Desde 1913 hasta su muerte en 1967, Edward Hopper vivió y trabajó en un apartamento de Nueva York, en Washington Square Park. Desde allí y durante sus caminatas y paseos en tren, vio como la ciudad iba volviéndose más vertical con sus nuevos y proliferantes rascacielos. También observó el aumento poblacional de la gran urbe, cada vez más diversa y congestionada. Sin embargo, los paisajes de la ciudad más poblada del mundo que llegaron a sus pinturas siempre fueron solitarios.
Justamente, esta imagen despoblada, melancólica y poco habitual de Nueva York es el foco de una exposición en el piso 5 del Whitney Museum of American Art, ubicado en la misma urbe. La Nueva York de Edward Hopper (Edward Hopper’s New York) abrió hace unos meses y todavía puede verse hasta el venidero 5 de marzo.
La curaduría se ha centrado en la manera en que Hopper abandonó los lugares de moda neoyorkinos y decidió poner su atención en pequeños y aislados sitios que iban quedando al margen de la vertiginosa modernización urbana. Al artista debió atraerle “el choque incómodo de lo viejo y lo nuevo, lo cívico y residencial, lo público y privado que capturaban las paradojas de una ciudad cambiante”, dice la nota de presentación.
Con esta exhibición también se abre espacio para que el espectador observe otra de las características clave en la obra de Hopper: el enigma, el misterio o el suspenso. Muchos de los sujetos de sus escenas están pensativos, expectantes y claramente en tensión con alguna trama que no se nos revela.
En general, la muestra es una excelente oportunidad para adentrarse no sólo en el universo hipnótico de las grandes pinturas de Hopper, que casi pueden pasar por fotogramas de una película, sino también para echarle un vistazo a sus ilustraciones, dibujos y grabados, donde el artista estampó tempranamente sus primeras impresiones de la ciudad.
El Whitney Museum of American Art adquirió recientemente el Sanborn Hopper Archive, que contiene efemérides impresas, correspondencia, fotografías y diarios, de donde los curadores extrajeron, para esta exhibición, información valiosa que ayuda a entender más a cabalidad la trayectoria del icónico pintor.
Edward Hopper es uno de los principales representantes del realismo estadounidense del siglo XX. Durante gran parte de su vida, su obra pictórica no recibió el reconocimiento de la crítica ni del público, por lo que se vio forzado a trabajar como ilustrador para poner el pan sobre la mesa. En la actualidad, sus obras se han convertido en íconos de la vida y la sociedad moderna.