Tras su presentación en diversos certámenes internacionales, Living, una adaptación realizada por el británico Kazuo Ishiguro (1954) del clásico Ikiru (Vivir; 1952), de Akira Kurosawa, se estrenará comercialmente en noviembre (Reino Unido) y diciembre (Estados Unidos) próximos.
La escritura de esta película –como su encuentro de juventud con el original japonés– tuvo la virtud de poner una vez más en perspectiva los grandes éxitos para alguien que supo elevarse hasta la cima de la literatura contemporánea luego de emigrar a los seis años junto a su familia desde la tristemente célebre Nagasaki: “Es maravilloso ganar premios como el Nobel, pero cuando los ganas te das cuenta de que no son tan especiales. Sí, es genial recibirlos, me siento honrado, pero a la vez te das cuenta de que en realidad no tocan los temas fundamentales de la existencia: ¿merece la pena la vida?, ¿lo que haces tiene sentido o vale la pena hacerlo?”, reflexionó Ishiguro en entrevista con Europa Press durante el reciente Festival de Cine de San Sebastián.
“Al final”, prosiguió el también ganador del Booker Prize 1989, por The Remains of the Day (Lo que queda del día), “lo que tienes que preguntarte es qué haces, si tu vida ha sido completa y esa respuesta no viene dada por los premios”.
Living –filme dirigido por el sudafricano Oliver Hermanus, protagonizado por el británico Bill Nighy y ambientado en la Inglaterra de la primera mitad del siglo XX– es un proyecto que rondó durante años a Ishiguro, quien intentó el guion sólo después de bastante insistencia y bajo una condición: si resultaba malo, se conseguiría otro guionista.
Ikiru, de Kurosawa, ya era una adaptación de otra obra, La muerte de Iván Ilich, novela corta de León Tolstói.
Aquella película marcó de un modo casi indeleble al joven Ishiguro: “Lo importante era que decía que incluso con una vida mediocre o insignificante, puedes contribuir a la humanidad y vivir la vida al máximo de tus posibilidades”, resaltó durante el diálogo con la agencia europea.
“Cuando yo veía la película en esa época no podía pensar que sería escritor o ganaría un Premio Nobel o nada parecido, pensaba que iba a tener una vida discreta y por eso esta actitud me pareció muy importante”, dijo. “He vivido con esta película toda mi vida y ha sido parte de mí”.
Por supuesto, no es la primera vez que se cruzan profesionalmente los caminos de Ishiguro y el cine: acaso su novela más conocida, Lo que queda del día, fue convertida por James Ivory en la cinta homónima (1993) protagonizada admirablemente por Anthony Hopkins y Emma Thompson. Luego, el escritor de origen japonés escribiría para el propio director el guion de La condesa rusa (2005); entre otras incursiones en el séptimo arte.
Kazuo Ishiguro es también autor de las novelas Pálida luz en las colinas (1982), Un artista del mundo flotante (1986), Los inconsolables (1995), Cuando fuimos huérfanos (2000), Nunca me abandones (2005), El gigante enterrado (2015), y Klara y el Sol (2021). Además ha publicado Nocturnos: cinco historias de música y crepúsculo (2009).