se siente entusiasmado, uno es cubano, yo quiero que este país mejore para todo el mundo. Quiero vivir aquí, yo no quiero vivir en Miami, ni en New York, ni nada de eso, pero es muy agobiante vivir aquí. A mí no me gusta venir aquí y decirle a la gente el infierno que es esto, porque, tú sabes, son mis compatriotas, mis amigos, y no quiero agobiarlos más de lo que están… No todo el mundo se da cuenta, yo viví treinta y un años aquí, y era un comebola aquí.
También fuiste adoctrinado de alguna forma.
Claro, es muy difícil que alguien de la generación de nosotros no haya dicho en algún momento “pioneros por el comunismo…” obligado o no obligado, cosa con que el Che no hubiera estado muy de acuerdo, si no lo hubiesen matado. Soy una persona de convicciones fuertes, y mis convicciones se pueden confundir en un momento determinado, y me puedo equivocar, y lo he hecho. Mis convicciones estuvieron equivocadas, durante mucho tiempo, es decir, yo pensé también que la Revolución era algo liberador, pero no, no lo es, lamentablemente me equivoqué…
Ayer contaste cómo te expulsaron de la universidad… ¿Fue ese el momento del cambio en ti?
Ese es el momento, un punto de giro muy fuerte. Hice un reportaje, una cosa muy mal hecha, entre reportaje y documental, un material sobre los baños de la Universidad de Camagüey que estaban muy sucios, y eso desató un proceso largo de dos años en que me botaron de la universidad…
Y yo no sé qué hacer con mi vida y voy a contárselo a mi papá. Todo eso fue un proceso largo de angustia y reflexión sobre lo tonto que fui toda mi vida. Fui un muchacho comemierda que fue a cortar caña porque me crie en el campo. Eso es muy idiota, porque te sientes muy trajinado. Por eso mi asunto con el comunismo y con los Díaz-Caneles es personal, independientemente de otros factores de índole personal como la desaparición de mi hermano, la prisión de mi hermano de 14 años por hurto y sacrificio de vacas, la desaparición de mi hermano en el mar tratando de huir de este país. Son cosas muy fuertes para mí.
Por eso yo me cago en Fidel y me limpio con Raúl, ¿me entiendes? Todas son vivencias muy duras que te hacen ponerte en un lugar histórico contrario a esto, no como otra gente. No tiene que ser necesariamente con gente de Estados Unidos, o en China, o Hong Kong, que tú dices: “Coño, esto es una mariconá, como tú me vas a hacer esto a mí, no me lo merezco…”
Es curioso, cuando hablas de estos temas en tus películas lo haces de un modo frío y aquí tienes más pasión.
No, tienes que distanciarte. Si tú quieres que sea serio, no te puedes involucrar tanto en eso. Estar involucrada es inevitable, pero estar involucrada hasta aquí… Es decir, la pincha es otra cosa.
¿Te has sentido identificado con otros cineastas al punto de colaborar?
Otra gente no se identifica, yo sí me siento identificado con un grupo de gente que quiero y apoyo todo lo que pueda…
Citas a tus contemporáneos, eso en Cuba no es muy usual.
Quiero hacer proyectos con la gente que quiero, son poquitos, no llegan a diez, pero quiero hacer proyectos con ellos de colaboración, los recomiendo en lo que puedo, es decir, para que tengan acceso a otras posibilidades.
Tengo un proyecto con Yimit que ahora mismo está parado porque allá eso es la candela, uno no para de trabajar. Los proyectos son la exhibición de dos cortos que hicimos en tiempos diferentes, el de él se llama Casa y el mío Para construir una casa. Los dos son de pintores y entonces tienen muchos vasos comunicantes. Me di cuenta por accidente. Yo le dije a Yimit: “Vamos a hacer algo con esto”. Y la idea es que íbamos a exhibir las pinturas de los pintores y los cortometrajes.
Quisiera hacer más cosas con la gente esa que te digo que quiero. Hay gente que tiene la misma edad que yo que más nunca me voy a asociar con ellos. Mira, te voy a poner un ejemplo, tengo la mala lengua esta puñetera: pero no, no voy a decir su nombre… Cuando a un director cubano le censuraron su película en el Havana Film Festival de Nueva York, un grupo que vivíamos en Nueva York y en Miami nos reunimos y escribimos una carta a la ciudad para quejarnos porque ese festival hacia dinero, nos quejamos fuertemente. Publicamos en muchos lugares la carta, creo que tú la firmaste, Miguel. Es decir, hicimos una campaña y conseguimos un cine muy importante en Nueva York para exhibir su película, y él jamás me respondió. Y estoy loco por encontrármelo, para decírselo: ¿Por qué, hermano? ¿Por qué uno te defiende y tú no te dejas ni defender?
Pero, bueno, son decisiones de la gente también. La gente tiene su proceso, no tengo que estar empujando a nadie, pero me molesta… Porque mi deber era ese. En Estados Unidos eso no se puede hacer, o no se debe hacer. Ahí la gente ha conquistado muchas libertades. Yo sé que ese festival lo supervisa el ICAIC, pero independientemente de quien lo organice, Nueva York no es La Habana…
Me acuerdo de que Andy García fue la primera persona que llamé y le dije: “Mira, necesitamos que nos apoyes en esto”, y Andy García respondió inmediatamente. Así mucha gente del cine cubano, pintores, escritores, gente de aquí y de allá. Es un poco ingrato ¿no? Vaya, aunque sea decir “mira, no quiero…”. Me gustaría que él estuviera aquí para no estar hablando a sus espaldas, porque eso puede ser muy feo, ¿no? A mí eso no me gusta… Pero yo me lo voy a encontrar, yo me lo voy a encontrar… A lo mejor me lo encuentre y me mete una galleta, y entonces se forma la cagazón… Él no me cae mal ni nada, la acción fue lo que me molestó.
Obviamente no es por uno, es por el cine, si dejas que te pisoteen, sientas un precedente para otros colegas.
Fue un grupo muy grande de personas que se puso de acuerdo para hacer eso. En mi caso personal yo lo estaba haciendo por él, y cuando él no me respondió, yo me di cuenta de que yo lo estaba haciendo por mí, es decir, por defenderme a mí mismo. Pero siempre molesta que no te respondan, aunque sea para decirte “muchas gracias, no me interesa”.
Es que muchas veces la gente no quiere cortar del todo con la institución. En el caso del Havana Film Festival de NY, la orden de censura seguramente venía de Cuba.
Claro, aquí dieron la orden… Porque es una cadena más larga… Oye, caballero, aquí hay que estar claro en una cosa, aquí nadie es contrarrevolucionario, la revolución es la que está en contra de nosotros, esa es la cosa…
Cuando sufrimos la redada policial por el documental Nadie en el 2017, nosotros no recibimos apoyo público de ningún cineasta, de ningún intelectual en la isla. Pareciera que nosotros nos merecíamos esa injusticia por haber elegido un espacio no institucional para mostrar la película. Por eso hablábamos de que es importante hablar del presente.
Bueno, en el caso mío el pasado me ha servido para hablar del presente también… Porque tú te das cuenta de que el pueblo cubano no conoce la historia de la Revolución cubana y entonces esos fragmentos que hay de Fidel Castro “que si vamos a ser eficientes terroristas”, y veinte años después dice que los terroristas son lo más malo del mundo, y entonces ¿cómo es él un revolucionario? Yo estoy en contra de la violencia. ¿Cómo es que él es un revolucionario y Posada Carriles es un terrorista? ¿Cómo se puede manejar eso? Yo no estoy justificando a nadie, pero ¿por qué uno es un revolucionario y el otro es un terrorista?
Exacto, pero si matas a otros seres humanos eres un asesino, sea cual sea tu etiqueta política. Es lo que decías de que podamos tener la capacidad de hablar del presente sin paternalismos.
Para mí es una herramienta para hablarte del presente, es decir, y para que la gente sepa que no es un asunto coyuntural, no es un problema de ahora, desde el momento en que tú decides fusilar a no sé cuántas mil gentes, coño, esto está muy jodido, ¿qué derecho tienes tú a quitarle la vida a alguien?
¿Dices que ya no eres el mismo que en Entropía?
No, hay espacios del pasado a los que no quiero regresar por el momento. No quiere decir que pasado mañana Titón me fascine. Descubrimos que hay una carta suya oculta donde dice que… Y descubrimos un misterio de la literatura… A mí lo que me parece es que es muy difícil ser un contemporáneo de héroes, hay héroes que te aplastan la vida… Me parece que es una gran equivocación pelearse con los Estados Unidos, pero es lo que me parece a mí. Es decir, tú no te puedes pelear con tu vecino más cercano con el cual has tenido una relación que ha ido evolucionando para bien.
La gente sigue pensando en la Enmienda Platt que se acabó hace dos millones de años. En el año 58 las relaciones eran bastante buenas, y Fidel Castro se dio cuenta de que Cuba tenía que depender de algún país más poderoso y eligió la URSS porque era la manera más fácil de establecer una dictadura más sólida. Estados Unidos hubiera permitido esa dictadura seguramente porque era propio del contexto, pero hubiera llegado el momento en que iba a ser difícil lidiar con eso.
Después, Estados Unidos se convirtió en el policía de Cuba, cuando el pacto aquel Kennedy-Jrushchov, pero cuando ese pacto, cosa que nadie se enteró aquí ni nada de eso, retiran los cohetes de Turquía, retiran los cohetes de aquí de Cuba y Kennedy se compromete a que Cuba no sea tocada hasta el día de hoy. Estados Unidos ignora a Cuba, independientemente de lo que Fidel Castro dijo toda la vida.
A mí me parece un gran error estar peleado con los Estados Unidos, no solo como gobierno sino también… es muy complejo, son cosas muy complejas, no hay explicación para eso, porque en Cuba el ciudadano no decide qué va a pasar con el gobierno. Lo más penoso, y yo siempre pienso en eso, es que todos nosotros, los que estamos aquí, nacimos muchísimo después de que la Revolución era una Revolución y todo eso, y ninguno de nosotros elegimos nacer aquí, ni elegimos que existiera una Revolución, y nosotros estamos cargando con el peso de lo que hicieron nuestros padres y nuestros abuelos. ¿Por qué? Si yo quiero vivir otra vida…
¿Cómo lidias con el sentido del tiempo en Estados Unidos, o sea el tiempo libre para crear?
Creo que tengo un ritmo paralelo que no es exactamente el ritmo que sigue la gente allí, pero tampoco está completamente desligado de ese ritmo. Es decir, Estados Unidos tiene otras complejidades. Me pasó una cosa que para mí fue importante, cuando Obama iba a venir aquí, a mí me invitaron con un grupo de gente joven a unas discusiones sobre el discurso que Obama iba a decir; es increíble como investigan las cosas que se iban a decir en el discurso. Cuando a mí me invitan a eso, vivía en los Estados Unidos, pero no era residente ni ciudadano ni social security tenía, que es lo más importante que hay. Yo era una persona ilegal, o sea, era un cubano en un limbo migratorio. A mí me invitan a eso, te imaginas que a ti te tomen en cuenta para una decisión presidencial tan importante sin tú tener ningún estatus en ese país. Alabao, mijo, yo respeto muchísimo eso… Obama mandó a asesores a reunirse con diferentes grupos generacionales de cubanos que viven en los Estados Unidos y se reunió con grupos de jóvenes muy diversos…
¿Cómo llegaste a esa reunión?
Yo no sé, a mí me invitaron, me llegó una invitación del Departamento de Estados. Yo me asusté: estoy preso. No, fui, me presenté allí, fue muy bonito y hablé, y lo que dije fue tenido o no en cuenta.
Fue una decisión entre Raúl y Obama que se tomó a puertas cerradas. Quién sabe todo lo que se discutió realmente…
Eso tiene niveles de complejidades. Nosotros no manejamos esa información. A mí me ha fascinado Estados Unidos por muchas cosas, pero hay cosas que detesto. Me encanta la educación de la gente allí, el respeto que se tiene por el talento de la gente, me encanta lo bien que pagan por el trabajo, me encantan las oportunidades que uno tiene de hacer allá, eso me fascina. Quisiera que eso estuviera aquí en Cuba, permutarlo de allá pa’ca.
Quisiera vivir aquí, lo que por muchas razones decidí vivir allá. Me siento bien en Miami, hay muchos cubanos y hay mucha gente en común conmigo también. Tengo más amigos allá que aquí. Aquí la gente no se quería acercar a mí por mi posición ideológica y política. Vivía muy aislado y, sin embargo, allá he tenido una experiencia muy diferente de vida. En fin, pero no es que yo quiera vivir allá, yo quisiera estar aquí, pero aquí es muy difícil, muy violento… Ideológicamente yo crecí, me eduqué aquí y tengo que ver con la Revolución cubana también, lo que pasa es que dado un momento me distancié de todo eso. No me distancié, rompí, distanciarse es que puedas volver y no creo que pueda. Tendrán que darme diez electroshocks, no sé, porque son cosas muy contrarias a mis convicciones personales. Ojalá que estuviera confundido, pero uno aprende y uno crece y se pregunta: ¿por qué maltratar tanto a la gente, por qué tanto maltrato, por qué ese odio al pueblo cubano? Nadie merece tanto maltrato, nadie merece vivir tan mal.