Desde hace poco circula un nuevo título del ensayista y crítico de la cultura cubano Iván de la Nuez: Posmo (consonni, 2023). Radicado en Barcelona hace varias décadas, De la Nuez es hoy uno de los grandes relatores de la cultura cubana poscomunista, uno de los intelectuales que con mayor sistematicidad ha pensado la inserción de Cuba en los ámbitos de la globalización y la posmodernidad, en el mapa cultural constituido tras la caída del Muro de Berlín. En Posmo se ensamblan, con ingenio creativo, un conjunto de trabajos que toman el pulso a las dinámicas culturales del presente: reflexiones y análisis que vuelven sobre las obsesiones del autor (Cuba, la retórica política, el pensamiento de izquierda, las dictaduras estéticas del arte…) y desmontan algunos debates que ocupan a la contemporaneidad.
Posmo puede ser leído como una extensión de dos libros precedentes: Cubantropía (2020) y Teoría de la retaguardia: cómo sobrevivir al arte contemporáneo (y a casi todo lo demás) (2018). El primero explora “las conexiones entre la cultura cubana y la geopolítica en la era global” mediante lúcidas lecturas de las mutaciones experimentadas por el país: su capital simbólico, sus producciones culturales, sus conflictos políticos… en el espacio del poscomunismo. El segundo discute el “nuevo orden” artístico del presente: la confiscación de la imagen por el mercado y la política, así como la apropiación de los postulados de la vanguardia (al menos de esa que arrancó con Duchamp y fundó la noción de arte contemporáneo) por las instituciones a las que esta se enfrentaba. Con la agudeza que lo distingue, De la Nuez se eleva en esos libros sobre el análisis de hechos concretos y se ocupa del campo que los acoge, o sea, de la geometría ideológica, política, discursiva dentro de la cual actos y conceptos cobran sentidos. Esa estrategia vuelve en Posmo; cada entrada propone una meditación sobre ciertas dominantes culturales de hoy.
Estas nuevas notas (artículos de opinión, poemas, relatos, ensayos, críticas, incluso un SMS, con que cierra el libro), suerte de páginas del diario de un De la Nuez post mortem, se detienen en enclaves diversos que motivan a pensar la hegemonía del mercado, la crisis de los discursos multiculturalistas y poscoloniales, los (des)encuentros entre “la fascinación por los extremismos”, “la megalomanía acrítica” y “la fantasía de normalidad” que rigen, como dice el autor, una era cuyo comienzo no se acaba de concretar. El desmontaje crítico que propone Posmo desnuda paradojas, conflictos, valores, significaciones, antagonismos, discursos que atraviesan el arte, la historiografía y el pensamiento de izquierda… en un paisaje donde hemos dejado de vivir “bajo los designios del telón de acero” para hacerlo “al compás de las cortinas de humo”.
De la Nuez muestra una marcada inquietud por la sublimación de ciertas ideas y conceptos que rigen las dinámicas del presente, pues acaban siendo elaboraciones intelectuales cuyos marcos de interpretación impiden pensar la complejidad de esta época. También llama la atención sobre algunos comportamientos progresistas o emancipatorios que impactan menos la sociedad de lo que contribuyen a conservar el statu quo. Por extraño que parezca, el posmodernismo es acá un arma que apunta contra sí misma: el autor de La balsa perpetua agita las consecuencias, ausculta el malestar cultural que reproduce tanto relativismo, tanta retórica pop, tanta celebración del exceso, tanta performance del lenguaje.
“¿De qué sirven tantos discursos enalteciendo al otro, si los dispositivos por los que viajan esos postulados no hacen más que brincar del blink al zapping, del wasap al tuit, del clic al like, siempre girando sobre nosotros mismos?”, se pregunta en algún momento el ensayista. Y por ese camino medita sobre la ética de un sujeto contemporáneo apresado en una normalidad donde todo se puede disfrazar de progresismo. Los motivos que activan el ingenio del escritor importan más en tanto que su inquieta mirada puede ver un motivo para reflexionar en torno al presente lo mismo en un capítulo de una serie de Netflix que en la fundación de un museo, en una acusación de plagio contra Andy Warhol que en los discursos postpandemia sobre la vuelta a la normalidad. Cualquier accidente social o producción cultural, cualquier evento por frívolo que parezca, resulta una oportunidad para advertir las mutaciones del consumo cultural, las prácticas de resistencia, el vaciamiento de las consignas, las trampas de la política. En definitiva, resulta posible constatar en los sucesos más cotidianos o intrascendentes que “si la Guerra Cultural fue diseñada originalmente para acabar con la Guerra Fría, su actualización parece fabricada por gente que no quiere salir de esta”.
Para vislumbrar la singularidad de Posmo hay que reparar en la fascinante dictadura del estilo del ensayista. De la Nuez potencia en este volumen una cualidad que siempre ha marcado su escritura: la ironía, al punto de entroncar en algunas estaciones del libro con un humor de signo trágico. Y es que él tiene dos características que suelen definir a los buenos pensadores: inteligencia y sentido del humor. Las arbitrariedades, los absurdos, las paradojas que el autor atisba en la arquitectura del presente, son plasmadas en el texto a través de ingeniosos juegos de palabras y una voluntad de estilo que hacen del volumen una travesía particularmente disfrutable. A esto habría que sumar la dimensión autobiográfica de Posmo, similar a cuanto hizo, por ejemplo, en Cubantropía. Otra vez el yo interviene directamente en, participa de las reflexiones, un personaje que documenta los pasajes de una subjetividad sacudida por los excesos de su tiempo.
A propósito, el libro arranca con un “SOS” donde el escritor narra un pasaje insólito de su vida: el día en que por un error burocrático los servicios necrológicos de alguna funeraria habanera certificaron su defunción. Esto explica por qué el título del volumen alude a “post mortem” y no a “posmoderno”, una etiqueta con que se asocia a De la Nuez pero que pocos analizan en su producción. Tal suceso sirve de detonante para la composición de este libro iconoclasta, y sirve de amalgama literaria para ensamblar este conjunto de piezas que exhibe la experiencia de la contemporaneidad y reclama otras metodologías para acercarnos a la situación en que se encuentra el mundo.
Posmo no llega solo este año. Próximamente saldrá una edición en inglés de Cubantropía, traducida por Ellen Jones para el sello Seven Stories, que publicará también Teoría de la retaguardia. Y este último volumen también divisa una cercana impresión en árabe, con traducción de Ahmed Shaheen para la editorial siria Ninawa.
El ámbito de interés de Iván de la Nuez se amplía cada vez más, de la isla al mundo; como sus libros se diseminan por otros ámbitos lingüísticos. Su prestigio es resultado del rigor reflexivo, la singularidad de la mirada y las virtudes de la escritura; razones que lo sitúan entre los autores capitales del pensamiento cubano contemporáneo.