‘Ignípolis’: René Francisco retoma el arte geométrico en Madrid

0
René Francisco trabajando en una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.
René Francisco trabajando en una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.

Ignípolis es una idea que conduce a todos los cuerpos hacia un territorio en ascuas. Pone a los cuerpos en ascuas. Estar en ascuas, hasta el infinito. Ignípolis es una noción que nos propone habitar el mapa del fuego, de las rocas ígneas, de la devastación. Ignípolis no se conforma con eso, con la devastación, y construye sobre los restos cenizos. Ignípolis es también una pulsión creativa del artista visual cubano René Francisco (Holguín, 1960).

El proyecto, comisariado por Dayneris Brito, se expone desde el pasado 9 de septiembre, y hasta el próximo 10 de octubre, en el Estudio René Francisco Rodríguez (calle Nicolás Morales, 37, 28019), en el barrio madrileño de Carabanchel.

En conversación con Rialta Noticias, Dayneris Brito informa que Ignípolis agrupa siete piezas y es la primera exposición personal de René Francisco en Madrid. Al mismo tiempo, la muestra inaugura el estudio del artista cubano en la capital española. Aunque en febrero el espacio se abrió al público con otra exposición también comisariada por Brito, junto a Luis Sicre, Coro de cristales; la muestra ahora expuesta da lugar a un nuevo espacio galerístico en el ya atractivo –y codiciado por los creadores– distrito de Carabanchel.

Ignípolis es una serie completamente nueva. Quizá no deberíamos llamarla serie, pero es un proceso en el que René ha estado trabajando durante los últimos dos o tres años, desde que comenzó a vivir en Alicante. Las piezas se relacionan, en alguna medida, con el periodo en el que René vivió en Brasil, con mucha influencia del arte matérico y geométrico. Ignípolis es, pudiéramos decir, consecuencia de ese momento”, señala la curadora.

René Francisco trabajando en una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.
René Francisco trabajando en una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.

Y es consecuencia también de las exploraciones y (de)construcciones que René Francisco viene realizando en torno a la noción de ciudad. ¿Cómo se construye una ciudad? ¿Sobre qué se construye? ¿Qué se utiliza para su construcción? Cuando decimos ciudad nos referimos, también, a entornos urbanos que, como un palimpsesto, capa sobre capa, se asientan en una determinada forma de cohabitación.

Lo que sucede es que en Ignípolis la ciudad es vista como una metáfora, como una traslación de sentido. Sentidos múltiples que, como dispositivos, se ordenan a través de cajas, de montículos de cajas, de cajas que se adhieren unas a otras para crear ciudades expandidas. Lo que sucede es que las cajas se declaran incendiarias. Son cajas de cerillas –o de fósforos, como los llamamos en Cuba. Las cajas no arden, aún. Guardan la potencia del incendio, de la deflagración. Son altavoces. Anuncian el futuro flamígero que ya nos cae encima.

La urbanidad, llamémosle así, aquí, es transfronteriza. Ocupa espacios liminales entre lo que es y lo que no es. Entre la ciudad y su opuesto. Entre la urbanidad y su complemento: las llamas. El crítico y ensayista Iván de la Nuez así lo traduce: “Arder no es, precisamente, una función urbana. Aunque la relación entre el fuego y la ciudad arrastre, a partir del mismo nacimiento de esta, una larga historia. Desde aquel brote, súbito y bárbaro, llamas no han faltado en el devenir de la vida citadina. Lo mismo en remotos núcleos urbanos, levantados con adobe cocido por los sumerios, que en los contenedores de basura quemados de este siglo XXI”.

Una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.
Una de las obras pertenecientes a ‘Ignípolis’. Foto: cortesía del artista.

“«Ardió Troya», «estar en candela», «la vida te quema», «echar fuego por la boca», «pedir fuego», «poner las manos en el fuego», «arrimar la ascua a tu sardina», «sacar las castañas del fuego»”, son algunas locuciones que Iván de la Nuez trae a colación para recordarnos que el fuego, esa reacción química de oxidación, está presente en nuestras vidas como otro cuerpo que se nos infiltra. Para recordarnos que también somos materia combustible. Que también podemos caer en cualquier momento sobre las llamas; sobre la hoguera inmisericorde.

- Anuncio -Maestría Anfibia

“Un artista y pedagogo como René Francisco”, prosigue de la Nuez, “conoce estos y otros ejemplos de la Ignípolis, real o metafórica, en que se ha convertido la ciudad contemporánea. Como sabe, asimismo, de la larga cadena que atenaza la arquitectura y el incendio”. “He aquí la paradoja de estas esculturas en metal, de sus apropiaciones de juegos de lego, de esas cortinas que son finalmente el horizonte mismo, de ese fuego que es el paisaje y lo que va a devastarlo. Una pira presente y eterna al mismo tiempo, a la vista y secreta, epidérmica y a la vez subcutánea. Por si fuera poco, el propio estudio de René Francisco fue, en su día, un edificio arrasado por las llamas”.

Ignípolis es un espacio. El espacio es un lugar practicado. La práctica denota violencia. La violencia es referida. Las llamas están por arder.

Colabora con nuestro trabajo
Somos una asociación civil de carácter no lucrativo, que tiene por objeto principal la promoción y fomento educativo, cultural y artístico. En Rialta nos esforzamos por trabajar con el mayor rigor profesional en la gestión, procesamiento, edición y publicación de los contenidos y la información. Todos nuestros contenidos web son de acceso libre y gratuito. Cualquier contribución es muy valiosa para nuestro futuro.
¿Quieres (y puedes) apoyarnos? Da clic aquí.
¿Tienes otras ideas para ayudarnos? Escríbenos al correo [email protected].

Deja un comentario

Escriba su comentario...
Por favor, introduzca su nombre aquí